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Gravity
'Buffet libre para los sentidos'
En estos tiempos en los que la industria cinematográfica parece no querer asumir ni el más mínimo riesgo, apostando casi con totalidad por aquello que ya funcionó una vez repitiendo la fórmula
Estreno 4 de Octubre de 2013
CRÍTICA
En estos tiempos en los que la industria cinematográfica parece no querer asumir ni el más mínimo riesgo, apostando casi con totalidad por aquello que ya funcionó una vez repitiendo la fórmula, ya sea en forma de secuela, precuela o remake, y donde la mayoría de cineastas, cada uno en su nivel, optan por repetir constantemente sus sellos de identidad no vaya a ser que se molesten los señores que ponen el dinero, resulta un soplo de aire fresco ver trabajar a directores innovadores como Alfonso Cuarón que buscan ir un paso más allá y adaptar los medios a su imaginación aunque eso les suponga esperar unos años hasta que la tecnología le ofrece lo que su cerebro es capaz de visualizar. Si Cuarón ya descolocó mandíbulas con Hijos de los hombres con dos impresionantes planos secuencia, uno al estilo tradicional en la escena del alzamiento, otro imposible dentro del coche en la escena de la emboscada, para lo que ha conseguido con Gravity se acaban los calificativos. Ha convertido su propia odisea en el espacio en toda una experiencia sensorial.
(Más imágenes en su galería)
Apoyado en la sobresaliente fotografía de su compatriota y habitual Emmanuel Lubezki, Cuarón nos lleva a un paseo espacial confeccionado a base de planos secuencia espectaculares y movimientos de cámara imposibles elevando la ley de Murphy a la máxima potencia. La agonía y el éxtasis según Sandra Bullock. Imbuido por el espíritu de su amigo Alejandro González Iñárritu, lleva a los personajes a un continuo estado de ansiedad en busca de una tabla de salvación que nunca parece llegar a base de una concatenación de eventos a cuál más cenizo. Aquella frase promocional que acompañaba el cartel de otra película situada en el espacio, el primer Alien. El Octavo Pasajero dirigido por Ridley Scott, rezaba que en el espacio, nadie escuchará tus gritos. Lástima que ya estuviera cogida porque habría sido perfecta para Gravity. Si Alien. El Octavo Pasajero en su día fue vendida como una película de terror más que de ciencia ficción, a Gravity se la podría etiquetar perfectamente como terror psicológico por la angustia que consigue transmitir en el espectador. Parecía que tras Buried (Enterrado) de Rodrigo Cortés no podía haber una cinta más claustrofóbica y Cuarón ha subido la apuesta cambiando el reducido espacio de un ataúd por el espacio infinito, tanto o más desasosegante.
Con este buffet libre para los sentidos nos podemos permitir no analizar el guión en profundidad. En esa parte Cuarón, más preocupado por el entramado visual descuida un poco algunos de los aspectos mostrándose en algunos momentos demasiado complaciente y en otros demasiado rebuscado. Si uno se pone a analizar según que cosas se puede perder parte de la esencia de la película pero eso significará que no se está disfrutando del espectacular viaje. Si acaso uno se para a pensar en ello al rato de terminar el visionado cuando ya con calma intenta reflexionar sobre lo que acaba de ver. Antes no ha habido tiempo. La mayor parte de la película te sorprendes conteniendo la respiración.
Evelio Barbero
04/10/2013
Valoración