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Vete y vive

'Canto a la tolerancia, al multiculturalismo y al derecho a una oportunidad'

Películas como “Vete y vive” nos recuerdan la importancia de que exista un cine social. Puede que en principio nos cueste sentarnos a ver uno de estos dramas políticos y humanos que se han convertido en toda una corriente cinematográfica hoy en día, pero sin duda merece la pena


Estreno 23 de Diciembre 2005
Nota IMDB (22-12-2005): 8.0/10 (276 votos)
Crítica
Películas como “Vete y vive” nos recuerdan la importancia de que exista un cine social. Puede que en principio nos cueste sentarnos a ver uno de estos dramas políticos y humanos que se han convertido en toda una corriente cinematográfica hoy en día, pero sin duda merece la pena. El cine deja de ser un mero entretenimiento para convertirse en un mensaje, en un grito, una llamada de atención de aquellos a los que estamos olvidando pero que siguen estando ahí.
La historia de los judíos falashas es una de las menos conocidas dentro del conflicto israelí. Los falashas son una rama del judaísmo que se desarrolló en África, en la zona de Etiopía, aislada del resto de sus hermanos. Son considerados descendientes de la reina de Saba y el rey Salomón aunque, durante años, su fe no había sido reconocida por los judíos de Israel al existir diferencias entre los cultos.
Sin embargo, en 1984 y ante la dramática situación de hambruna que vivía África, Israel decidió acoger a todos los judíos falashas salvándolos así de la muerte y dándoles una oportunidad en la Tierra Prometida. La operación recibió el nombre de “Operación Moisés”. Miles de judíos africanos atravesaron el continente para alcanzar Sudán, punto de encuentro de la operación y un país musulmán donde no podían dar a conocer su religión. 8000 judíos se beneficiaron de esta iniciativa, pero 4000 más murieron en el camino hacia Sudán.
Radu Mihaileanu, director de la película, decidió contar la historia dando una vuelta de tuerca más: su protagonista es un niño musulmán obligado por su madre a hacerse pasar por judío para poder tener una oportunidad de vivir. El niño, oficialmente huérfano, es adoptado por una familia franco-israelí. Así, el conflicto es aún mayor, Schlomo (Moshe Agazai) debe enfrentarse al rechazo de los judíos israelitas como falasha y al rechazo de la comunidad blanca por ser negro, todo ello complicado por la gran mentira que debe esconder, que realmente ni es judío ni es huérfano. El conflicto interior de estar engañando a todos y traicionando a su verdadera madre, a la que no olvida, le atormentará a lo largo de su recorrido hacia la vida adulta.
La primera hora de “Vete y vive” es una absoluta delicia. La presentación del conflicto es perfecta a pesar de su complejidad y el guión avanza con el recorrido de Schlomo en su justa medida: sin aburrir pero sin obviar detalles importantes. Sin embargo, la última parte de la película con un Schlomo adolescente (Moshe Abebe) y más adelante adulto (Sirak M. Sabahat), se vuelve tediosa. El valor principal de la primera parte, seguir el proceso de integración social del niño, se transforma en la segunda en un recorrido por los miedos, dudas e inquietudes del protagonista, convirtiéndolo en un Hamlet indeciso, pero sin hacer avanzar en ningún momento la acción. La película sufre un parón que la perjudica seriamente.
Este tipo de cine no suele destacar por su calidad estética puesto que los esfuerzos del equipo se centran en la temática. Las interpretaciones son correctas y la dirección académica y sobria, pero consigue el resultado deseado. Quizá un problema de la película sea el caos idiomático. Francés, hebreo, amárico, la mezcla es tal que llega un momento en que el espectador no sabe muy bien si el niño Schlomo comprende o no a quienes le acogen.
“Vete y vive” es un canto a la tolerancia, al multiculturalismo y al derecho a una oportunidad, impregnado de crítica al “apartheid” creado por Israel, pues resulta curioso lo rápido que puede pasarse de víctima a verdugo. Cine algo complicado pero que merece la pena aunque sólo sea por conocer una parte desconocida de la historia contemporánea y escuchar, por una vez, los gritos de aquellos a los que normalmente ignoramos.

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Veerleen

22/12/2005

Valoración

8.00

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