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Zinemaldia 2022 (VII). Los Reyes del Mundo luchan contra la banalidad
Carlos Fernández, 24/09/2022
Estamos a pocas horas de entregarse el Palmarés de la Sección Oficial de esta 70 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Ya sabemos que el premio del público ha ido para Argentina, 1985 y el premio TCM de la juventud para A los libros y a las mujeres canto, películas de las que hablaremos en el artículo resumen del festival pero antes vamos a darle un breve repaso a las cuatro últimas películas a competición entre las que se encuentra una que suena como seria candidata a la Concha de Oro y que es mi favorita a ganar desde que se anunció que iba a estar compitiendo en el Zinemaldia.
La vamos a dejar para el cierre de este artículo y me voy a centrar en dos aspirantes asiáticas, que se suman a mi favoritísima A hundred flowers de la que ya os escribí, desde China ha llegado A WOMAN (), que sigue la vida de Kong Xiu, una trabajadora común y corriente, desde finales de los 60 hasta principios de los 80. Con un ritmo pausado la historia recorre el pasar de los años haciendo un retrato denuncia de lo duro que era ser mujer en China en la segunda mitad del siglo XX, además de la explotación laboral se veían obligadas a cuidar de su casa y de la casa de sus familiares, sacar adelante a sus hijos (tantos como ganas de practicar sexo tuviese el hombre) que se sigue con interés durante sus dos primeras partes, donde adopta un tono costumbrista más centrado en las relaciones de la protagonista no solo con sus parejas si no también con los trabajadores de la fábrica y del pueblo. pero la falta de novedad en lo que cuenta y una resolución algo apresurada en su tramo final hacen que el resultado no sea satisfactorio. Además, estilísticamente, como en el caso de Il Boemo, nos encontramos con una película en apariencia antigua, muy de los 90 y deudora de las obras de Yimou Zhang, como ¡Vivir!
Como hemos repetido en más de una ocasión este año no estamos ante una mala película pero sí una película intrascendente que se ve con agrado pero con la sensación de que no va a durar en el recuerdo más de de unas horas.
Algo mejor en aceptación y resultado le ha ido a Hong Sang-soo que ha presentado en Donostia su segunda película de este año (la primera se presentó en Berlín y ya tiene otra casi lista) WALK UP () empieza con un director de cine de mediana edad que visita junto a su hija un edificio propiedad de una diseñadora de interiores con la que su hija está pensando estudiar. El director Coreano utiliza esa presentación del edificio con varias alturas para realizar las 4 conversaciones largas que componen la película. Conversaciones que se realizan en tiempos diferentes, con elipsis que se realizan en el mismo plano, y que demuestran el gran talento y la facilidad con la que SangSoo maneja los diferentes tiempos para hablar precisamente del paso del tiempo y de la situación vital del protagonista, una vez más un alter ego del director donde podemos identificar retazos de su vida, su enfermedad, sus retrospectivas sin dejar nunca de lado esa posición de negación al amor en pareja y a lo bien que se está solo para luego estar siempre en pareja.
Aunque en apariencia las películas de SangSoo puedan parecer siempre lo mismo (planos fijos alrededor de una mesa, algún zoom, etc.) con las últimas películas vemos una clara depuración de esa austera puesta en escena y sobre todo en sus guiones donde, como él mismo dijo en la rueda de prensa si en sus inicios pensaba revolucionar algo ahora está más centrado en hablar del día a día, de personas normales con las que él se siente identificado. Sabemos que es un director que no va a hacer nuevos fans con esta película (aunque el tono es más ligero y cómico que en otras) pero no creo que defraude a los que si seguimos su cine, aunque no sea de sus mejores trabajos sí que es bastante notable.
Igual que las altas expectativas pueden fastidiar el visionado de una película si estas no se cumplen cuando los primeros comentarios de una película no son muy positivos se produce el efecto contrario, las bajas expectativas pueden hacer que disfrutemos mucho más de ella.
Algo ha parecido ha pasado con THE WONDER (), película con la que se esperaba la aparición de Florence Pugh en San Sebastián pero el rodaje de la segunda parte de Dune, primero, y la mala experiencia en Venecia con la promoción de No te Preocupes querida, después, han hecho que nos hayamos tenido que conformar con disfrutar de ella en pantalla, en otro papel que demuestra su poder de atracción, de enamorar a la cámara y de transmitir mucho con una sencillez que abruma. En la última película de Sebastián Lelio interpreta a la enfermera inglesa Lib Wright que es contratada en un pequeño pueblo de la región irlandesa de las Midlands. Para observar el comportamiento de una niña que ha dejado de comer pero permanece milagrosamente viva y en buen estado. En su observación deberá enfrentarse al fanatismo religioso y a los poderes divinos que, según el consejo del pueblo (en el que todos son hombres), son los mantienen a la joven con vida.
En el primer plano de la película vemos un set de rodaje y una voz en off nos habla de la importancia de las historias, como la que vamos a ver, una declaración de intenciones donde el director, extiende el poder de las historias no solo al entretenimiento, sino que hablan de política, de nuestro tiempo, de la manera que lo entendemos y sirve para posicionarse en contra del fanatismo, ya sea religioso o ideológico. Para centrarse en ese poder de las historias el director chileno toma la decisión de encerrar a los personajes en pequeños habitáculos, habitaciones oscuras, a las que la maravillosa fotografía de Ari Wegner le saca todo el partido, no tenemos grandes paisajes irlandeses, ni grandes planos generales, lo que aumenta esa sensación de agobio que tienen las protagonistas al estar continuamente a oscuras, vigiladas y controladas, haciendo crecer la tensión hasta llegar a un un violento y notable final.
Una película notable a nivel de producción, dirección y actuación que únicamente se ve lastrada por un ritmo demasiado pausado en algunos momentos y situaciones reiterativas que más que aportar lo único que hacen es alargar la cinta. En resumen, la podemos meter en el saco de las películas buenas de Netflix (que es el saco pequeño).
Y vamos con la película que ahora mismo ya ha empezado a recibir los primeros premios (SIGNIS, Premio Feroz Zinemaldia) y que en los primeros rumores que se escuchan por el Festival parece que podría hacerse con la Concha de Oro a la Mejor Película. LOS REYES DEL MUNDO () es la consagración como directora de Laura Mora Ortega, de la que no me cansaré de recomendar su Matar a Jesús, y la demostración de cómo con elementos parecidos se puede hacer algo totalmente nuevo, visualmente mucho más potente, en apariencia sencillo pero con muchas capas y teorías que desgranar.
La película sigue el viaje de 5 jóvenes colombianos desde Medellín hasta la selva. Cinco reyes sin reino, sin ley, sin familia, que buscan la tierra prometida por el gobierno. Una tierra que les será restituida tras el fin de las guerra entre las FARC y el ejército. Con un estilo libre y casi anárquico, que bien podría ser un documental sobre la vida de los jóvenes sin hogar en Colombia, la directora empieza a filtrar, desde el inicio, elementos oníricos que le permiten realizar un juego visual precioso entre la cámara en mano rebelde que funciona casi como metáfora del espíritu de los jóvenes y la cámara más estática con unos planos más compuestos estilísticamente más bonitos y que nos llevan a esos momentos de ensoñación donde el mundo de los vivos se une al de los muertos.
Ese contraste y enfrentamiento se refleja también en como se usan los espacios y los colores de la película, a pesar de estar gran parte del tiempo en espacios abiertos los protagonistas se encuentran con elementos que le impiden ver el camino, la vegetación de la selva, una montaña o la propia niebla limitan la visión y funcionan como presagio del incierto futuro que les espera. Secuencias que integran la realidad con imágenes fantasmagóricas. Y es que en el fondo estamos también estamos ante una película de fantasmas, reflejado en un plano maravilloso en el interior de una casa en ruinas y que probablemente sea lo mejor que se ha visto en este festival, los fantasmas de los muertos por las guerrillas, por el ejército, los miles de personas que son secuestradas, los desaparecidos en campos de trabajo para que unos cuantos se enriquezcan, los fallecidos por las revueltas. Todos ellos están en la película aunque en apariencia solo sea el viaje de cinco amigos por conseguir ser los reyes del mundo, los dueños de su propio destino.
Tras el pase e incluso con el pasar de las horas son muchas las teorías y conjeturas que podemos hacer sobre lo que hemos visto en pantalla y la inteligencia de la directora a la hora de no cerrar la posibilidad de ninguna de ellas en pantalla hace que con cada conversación la cinta crezca cada vez más por la cantidad de detalles que tiene. Sería una gran Concha de Oro.
En el próximo artículo comentaré el palmarés de esta edición. Hasta entonces, nos vemos en los cines.
Este año también comentaré más películas en el Podcast de Cinema Manifesto y como todos los años podéis leerme en la cuenta de twitter Charlyr2d2.
La vamos a dejar para el cierre de este artículo y me voy a centrar en dos aspirantes asiáticas, que se suman a mi favoritísima A hundred flowers de la que ya os escribí, desde China ha llegado A WOMAN (), que sigue la vida de Kong Xiu, una trabajadora común y corriente, desde finales de los 60 hasta principios de los 80. Con un ritmo pausado la historia recorre el pasar de los años haciendo un retrato denuncia de lo duro que era ser mujer en China en la segunda mitad del siglo XX, además de la explotación laboral se veían obligadas a cuidar de su casa y de la casa de sus familiares, sacar adelante a sus hijos (tantos como ganas de practicar sexo tuviese el hombre) que se sigue con interés durante sus dos primeras partes, donde adopta un tono costumbrista más centrado en las relaciones de la protagonista no solo con sus parejas si no también con los trabajadores de la fábrica y del pueblo. pero la falta de novedad en lo que cuenta y una resolución algo apresurada en su tramo final hacen que el resultado no sea satisfactorio. Además, estilísticamente, como en el caso de Il Boemo, nos encontramos con una película en apariencia antigua, muy de los 90 y deudora de las obras de Yimou Zhang, como ¡Vivir!
Como hemos repetido en más de una ocasión este año no estamos ante una mala película pero sí una película intrascendente que se ve con agrado pero con la sensación de que no va a durar en el recuerdo más de de unas horas.
Algo mejor en aceptación y resultado le ha ido a Hong Sang-soo que ha presentado en Donostia su segunda película de este año (la primera se presentó en Berlín y ya tiene otra casi lista) WALK UP () empieza con un director de cine de mediana edad que visita junto a su hija un edificio propiedad de una diseñadora de interiores con la que su hija está pensando estudiar. El director Coreano utiliza esa presentación del edificio con varias alturas para realizar las 4 conversaciones largas que componen la película. Conversaciones que se realizan en tiempos diferentes, con elipsis que se realizan en el mismo plano, y que demuestran el gran talento y la facilidad con la que SangSoo maneja los diferentes tiempos para hablar precisamente del paso del tiempo y de la situación vital del protagonista, una vez más un alter ego del director donde podemos identificar retazos de su vida, su enfermedad, sus retrospectivas sin dejar nunca de lado esa posición de negación al amor en pareja y a lo bien que se está solo para luego estar siempre en pareja.
Aunque en apariencia las películas de SangSoo puedan parecer siempre lo mismo (planos fijos alrededor de una mesa, algún zoom, etc.) con las últimas películas vemos una clara depuración de esa austera puesta en escena y sobre todo en sus guiones donde, como él mismo dijo en la rueda de prensa si en sus inicios pensaba revolucionar algo ahora está más centrado en hablar del día a día, de personas normales con las que él se siente identificado. Sabemos que es un director que no va a hacer nuevos fans con esta película (aunque el tono es más ligero y cómico que en otras) pero no creo que defraude a los que si seguimos su cine, aunque no sea de sus mejores trabajos sí que es bastante notable.
Igual que las altas expectativas pueden fastidiar el visionado de una película si estas no se cumplen cuando los primeros comentarios de una película no son muy positivos se produce el efecto contrario, las bajas expectativas pueden hacer que disfrutemos mucho más de ella.
Algo ha parecido ha pasado con THE WONDER (), película con la que se esperaba la aparición de Florence Pugh en San Sebastián pero el rodaje de la segunda parte de Dune, primero, y la mala experiencia en Venecia con la promoción de No te Preocupes querida, después, han hecho que nos hayamos tenido que conformar con disfrutar de ella en pantalla, en otro papel que demuestra su poder de atracción, de enamorar a la cámara y de transmitir mucho con una sencillez que abruma. En la última película de Sebastián Lelio interpreta a la enfermera inglesa Lib Wright que es contratada en un pequeño pueblo de la región irlandesa de las Midlands. Para observar el comportamiento de una niña que ha dejado de comer pero permanece milagrosamente viva y en buen estado. En su observación deberá enfrentarse al fanatismo religioso y a los poderes divinos que, según el consejo del pueblo (en el que todos son hombres), son los mantienen a la joven con vida.
En el primer plano de la película vemos un set de rodaje y una voz en off nos habla de la importancia de las historias, como la que vamos a ver, una declaración de intenciones donde el director, extiende el poder de las historias no solo al entretenimiento, sino que hablan de política, de nuestro tiempo, de la manera que lo entendemos y sirve para posicionarse en contra del fanatismo, ya sea religioso o ideológico. Para centrarse en ese poder de las historias el director chileno toma la decisión de encerrar a los personajes en pequeños habitáculos, habitaciones oscuras, a las que la maravillosa fotografía de Ari Wegner le saca todo el partido, no tenemos grandes paisajes irlandeses, ni grandes planos generales, lo que aumenta esa sensación de agobio que tienen las protagonistas al estar continuamente a oscuras, vigiladas y controladas, haciendo crecer la tensión hasta llegar a un un violento y notable final.
Una película notable a nivel de producción, dirección y actuación que únicamente se ve lastrada por un ritmo demasiado pausado en algunos momentos y situaciones reiterativas que más que aportar lo único que hacen es alargar la cinta. En resumen, la podemos meter en el saco de las películas buenas de Netflix (que es el saco pequeño).
Y vamos con la película que ahora mismo ya ha empezado a recibir los primeros premios (SIGNIS, Premio Feroz Zinemaldia) y que en los primeros rumores que se escuchan por el Festival parece que podría hacerse con la Concha de Oro a la Mejor Película. LOS REYES DEL MUNDO () es la consagración como directora de Laura Mora Ortega, de la que no me cansaré de recomendar su Matar a Jesús, y la demostración de cómo con elementos parecidos se puede hacer algo totalmente nuevo, visualmente mucho más potente, en apariencia sencillo pero con muchas capas y teorías que desgranar.
La película sigue el viaje de 5 jóvenes colombianos desde Medellín hasta la selva. Cinco reyes sin reino, sin ley, sin familia, que buscan la tierra prometida por el gobierno. Una tierra que les será restituida tras el fin de las guerra entre las FARC y el ejército. Con un estilo libre y casi anárquico, que bien podría ser un documental sobre la vida de los jóvenes sin hogar en Colombia, la directora empieza a filtrar, desde el inicio, elementos oníricos que le permiten realizar un juego visual precioso entre la cámara en mano rebelde que funciona casi como metáfora del espíritu de los jóvenes y la cámara más estática con unos planos más compuestos estilísticamente más bonitos y que nos llevan a esos momentos de ensoñación donde el mundo de los vivos se une al de los muertos.
Ese contraste y enfrentamiento se refleja también en como se usan los espacios y los colores de la película, a pesar de estar gran parte del tiempo en espacios abiertos los protagonistas se encuentran con elementos que le impiden ver el camino, la vegetación de la selva, una montaña o la propia niebla limitan la visión y funcionan como presagio del incierto futuro que les espera. Secuencias que integran la realidad con imágenes fantasmagóricas. Y es que en el fondo estamos también estamos ante una película de fantasmas, reflejado en un plano maravilloso en el interior de una casa en ruinas y que probablemente sea lo mejor que se ha visto en este festival, los fantasmas de los muertos por las guerrillas, por el ejército, los miles de personas que son secuestradas, los desaparecidos en campos de trabajo para que unos cuantos se enriquezcan, los fallecidos por las revueltas. Todos ellos están en la película aunque en apariencia solo sea el viaje de cinco amigos por conseguir ser los reyes del mundo, los dueños de su propio destino.
Tras el pase e incluso con el pasar de las horas son muchas las teorías y conjeturas que podemos hacer sobre lo que hemos visto en pantalla y la inteligencia de la directora a la hora de no cerrar la posibilidad de ninguna de ellas en pantalla hace que con cada conversación la cinta crezca cada vez más por la cantidad de detalles que tiene. Sería una gran Concha de Oro.
En el próximo artículo comentaré el palmarés de esta edición. Hasta entonces, nos vemos en los cines.
Este año también comentaré más películas en el Podcast de Cinema Manifesto y como todos los años podéis leerme en la cuenta de twitter Charlyr2d2.