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Seminciando 2012, Día 1: De thrillers y (aburrida) poesía
Alberto Frutos, 22/10/2012
Que las primeras veces es son toda una odisea, salvando honrosas excepciones, es algo que todos tenemos claro. En todo. Mi estreno para CINeol como principal responsable de la cobertura de la 57 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, o lo que es lo mismo, la SEMINCI, no podía ser menos. Las maravillosas comunicaciones entre mi lugar de origen (Cartagena) y el correspondiente destino no es que dejen que desear, es que, sencillamente, son inexistentes. Por eso, de tren en tren y tiro porque me toca, 20 euros de taxi, carreras bajo la lluvia con una víctima principal en el camino (mis anginas) y dos interminables horas de espera antes de poder entrar en mi acogedor hostal después, un servidor puede dar por finalizada su aventura… para comenzar el atracón de, esperemos, buen cine que se viene encima. Centrándome especialmente en la Sección Oficial, sin olvidar las proyecciones de Punto de Encuentro y Tiempo de Historia, un servidor espera llegarle a los talones a José Hernández, mentor y amigo, que ha cubierto el Festival en los últimos años. Y, ojo, de no estarlo y fracasar que las quejas vayan directamente en su dirección. Para organizarlo de manera más coherente, elaboraré cada día un ranking de menos a más, es decir, la película que menos me haya gustado será la primera en ser analizada y lo mejor, como siempre, para el final. Ahora, sin más esperas, para el cine.

Quizás por ser la primera película que he visto a las nueve de la mañana, quizás porque las expectativas eran moderadamente altas, o tal vez porque el resultado final está más cerca del bostezo que de la poesía que intenta alcanzar, Little Black Spiders (
), la nueva película de Patrice Toye (quien ya estuvo presente en la edición de 1998 con su aplaudida ópera prima, Rosie), supuso el punto más bajo de cuanto llevamos de Sección Oficial. La historia de un grupo de adolescentes embarazadas ocultas en el ático de un edificio de evidente marco religioso en la Bélgica de finales de los setenta, comienza apostando por la lírica para terminar en la prosa más pedante, en el vacío pomposo de la nada. Toye se empeña en otorgar profundidad a un relato que habría tenido mejor resultado mediante la crudeza, consiguiendo ligeros destellos de belleza en algunos de sus momentos más oníricos, pero aburriendo al personal a lo largo de noventa minutos que se hacen eternos. La realizadora cree estar rodando una obra maestra, pero el resultado final está más cerca de una versión descafeinada de Las Vírgenes Suicidas, la joya de Sofia Coppola.

En cuarto lugar, cine español. Todo es Silencio (
), el regreso de José Luis Cuerda cuatro años después de su decepcionante adaptación de Los Girasoles Ciegos. En esta ocasión, el realizador manchego nos transporta a Noitía, en la costa atlántica gallega, para contarnos la historia de dos amigos gallegos a lo largo de sus años de infancia y, veinte años después, de su reencuentro vital, ese en el que las heridas del pasado y los traumas han dejado de ser inocentes. Y urge decir que la película, en realidad, son dos muy diferentes. La primera de ellas nos trae al mejor Cuerda, con escenas poderosas y llenas de encanto, con la capacidad de transmitir la ternura del mundo que se observa con los ojos de unos niños que encuentran en sus padres un espejo de humildad donde refugiarse de la tiranía de un villano clásico, interpretado por un gran Juan Diego, capaz de hacer daño desde el silencio. Lástima que, con la elipsis temporal, llegue el naufragio y la película se convierta en un thriller falto de todo tipo de interés y tensión, realizado y, lo que es peor, contado de manera torpe, con instantes bochornosos resueltos de una manera realmente desastrosa. El reparto, con un aceptable Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre haciendo de Miguel Ángel Silvestre y Celia Freijeiro, la mejor del fallido triángulo amoroso, hace lo que puede con unos personajes perdidos en el guión de Manuel Rivas, autor también de la novela original y de la maravillosa La Lengua de las Mariposas, la cual contó también con una adaptación de Cuerda (su última gran película, a años luz en calidad y sensibilidad de esta). Sin embargo, no es justo ser tan duro y olvidar sus virtudes, así que como con todas las balanzas, uno debe decidir de que lado se queda, si de los aplausos de la primera hora o si de los abucheos de la segunda. Los espectadores que llenaban la sala en la sesión a la que acudí optaron por la primera opción. Quedémonos con eso, pues.

Otra de las películas más esperadas de la Sección Oficial era Barbara (
), del multipremiado Christian Petzold, ganadora del Oso de Plata a Mejor Director en el último Festival de Berlín y una de las apuestas importantes de cara al Oscar a Mejor Película de Habla No Inglesa. La trama, de la cual es mejor conocer lo mínimo ara disfrutarla al máximo, se desarrolla en la Alemania Oriental de 1980, con el telón de acero presente a lo largo de todo el relato, aunque sea en forma de sombra que se cierne sobre cada decisión de los personajes. Thriller elegante y pausado, de tono provocativamente lento, sin prisas ni escenas de acción ni tensión, Barbara consigue atrapar al espectador gracias a una dirección precisa y contundente y, sobre todo, a un personaje protagonista atractivo y complejo, gélido y decidido, al cual pone hermoso rostro una enorme Nina Hoss que presenta credenciales de cara a la Mejor Actriz de esta edición. Sobre ella recae todo el peso de una película que encuentra su único ‘pero’ en la falta de emoción y en un desenlace facilón y convencional que parece buscar más el beneplácito del público masivo que el atrevimiento que la historia pedía a gritos y que hubiera servido, de paso, para redondear una película que se queda en el notable alto.

Y llegamos a la mejor película de cuantas se han visto en estos primeros días de Seminci, Diaz: Don't Clean Up This Blood (
). Esta coproducción a tres bandas entre Italia, Rumanía y Francia narra los hechos reales sucedidos en 2001, cuando la ciudad de Génova se vio sacudida por el asalto de 300 agentes de policía a la escuela Diaz, un lugar donde supuestamente se encontraban manifestantes del Bloque Negro pero que, realmente, servía de acogida para estudiantes procedentes de toda Europa, junto a algunos periodistas extranjeros y ciudadanos que buscaban sitio donde dormir. Trepidante en su aspecto de thriller gracias a una espléndida dirección de Daniele Vicari, brutal en su descripción de los sucesos, ejemplar en la presentación y desarrollo de sus personajes, la película atrapa al espectador a base de saltos temporales que nos ofrecen la oportunidad de observar la barbarie desde todos los puntos de vista - manifestantes, policías, doctores y políticos. La cinta juega con varios géneros: el documental con el uso de imágenes de archivos, el drama humano que alcanza su clímax en los últimos minutos e, incluso, el cine de terror, con característicos movimientos de cámara y sus correspondientes sustos, combinándolos mediante una narración que no da respiro y que sitúa al espectador de lleno en su historia, haciéndole sentir cada golpe, cada temor, cada lágrima. En su contra puede jugar el excesivo subrayado que se hace de la violencia policial, presentando a sus responsables como auténticos monstruos sin una pizca de piedad ni compasión, pero lo cierto es que Diaz: Don't Clean Up This Blood, tiene tantas virtudes que termina por convertirse en una magnífica película, oportuna -que no oportunista- y con suficiente calado emocional como para acompañarte a la salida del cine. La ovación final del Teatro Calderón así lo confirma.
Mañana, cinco películas más: la biografía de una filósofa judío-alemana, un drama sobre la soledad en la vejez, la historia de dos hermanos en la India de finales de los 40, una road movie finlandesa y la primera visita a la sección de Punto de Encuentro, con la estadounidense Electrick Children. Buen plan de martes. Nos leemos. Nos buscamos. Nos encontramos en las salas. Cine en vena en la Seminci.

Quizás por ser la primera película que he visto a las nueve de la mañana, quizás porque las expectativas eran moderadamente altas, o tal vez porque el resultado final está más cerca del bostezo que de la poesía que intenta alcanzar, Little Black Spiders (


En cuarto lugar, cine español. Todo es Silencio (


Otra de las películas más esperadas de la Sección Oficial era Barbara (


Y llegamos a la mejor película de cuantas se han visto en estos primeros días de Seminci, Diaz: Don't Clean Up This Blood (

Mañana, cinco películas más: la biografía de una filósofa judío-alemana, un drama sobre la soledad en la vejez, la historia de dos hermanos en la India de finales de los 40, una road movie finlandesa y la primera visita a la sección de Punto de Encuentro, con la estadounidense Electrick Children. Buen plan de martes. Nos leemos. Nos buscamos. Nos encontramos en las salas. Cine en vena en la Seminci.