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J tiene 14 años y vive en las afueras de Chicago. En el fin de semana que su hermana Lauren llega de visita junto a su compañero, J ha de tomar una importante decisión relacionada con su futuro. J lleva ya dos años tomando unas hormonas que inhiben el desarrollo de la pubertad, a la espera que decida cuál debe ser su identidad sexual. Su cuerpo ya ha llegado un punto en el que la espera no puede postergarse y al entrar la siguiente semana deberá comunicar a su médico si desea cambiar o permanecer como nació. En el fondo a J le gustaría permanecer siempre en la asexualidad de la infancia, pero progresivamente tomará conciencia que eso ya no es posible.