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Seminciando 2010: Una mirada a Oriente
José Hernández, 27/10/2010
Dos cosas he aprendido por ahora en este festival. La primera es que tengo que comprarme una cámara de fotos buena y echarle más morro para tener fotillos con famosetes, que eso siempre da mucho caché. La segunda es que si tienes 45 minutos entre pase y pase, es mejor no ir a un restaurante japonés, porque luego pasa lo que pasa, que a las 10 de la noche la gente se queda extrañada de ver a un calvo corriendo por Valladolid con los carrillos llenos de suriyakis o como se llamen para llegar a tiempo a la siguiente película.

Y ya que hablo de Japón, el día ha estado lleno de películas sobre Oriente, aunque no tan lejos, sino quedándose en el mundo musulmán. De eso trataba una de las películas de la sección Punto de Encuentro que en principio no tenía intención de ver, pero que por culpa de tener que cambiar mis horarios acabé escogiendo. Se trata de The Other (Digari), una película iraní y con niño: miedo, mucho miedo me daba. Y resulta que era infundado. Es una cinta de fácil digestión, quizá por contar de manera sencilla y sin pretensiones una historia muy clásica: la de un hombre y un niño que se ven forzados a realizar un viaje juntos, y lo que en principio era rechazo se va tornando amistad. Es un filme agradable de ver, sin sentimentalismos excesivos ni parsimonia narrativa, con personajes muy humanos que se sienten cercanos y crean interés. Además, cuenta con una sorpresa final que añade más calado a su mensaje, que no es otro que la tolerancia frente a los prejuicios impuestos por la desconfianza y las convenciones sociales.

Nos acercamos un poco más a Europa en la Sección Oficial, con La Misión del Director de Recursos Humanos, la película que representará a Israel en los Oscar. Quien haya visto La Banda nos Visita sabrá qué esperarse del filme, ya que es muy similar en tono y género, con ese estilo tragicómico de fácil visionado, aunque en este caso esté menos azucarado. La película cuenta la odisea de un hombre que debe devolver el cadáver de una inmigrante a su familia en Rumanía, tarea en apariencia sencilla pero que se complicará hasta niveles insospechados. Personajes peculiares, drama humano, un mensaje sobre la amistad, el deber y la necesidad de mantener la memoria de los que nos han dejado y todo muy bonito, pero también algo superficial. Es cine comercial con contenido, lo cual no deja de ser loable, pero si bien se ve con agrado e incluso es recomendable, no debería ser una cinta que optase a grandes premios. El Oscar le quedaría grande, aunque claro, si Despedidas puede llevárselo…

La que debería llevarse la estatuilla a casa, y por lo visto hasta ahora también la Espiga de Oro (y mira que este año hay un nivel excelente), es la canadiense Incendies, que no sólo es la mejor cinta proyectada hasta ahora, sino una de las mejores del año. Una película dura pero al mismo tiempo llena de sensibilidad y belleza que arrancó más de dos minutos de ovación entre el público, y cuyo argumento se parece un poco al de la cinta israelí que comentaba más arriba, aunque a la hora de la verdad se parecen tanto como un pollo a un tomate. Una mujer muere, y en su testamento encarga a sus hijos que encuentren al padre que creían muerto y al hermano que no sabían que tenían. Su viaje les llevará por una Palestina revuelta, mientras la película alterna entre la investigación de los gemelos y la historia de su madre. Se construye así un puzzle humano de gran complejidad emocional y afilado ojo para diseccionar las raíces y el corazón del conflicto en Oriente próximo, a través de la figura de una mujer que se convierte en leyenda.
¿Qué se puede decir de una película que te deja toda la mañana KO? Que tiene un montaje soberbio que engancha desde el principio por el enigma de la investigación y la perfecta definición de la protagonista. Que tiene una puesta en escena sublime que oscila de manera natural entre la suavidad expresiva del estilista y la rudeza espontánea del realista. Que los actores están en estado de gracia, sobre todo Lubna Azabal, que es una seria candidata al premio a mejor actriz. Y que el recorrido de la cinta es tan potente, va plantando tantas semillas emocionales, que el tramo final remueve al más pintado (aunque a algunos les pueda parecer excesivamente pillado por los pelos, lo cual puede ser su único lastre a la hora de optar a premios). Una cinta que no sólo ofrece una mirada firme a la crueldad de la guerra, sino que encuentra la forma de mirar al futuro con esperanza y amor. Una obra maestra, demonios.

Ahora bien, para ganar algún premio, tanto en Estados Unidos como en Valladolid, tendrá que competir duramente con la alemana Die Fremde. En este caso la película no se traslada de Occidente a Oriente, sino al revés, ya que la protagonista de la historia es una mujer musulmana que vive en Turquía, y que harta de los abusos en su hogar, huye con su hijo a Alemania, donde se encuentra su familia. Allí se encontrará con los mismos abusos y la misma intolerancia de la que quería huir. Se trata de una cinta pausada y metódica, en donde la construcción de los personajes lo es todo, porque son sus vivencias e ideales los que mueven la película. Y su directora salda la papeleta no con un aprobado, sino con un sobresaliente. El filme es un magnífico drama sobre los prejuicios derivados del fundamentalismo religioso y la cultura más tradicional, que chocan de forma brutal con las normas más básicas del mundo moderno y roban importancia a la humanidad de las personas para dársela a una comunidad y unos ideales que desafían todo sentido común. Lástima que la película no acabe dos minutos antes, ya que su final enturbia el conjunto. Es una resolución efectista, que busca el impacto fácil sin que esté justificado de forma sólida, y si bien no invalida lo visto hasta el momento, sí que hace que lo que podría haber sido otra obra maestra se quede a las puertas. Eso sí, Sibel Kekilli está soberbia como esta madre coraje, y sería bastante acertado que el jurado decidiese premiar ex-aequo tanto a ella como a Lubna Azabal, tanto por sus excelentes actuaciones como por ser papeles femeninos potentes, algo que escasea mucho en la actualidad.
Y eso es todo por hoy, que han tocado tantas películas largas que no queda tiempo para escribir más. Mañana hablaré de la película más dura que se ha podido ver en el festival, que ha provocado salidas masivas de la sala antes de tiempo por sus altas dosis de violencia, y de otra media docena de cintas.

Y ya que hablo de Japón, el día ha estado lleno de películas sobre Oriente, aunque no tan lejos, sino quedándose en el mundo musulmán. De eso trataba una de las películas de la sección Punto de Encuentro que en principio no tenía intención de ver, pero que por culpa de tener que cambiar mis horarios acabé escogiendo. Se trata de The Other (Digari), una película iraní y con niño: miedo, mucho miedo me daba. Y resulta que era infundado. Es una cinta de fácil digestión, quizá por contar de manera sencilla y sin pretensiones una historia muy clásica: la de un hombre y un niño que se ven forzados a realizar un viaje juntos, y lo que en principio era rechazo se va tornando amistad. Es un filme agradable de ver, sin sentimentalismos excesivos ni parsimonia narrativa, con personajes muy humanos que se sienten cercanos y crean interés. Además, cuenta con una sorpresa final que añade más calado a su mensaje, que no es otro que la tolerancia frente a los prejuicios impuestos por la desconfianza y las convenciones sociales.

Nos acercamos un poco más a Europa en la Sección Oficial, con La Misión del Director de Recursos Humanos, la película que representará a Israel en los Oscar. Quien haya visto La Banda nos Visita sabrá qué esperarse del filme, ya que es muy similar en tono y género, con ese estilo tragicómico de fácil visionado, aunque en este caso esté menos azucarado. La película cuenta la odisea de un hombre que debe devolver el cadáver de una inmigrante a su familia en Rumanía, tarea en apariencia sencilla pero que se complicará hasta niveles insospechados. Personajes peculiares, drama humano, un mensaje sobre la amistad, el deber y la necesidad de mantener la memoria de los que nos han dejado y todo muy bonito, pero también algo superficial. Es cine comercial con contenido, lo cual no deja de ser loable, pero si bien se ve con agrado e incluso es recomendable, no debería ser una cinta que optase a grandes premios. El Oscar le quedaría grande, aunque claro, si Despedidas puede llevárselo…

La que debería llevarse la estatuilla a casa, y por lo visto hasta ahora también la Espiga de Oro (y mira que este año hay un nivel excelente), es la canadiense Incendies, que no sólo es la mejor cinta proyectada hasta ahora, sino una de las mejores del año. Una película dura pero al mismo tiempo llena de sensibilidad y belleza que arrancó más de dos minutos de ovación entre el público, y cuyo argumento se parece un poco al de la cinta israelí que comentaba más arriba, aunque a la hora de la verdad se parecen tanto como un pollo a un tomate. Una mujer muere, y en su testamento encarga a sus hijos que encuentren al padre que creían muerto y al hermano que no sabían que tenían. Su viaje les llevará por una Palestina revuelta, mientras la película alterna entre la investigación de los gemelos y la historia de su madre. Se construye así un puzzle humano de gran complejidad emocional y afilado ojo para diseccionar las raíces y el corazón del conflicto en Oriente próximo, a través de la figura de una mujer que se convierte en leyenda.
¿Qué se puede decir de una película que te deja toda la mañana KO? Que tiene un montaje soberbio que engancha desde el principio por el enigma de la investigación y la perfecta definición de la protagonista. Que tiene una puesta en escena sublime que oscila de manera natural entre la suavidad expresiva del estilista y la rudeza espontánea del realista. Que los actores están en estado de gracia, sobre todo Lubna Azabal, que es una seria candidata al premio a mejor actriz. Y que el recorrido de la cinta es tan potente, va plantando tantas semillas emocionales, que el tramo final remueve al más pintado (aunque a algunos les pueda parecer excesivamente pillado por los pelos, lo cual puede ser su único lastre a la hora de optar a premios). Una cinta que no sólo ofrece una mirada firme a la crueldad de la guerra, sino que encuentra la forma de mirar al futuro con esperanza y amor. Una obra maestra, demonios.

Ahora bien, para ganar algún premio, tanto en Estados Unidos como en Valladolid, tendrá que competir duramente con la alemana Die Fremde. En este caso la película no se traslada de Occidente a Oriente, sino al revés, ya que la protagonista de la historia es una mujer musulmana que vive en Turquía, y que harta de los abusos en su hogar, huye con su hijo a Alemania, donde se encuentra su familia. Allí se encontrará con los mismos abusos y la misma intolerancia de la que quería huir. Se trata de una cinta pausada y metódica, en donde la construcción de los personajes lo es todo, porque son sus vivencias e ideales los que mueven la película. Y su directora salda la papeleta no con un aprobado, sino con un sobresaliente. El filme es un magnífico drama sobre los prejuicios derivados del fundamentalismo religioso y la cultura más tradicional, que chocan de forma brutal con las normas más básicas del mundo moderno y roban importancia a la humanidad de las personas para dársela a una comunidad y unos ideales que desafían todo sentido común. Lástima que la película no acabe dos minutos antes, ya que su final enturbia el conjunto. Es una resolución efectista, que busca el impacto fácil sin que esté justificado de forma sólida, y si bien no invalida lo visto hasta el momento, sí que hace que lo que podría haber sido otra obra maestra se quede a las puertas. Eso sí, Sibel Kekilli está soberbia como esta madre coraje, y sería bastante acertado que el jurado decidiese premiar ex-aequo tanto a ella como a Lubna Azabal, tanto por sus excelentes actuaciones como por ser papeles femeninos potentes, algo que escasea mucho en la actualidad.
Y eso es todo por hoy, que han tocado tantas películas largas que no queda tiempo para escribir más. Mañana hablaré de la película más dura que se ha podido ver en el festival, que ha provocado salidas masivas de la sala antes de tiempo por sus altas dosis de violencia, y de otra media docena de cintas.