Amora

Pedro tiene 4 años y vive con su hermana y su madre en una villa de casas en el centro de São Paulo. Su vida transcurre entre árboles, vecinos y juegos, hasta que llega la noticia de que todo será demolido para construir un edificio. La narración sigue la mirada atenta y la imaginación del niño, registrando el dolor por la separación de sus amigos, los conflictos con la constructora y el vaciamiento de las casas, mientras los vecinos se movilizan para preservar la memoria de ese espacio.