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Zinemaldia 2025. Los Domingos, fe y familia.
Carlos Fernández, 22/09/2025
Tras la excelente acogida de Cinco lobitos y su incursión televisiva con Querer, había mucha expectación por descubrir hacia dónde dirigiría Alauda Ruiz de Azúa su nuevo largometraje. La respuesta llega con Los domingos, un drama familiar que confirma el talento de la directora para abordar temas delicados con inteligencia y sensibilidad.
La película nos presenta a Ainara (Blanca Soroa), una joven brillante de 17 años a la que su familia empuja a elegir carrera universitaria. Sin embargo, sus planes son otros: siente que su vida debe entregarse a Dios y confiesa su deseo de convertirse en monja de clausura. Una decisión inesperada que sacude los cimientos familiares y que abre un debate interno tan personal como universal.
Uno de los grandes aciertos de Ruiz de Azúa es rehusar el camino fácil. Lo obvio habría sido ponerse del lado crítico con la Iglesia y volcar la empatía únicamente en el personaje de la tía (una vez más maravillosa Patricia López Arnaiz). Sin embargo, la directora evita el maniqueísmo: dibuja un entorno en el que el resto de personajes no ven necesariamente un problema en que Ainara elija esa vida, e incluso deja entrever cómo su padre, desbordado por deudas, viudo y con tres hijas a su cargo, puede llegar a percibirlo como un alivio.
La tía, en cambio, encarna la resistencia frente a esa decisión y mueve hilos familiares y amistosos para impedir que Ainara ingrese en el convento. Así, la película se convierte en un pulso íntimo entre creencias, afectos y miedos, en el que cada gesto y cada diálogo pesa más de lo que aparenta.
El guion sólido y creciente es otra de las bazas del filme. Ruiz de Azúa consigue que cada posición esté planteada con tanta honestidad que el espectador puede identificarse, comprender o al menos escuchar las razones de todos los personajes, incluso si no comparte sus ideales. Esa capacidad de diálogo convierte la película en una obra profundamente rica, donde lo importante no es resolver el dilema, sino exponerse a él.
El resultado es una película sólida, con interpretaciones sobresalientes y una dirección de actores que confirma a Ruiz de Azúa como una de las cineastas más sensibles de nuestro cine. Pero sobre todo, Los domingos logra algo muy valioso: salir de la sala y seguir viva en las conversaciones, en los debates y en las dudas que deja abiertas. Cine que acompaña y permanece, incluso días después de haberlo visto.