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BSO Review: Cinderella Man

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JazZe, 16/09/2005


Decir Thomas Newman, es hablar de elegancia, melancolía, dramatismo, sensibilidad… El poder evocador que posee su música es tremendo, y siempre consigue provocar algún sentimiento en el oyente, porque jamás pasa desapercibido.
Es curioso como entre los cinéfilos de a pie, este compositor no es uno de lo más populares. Puede que sea el hecho de que su estilo se aleja de las típicas fanfarrias que muchos compositores crean, y que tanto suelen gustar. A veces no hace falta hacer mucho ruido para hacer algo de calidad, y este es un buen ejemplo. Sus obras siempre poseen ese estilo pausado y sobrio que le caracteriza, además del uso de pizzicatos y obras con muchos cortes, y breves, que hacen que le reconozcamos al instante.
Para esta ocasión, Newman vuelve a deleitarnos con una bellísima obra, muy cercana a la impecable Camino a la Perdición. Supongo que, debido al gran trabajo que realizó para el segundo film de Sam Mendes, su música se identifica con esa época. Por eso, Ron Howard decidió acudir a él, en vez de a su colaborador más usual, James Horner. Aunque dicen las malas lenguas que últimamente no se llevan tan bien, ya que se esperaba que retornase el tándem más adelante, y se ha anunciado que para su próximo film, El código Da Vinci, será Hans Zimmer el que se encargue de poner música.
Pero dejando cotilleos aparte, es más que obvio que la música de Newman encaja perfectamente con el espíritu de la película. Una película que, a pesar de sus continuas comparaciones con multitud de films sobre boxeo, como puede ser “Toro Salvaje” o “Marcado por el odio”, se aleja bastante de ellas. En esta ocasión tanto la película, como todo lo que concierne a ella: actores, fotografía, dirección… y por supuesto música, destacan por su carácter intimista, ya que se trata de una lucha interior de los personajes, en lugar de una exhibición deportiva.
Nos hallamos ante una partitura dramática, pero no pesimista, ya que siempre esconde en sus notas un sentimiento de esperanza, de superación y de vida. La música te envuelve en un halo de tristeza y melancolía que refleja el ánimo de aquella decadente época, mientras el piano (tocado por él mismo en casi todas sus obras) acompaña de manera ligera para descargar dramatismo de la obra. Además, se une a la orquesta instrumentos que crean diversos sonidos con aire irlandés, dando un toque muy personal a la partitura, sin olvidarnos de las maravillosas canciones de época que encontramos insertadas por toda la obra, y que hace que nos metamos más aun en la época.
Al fin y al cabo nos hallamos ante uno de los miembros más prolíficos de la familia Newman, con más de 80 partituras en su espalda, y eso siempre crea curiosidad a la hora de oír una composición suya. Lástima que hoy en día se valore mucho el tan afamado y deseado Oscar, y espero que se lo den de una vez para que por fin consiga el prestigio, fuera del mundillo del cine, que se merece. Aunque a mi me da en la nariz que el hecho de ser hijo del compositor con más Oscars de la historia, y poseedor de 20 nominaciones consecutivas, pesa mucho. Sin embargo se lo ha merecido en más de una ocasión, así que espero que en la próxima oportunidad que tengan para dárselo no la desaprovechen. Un hombre que compone maravillas como “Road to Chicago” o la famosa “Dead Already” no puede quedarse fuera de ese “escaparate” tan odiado, como necesario.
Ficha de la banda sonora.
Ficha de la película.
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