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Zinemaldia 2024. Fumata Blanca
Carlos Fernández, 22/09/2024
Conclave nos ofrece una House of Cards vaticano con unas actuaciones de auténtico Dream Team
En septiembre de 2022 se estrenó, en el Festival de Toronto, la que meses después se convertiría en la película revelación de la carrera de los Premios Oscar. Una cinta bélica, rodada en Alemán que se alzaría con el Oscar a Mejor Película Internacional y al que sumaría tres estatuillas más.
Dos años después de aquella revisión o re-adaptación, según se mire, de Sin novedad en el frente, su director, Edward Berger, ha presentado a competición en San Sebastián una cinta muy diferente en temática y tono pero que dialoga a la perfección con su anterior trabajo en cuanto al empaque visual y sonoro.
Centrada en el proceso de elección de un nuevo líder de la iglesia católica tras la muerte del Papa. Adaptando la novela de Robert Harris, en la que además del interés que genera la parafernalia, secretismo y liturgia que rodea este acto se suman intrigas políticas, juego sucio, mentiras, secretos y luchas de poder por hacerse con el Papado. Creando un punto de partida atractivo e interesante.
Berger sabe qué material tiene entre manos y para hacerlo más atractivo e impactante para el espectador toma la decisión de contraponer dos elementos antagónicos en el aspecto visual y sonoro pero que funcionan a la perfección juntos. Por un lado, el sobresaliente trabajo de fotografía de Stéphane Fontaine, que consigue por un lado sacar el máximo partido a unos espacios cerrados, donde reinan los claroscuros y en el otro como hace brillar los blancos y rojos de las sotanas de los cardenales funcionan como metáfora de esa dualidad entre la pureza y la traición que se vive dentro del cónclave y por extensión de la iglesia. Una lucha interna entre lo que defiende la institución y lo que dicen las santas escrituras que, aunque parezca mentira, en algunas ocasiones se encuentran en posiciones encontradas.
Para enmarcar esa parte visual y dotarla de más potencia, si cabe, además de un trabajo de sonido espectacular aparece la banda sonora de Volker Bertelmann, que tiene la grandilocuencia de una basílica católica, con una presencia casi constante y por momentos atronadora potenciando la tensión de ciertos momentos y chocando frontalmente con lo que vemos en pantalla. Esos espacios oscuros, pequeños, en los que se mueven los cardenales, lugares clausurados, oscuros que recuerdan a un comedor infantil, despachos de una oficina o unas habitaciones más propias de las de un hotel de poca categoría que del propio Vaticano y que se alejan de la opulencia de la Capilla Sixtina donde se realizan las votaciones.
Además del aspecto técnico la película tiene en el reparto su mayor atractivo. Ralph Fiennes resuelve, una vez más, a la perfección un personaje en el que la integridad y la rectitud que presenta en los primeros minutos se verá puesta en entredicho a medida que avanza la trama. En esa pérdida de fe en sí mismo, en la institución y en los valores de la misma el actor nos devuelve a sus mejores papeles ofreciendo una actuación fácilmente premiable. Acompañándolo están Stanley Tucci con un papel secundario que representa todas las inseguridades y los valores de una iglesia que busca adaptarse a los nuevos tiempos. John Lithgow e Isabella Rossellini resuelven de forma excelente dos papeles breves que sirven como detonantes de parte de la trama y a los que ambos intérpretes regalan dos grandes momentos. A Sergio Castellitto le toca lidiar con la peor parte de defender el personaje peor escrito y más caricaturesco, un cardenal que representa a la parte más conservadora de la iglesia, sin ningún tipo de profundidad y que durante algunos momentos roza el ridículo pero el actor italiano consigue salir airoso.
Es en el desarrollo del guión, sobre todo en su parte final, donde la película pierde foco al intentar buscar la vuelta de tuerca definitiva. Si bien las primeras sorpresas y puñaladas de poder entre los cardenales engrasan la maquinaria y se desarrollan de forma orgánica, algo deja de funcionar al llegar al último tercio, aunque el goteo de información es correcto y nos prepara para un último giro final, la aparición del mismo es un momento What the fuck? (cualquiera que haya visto El Sol del futuro de Nanni Moretti sabrá a que nos referimos) que se produce a 5 minutos del final y que si bien se encuentra en la novela aquí no funciona ya no solo por lo que es si no también por cómo está resuelto, rompiendo la fluidez hasta ese momento y desentonando totalmente con el resto.
A pesar de ello Cónclave es una película entretenidísima en la que la tensión se mantiene, a pesar de intuir desde bien pronto quién será el elegido, pero estamos ante uno de esos casos en que es mejor dejarse sorprender durante en camino más allá del desenlace y sobre todo disfrutar de un reparto en estado de gracia.