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Diario de Sitges 2014, Día 2: De hormigas y roedores

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Día de reencuentros con la gente que conocí en mi anterior estancia, de ponerse al día en lo que ha ocurrido durante el año y de cuadrar agendas y recomendar (o advertir) sobre las películas ya vistas. El tema político sigue sin aparecer ni se le espera hasta que los ánimos no estén bajos por saturación de cine, gracias a dios, pero por contra me sigue resultando incómodo el frecuente intercambio: me preguntan algo en catalán-contesto en castellano-contestan en catalán-contesto en castellano-ad infinitum. Me da cosica cortarles para pedir por favor si pueden hablar en español, que de la mitad de las cosas no me entero (la otra mitad hay que agradecérsela a la Bola del Drac). A lo mejor me estoy pasando de educado.

En el lado positivo, este año han puesto máquina de café en la sala de prensa. Siguen sin dar comida o bebida, como en otros festivales, y ayer hubo una pequeña crisis cuando dejó de funcionar y nadie sabía por qué. Siete personas pasaron por allí hasta que sonó la flauta por casualidad, y hoy casi se repite el incidente. Todos gente con carrera, ojo. ¡Bien por nosotros! En cualquier caso, es un avance para hacer el trabajo de la prensa más cómodo. Seguro que en días venideros vendrá como maná caído del cielo. Pero dejémonos de anécdotas y vayamos a las películas.



Hubo una época no muy lejana en la que parecía que los hermanos Weinstein tenían una apuesta de Oscar con SIN LEY (), que en 2012 era la nueva película del australiano John Hillcoat. Sin embargo, en Cannes fue recibida con frialdad, la crítica estadounidense la miró con indiferencia y en taquilla fue un fracaso. Esta forma de desinflarse el globo seguro que influyó en la decisión de Vértigo de posponer sine die su estreno en España, pese a haber gastado ya dinero en su promoción y tener fecha fijada. Al final parece que A Contracorriente sacará al filme de su limbo maldito en nuestro país, casi seguro que directa a DVD.

Sin ser una obra maestra, ni siquiera excelente, sin duda merece mejor suerte que un estreno de tapadillo, sobre todo viendo la cantidad de mierda que llega a los cines sin problemas. La película narra la historia de los hermanos Bondurant, una banda de contrabandistas que manejaron el tráfico de alcohol en el estado de Virginia durante la Ley Seca. Podría ser un simple biopic o un típico drama de gángsters, pero Hillcoat barre para casa y le imprime su particular sentido narrativo de ritmo pausado que la emparenta con el western crepuscular, además de añadir unas gotitas de cine negro, que para el caso siempre vienen bien.

Se trata de una cinta sólida, razonablemente bien escrita, dirigida con personalidad, filmada con belleza e interpretada con potencia y honestidad (en especial por ese monstruo llamado Tom Hardy, aunque el denostado Shia LaBeouf también está a la altura). Además, cuenta con unos arranques de violencia impactantes que, aunque son un tópico en este tipo de cintas, siempre se agradecen si están resueltos con efectividad y sin paños fríos. Pero le falta garra, le falta originalidad, le falta aportar algo nuevo o al menos no tan mascado. Todo lo que sucede en el filme nos lo sabemos de memoria, le cuesta un mundo salirse de lo convencional y encontrar una visión única del material de partida. Además, su estructura cae a menudo en esa dispersión que caracteriza a las adaptaciones resumidas de novelas mastodónticas o a las cintas que han sufrido demasiados tijeretazos en la sala de montaje. Esa falta de fluidez y la sensación de ya visto condenan al anonimato a una cinta sólida pero poco memorable.



Otro western correcto que peca de cierta falta de originalidad es YOUNG ONES (), escrita y dirigida por Jake Paltrow (hermano de Gwyneth). La historia nos lleva a un futuro cercano en donde una sequía endémica (¿obra del cambio climático?) ha dejado buena parte de Estados Unidos convertida en un desierto, y en donde los granjeros se ven obligados a hacer de todo para sobrevivir en una tierra que no pueden cultivar. El agua y la posesión de un pozo se convierten en bienes por los que se puede llegar a matar, en una ley del más fuerte (o el más listo) donde todo vale para proteger a los tuyos y lograr un estatus.

Así contado parece que la película va a ser una especie de Mad Max: En Busca del Agua, con Michael Shannon repartiendo estopa como si de un Clint Eastwood futurista se tratase. La realidad es más sencilla, porque Paltrow no lleva la premisa muy lejos. Al contrario, se conforma con dejarla en un cómodo término medio entre una crisis agraria actual y un futuro desolador y apocalíptico, donde no tiene que verse forzado ni a transmitir realismo inmediato ni a pensar en una sociedad reorganizada y una humanidad en peligro por dentro y por fuera. En ese camino de en medio, la historia de la familia protagonista se desarrolla como un típico drama familiar, una saga de esas que en literatura llaman 'americana' y que tiene en cine como ejemplo más cercano el Gigante de George Stevens. Con la diferencia, claro está, de que la escala de este filme es mucho más modesta y no solo por presupuesto, sino por intenciones y resultados.

Rodada con corrección y cierta solvencia en sus recursos visuales, interpretada con gran acierto por todo su reparto (aunque el personaje de Elle Fanning está un tanto desdibujado y ella poco puede hacer para llevarlo más allá), la cinta sin embargo no acaba de despegar por esa falta de atrevimiento por hacer algo más crudo, más radical, más valiente. Así, su capacidad para transmitir su tesis socioeconómica (la justicia solo impera donde hay prosperidad), para criticar la sociedad jerárquica (donde la posición solo se obtiene empleando métodos sucios) y para crear un impacto con la evolución de los personajes (que inevitablemente se endurecen conforme avanza el filme) se queda con las alas cortadas.



Y frente a dos películas que se quedan en terreno de nadie, la española MUSARAÑAS () lo da todo con tal pasión y arrojo que cualquier fallo que tenga (que no son muchos) se le puede disculpar. Desde luego, hay que agradecer a Álex de la Iglesia que haya confiado en los debutantes Juanfer Andrés y Esteban Roel, porque ya desde esta película prometen ser unos herederos aventajados de su cine, pero sin los finales que se les van de las manos, ¿eh, Álex? Así que le podemos disculpar que también como productor nos meta a la fuerza a su Carolina Bang (a la postre, también productora), en un papel afortunadamente breve.

La película no tiene nada que ver con animales asesinos, sino que se sitúa en la España de los 50 y presenta a dos hermanas que viven solas en un piso asaltado por fantasmas del pasado, por una educación conservadora y por una moral represiva fruto de esta época. Todo se desestabilizará cuando Montse (una ENORME Macarena Gómez que si no se lleva el premio a mejor actriz en este festival es porque ocurre un milagro o una catástrofe), agorafóbica y ultracatólica, recoja a un vecino que ha tenido un accidente y cuide de él. Sin decírselo a nadie. Pese a que él no quiera. Llamando a Annie Wilkes, ¿hola? Los parecidos con Misery son obvios, pero tampoco los rehuye porque no le hace falta: tiene una personalidad propia basada en el marcado acervo cultural que se asoma en todos los rincones de la trama. Además, tiene un guion sólido como una roca, plagado de diálogos memorables y con unos personajes tan bien perfilados que, aunque no se hubiese lanzado por la brutalidad y el humor negro, hubiese funcionado a la perfección como retrato feroz de la sociedad atenazada e hipócrita de esos años.

La película navega con perfecta fluidez por un océano de géneros que la podrían haber llevado fácilmente al naufragio: es un drama familiar, una sátira social, una intriga basada en enigmas del pasado, una comedia negrísima y tiene arranques de slasher sangriento que suponen una liberación de la tensión acumulada. Pero lo más curioso es que es un filme sensible y con corazón, al que no le importa dejar de lado un momento la locura violenta si puede indagar en los sentimientos de los personajes, explorar sus matices y secretos, darles una entidad que va más allá de héroes y villanos, lo que hace que todo el conjunto funcione no solo como cinta de género, sino como una película con todas las de la ley. Quizá el bueno de Álex pueda aprender algo de sus alumnos.



La otra película española del día es mucho más peculiar desde su propia naturaleza, ya que se trata de un filme de animación en stop motion sobre flamenco, toros, programas del corazón y posesiones demoníacas, ahí es nada. Como todas las cintas animadas de producción patria, la mera existencia de la divertida POS ESO () es poco menos que un milagro, como se encargó su guionista y director, Sam, de recordarnos a todos al presentar el filme con una llamada lastimera a que solo digamos cosas buenas de ella, que ya es lo bastante difícil todo para que andemos hurgando. Más acertado estuvo el hilarante Carlos Areces, que se burló que le presentasen como protagonista cuando “salgo 3 minutos” y “ya ni me acordaba de que la había hecho, es el viaje a Sitges más por la patilla que he hecho”. Y siguió bromeando con que “si la película os gusta, ya sabéis que salgo yo, pero si no, la responsabilidad no es mía”. También hubo un sentido recuerdo para dos miembros de su reparto de voces tristemente fallecidos, Álex Angulo y Mariví Bilbao.

La delirante trama se centra en un cura aventurero que tiene que hacerse cargo de exorcizar al hijo poseído de una bailarina flamenca y un famoso torero, corneado por una estatua de toro de su jardín por obra y gracia de su tierna semilla del diablo, muy apropiadamente llamado Damián. Este tipo de referencias cinéfilas (y literarias, que también hay gotas de Lovecraft) plagan cada minuto de la película, pero no le roban protagonismo a la trama ni parece que ésta se haya supeditado a poder meter determinado cameo, así que por ese lado bien. De hecho, muchos de los gags más afortunados se benefician de esta vocación de homenaje.

Sin embargo, el filme también tiene otra vertiente que es la de Tadeo Jones, esto es, la tendencia a infantilizar el humor. Ojo que no digo que el humor sea infantil (en Tadeo confluían ambas), sino que muchos gags y juegos de palabras son simplones y rallando en la tontería. El caso más flagrante es el de la crítica que hace a la televisión estilo Telecinco, un blanco tan fácil que parece que ni se esfuerza en hacer algo creativo para lanzarles sus dardos, con lo cual deviene en el previsible “si mato a Mariñas, la gente va a aplaudir” y cosas así. Mucho más acertada es su crítica salvaje a la Iglesia, a la que le dedica mucho más tiempo y donde no deja títere con cabeza, figurada y literalmente. Porque eso sí, la película tiene escenas gore y humor negro a mansalva, se burla de la muerte hasta cuando no parece apropiado y emplea unas dosis de casquería alocada al más puro estilo Happy Tree Friends que la hacen tremendamente disfrutable.



Y para el final dejo lo mejor, la primera obra maestra de este festival... aunque la reacción del público fuese muy negativa (luego, hablando con más gente, tiene su núcleo de defensores, pero no estaban en la sesión de anoche). Y es que UNDER THE SKIN () es una de esas películas que o la amas o la odias, sin término medio, y que no está diseñada para que guste a todo el mundo. Su estilo narrativo es tan marcadamente anticomercial que es imposible que pase de cinta de culto, como ya le ocurría a las anteriores películas de Jonathan Glazer. Mirándolo bien, no sé por qué tenía tantas ganas de verla si Sexy Beast me aburrió y Reencarnación me pareció en su día un quiero y no puedo. A lo mejor hace unos años yo también habría salido echando pestes de esta película.

La historia se centra en una criatura de posible origen extraterrestre (esto está abierto a discusión, como muchas otras cosas del filme) que va a la caza de víctimas para alimentarse. Y hasta aquí puedo leer sin destripar los recovecos sugerentes y perturbadores por los que avanza la historia. Glazer sitúa su cámara como un alienígena más, emplea una mirada deliberadamente gélida y extrañada, con un tempo narrativo reposado y minucioso, para transmitir las sensaciones insensibles, ofuscadas, curiosas y soñadoras de su personaje principal, interpretado por una Scarlett Johansson que camina con maestría por la fina línea que separa lo glacial de lo inocente. Las imágenes de composición cautivadora, el ritmo mesurado que obliga a penetrar en ellas, el sonido evocador y orgánico, y una banda sonora disonante que se mete en la corteza cerebral para sacudirla a espasmos se conjugan para crear un cuadro apabullante y complejo, que hipnotiza y conmueve, que es imposible de sacarse de la cabeza y encoge el corazón cada vez que se rescata.

Más allá de su soberbio valor estilístico, estos recursos están empleados para contar una historia que parece trivial o sin incidentes, pero que en realidad revela un retrato apasionante de un ser extraño, totalmente marciano en todos los sentidos imaginables hasta establecer una barrera de incomprensión fundamental con el ser humano, y su proceso de descubrimiento de esta nueva cultura tan distinta pero tan enriquecedora para ella/él/ello. Es la historia de una hormiga, pues no es más que eso, una obrera sin identidad ni voluntad propia, que descubre en su interior la capacidad para rebelarse e intentar controlar su destino, catalizada por el descubrimiento de la naturaleza humana: la empatía, la emoción, la necesidad del otro como igual pero también como su propio individuo. Es, como todas las quimeras imposibles, la historia épica de una tragedia íntima de un ser que quiere ir en contra de su naturaleza y descubre que no está preparado para ello.

Releyendo estos párrafos, me doy cuenta de que mi capacidad de verbalización no alcanza ni siquiera a una porción de lo que me ha hecho sentir esta película, de lo que me ha llegado a atrapar y de lo que me ha aportado como cinéfilo y como persona. Pero esas son las señales que nos dicen que hemos visto una obra maestra: la incapacidad para abarcarlas desde nuestra humilde posición. Si pudiésemos hacerlo, estaríamos a su altura. Y no serían obras maestras.


Mañana el día se presenta más tranquilo, pero no exento de potenciales sorpresas. Por ahora, ya ha desvelado alguna cinta que da la vuelta a las expectativas, lo cual es una señal bastante prometedora.


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Fuente: CINeol | Visitada: 1750 veces


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Comentarios (16)

19:03 - 05/10/2014

Danny Rose

El catalán es la lengua habitual de la mitad de la población de Cataluña. El castellano lo es de la otra mitad. Solo porque hables castellano, por tanto, no prueba que no eres catalán, y que seas capaz de seguirle la conversación aún menos. Si tienes problema para entender a alguien, simplemente haz evidente que eres de fuera, que por la cara no van a saber si eres de Murcia o de Barcelona. :D

21:44 - 05/10/2014

p4dr1n0

Danny Rose escribió:El catalán es la lengua habitual de la mitad de la población de Cataluña. El castellano lo es de la otra mitad. Solo porque hables castellano, por tanto, no prueba que no eres catalán, y que seas capaz de seguirle la conversación aún menos. Si tienes problema para entender a alguien, simplemente haz evidente que eres de fuera, que por la cara no van a saber si eres de Murcia o de Barcelona. :D


No quería entrar al tema a pesar de que el artículo lo hiciera, pero dado que se ha abierto la veda, qué coño; Estoy con Damned. Es cortesía elemental. Si tu interlocutor habla en un idioma diferente, y tú hablas ambos, cambias al otro. He de añadir que, ya que nos centramos en Cataluña, de toda la vida allí el 99% de las veces (en mi experiencia, por supuesto) así se ha dado, sin incomodidades ni extrañezas, pero la política en los últimos años ha enrarecido el ambiente lo indecible (de nuevo según mi experiencia)

21:46 - 05/10/2014

Damned Martian

Creo que mi acento murciano y mi tendencia a comerme las eses me delata como foráneo ;)

De todas formas, es una anécdota trivial para darle un poco de vidilla al artículo. Lo importante es que... ¡hoy hemos hecho cuasi quedada cineoliana! HackLechu, quber y un servidor, que estamos todos por aquí. Más información en próximos artículos :)

21:51 - 05/10/2014

Damned Martian

Añado además, para refocalizar el debate en el cine, que esto son casos puntuales que me he encontrado. En general la gente no tiene problemas en hablar en castellano y/o cambiar de idioma. A algunos les cuesta, pero no creo que se por un afán independentista ni nada, solo que imagino que lo tienen tan acostumbrado que usar el español les cuesta si ven que la conversación va fluyendo.

19:14 - 09/10/2014

Danny Rose

p4dr1n0 escribió:
Danny Rose escribió:El catalán es la lengua habitual de la mitad de la población de Cataluña. El castellano lo es de la otra mitad. Solo porque hables castellano, por tanto, no prueba que no eres catalán, y que seas capaz de seguirle la conversación aún menos. Si tienes problema para entender a alguien, simplemente haz evidente que eres de fuera, que por la cara no van a saber si eres de Murcia o de Barcelona. :D


No quería entrar al tema a pesar de que el artículo lo hiciera, pero dado que se ha abierto la veda, qué coño; Estoy con Damned. Es cortesía elemental. Si tu interlocutor habla en un idioma diferente, y tú hablas ambos, cambias al otro. He de añadir que, ya que nos centramos en Cataluña, de toda la vida allí el 99% de las veces (en mi experiencia, por supuesto) así se ha dado, sin incomodidades ni extrañezas, pero la política en los últimos años ha enrarecido el ambiente lo indecible (de nuevo según mi experiencia)


Esa cortesía elemental funciona cuando alguien te pregunta en inglés o francés por el centro de Madrid; si sabes hablar francés o inglés, le contestas en ese idioma. Pero el problema es que en una comunidad bilingüe donde el 50% de la población habla en castellano, si los catalanoparlantes tienen que cambiar de idioma cuando les hablan en castellano (porque esa es la otra faceta de esa norma: es unidireccional, solo los que hablan catalán tienen que ser educados; si hablas en castellano no tienes por qué cambiar de idioma aunque sepas hablar catalán), entonces ¿cuándo se puede hablar catalán en Cataluña?
Como ciudadanos de comunidades monolingües supongo que nunca os lo habíais planteado, pero hacer efectivo el derecho de hablar en cualquiera de las lenguas oficiales implica mantener conversaciones en bilingüe: nadie le impone su lengua a nadie. Sino, acabas con la situación de Valencia, que cualquier día pondrá el valenciano en el catálogo de lenguas muertas. Si solo se puede hablar valenciano cuando no hay nadie que hable castellano presente, no se puede hablar valenciano más que en casa, con la familia y con las puertas bien atrancadas, para no ofender los delicados oídos de la gente.

23:37 - 09/10/2014

Damned Martian

Ya, pero ponte en situación: esto es un festival de cine donde va gente de todo el mundo, y sobre todo gente de toda España. No es el día a día de una ciudad catalana.

Y no hablo de estar con un grupo de catalanes y ser yo el único no catalán que no les entiende, sino en diálogos de tú a tú con otra persona.

08:27 - 10/10/2014

p4dr1n0

Danny Rose escribió:
p4dr1n0 escribió:
Danny Rose escribió:El catalán es la lengua habitual de la mitad de la población de Cataluña. El castellano lo es de la otra mitad. Solo porque hables castellano, por tanto, no prueba que no eres catalán, y que seas capaz de seguirle la conversación aún menos. Si tienes problema para entender a alguien, simplemente haz evidente que eres de fuera, que por la cara no van a saber si eres de Murcia o de Barcelona. :D


No quería entrar al tema a pesar de que el artículo lo hiciera, pero dado que se ha abierto la veda, qué coño; Estoy con Damned. Es cortesía elemental. Si tu interlocutor habla en un idioma diferente, y tú hablas ambos, cambias al otro. He de añadir que, ya que nos centramos en Cataluña, de toda la vida allí el 99% de las veces (en mi experiencia, por supuesto) así se ha dado, sin incomodidades ni extrañezas, pero la política en los últimos años ha enrarecido el ambiente lo indecible (de nuevo según mi experiencia)


Esa cortesía elemental funciona cuando alguien te pregunta en inglés o francés por el centro de Madrid; si sabes hablar francés o inglés, le contestas en ese idioma. Pero el problema es que en una comunidad bilingüe donde el 50% de la población habla en castellano, si los catalanoparlantes tienen que cambiar de idioma cuando les hablan en castellano (porque esa es la otra faceta de esa norma: es unidireccional, solo los que hablan catalán tienen que ser educados; si hablas en castellano no tienes por qué cambiar de idioma aunque sepas hablar catalán), entonces ¿cuándo se puede hablar catalán en Cataluña?
Como ciudadanos de comunidades monolingües supongo que nunca os lo habíais planteado, pero hacer efectivo el derecho de hablar en cualquiera de las lenguas oficiales implica mantener conversaciones en bilingüe: nadie le impone su lengua a nadie. Sino, acabas con la situación de Valencia, que cualquier día pondrá el valenciano en el catálogo de lenguas muertas. Si solo se puede hablar valenciano cuando no hay nadie que hable castellano presente, no se puede hablar valenciano más que en casa, con la familia y con las puertas bien atrancadas, para no ofender los delicados oídos de la gente.


Perdona, pero encuentro tu argumento falaz; es el que habla dos idiomas el que está en la obligación moral (y lógica: si no quisiera comunicarse no estaría hablando con alguien) de tener la cortesía de hablar la lengua de su interlocutor. Sea catalán o castellano. ¿Hay personas que hablando las dos prefieren usar castellano? Primero, esto es un país libre, no puedes imponer ninguna lengua. Y segundo, maleducados (si su interlocutor sólo sabe catalán o prefiere este idioma) los hay en todos sitios.

Y respecto a tu última afirmación, eso lo único que demuestra es que en la sociedad actual no tienen sentido lenguas con un numero muy limitado de hablantes. Los idiomas no dejan de ser herramientas, vehículos de comunicación. Y cuando no cumplen su función se dejan de usar por la propia corriente de la sociedad. Querer mantenerlos vivos a través de la legislación o la imposición es absurdo. Una cosa es su preservación cultural y otra muy distinta su imposición.

20:25 - 03/11/2014

Danny Rose

p4dr1n0 escribió:Perdona, pero encuentro tu argumento falaz; es el que habla dos idiomas el que está en la obligación moral (y lógica: si no quisiera comunicarse no estaría hablando con alguien) de tener la cortesía de hablar la lengua de su interlocutor. Sea catalán o castellano. ¿Hay personas que hablando las dos prefieren usar castellano? Primero, esto es un país libre, no puedes imponer ninguna lengua. Y segundo, maleducados (si su interlocutor sólo sabe catalán o prefiere este idioma) los hay en todos sitios.


Eso lo único que certifica es que el bilingüismo en España no es más que una herramienta de extinción de idiomas. Se presupone que aquel que sabe dos lenguas tiene la obligación de hablar la del que solo sabe uno, y al mismo tiempo se garantiza que solo habrá monolingües en castellano.
Mucha gente parece pensar que aquí hubo una especie de pentecostés ibérico en el que de repente unas lenguas de fuego bajaron sobre la cabeza de los españoles y todos nos levantamos hablando castellano. No. El castellano es una lengua obligatoria. Si llegases a Cataluña y te encontrases con tres millones de personas que no entienden tu idioma, de repente el catalán no parecería una lengua tan accesoria. Pero esa opción no existe. Primero se asegura el bilingüismo de la población que no es monolingüe (en tu idioma) y luego se exige que en caso de coincidir, se use la tuya. Una forma de prohibir sin prohibir.
Si yo tengo el derecho de hablar en mi lengua y tú el de hablar en la tuya, pero yo tengo la obligación de hablarte en la tuya - y no hay contrapartida alguna al respecto, ni aunque te vayas a vivir a Cataluña - en realidad no hay igualdad de derechos por ninguna parte. Cosa que por otra parte los tribunales ya han dejado bastante clara; según la sentencia del TSJC si un alumno quiere recibir la clase en castellano y los otros 34 la quieren en catalán, la clase se debe dar en castellano. Porque en este país todos somos iguales ante la ley... pero claro, algunos son más iguales que otros.

p4dr1n0 escribió:Y respecto a tu última afirmación, eso lo único que demuestra es que en la sociedad actual no tienen sentido lenguas con un numero muy limitado de hablantes. Los idiomas no dejan de ser herramientas, vehículos de comunicación. Y cuando no cumplen su función se dejan de usar por la propia corriente de la sociedad. Querer mantenerlos vivos a través de la legislación o la imposición es absurdo. Una cosa es su preservación cultural y otra muy distinta su imposición.


Coño, pues si diez millones de hablantes te parece un número muy limitado, no sé qué opinarás del albanés, el finés o el danés, que tienen la mitad. Lo cierto es que el danés o el finés tienen una salud estupenda. No existe ni un solo caso de una sociedad que, como tu dices, haya abandonado su idioma por otro sino es porque pertenecía a un estado que promovía el uso de otra lengua.
La noción de que existen lenguas que son intrínsecamente mejores que otras tiene el mismo origen que la teoría de que hay razas que son intrínsecamente mejores que otras. Estos ideólogos pretendían explicar así el triunfo de unos idiomas sobre otros y de unas razas sobre otras - y sobre todo, lo que se pretendía era presentar el asunto como si no tuviera nada que ver con ellos, sino una mera cuestión darwiniana.
Estoy de acuerdo con que pretender mantener vivo un idioma mediante la legislación o la imposición es absurdo. Debería eliminarse el artículo 3º de la Constitución, ese que impone el castellano como lengua a todos los españoles, y dejar que en cada territorio se hablase lo que decidiese su población. Y verías lo útil que resulta el catalán si la mitad de la población no entendiese el castellano.

11:38 - 04/11/2014

p4dr1n0

Danny Rose escribió:Eso lo único que certifica es que el bilingüismo en España no es más que una herramienta de extinción de idiomas. Se presupone que aquel que sabe dos lenguas tiene la obligación de hablar la del que solo sabe uno, y al mismo tiempo se garantiza que solo habrá monolingües en castellano.
Eso no es una costumbre española. En cualquier ámbito en el que convivan varios idiomas es una norma básica de comunicación. Puro sentido común.
Mucha gente parece pensar que aquí hubo una especie de pentecostés ibérico en el que de repente unas lenguas de fuego bajaron sobre la cabeza de los españoles y todos nos levantamos hablando castellano. No. El castellano es una lengua obligatoria. Si llegases a Cataluña y te encontrases con tres millones de personas que no entienden tu idioma, de repente el catalán no parecería una lengua tan accesoria. Pero esa opción no existe. Primero se asegura el bilingüismo de la población que no es monolingüe (en tu idioma) y luego se exige que en caso de coincidir, se use la tuya. Una forma de prohibir sin prohibir.
Si yo tengo el derecho de hablar en mi lengua y tú el de hablar en la tuya, pero yo tengo la obligación de hablarte en la tuya - y no hay contrapartida alguna al respecto, ni aunque te vayas a vivir a Cataluña - en realidad no hay igualdad de derechos por ninguna parte. Cosa que por otra parte los tribunales ya han dejado bastante clara; según la sentencia del TSJC si un alumno quiere recibir la clase en castellano y los otros 34 la quieren en catalán, la clase se debe dar en castellano. Porque en este país todos somos iguales ante la ley... pero claro, algunos son más iguales que otros.

(...) Y verías lo útil que resulta el catalán si la mitad de la población no entendiese el castellano.


Como en casi todo, no hace falta inventar, sólo viajar y sacar conclusiones. Conozco 3 modelos lingüísticos de países en los que haya estado bastante tiempo: 1.- Modelo monolingüista, por ejemplo Francia, en el que el idioma oficial es único y punto. El resto de las lenguas son libres, y que las use quien quiera para publicar, comunicarse, etc, pero el Estado no la usa. (imagino que para ti eso rozará el fascismo) Por ejemplo, la langue d'Occ, la langue d'Oil, o el valaisan. Se estudian filologías, en Universidades y Escuelas de Idiomas públicas (nada de lengua vehicular en el sistema de educación troncal francés) pero ningún trámite o medio de comunicación estatal las usa. Toda Francia funciona en el mismo idioma, y punto. 2.- Modelo de lenguas co-oficiales, por ejemplo Bélgica, que combina, dependiendo del cantón, Francés, Neerlandés o Alemán. Se establecen como lenguas oficiales del Estado, y nunca, oirás hablar Picardo, Limburgués o Valon de forma oficial. Se admiten, se estudian, pero no se usan por ninguna institución incluido el sistema de educación. 3.- Modelo no establecido, por ejemplo (y el único que conozco) Estados Unidos. No tiene lengua oficial. Se establece que cada autoridad redacta su documentación y usa el idioma en el que se entienda la gente bajo su jurisdicción (bajo su responsabilidad) Puedes ver carteles oficiales en Chino en San Francisco o en NYC, en determinados barrios. En SF incluso en Coreano he llegado a ver. En las reservas indias también es frecuente ver documentación en Iroqués en cursiva al lado del inglés, pero eso es todo. No verás a nadie exigiendo un colegio público que de Chino en NYC o en SF. No lo hay, el 100% de la gente habla inglés y español en algunos estados de la frontera, pero no de manera oficial. En los institutos no es obligatorio y además los públicos allí son con impuestos directos, así que quien lo quiere lo acaba pagando. Mi opinión personal es que no son idiotas.

Imagino que tu sugieres un modelo monolingüistico co-oficial. ¿Mi opinión? Sería una elección necia (sin intención de ofender) porque aunque como tu has dicho nadie no hubo Pentecostés Ibérico ni lenguas de fuego, el hecho puro, duro y simple es que todo el mundo sabe castellano. La única persona que he conocido que no hablaba castellano y sí catalán (por desconocimiento, se entiende) era mi bisabuela, DEP. Ahora mismo lo que tu sugieres sería revertir la situación a golpe de legislación, y eso me parece inútil e incluso moralmente reprobable. Aunque entiendo que esto ultimo depende de la perspectiva, por supuesto. Y todo esto bajo la situación actual en la que el catalán es perfectamente libre.


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