Para ser perfectamente honestos

Nueva York es el escenario, una vez más, de muchas pequeñas historias que cobran vida en distintos barrios. Frank mide su éxito por los trajes de Armani que lleva; Josh, un hippie convencido, es el compañero de Frank, quien regresa a casa de sus padres para vivir con ellos. Josh, casado y con un hijo, se ve forzado a superar el bache económico de la única forma que ha evitado hacerlo todo este tiempo: con un trabajo de verdad. Frank sigue su caza del éxito en las calles de Maniatan y, de vez en cuando, hace una pausa para jugar al ajedrez con un falso maestro del Zen, se cita con una extraña mujer que dice ser bruja y se mete en un cuarto de vapor con un ambicioso capitalista de la city. ¿Logrará reconducir su vida?