El niño perdido

Agustín Peón Torre y Rey tiene 25 años pero sólo responde a ese nombre a partir de las siete de la tarde, antes se comporta como un niño cuyo nombre es Tincito. Esta doble identidad viene causada por el excesivo mimo con el que sus tías Pura y Pita le criaron. De esa forma, durante el día es pura inocencia y travesura y por la noche se convierte en una especie de lobo aullador que va tras todas las mujeres que le queden cerca.
Don Jacobo es el abuelo de Agustín y desconoce por completo sus peculiares circunstancias, por eso, cuando aparezca y compruebe con sus propios ojos el estado de las cosas, la situación se enredará tremendamente.