A quien cierra los ojos

Montserrat, la directora de una pequeña y elitista escuela privada de Ciudad de México, institución fundada por su padre, intenta cambiar las dinámicas establecidas en el centro. Sin embargo están asentadas en el centro actitudes y costumbres que son el reflejo del conjunto de la sociedad, cosas tales como el acoso o el desprecio a los más desafortunados, la mentalidad de los padres o los intereses financieros de un inversor.
A eso se le suma el estallido hormonal propio de la edad de los alumnos y también las ambiciones de una psicóloga recién contratada. Completa el cuadro un joven conserje, que es un paria víctima de su pasado, y será el chivo expiatorio de una crisis de la educación que a su vez refleja la crisis enquistada en el seno de la sociedad.