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ESPECIAL OSCARS 2009: Mejor Película
José Hernández, 16/02/2009
[size=5]MEJOR PELÍCULA[/size]
El premio de los premios, el que marcará quién es la triunfadora de la noche y quién se ha quedado sólo con las sobras, el premio que supuestamente debe convertir a una película automáticamente en un clásico... ese es el Oscar a Mejor Película. La típica ganadora de este premio suele ser una película épica, histórica y/o de amor de gran presupuesto, aunque en los últimos años esta tendencia está cambiando hacia películas más pequeñas e incluso arriesgadas. Quizá sea por haberse acortado la temporada de premios, con lo que los premios de la crítica tienen más peso, o quizá sea por el surgimiento de las mini-majors, divisiones especializadas de los estudios que realizan películas de menor presupuesto pero más altas miras de calidad que el estreno normal de la compañía.
La particularidad de esta edición es que ha sufrido los estragos de la pasada huelga de guionistas, lo que dejó a muchos proyectos con grandes aspiraciones en la estacada, y a otros los puso en problemas para mantener su calendario. Esto ha derivado en un quinteto de películas que se han venido repitiendo, con escasas variaciones, a lo largo de toda la temporada de precursores, y que casi en su totalidad han terminado siendo nominadas. Casi, porque en el último momento se ha colado una película que todos habían descartado ya.
Haciendo recuento tenemos una historia de amor con un niño viejo de protagonista, un drama político-histórico sobre un viejo timador, un biopic sobre libertades civiles (y sexuales), un drama sobre el Holocausto con un punto de vista distinto de los nazis y un cuento dickensiano situado en la India, que parte como claro favorito.

[size=5]EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON[/size]
La historia de Benjamin Button, el personaje, sólo puede compararse a la historia de Benjamin Button, la película. De hecho para encontrar los orígenes de la versión cinematográfica del relato corto escrito en 1922 por F. Scott Fitzgerald hay que viajar varias décadas atrás en el tiempo. Concretamente a 1943, fecha en la que William Faulkner comenzó a trabajar en el guión para la Warner Bros.. El proyecto murió poco después, cuando Jack Warner se negó a adquirir los derechos de la obra para que continuase escribiendo. Cuatro décadas tendrían que pasar para que la historia encontrase a su auténtico paladín: Ray Stark. Este productor tenía una perspectiva radicalmente distinta de lo que ha terminado siendo la película: creía que sería un argumento ideal para una comedia dirigida por Ron Howard. Hasta se barajaron varios nombres para protagonizarla (John Travolta, Johnny Depp, Martin Short) antes de que el excesivo presupuesto tirase por tierra el intento. Pero Stark no se rindió: contrató a la guionista Robin Swicord, que convirtió el filme en una historia de amor, y juntos llevaron en 1990 un primer borrador a la mesa de Steven Spielberg. El director se interesó tanto que comenzó a desarrollar el proyecto, pero finalmente tuvo que abandonarlo para poder dedicarse a otras películas como Parque Jurásico.
Y así siguió el guión, sufriendo reescrituras por parte de Swicord y viajando de estudio en estudio con el continuo apoyo de Stark y los habituales colaboradores de Spielberg, Kathleen Kennedy y Frank Marshall, durante más de una década. Más directores llegaron y se fueron (Agnieszka Holland, Phil Alden Robinson, Spike Jonze…), más escritores intentaron sacar un guión filmable de la historia (Charlie Kaufman, Jim Taylor…), pero no fue hasta el año 2002 cuando el proyecto encontró la que sería su pareja definitiva: el guionista Eric Roth y el director David Fincher. No lo tuvieron fácil. El desorbitado presupuesto que necesitaban para realizar la película la mantuvo en el limbo durante varios años, con continuos vaivenes que sólo el interés de ambos (y de Brad Pitt) consiguió capear. Así pues, cuando finalmente se estrenó era como si un Benjamin Button de celuloide nos visitase: una película nueva como un bebé, pero que al mismo tiempo había pasado por décadas de desventuras que habían marcado su rostro a fuego. Unas arrugas en forma de expectativas irreales, pues su tortuoso camino hasta nosotros la convirtió en la película del año antes incluso de ver una sola imagen. Con lo que ello conlleva: una gran cantidad de decepciones. Quizá porque Fincher huyó del sentimentalismo habitual de estas propuestas, pero al mismo tiempo renunció a su estilo adrenalínico para abrazar un clasicismo imbuido de cuento sobrio, con lo que tanto los que esperaban un nuevo Forrest Gump como los que deseaban otro Club de la Lucha se vieron defraudados. Sin embargo aquí está, con 13 nominaciones bajo su brazo que son un testimonio no sólo de que ha cautivado a miles de personas, sino de que por muchos rayos que te caigan, hay personas (y películas) destinadas a sobrevivir.
A FAVOR: Es la película más nominada, y la que más se acerca al canon del Oscar: una historia de amor a través del tiempo, enormes valores de producción, duración épica… Además, cuenta con un sector ferviente de seguidores.
EN CONTRA: Durante toda la temporada ha sido una segundona y no parece que vaya a dejar de serlo. De hecho si está tan nominada es por su ampulosidad técnica. También ha habido algunas críticas divididas o incluso agresivas hacia ella. Las expectativas estaban muy altas, y algunos no se sintieron satisfechos.
Ganador: Top10 del AFI, St. Louis, Houston.
Finalista: DGA, PGA, SAG, WGA, Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, NBR, USC Scripter, Chicago, Southeastern, Dallas, Crítica Online, Ohio, Londres, Nueva York Online, Phoenix, Austin.

[size=5]EL DESAFÍO. FROST CONTRA NIXON[/size]
Peter Morgan era un completo desconocido para el 99% de los cinéfilos antes del año 2006. Hasta ese momento sólo había trabajado en televisión, donde su único crédito destacable había sido el telefilm The Deal, la primera entrega de lo que luego se convertiría en la “trilogía de Tony Blair” cuya última parte aún está en preparación. Pero el 96 lo cambió todo. Dos de sus guiones se llevaron al cine, ambos basados en hechos reales alrededor de dos dirigentes extremadamente opuestos: el salvaje dictador africano Idi Amin, y la Reina de Inglaterra. Si El Último Rey de Escocia le puso en el mapa, fue The Queen la película que le convirtió en un valor al alza, sobre todo gracias a su nominación al Oscar por el filme de Stephen Frears. Acto seguido, Morgan decidió aventurarse en un medio aún más exigente que el cine: el teatro. Su hasta ahora único intento fue Frost/Nixon, una obra basada en un acontecimiento poco popular fuera de las fronteras de los países anglosajones: una serie de entrevistas que el ex-Presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, aún reciente el escándalo del Watergate que terminó con su dimisión, dio al periodista británico David Frost, por entonces más conocido como satirista y cronista de sociedad que como informador serio. No le fue mal a Peter Morgan, pues el libreto estuvo nominado a tres premios Tony.
Era pues cuestión de tiempo que, con la fama adquirida por Morgan y los excelentes resultados de dicha obra, alguien decidiese trasladarla a la gran pantalla. Y ese alguien fue Ron Howard. Denostado por la gran mayoría de los cinéfilos de pro, que ven en él a un Spielberg de tercera división (con los defectos del maestro acentuados, pero sus virtudes espantosamente atenuadas), poca gente confiaba en que sacase adelante una película que suponía un reto para cualquiera. Sobre las tablas de un escenario una larga conversación entre dos personas puede ser apasionante, pero trasladar eso al lenguaje visual de la gran pantalla sin que el ritmo decaiga no es tarea sencilla. Así pues, fue el nombre de Morgan y la tendencia de la Academia a nominar a los habituales por defecto lo que mantuvo esta película entre los proyectos a vigilar durante el año. Tal prudencia se ha visto recompensada, ya que el filme ha sido alabado casi unánimemente por la crítica, incluso por la mayoría de los detractores de su director. Y ha estado presente durante toda la temporada de premios, sin fallado en ninguno importante… aunque a la hora de la verdad no ha ganado nada, lo que ya de por sí da una indicación de lo que será su futuro en la gala de los Oscar.
A FAVOR: Es una película sobre todo de actores, y éstos son los que componen el grupo más numeroso en la Academia. Las críticas han sido las mejores de la carrera de Howard.
EN CONTRA: Todo lo demás. No se ha llevado nada en toda la temporada, cuenta con cierta mala prensa debido a los prejuicios hacia su director, es la que peor está funcionando en taquilla y ni siquiera los actores la han llegado a premiar en algo. Ha sido durante meses la eterna nominada que se va de vacío, y parece que volverá a ocurrir.
Ganador: Top10 del AFI, Las Vegas.
Finalista: DGA, PGA, SAG, WGA, Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, NBR, Satellite, Southeastern, Dallas, Ohio, St. Louis, Londres, Detroit, Phoenix, Austin.

[size=5]MI NOMBRE ES HARVEY MILK[/size]
Gus Van Sant es un realizador atípico en el panorama estadounidense. Comenzó en el cine independiente cuando éste se entendía como historias de personajes marginales o centradas en temas algo (o muy) escabrosos, tratadas con un estilo parco y sin virguerías. Desde esos días, los de Drugstore Cowboy y Mi Idaho Privado, su carrera ha tomado dos caminos paralelos y con pocas cosas en común. Primero dio un giro hacia lo comercial, hacia el academicismo, tanto en su estilo como en las historias que tocaba. Lejos están los personajes autodestructivos de sus primeros filmes en cintas como El Indomable Hill Hunting o Descubriendo a Forrester. De esta etapa sólo destaca la película escrita por Matt Damon y Ben Affleck, en lo positivo, y su incomprensible remake de Psicosis en lo negativo. Quizá por el escaso éxito de su incursión en lo más convencional, quizá por insatisfacción personal, Van Sant decidió dar un volantazo a su carrera. En los siguientes años el director dejó de lado el interés por la historia, que pasó a ser un mero contenedor, y comenzó una cruzada por llevar hasta los límites un estilo tan minimalista que casi se podría denominar fotográfico. Su trilogía Gerry-Elephant-Last Days así lo atestigua, tres películas que desafían al espectador menos curtido en experimentos formales hasta el punto de levantar muchos odios entre este sector.
La película que nos ocupa no podría haber surgido de no ser por el paseo de Van Sant por ambos caminos. Su historia es tan típica del cine que casi comenzamos a dudar que este tipo de cosas sucedan de verdad: el ascenso de un luchador que quería cambiar el mundo, que dio el primer paso para conseguir mayor libertad e igualdad para un colectivo oprimido, pero que inevitablemente sucumbió víctima de los propios prejuicios que combatía. Y sin embargo, su estilo ha evolucionado notoriamente, y se aprecia un cierto rupturismo formal con las convenciones estéticas del biopic al uso. Por eso ha convencido tanto a público como a crítica, que pese a tener las expectativas por las nubes se ha rendido a sus pies como una de las mejores películas del año. Su estreno además ha coincidido con un momento clave para el colectivo gay, pero precisamente por todo aquello contra lo que luchó Harvey Milk: al mismo tiempo que el pueblo americano elegía a Barack Obama como el primer presidente negro de la historia, en California votaron y aprobaron la Proposición 8, que prohibía los matrimonios entre personas del mismo sexo en dicho estado. Una situación que dota a esta película de mayor relevancia actual si cabe, y que a buen seguro planeará en las mentes de los votantes en el momento de rellenar la papeleta, razón por la cual muchos han querido ver en ella (quizá ilusoriamente) la verdadera alternativa al dominio de Slumdog Millionaire.
A FAVOR: Ha gustado mucho a crítica y público. El subgénero pontificador de líderes de las libertades civiles es uno de los más atractivos para el Oscar, y la figura de Harvey Milk se ha vuelto de repente más actual que nunca por culpa de la infame Proposición 8. Algunos expertos han rumoreado que estaba resurgiendo con fuerza, amenazando a la favorita…
EN CONTRA: …pero probablemente son exageraciones del verdadero peligro que entraña para Slumdog. Por mucho que sea la segunda en discordia, y eso es algo discutible, sigue siendo una película sobre gays fuera del armario y orgullosos de ello cuyos pocos premios palidecen ante la enorme cantidad ganada por el film de Danny Boyle. Si Brokeback Mountain falló en la recta final, ¿cómo podría conseguirlo Harvey Milk?
Ganador: WGA, Top10 del AFI, Nueva York, San Francisco, Southeastern.
Finalista: DGA, PGA, SAG, BAFTA, Critics' Choice, NBR, Satellite, Chicago, Dallas, Ohio, St. Louis, Londres, Nueva York Online, Phoenix, Austin.

[size=5]THE READER (EL LECTOR)[/size]
Si hay una película que haya sido noticia este año por razones ajenas a lo sucedido en la pantalla, nos hayamos ante ella. La combinación del productor Harvey Weinstein, otrora pope de Miramax y la persona que en los años 90 tenía calada a la Academia, con el director Stephen Daldry (nominado por todas las películas que ha rodado) ya hubiese sido digna de atención. Pero si a eso se le suma una historia centrada en el holocausto, basada en un best-seller con excelentes críticas y un reparto con dos actores que han coqueteado tanto con el Oscar como Ralph Fiennes y Kate Winslet, la cosa alcanza cotas de favorita. Añádase entonces otra dosis de productores con sabor al Oscar por partida triple: Scott Rudin, Sydney Pollack y Anthony Minghella. El sabor ya satura a baño de oro. Y sin embargo, todo fue mal. Pollack y Minghella fallecieron dejaron medio huérfano el proyecto, y los continuos retrasos en el rodaje y los problemas en la sala de edición provocaron que la película, que inicialmente se iba a estrenar en el 2007, corriese el peligro de no ver la luz hasta el 2009. Incluso Daldry declaró que no disponía de suficiente tiempo para tenerla lista para este año, al menos no de la forma más adecuada.
Y la guerra comenzó entre Rudin y Weinstein. El primero quería retrasar el estreno del filme para que Daldry pudiese completarlo a su gusto, y de paso quitar de en medio a un competidor para su otra producción del año, Revolutionary Road. Pero el olor del Oscar es demasiado poderoso para Harvey, e hizo todo lo que estuvo en su mano para que la fecha de estreno se mantuviese inamovible (hasta, dicen las malas lenguas, ir al lecho de muerte de Sydney Pollack para forzar su apoyo en la materia). Al final Rudin se dio por vencido y pidió que quitasen su nombre de los créditos, Daldry intentó quitar hierro al asunto diciendo que sí que estaría lista y Harvey comenzó a engrasar su maquinaria publicitaria para vencer la mala prensa y llevar la película a la gloria que anunciaba el proyecto. El resto es historia: la película se estrenó con críticas divididas, algunas de ellas tremendamente agresivas y vitriólicas hacia lo que consideraban una historia maniquea y ofensiva para la memoria del Holocausto (una polémica que se encuentra en su cenit ahora mismo), otras sencillamente quejándose de un montaje incapaz de sacarle jugo a la historia. Llegó el punto en que sus defensores casi debían disculparse por gustarles la película, y prueba de ello fueron las duras críticas recibidas por todos los grupos que la nominaron en los premios de fin de año. Y todo culminó con su inesperada nominación al Oscar, más sangrante aún por dos cosas: haber sacado de la terna a la favorita de crítica y público, El Caballero Oscuro; y haberse convertido en la película con peores críticas en ser nominada al Oscar desde que Metacritic y Rotten Tomatoes tienen constancia documentada. Mucho bagaje negativo para una película cuyo productor, auténtica estrella del show, aún hace declaraciones donde dice que van a ganar seguro. Confianza no le falta, razones para el optimismo sí. Pero claro, tampoco nadie se esperaba ya nada de la película y fue nominada…
A FAVOR: Harvey Weinstein, el hombre, el mito, la persona sospechosa de comprar votos o favores, el incordio de la prensa, el magnate de la autopublicidad, el hombre que no se detendrá ante nada para conseguir que votes por su película aunque lo hagas sólo para librarte de él. Entre él y la temática del film, si estuviésemos en los 90 ya tendríamos ganadora…
EN CONTRA: …pero estamos en el 2009 y Harvey ya no es el que era desde que lo echaron de Miramax. En su haber cuenta el conseguir que una película con críticas tan mediocres o directamente malas, con tan mala prensa, con tan poca repercusión popular, haya llegado hasta aquí. Pero es a lo máximo a lo que se puede aspirar con este producto. Harvey lo sabe, aunque se hace el loco, pero sobre todo lo saben en la Academia: viendo la polémica que se ha montado con su nominación, se enfrentan a un vapuleo descomunal por parte de los medios si escogen esta película.
Finalista: Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, Satellite, USC Scripter, Southeastern, Phoenix.

[size=5]SLUMDOG MILLIONAIRE[/size]
Hace apenas seis meses, el productor de Slumdog Millionaire se encontraba en una encrucijada. Tenía en su poder una película pequeña, sin actores conocidos, cuya historia estaba situada en la India, y a pesar de contar con un director conocido e incluso respetado entre los cinéfilos, no había nadie interesado en distribuir el filme. Nadie confiaba en que una historia así pudiese venderse a un público acostumbrado a grandes estrellas, comedias románticas ordinarias y escaso exotismo en las propuestas. No se trataba sólo de que el eje sobre el que girara la película fuese un concurso televisivo cuya popularidad pasó hace una década, sino que hasta el momento nadie había demostrado que el estilo de Bollywood fuese exportable en lo más mínimo. Los tímidos intentos que se habían visto habían fracasado estrepitosamente, tanto para crítica como para público. ¿Quién podría querer un producto condenado al fracaso comercial, cuyas perspectivas de premios eran nimias considerando los gustos ultra-americanos de la Academia (y por consiguiente, de la mayoría de premios de relumbrón)?
Pero todo cambió en Toronto. La película consiguió exhibirse en el festival que tiene lugar allí en septiembre, que suele ser una plataforma para que los estudios desvelen sus grandes apuestas de la temporada, y así ir ganando fama de cara a los Oscar. En ese marco de dura competencia, donde las películas más pequeñas apenas consiguen ser una mota en el parabrisas, Slumdog fue la gran vencedora popular y crítica. De hecho fue de la única de la que se habló, las demás fueron gravilla. Viendo tan excepcional recepción, los estudios comenzaron a pelearse por ella con tanta fruición como antes le habían dado la espalda. Al final se llevó el gato al agua Fox Searchlight, que inmediatamente dejó de lado el resto de sus potenciales películas de prestigio (entre ellas, El Luchador) para ofrecer todo su apoyo al film. Y no sólo la taquilla ha premiado sus esfuerzos de promoción (a día de hoy, y con el apoyo de sus nominaciones, es seguro que superará la mágica barrera de los 100 millones de dólares), sino que la crítica al unísono se ha volcado a sus pies, como si de un paso de baile se tratase, una danza al ritmo de citara y bansuri como la que culmina el filme. La cantidad de premios de la crítica y la industria que ha acumulado a ambos lados del charco hacen pensar incluso que esta pequeña historia diseñada para encontrar un hueco en los corazones, sobre personas humildes que han superado las mayores adversidades para triunfar en la vida y el amor, puede barrer en la mayoría de premios en los que está nominada. Los más conservadores dicen que se llevará cuatro o cinco, pero no faltan los que creen que se llevará nueve… y porque es materialmente imposible que se lleve los diez. Al fin y al cabo, si hay una forma segura y demostrada a lo largo de los años de conseguir el Oscar, esa es llegar al corazón del votante medio. Precisamente la mayor cualidad de esta película. Así pues… “está escrito”.
A FAVOR: Prácticamente todo. Si hay una película entre las nominadas que haya puesto más de acuerdo a crítica y público, es esta. Ahí están sus decenas de premios de la crítica, la prensa y la industria por igual, sus inusitadas cifras en taquilla, conseguidas casi exclusivamente gracias al boca-oreja, o sus 10 nominaciones hasta en categorías donde este tipo de filmes de bajo presupuesto no suelen competir. Es un caramelo de fácil digestión, emotivo, vibrante, positivo… Justo la inyección de vitalidad que precisan estos tiempos convulsos. Es la clara favorita por un amplio margen.
EN CONTRA: Su carácter excesivamente exótico puede echar atrás a los votantes más conservadores. Además, siempre es peligroso ser excesivamente favorito: no hay nada más atractivo para los medios que intentar derribar al líder, y en algunos lo están intentando a conciencia. Por no hablar de esos que votarán a otras películas porque piensen que esta no necesita su voto para ganar.
Ganador: DGA, PGA, SAG, WGA, Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, NBR, Satellite, Festival de Toronto (premio del público), BIFA, USC Scripter, Boston, Washington, Dallas, Kansas, Florida, San Diego, Londres*, Nueva York Online, Detroit, Phoenix, Iowa.
Finalista: BAFTA*, Nueva York, Chicago, Southeastern, Crítica Online, Ohio, St. Louis, Austin.
*=como mejor película británica
El premio de los premios, el que marcará quién es la triunfadora de la noche y quién se ha quedado sólo con las sobras, el premio que supuestamente debe convertir a una película automáticamente en un clásico... ese es el Oscar a Mejor Película. La típica ganadora de este premio suele ser una película épica, histórica y/o de amor de gran presupuesto, aunque en los últimos años esta tendencia está cambiando hacia películas más pequeñas e incluso arriesgadas. Quizá sea por haberse acortado la temporada de premios, con lo que los premios de la crítica tienen más peso, o quizá sea por el surgimiento de las mini-majors, divisiones especializadas de los estudios que realizan películas de menor presupuesto pero más altas miras de calidad que el estreno normal de la compañía.
La particularidad de esta edición es que ha sufrido los estragos de la pasada huelga de guionistas, lo que dejó a muchos proyectos con grandes aspiraciones en la estacada, y a otros los puso en problemas para mantener su calendario. Esto ha derivado en un quinteto de películas que se han venido repitiendo, con escasas variaciones, a lo largo de toda la temporada de precursores, y que casi en su totalidad han terminado siendo nominadas. Casi, porque en el último momento se ha colado una película que todos habían descartado ya.
Haciendo recuento tenemos una historia de amor con un niño viejo de protagonista, un drama político-histórico sobre un viejo timador, un biopic sobre libertades civiles (y sexuales), un drama sobre el Holocausto con un punto de vista distinto de los nazis y un cuento dickensiano situado en la India, que parte como claro favorito.

[size=5]EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON[/size]
La historia de Benjamin Button, el personaje, sólo puede compararse a la historia de Benjamin Button, la película. De hecho para encontrar los orígenes de la versión cinematográfica del relato corto escrito en 1922 por F. Scott Fitzgerald hay que viajar varias décadas atrás en el tiempo. Concretamente a 1943, fecha en la que William Faulkner comenzó a trabajar en el guión para la Warner Bros.. El proyecto murió poco después, cuando Jack Warner se negó a adquirir los derechos de la obra para que continuase escribiendo. Cuatro décadas tendrían que pasar para que la historia encontrase a su auténtico paladín: Ray Stark. Este productor tenía una perspectiva radicalmente distinta de lo que ha terminado siendo la película: creía que sería un argumento ideal para una comedia dirigida por Ron Howard. Hasta se barajaron varios nombres para protagonizarla (John Travolta, Johnny Depp, Martin Short) antes de que el excesivo presupuesto tirase por tierra el intento. Pero Stark no se rindió: contrató a la guionista Robin Swicord, que convirtió el filme en una historia de amor, y juntos llevaron en 1990 un primer borrador a la mesa de Steven Spielberg. El director se interesó tanto que comenzó a desarrollar el proyecto, pero finalmente tuvo que abandonarlo para poder dedicarse a otras películas como Parque Jurásico.
Y así siguió el guión, sufriendo reescrituras por parte de Swicord y viajando de estudio en estudio con el continuo apoyo de Stark y los habituales colaboradores de Spielberg, Kathleen Kennedy y Frank Marshall, durante más de una década. Más directores llegaron y se fueron (Agnieszka Holland, Phil Alden Robinson, Spike Jonze…), más escritores intentaron sacar un guión filmable de la historia (Charlie Kaufman, Jim Taylor…), pero no fue hasta el año 2002 cuando el proyecto encontró la que sería su pareja definitiva: el guionista Eric Roth y el director David Fincher. No lo tuvieron fácil. El desorbitado presupuesto que necesitaban para realizar la película la mantuvo en el limbo durante varios años, con continuos vaivenes que sólo el interés de ambos (y de Brad Pitt) consiguió capear. Así pues, cuando finalmente se estrenó era como si un Benjamin Button de celuloide nos visitase: una película nueva como un bebé, pero que al mismo tiempo había pasado por décadas de desventuras que habían marcado su rostro a fuego. Unas arrugas en forma de expectativas irreales, pues su tortuoso camino hasta nosotros la convirtió en la película del año antes incluso de ver una sola imagen. Con lo que ello conlleva: una gran cantidad de decepciones. Quizá porque Fincher huyó del sentimentalismo habitual de estas propuestas, pero al mismo tiempo renunció a su estilo adrenalínico para abrazar un clasicismo imbuido de cuento sobrio, con lo que tanto los que esperaban un nuevo Forrest Gump como los que deseaban otro Club de la Lucha se vieron defraudados. Sin embargo aquí está, con 13 nominaciones bajo su brazo que son un testimonio no sólo de que ha cautivado a miles de personas, sino de que por muchos rayos que te caigan, hay personas (y películas) destinadas a sobrevivir.
A FAVOR: Es la película más nominada, y la que más se acerca al canon del Oscar: una historia de amor a través del tiempo, enormes valores de producción, duración épica… Además, cuenta con un sector ferviente de seguidores.
EN CONTRA: Durante toda la temporada ha sido una segundona y no parece que vaya a dejar de serlo. De hecho si está tan nominada es por su ampulosidad técnica. También ha habido algunas críticas divididas o incluso agresivas hacia ella. Las expectativas estaban muy altas, y algunos no se sintieron satisfechos.
Ganador: Top10 del AFI, St. Louis, Houston.
Finalista: DGA, PGA, SAG, WGA, Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, NBR, USC Scripter, Chicago, Southeastern, Dallas, Crítica Online, Ohio, Londres, Nueva York Online, Phoenix, Austin.

[size=5]EL DESAFÍO. FROST CONTRA NIXON[/size]
Peter Morgan era un completo desconocido para el 99% de los cinéfilos antes del año 2006. Hasta ese momento sólo había trabajado en televisión, donde su único crédito destacable había sido el telefilm The Deal, la primera entrega de lo que luego se convertiría en la “trilogía de Tony Blair” cuya última parte aún está en preparación. Pero el 96 lo cambió todo. Dos de sus guiones se llevaron al cine, ambos basados en hechos reales alrededor de dos dirigentes extremadamente opuestos: el salvaje dictador africano Idi Amin, y la Reina de Inglaterra. Si El Último Rey de Escocia le puso en el mapa, fue The Queen la película que le convirtió en un valor al alza, sobre todo gracias a su nominación al Oscar por el filme de Stephen Frears. Acto seguido, Morgan decidió aventurarse en un medio aún más exigente que el cine: el teatro. Su hasta ahora único intento fue Frost/Nixon, una obra basada en un acontecimiento poco popular fuera de las fronteras de los países anglosajones: una serie de entrevistas que el ex-Presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, aún reciente el escándalo del Watergate que terminó con su dimisión, dio al periodista británico David Frost, por entonces más conocido como satirista y cronista de sociedad que como informador serio. No le fue mal a Peter Morgan, pues el libreto estuvo nominado a tres premios Tony.
Era pues cuestión de tiempo que, con la fama adquirida por Morgan y los excelentes resultados de dicha obra, alguien decidiese trasladarla a la gran pantalla. Y ese alguien fue Ron Howard. Denostado por la gran mayoría de los cinéfilos de pro, que ven en él a un Spielberg de tercera división (con los defectos del maestro acentuados, pero sus virtudes espantosamente atenuadas), poca gente confiaba en que sacase adelante una película que suponía un reto para cualquiera. Sobre las tablas de un escenario una larga conversación entre dos personas puede ser apasionante, pero trasladar eso al lenguaje visual de la gran pantalla sin que el ritmo decaiga no es tarea sencilla. Así pues, fue el nombre de Morgan y la tendencia de la Academia a nominar a los habituales por defecto lo que mantuvo esta película entre los proyectos a vigilar durante el año. Tal prudencia se ha visto recompensada, ya que el filme ha sido alabado casi unánimemente por la crítica, incluso por la mayoría de los detractores de su director. Y ha estado presente durante toda la temporada de premios, sin fallado en ninguno importante… aunque a la hora de la verdad no ha ganado nada, lo que ya de por sí da una indicación de lo que será su futuro en la gala de los Oscar.
A FAVOR: Es una película sobre todo de actores, y éstos son los que componen el grupo más numeroso en la Academia. Las críticas han sido las mejores de la carrera de Howard.
EN CONTRA: Todo lo demás. No se ha llevado nada en toda la temporada, cuenta con cierta mala prensa debido a los prejuicios hacia su director, es la que peor está funcionando en taquilla y ni siquiera los actores la han llegado a premiar en algo. Ha sido durante meses la eterna nominada que se va de vacío, y parece que volverá a ocurrir.
Ganador: Top10 del AFI, Las Vegas.
Finalista: DGA, PGA, SAG, WGA, Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, NBR, Satellite, Southeastern, Dallas, Ohio, St. Louis, Londres, Detroit, Phoenix, Austin.

[size=5]MI NOMBRE ES HARVEY MILK[/size]
Gus Van Sant es un realizador atípico en el panorama estadounidense. Comenzó en el cine independiente cuando éste se entendía como historias de personajes marginales o centradas en temas algo (o muy) escabrosos, tratadas con un estilo parco y sin virguerías. Desde esos días, los de Drugstore Cowboy y Mi Idaho Privado, su carrera ha tomado dos caminos paralelos y con pocas cosas en común. Primero dio un giro hacia lo comercial, hacia el academicismo, tanto en su estilo como en las historias que tocaba. Lejos están los personajes autodestructivos de sus primeros filmes en cintas como El Indomable Hill Hunting o Descubriendo a Forrester. De esta etapa sólo destaca la película escrita por Matt Damon y Ben Affleck, en lo positivo, y su incomprensible remake de Psicosis en lo negativo. Quizá por el escaso éxito de su incursión en lo más convencional, quizá por insatisfacción personal, Van Sant decidió dar un volantazo a su carrera. En los siguientes años el director dejó de lado el interés por la historia, que pasó a ser un mero contenedor, y comenzó una cruzada por llevar hasta los límites un estilo tan minimalista que casi se podría denominar fotográfico. Su trilogía Gerry-Elephant-Last Days así lo atestigua, tres películas que desafían al espectador menos curtido en experimentos formales hasta el punto de levantar muchos odios entre este sector.
La película que nos ocupa no podría haber surgido de no ser por el paseo de Van Sant por ambos caminos. Su historia es tan típica del cine que casi comenzamos a dudar que este tipo de cosas sucedan de verdad: el ascenso de un luchador que quería cambiar el mundo, que dio el primer paso para conseguir mayor libertad e igualdad para un colectivo oprimido, pero que inevitablemente sucumbió víctima de los propios prejuicios que combatía. Y sin embargo, su estilo ha evolucionado notoriamente, y se aprecia un cierto rupturismo formal con las convenciones estéticas del biopic al uso. Por eso ha convencido tanto a público como a crítica, que pese a tener las expectativas por las nubes se ha rendido a sus pies como una de las mejores películas del año. Su estreno además ha coincidido con un momento clave para el colectivo gay, pero precisamente por todo aquello contra lo que luchó Harvey Milk: al mismo tiempo que el pueblo americano elegía a Barack Obama como el primer presidente negro de la historia, en California votaron y aprobaron la Proposición 8, que prohibía los matrimonios entre personas del mismo sexo en dicho estado. Una situación que dota a esta película de mayor relevancia actual si cabe, y que a buen seguro planeará en las mentes de los votantes en el momento de rellenar la papeleta, razón por la cual muchos han querido ver en ella (quizá ilusoriamente) la verdadera alternativa al dominio de Slumdog Millionaire.
A FAVOR: Ha gustado mucho a crítica y público. El subgénero pontificador de líderes de las libertades civiles es uno de los más atractivos para el Oscar, y la figura de Harvey Milk se ha vuelto de repente más actual que nunca por culpa de la infame Proposición 8. Algunos expertos han rumoreado que estaba resurgiendo con fuerza, amenazando a la favorita…
EN CONTRA: …pero probablemente son exageraciones del verdadero peligro que entraña para Slumdog. Por mucho que sea la segunda en discordia, y eso es algo discutible, sigue siendo una película sobre gays fuera del armario y orgullosos de ello cuyos pocos premios palidecen ante la enorme cantidad ganada por el film de Danny Boyle. Si Brokeback Mountain falló en la recta final, ¿cómo podría conseguirlo Harvey Milk?
Ganador: WGA, Top10 del AFI, Nueva York, San Francisco, Southeastern.
Finalista: DGA, PGA, SAG, BAFTA, Critics' Choice, NBR, Satellite, Chicago, Dallas, Ohio, St. Louis, Londres, Nueva York Online, Phoenix, Austin.

[size=5]THE READER (EL LECTOR)[/size]
Si hay una película que haya sido noticia este año por razones ajenas a lo sucedido en la pantalla, nos hayamos ante ella. La combinación del productor Harvey Weinstein, otrora pope de Miramax y la persona que en los años 90 tenía calada a la Academia, con el director Stephen Daldry (nominado por todas las películas que ha rodado) ya hubiese sido digna de atención. Pero si a eso se le suma una historia centrada en el holocausto, basada en un best-seller con excelentes críticas y un reparto con dos actores que han coqueteado tanto con el Oscar como Ralph Fiennes y Kate Winslet, la cosa alcanza cotas de favorita. Añádase entonces otra dosis de productores con sabor al Oscar por partida triple: Scott Rudin, Sydney Pollack y Anthony Minghella. El sabor ya satura a baño de oro. Y sin embargo, todo fue mal. Pollack y Minghella fallecieron dejaron medio huérfano el proyecto, y los continuos retrasos en el rodaje y los problemas en la sala de edición provocaron que la película, que inicialmente se iba a estrenar en el 2007, corriese el peligro de no ver la luz hasta el 2009. Incluso Daldry declaró que no disponía de suficiente tiempo para tenerla lista para este año, al menos no de la forma más adecuada.
Y la guerra comenzó entre Rudin y Weinstein. El primero quería retrasar el estreno del filme para que Daldry pudiese completarlo a su gusto, y de paso quitar de en medio a un competidor para su otra producción del año, Revolutionary Road. Pero el olor del Oscar es demasiado poderoso para Harvey, e hizo todo lo que estuvo en su mano para que la fecha de estreno se mantuviese inamovible (hasta, dicen las malas lenguas, ir al lecho de muerte de Sydney Pollack para forzar su apoyo en la materia). Al final Rudin se dio por vencido y pidió que quitasen su nombre de los créditos, Daldry intentó quitar hierro al asunto diciendo que sí que estaría lista y Harvey comenzó a engrasar su maquinaria publicitaria para vencer la mala prensa y llevar la película a la gloria que anunciaba el proyecto. El resto es historia: la película se estrenó con críticas divididas, algunas de ellas tremendamente agresivas y vitriólicas hacia lo que consideraban una historia maniquea y ofensiva para la memoria del Holocausto (una polémica que se encuentra en su cenit ahora mismo), otras sencillamente quejándose de un montaje incapaz de sacarle jugo a la historia. Llegó el punto en que sus defensores casi debían disculparse por gustarles la película, y prueba de ello fueron las duras críticas recibidas por todos los grupos que la nominaron en los premios de fin de año. Y todo culminó con su inesperada nominación al Oscar, más sangrante aún por dos cosas: haber sacado de la terna a la favorita de crítica y público, El Caballero Oscuro; y haberse convertido en la película con peores críticas en ser nominada al Oscar desde que Metacritic y Rotten Tomatoes tienen constancia documentada. Mucho bagaje negativo para una película cuyo productor, auténtica estrella del show, aún hace declaraciones donde dice que van a ganar seguro. Confianza no le falta, razones para el optimismo sí. Pero claro, tampoco nadie se esperaba ya nada de la película y fue nominada…
A FAVOR: Harvey Weinstein, el hombre, el mito, la persona sospechosa de comprar votos o favores, el incordio de la prensa, el magnate de la autopublicidad, el hombre que no se detendrá ante nada para conseguir que votes por su película aunque lo hagas sólo para librarte de él. Entre él y la temática del film, si estuviésemos en los 90 ya tendríamos ganadora…
EN CONTRA: …pero estamos en el 2009 y Harvey ya no es el que era desde que lo echaron de Miramax. En su haber cuenta el conseguir que una película con críticas tan mediocres o directamente malas, con tan mala prensa, con tan poca repercusión popular, haya llegado hasta aquí. Pero es a lo máximo a lo que se puede aspirar con este producto. Harvey lo sabe, aunque se hace el loco, pero sobre todo lo saben en la Academia: viendo la polémica que se ha montado con su nominación, se enfrentan a un vapuleo descomunal por parte de los medios si escogen esta película.
Finalista: Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, Satellite, USC Scripter, Southeastern, Phoenix.

[size=5]SLUMDOG MILLIONAIRE[/size]
Hace apenas seis meses, el productor de Slumdog Millionaire se encontraba en una encrucijada. Tenía en su poder una película pequeña, sin actores conocidos, cuya historia estaba situada en la India, y a pesar de contar con un director conocido e incluso respetado entre los cinéfilos, no había nadie interesado en distribuir el filme. Nadie confiaba en que una historia así pudiese venderse a un público acostumbrado a grandes estrellas, comedias románticas ordinarias y escaso exotismo en las propuestas. No se trataba sólo de que el eje sobre el que girara la película fuese un concurso televisivo cuya popularidad pasó hace una década, sino que hasta el momento nadie había demostrado que el estilo de Bollywood fuese exportable en lo más mínimo. Los tímidos intentos que se habían visto habían fracasado estrepitosamente, tanto para crítica como para público. ¿Quién podría querer un producto condenado al fracaso comercial, cuyas perspectivas de premios eran nimias considerando los gustos ultra-americanos de la Academia (y por consiguiente, de la mayoría de premios de relumbrón)?
Pero todo cambió en Toronto. La película consiguió exhibirse en el festival que tiene lugar allí en septiembre, que suele ser una plataforma para que los estudios desvelen sus grandes apuestas de la temporada, y así ir ganando fama de cara a los Oscar. En ese marco de dura competencia, donde las películas más pequeñas apenas consiguen ser una mota en el parabrisas, Slumdog fue la gran vencedora popular y crítica. De hecho fue de la única de la que se habló, las demás fueron gravilla. Viendo tan excepcional recepción, los estudios comenzaron a pelearse por ella con tanta fruición como antes le habían dado la espalda. Al final se llevó el gato al agua Fox Searchlight, que inmediatamente dejó de lado el resto de sus potenciales películas de prestigio (entre ellas, El Luchador) para ofrecer todo su apoyo al film. Y no sólo la taquilla ha premiado sus esfuerzos de promoción (a día de hoy, y con el apoyo de sus nominaciones, es seguro que superará la mágica barrera de los 100 millones de dólares), sino que la crítica al unísono se ha volcado a sus pies, como si de un paso de baile se tratase, una danza al ritmo de citara y bansuri como la que culmina el filme. La cantidad de premios de la crítica y la industria que ha acumulado a ambos lados del charco hacen pensar incluso que esta pequeña historia diseñada para encontrar un hueco en los corazones, sobre personas humildes que han superado las mayores adversidades para triunfar en la vida y el amor, puede barrer en la mayoría de premios en los que está nominada. Los más conservadores dicen que se llevará cuatro o cinco, pero no faltan los que creen que se llevará nueve… y porque es materialmente imposible que se lleve los diez. Al fin y al cabo, si hay una forma segura y demostrada a lo largo de los años de conseguir el Oscar, esa es llegar al corazón del votante medio. Precisamente la mayor cualidad de esta película. Así pues… “está escrito”.
A FAVOR: Prácticamente todo. Si hay una película entre las nominadas que haya puesto más de acuerdo a crítica y público, es esta. Ahí están sus decenas de premios de la crítica, la prensa y la industria por igual, sus inusitadas cifras en taquilla, conseguidas casi exclusivamente gracias al boca-oreja, o sus 10 nominaciones hasta en categorías donde este tipo de filmes de bajo presupuesto no suelen competir. Es un caramelo de fácil digestión, emotivo, vibrante, positivo… Justo la inyección de vitalidad que precisan estos tiempos convulsos. Es la clara favorita por un amplio margen.
EN CONTRA: Su carácter excesivamente exótico puede echar atrás a los votantes más conservadores. Además, siempre es peligroso ser excesivamente favorito: no hay nada más atractivo para los medios que intentar derribar al líder, y en algunos lo están intentando a conciencia. Por no hablar de esos que votarán a otras películas porque piensen que esta no necesita su voto para ganar.
Ganador: DGA, PGA, SAG, WGA, Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, NBR, Satellite, Festival de Toronto (premio del público), BIFA, USC Scripter, Boston, Washington, Dallas, Kansas, Florida, San Diego, Londres*, Nueva York Online, Detroit, Phoenix, Iowa.
Finalista: BAFTA*, Nueva York, Chicago, Southeastern, Crítica Online, Ohio, St. Louis, Austin.
*=como mejor película británica