¡El que no corre... vuela!

María es despojada de su terreno en San Pablo Cuatro Venados y por eso sale en busca del diputado de su pueblo, quien se había comprometido en ayudar a los campesinos. Las dificultades y obstáculos que le ofrecen desde las oficinas no logran que María abandone su empeño e insiste. Sin embargo, por una confusión, injustamente es encerrada en la cárcel. Ahí dentro traba amistad con Laura, una mujer cuyos hijos viven afuera, desamparados.
Laura le cuenta a María que fue encerrada acusada de complicidad en un asunto de contrabando. Tras meses sin trabajo, y sufriendo dificultades económicas, el marido de Laura aceptó conducir un camión lleno de mercadería de contrabando para que Doña Chona, una comerciante callejera del barrio de Tepito, la vendiera. Probablemente a causa de un chivatazo el camión fue interceptado por la policía y eso desencadenó un tiroteo. Conmovida por la historia de Laura, María se decide a ayudar a esos niños tan pronto recupere su libertad.