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Zinemaldia 2025. El cine en femenino: tres miradas que resisten
Carlos Fernández, 24/09/2025
Llevamos un par de años marcados por la incertidumbre sobre el futuro del cine argentino, golpeado duramente por las políticas culturales del gobierno de Javier Milei, por eso resulta esperanzador comprobar la fuerza y la diversidad de las propuestas que nos llegan desde allí. Dos películas argentinas, Belén de Dolores Fonzi y Las Corrientes de Milagros Mumenthaler, se han unido a la francesa The Fence de Claire Denis para ofrecer tres miradas femeninas que, cada una a su manera, proponen un cine con carga política, poética y profundamente personal. Tres títulos que han dejado buen sabor de boca, aunque exigen distintos niveles de entrega al espectador.
Belén (Dolores Fonzi)
La actriz argentina Dolores Fonzi presenta su segundo largometraje como directora con una historia que sacude tanto por lo que cuenta como por lo que implica: el caso real de una joven de Tucumán que, tras ingresar en un hospital por fuertes dolores abdominales sin saber que estaba embarazada, despertó esposada y acusada de haberse provocado un aborto. Ocho años de condena por “homicidio agravado por el vínculo” que dieron origen a un movimiento de protesta y solidaridad clave en la lucha por la legalización del aborto en Argentina.
Fonzi aborda el material como un sólido drama judicial que, si bien recurre a resortes reconocibles del cine comercial, los utiliza con inteligencia para mantener un ritmo ágil y un tono accesible sin perder fuerza en el mensaje. La película encuentra su verdadera potencia en lo colectivo: en la movilización de mujeres, organizaciones y voces que hicieron de este caso un punto de inflexión.
A una década de aquellos hechos, Belén resuena con fuerza porque las libertades conquistadas vuelven a tambalearse con el auge de los gobiernos reaccionarios. El cine de Fonzi no solo reconstruye un episodio clave de la historia reciente, sino que recuerda la vigencia de la lucha feminista y la necesidad de mantener en alto los pañuelos verdes.
The Fence (Claire Denis)
La veterana Claire Denis regresa al continente africano, escenario recurrente en su filmografía, con The Fence (El grito de los guardias en su título original), una adaptación libre de la obra teatral Combate de negro y de perros de Bernard-Marie Koltès. Cuatro personajes, un único espacio y una tensión que crece minuto a minuto: Horn (Matt Dillon), jefe de obra, su joven ingeniero, la recién llegada esposa y un misterioso hombre que exige la devolución del cuerpo de su hermano muerto en la obra.
La película arranca con un tono poético y casi onírico, para después virar hacia un drama áspero y cargado de tensión soterrada. Denis mantiene el tono teatral en las actuaciones, incluso con momentos declamados, pero consigue dotar de fuerza cinematográfica al relato. La metáfora poscolonial es clara: el hombre blanco que explota tierras y cuerpos, incapaz de ceder ni un ápice sin sentirse humillado.
Aunque exigente en ritmo y densidad, The Fence demuestra la habilidad de Denis para manejar la incomodidad, el silencio y la violencia latente. Un título que, sin ser redondo, deja una huella incómoda y poderosa, recordándonos que el colonialismo no es un fantasma del pasado, sino una herida aún abierta.
Las Corrientes (Milagros Mumenthaler)
Probablemente la más exigente de las tres propuestas, Las Corrientes confirma el talento de Milagros Mumenthaler para construir relatos íntimos desde la fragmentación. La película arranca con varios minutos sin diálogos, un desconcierto inicial que descoloca al espectador hasta que, poco a poco, las piezas empiezan a encajar. En el centro está Lina (Isabel Aimé González Sola), una estilista argentina en la cima de su carrera que, tras un suceso en Suiza, regresa a Buenos Aires y comienza a desentrañar un pasado que creía enterrado.
El trabajo de Mumenthaler destaca por su apuesta visual: un diseño de vestuario y una paleta cromática de enorme riqueza que aportan belleza incluso en los momentos más sombríos. La mirada magnética de González Sola sostiene un personaje hundido en sí mismo, cuyas reacciones comprendemos con el tiempo, en un retrato sutil de la depresión, las herencias familiares y la dificultad de reconciliarse con la propia historia.
No es una película de digestión inmediata, pero gana fuerza con la reflexión posterior. Las Corrientes se disfruta más en los corrillos posteriores a la proyección, cuando se empiezan a atar cabos y a descubrir las capas que encierra. Un cine que incomoda, que pide paciencia y que recompensa con hondura.
En resumen, Tres películas, tres miradas femeninas y una constatación: el cine puede ser un espejo incómodo, un altavoz político o un espacio íntimo de reflexión. Belén conmueve desde lo colectivo y lo urgente, The Fence incomoda desde lo político y lo colonial, y Las Corrientes exige desde lo íntimo y lo emocional. Tres capas distintas, tres propuestas que quizá no cautiven a todos por igual, pero que confirman la importancia de un cine que no teme incomodar ni exigir a su público.