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Diario de Sitges 2014, Día 2: De hormigas y roedores

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José Hernández, 05/10/2014

Día de reencuentros con la gente que conocí en mi anterior estancia, de ponerse al día en lo que ha ocurrido durante el año y de cuadrar agendas y recomendar (o advertir) sobre las películas ya vistas. El tema político sigue sin aparecer ni se le espera hasta que los ánimos no estén bajos por saturación de cine, gracias a dios, pero por contra me sigue resultando incómodo el frecuente intercambio: me preguntan algo en catalán-contesto en castellano-contestan en catalán-contesto en castellano-ad infinitum. Me da cosica cortarles para pedir por favor si pueden hablar en español, que de la mitad de las cosas no me entero (la otra mitad hay que agradecérsela a la Bola del Drac). A lo mejor me estoy pasando de educado.
En el lado positivo, este año han puesto máquina de café en la sala de prensa. Siguen sin dar comida o bebida, como en otros festivales, y ayer hubo una pequeña crisis cuando dejó de funcionar y nadie sabía por qué. Siete personas pasaron por allí hasta que sonó la flauta por casualidad, y hoy casi se repite el incidente. Todos gente con carrera, ojo. ¡Bien por nosotros! En cualquier caso, es un avance para hacer el trabajo de la prensa más cómodo. Seguro que en días venideros vendrá como maná caído del cielo. Pero dejémonos de anécdotas y vayamos a las películas.

Hubo una época no muy lejana en la que parecía que los hermanos Weinstein tenían una apuesta de Oscar con SIN LEY (), que en 2012 era la nueva película del australiano John Hillcoat. Sin embargo, en Cannes fue recibida con frialdad, la crítica estadounidense la miró con indiferencia y en taquilla fue un fracaso. Esta forma de desinflarse el globo seguro que influyó en la decisión de Vértigo de posponer sine die su estreno en España, pese a haber gastado ya dinero en su promoción y tener fecha fijada. Al final parece que A Contracorriente sacará al filme de su limbo maldito en nuestro país, casi seguro que directa a DVD.
Sin ser una obra maestra, ni siquiera excelente, sin duda merece mejor suerte que un estreno de tapadillo, sobre todo viendo la cantidad de mierda que llega a los cines sin problemas. La película narra la historia de los hermanos Bondurant, una banda de contrabandistas que manejaron el tráfico de alcohol en el estado de Virginia durante la Ley Seca. Podría ser un simple biopic o un típico drama de gángsters, pero Hillcoat barre para casa y le imprime su particular sentido narrativo de ritmo pausado que la emparenta con el western crepuscular, además de añadir unas gotitas de cine negro, que para el caso siempre vienen bien.
Se trata de una cinta sólida, razonablemente bien escrita, dirigida con personalidad, filmada con belleza e interpretada con potencia y honestidad (en especial por ese monstruo llamado Tom Hardy, aunque el denostado Shia LaBeouf también está a la altura). Además, cuenta con unos arranques de violencia impactantes que, aunque son un tópico en este tipo de cintas, siempre se agradecen si están resueltos con efectividad y sin paños fríos. Pero le falta garra, le falta originalidad, le falta aportar algo nuevo o al menos no tan mascado. Todo lo que sucede en el filme nos lo sabemos de memoria, le cuesta un mundo salirse de lo convencional y encontrar una visión única del material de partida. Además, su estructura cae a menudo en esa dispersión que caracteriza a las adaptaciones resumidas de novelas mastodónticas o a las cintas que han sufrido demasiados tijeretazos en la sala de montaje. Esa falta de fluidez y la sensación de ya visto condenan al anonimato a una cinta sólida pero poco memorable.

Otro western correcto que peca de cierta falta de originalidad es YOUNG ONES (), escrita y dirigida por Jake Paltrow (hermano de Gwyneth). La historia nos lleva a un futuro cercano en donde una sequía endémica (¿obra del cambio climático?) ha dejado buena parte de Estados Unidos convertida en un desierto, y en donde los granjeros se ven obligados a hacer de todo para sobrevivir en una tierra que no pueden cultivar. El agua y la posesión de un pozo se convierten en bienes por los que se puede llegar a matar, en una ley del más fuerte (o el más listo) donde todo vale para proteger a los tuyos y lograr un estatus.
Así contado parece que la película va a ser una especie de Mad Max: En Busca del Agua, con Michael Shannon repartiendo estopa como si de un Clint Eastwood futurista se tratase. La realidad es más sencilla, porque Paltrow no lleva la premisa muy lejos. Al contrario, se conforma con dejarla en un cómodo término medio entre una crisis agraria actual y un futuro desolador y apocalíptico, donde no tiene que verse forzado ni a transmitir realismo inmediato ni a pensar en una sociedad reorganizada y una humanidad en peligro por dentro y por fuera. En ese camino de en medio, la historia de la familia protagonista se desarrolla como un típico drama familiar, una saga de esas que en literatura llaman 'americana' y que tiene en cine como ejemplo más cercano el Gigante de George Stevens. Con la diferencia, claro está, de que la escala de este filme es mucho más modesta y no solo por presupuesto, sino por intenciones y resultados.
Rodada con corrección y cierta solvencia en sus recursos visuales, interpretada con gran acierto por todo su reparto (aunque el personaje de Elle Fanning está un tanto desdibujado y ella poco puede hacer para llevarlo más allá), la cinta sin embargo no acaba de despegar por esa falta de atrevimiento por hacer algo más crudo, más radical, más valiente. Así, su capacidad para transmitir su tesis socioeconómica (la justicia solo impera donde hay prosperidad), para criticar la sociedad jerárquica (donde la posición solo se obtiene empleando métodos sucios) y para crear un impacto con la evolución de los personajes (que inevitablemente se endurecen conforme avanza el filme) se queda con las alas cortadas.

Y frente a dos películas que se quedan en terreno de nadie, la española MUSARAÑAS () lo da todo con tal pasión y arrojo que cualquier fallo que tenga (que no son muchos) se le puede disculpar. Desde luego, hay que agradecer a Álex de la Iglesia que haya confiado en los debutantes Juanfer Andrés y Esteban Roel, porque ya desde esta película prometen ser unos herederos aventajados de su cine, pero sin los finales que se les van de las manos, ¿eh, Álex? Así que le podemos disculpar que también como productor nos meta a la fuerza a su Carolina Bang (a la postre, también productora), en un papel afortunadamente breve.
La película no tiene nada que ver con animales asesinos, sino que se sitúa en la España de los 50 y presenta a dos hermanas que viven solas en un piso asaltado por fantasmas del pasado, por una educación conservadora y por una moral represiva fruto de esta época. Todo se desestabilizará cuando Montse (una ENORME Macarena Gómez que si no se lleva el premio a mejor actriz en este festival es porque ocurre un milagro o una catástrofe), agorafóbica y ultracatólica, recoja a un vecino que ha tenido un accidente y cuide de él. Sin decírselo a nadie. Pese a que él no quiera. Llamando a Annie Wilkes, ¿hola? Los parecidos con Misery son obvios, pero tampoco los rehuye porque no le hace falta: tiene una personalidad propia basada en el marcado acervo cultural que se asoma en todos los rincones de la trama. Además, tiene un guion sólido como una roca, plagado de diálogos memorables y con unos personajes tan bien perfilados que, aunque no se hubiese lanzado por la brutalidad y el humor negro, hubiese funcionado a la perfección como retrato feroz de la sociedad atenazada e hipócrita de esos años.
La película navega con perfecta fluidez por un océano de géneros que la podrían haber llevado fácilmente al naufragio: es un drama familiar, una sátira social, una intriga basada en enigmas del pasado, una comedia negrísima y tiene arranques de slasher sangriento que suponen una liberación de la tensión acumulada. Pero lo más curioso es que es un filme sensible y con corazón, al que no le importa dejar de lado un momento la locura violenta si puede indagar en los sentimientos de los personajes, explorar sus matices y secretos, darles una entidad que va más allá de héroes y villanos, lo que hace que todo el conjunto funcione no solo como cinta de género, sino como una película con todas las de la ley. Quizá el bueno de Álex pueda aprender algo de sus alumnos.

La otra película española del día es mucho más peculiar desde su propia naturaleza, ya que se trata de un filme de animación en stop motion sobre flamenco, toros, programas del corazón y posesiones demoníacas, ahí es nada. Como todas las cintas animadas de producción patria, la mera existencia de la divertida POS ESO () es poco menos que un milagro, como se encargó su guionista y director, Sam, de recordarnos a todos al presentar el filme con una llamada lastimera a que solo digamos cosas buenas de ella, que ya es lo bastante difícil todo para que andemos hurgando. Más acertado estuvo el hilarante Carlos Areces, que se burló que le presentasen como protagonista cuando “salgo 3 minutos” y “ya ni me acordaba de que la había hecho, es el viaje a Sitges más por la patilla que he hecho”. Y siguió bromeando con que “si la película os gusta, ya sabéis que salgo yo, pero si no, la responsabilidad no es mía”. También hubo un sentido recuerdo para dos miembros de su reparto de voces tristemente fallecidos, Álex Angulo y Mariví Bilbao.
La delirante trama se centra en un cura aventurero que tiene que hacerse cargo de exorcizar al hijo poseído de una bailarina flamenca y un famoso torero, corneado por una estatua de toro de su jardín por obra y gracia de su tierna semilla del diablo, muy apropiadamente llamado Damián. Este tipo de referencias cinéfilas (y literarias, que también hay gotas de Lovecraft) plagan cada minuto de la película, pero no le roban protagonismo a la trama ni parece que ésta se haya supeditado a poder meter determinado cameo, así que por ese lado bien. De hecho, muchos de los gags más afortunados se benefician de esta vocación de homenaje.
Sin embargo, el filme también tiene otra vertiente que es la de Tadeo Jones, esto es, la tendencia a infantilizar el humor. Ojo que no digo que el humor sea infantil (en Tadeo confluían ambas), sino que muchos gags y juegos de palabras son simplones y rallando en la tontería. El caso más flagrante es el de la crítica que hace a la televisión estilo Telecinco, un blanco tan fácil que parece que ni se esfuerza en hacer algo creativo para lanzarles sus dardos, con lo cual deviene en el previsible “si mato a Mariñas, la gente va a aplaudir” y cosas así. Mucho más acertada es su crítica salvaje a la Iglesia, a la que le dedica mucho más tiempo y donde no deja títere con cabeza, figurada y literalmente. Porque eso sí, la película tiene escenas gore y humor negro a mansalva, se burla de la muerte hasta cuando no parece apropiado y emplea unas dosis de casquería alocada al más puro estilo Happy Tree Friends que la hacen tremendamente disfrutable.

Y para el final dejo lo mejor, la primera obra maestra de este festival... aunque la reacción del público fuese muy negativa (luego, hablando con más gente, tiene su núcleo de defensores, pero no estaban en la sesión de anoche). Y es que UNDER THE SKIN () es una de esas películas que o la amas o la odias, sin término medio, y que no está diseñada para que guste a todo el mundo. Su estilo narrativo es tan marcadamente anticomercial que es imposible que pase de cinta de culto, como ya le ocurría a las anteriores películas de Jonathan Glazer. Mirándolo bien, no sé por qué tenía tantas ganas de verla si Sexy Beast me aburrió y Reencarnación me pareció en su día un quiero y no puedo. A lo mejor hace unos años yo también habría salido echando pestes de esta película.
La historia se centra en una criatura de posible origen extraterrestre (esto está abierto a discusión, como muchas otras cosas del filme) que va a la caza de víctimas para alimentarse. Y hasta aquí puedo leer sin destripar los recovecos sugerentes y perturbadores por los que avanza la historia. Glazer sitúa su cámara como un alienígena más, emplea una mirada deliberadamente gélida y extrañada, con un tempo narrativo reposado y minucioso, para transmitir las sensaciones insensibles, ofuscadas, curiosas y soñadoras de su personaje principal, interpretado por una Scarlett Johansson que camina con maestría por la fina línea que separa lo glacial de lo inocente. Las imágenes de composición cautivadora, el ritmo mesurado que obliga a penetrar en ellas, el sonido evocador y orgánico, y una banda sonora disonante que se mete en la corteza cerebral para sacudirla a espasmos se conjugan para crear un cuadro apabullante y complejo, que hipnotiza y conmueve, que es imposible de sacarse de la cabeza y encoge el corazón cada vez que se rescata.
Más allá de su soberbio valor estilístico, estos recursos están empleados para contar una historia que parece trivial o sin incidentes, pero que en realidad revela un retrato apasionante de un ser extraño, totalmente marciano en todos los sentidos imaginables hasta establecer una barrera de incomprensión fundamental con el ser humano, y su proceso de descubrimiento de esta nueva cultura tan distinta pero tan enriquecedora para ella/él/ello. Es la historia de una hormiga, pues no es más que eso, una obrera sin identidad ni voluntad propia, que descubre en su interior la capacidad para rebelarse e intentar controlar su destino, catalizada por el descubrimiento de la naturaleza humana: la empatía, la emoción, la necesidad del otro como igual pero también como su propio individuo. Es, como todas las quimeras imposibles, la historia épica de una tragedia íntima de un ser que quiere ir en contra de su naturaleza y descubre que no está preparado para ello.
Releyendo estos párrafos, me doy cuenta de que mi capacidad de verbalización no alcanza ni siquiera a una porción de lo que me ha hecho sentir esta película, de lo que me ha llegado a atrapar y de lo que me ha aportado como cinéfilo y como persona. Pero esas son las señales que nos dicen que hemos visto una obra maestra: la incapacidad para abarcarlas desde nuestra humilde posición. Si pudiésemos hacerlo, estaríamos a su altura. Y no serían obras maestras.
Mañana el día se presenta más tranquilo, pero no exento de potenciales sorpresas. Por ahora, ya ha desvelado alguna cinta que da la vuelta a las expectativas, lo cual es una señal bastante prometedora.
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