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Zinemaldia 2024. La guitarra de Yerai Cortés emociona en San Sebastián
Carlos Fernández, 24/09/2024
Si hace unos años nos hubiesen dicho que un tipo que hacía trap que escuchaban millones de personas iba a convertirse en una auténtica revolución al reinterpretar músicas populares, como la rumba y el bolero, iba a realizar la gira más espectacular que se ha hecho en España en años para después dejar la música y dirigir una película, probablemente hubiésemos cogido esa historia y se la habríamos intentado vender a Netflix para hacer una serie, pero una vez más se cumple el dicho que la realidad supera a la ficción y esta realidad tienen nombre y apellidos, Antón Álvarez.
El artista anteriormente conocido como C. Tangana, el madrileño o simplemente Pucho ha presentado en la sección New Directors del Festival de San Sebastián su primera película como director.
La Guitarra Flamenca de Yerai Cortés
Si el año pasado disfrutamos de la serie/película documental Esta ambición desmedida, sobre el proceso creativo de “El Madrileño” y de la posterior, y accidentada, gira “Sin cantar ni afinar” con Tangana como protagonista, este año se ha colocado detrás de la cámara (en su mayor parte) para contarnos la historia de un duelo. Comentamos el anterior trabajo de la productora del artista madrileño porque el sello Little Spain ya es reconocible en el acabado y estética de sus trabajos y en este caso el documental sobre Yerai Cortés, guitarrista en la gira, funciona también a modo de spin-off pues algunos materiales utilizados en este documental son descartes del anterior.
La guitarra flamenca de Yerai Cortés se construye sobre el misterio de descubrir la pena que lleva al guitarrista a querer grabar un disco sobre ello y en la búsqueda por desvelar nos encontramos otros descubrimientos. El primero de ellos es la capacidad de Antón Álvarez para contar historias, desde la introducción en la que él, casi como si de un cuenta cuentos modernos se tratara, nos explica la génesis de la película y su razón de ser para luego ir filtrando y dosificando la información que nos lleve a la causa de la pena que lleva dentro el protagonista.
El segundo descubrimiento, es el fantástico “minero” que es Antón, con un trabajo de picar en la roca para extraer auténticos diamantes en las entrevistas que realiza. Colocando la cámara como uno más de esos gitanos que retrata, siendo parte de sus confesiones y momentos más íntimos. Aunque siendo justos en ese trabajo, el director, ha tenido un poco de suerte y es que tiene como co-protagonistas del documental a dos personajazos que hacen que todo fluya de manera mucho más fácil, como son el padre y sobre todo la madre de Cortés, quien bajo una apariencia despreocupada, que provoca los momentos más divertidos de la película, esconde un secreto con el que, al descubrirse, es imposible no emocionarse al descubrir el dolor que también se guarda para sí misma esa mujer. Es en esos momentos en que la verdad y la naturalidad hacen acto de presencia sin ningún tipo de artificio, cuando la película vuela más alto. Lástima que en ciertos momentos, y aquí se nota la parte más de debutante, el director se deje llevar por momentos más artificiosos en cuanto a la forma de colocar la cámara, incluso pueden llegar parecer coreografiados o preparados apoyado además en un estilo visual con mucho grano o errores de celuloide que, si bien son casi marca de la casa de Little Spain, pueden pecar de “moderneces” y chocan frontalmente con los momentos musicales que aparecen durante la película.
Estos momentos musicales, que funcionan casi como videoclips, tienen una doble función, por un lado nos descubren información sobre cada uno de los personajes protagonistas de la historia y nos acerca cada vez más a la resolución del misterio de la cinta y por otro nos demuestra el talento tanto de Yerai a la guitarra como de Álvarez tras las cámaras consiguiendo, a través de planos secuencias, colocar la cámara siempre en el momento justo para elevar la actuación logrando momentos visualmente impactantes y muy emotivos.
Es curioso que en todo este texto no hemos hablado casi de la figura de Yerai Cortés pero es que realmente no os lo voy a contar mejor de lo que lo hace la película y además tendría que hablar del secreto que esconde por lo que os animo a que, si tenéis ocasión os acerquéis a ella, os dejéis sorprender con la historia de Yerai y su familia, que os emocionéis con los personajes y la música, que lloréis y riais con el costumbrismo del mundo gitano que con tanto respeto y cariño nos muestra Anton Álvarez, sin duda un auténtico descubrimiento cinematográfico que esperemos que nos siga dando muchas alegrías en el futuro.