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Especial: Adam Sandler y sus amigos

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devuelta, 29/07/2010

Esta es la historia de cinco amigos que coincidieron en un popular programa
estadounidense llamado Saturday Night Live. Fue a principio de los 90 cuando éstos cómicos, que no actores, fueron llamados a suponer un relevo generacional en el más famoso programa de la televisión norteamericana. Pero algo salió mal.


La incorporación de Adam Sandler, Chris Rock, David Spade, Chris Farley y Rob Schneider al mítico programa de sketches intentaba atraer a un público joven y, en cierto modo, contracultural. Y se pasaron tres pueblos. Cada uno de ellos representaba un estereotipo muy bien calculado: Sandler era el judío de humor ininteligible,Rock el afroamericano cabreado, Spade el yanqui supuestamente perfecto, Farley el gordito gracioso y Schneider el feo bajito desagradable. Hasta aquí todo bien. Pero los directivos de la NBC no eran del todo conscientes de a quién habían contratado: unos terroristas de la comedia que estaban dispuestos a arrasar con todo lo que estuviese a su alcance. No es que hiciesen humor surrealista y políticamente incorrecto, es que no respetaban ni a su madre. Así, los negros, los judíos, los homosexuales, los norteamericanos medios y los norteamericanos profundos fueron objeto de burla continua. Si a esto añadimos un estilo gesticulatorio (la cara desencajada de Sandler, las piruetas de Farley) adelantado a su tiempo, nos encontramos con un fracaso de audiencia estrepitoso.
Este elenco sólo duró dos temporadas. Todos, menos Spade, fueron despedidos en la temporada de 1995 y emprendieron carreras dispares. Adam Sandler, que siempre fue el líder de la tropa, fue el que triunfó y mantuvo una filmografía más estable. Continuó con su humor irreverente y demostró ser amigo de sus amigos. Rob Schneider amortizó su personaje desagradable en cintas como Estoy hecho un animal y la saga Gigoló. Chris Rock siguió con su rol de negro cabreado. Y Spade se desvaneció sin pena ni gloria en el mundo del doblaje de dibujos animados. Todos ellos protagonizaron en algún momento una película producida por su amigo Sandler o aparecieron de secundarios en sus producciones. Y el excesivo Farley siguió la senda del también mítico John Belushi y murió de sobredosis.
Un día el carismático y poderoso Sandler decidió hacer una película con sus amigos. Como le faltaba un gordo, contrató a su también amigo, el dócil Kevin James. Le dio a su director fetiche, Dennis Dugan, un guión escrito por él mismo y se fueron a rodar Niños grandes. Pero esa es otra historia.
Podéis leer la crítica de Niños grandes aquí