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Venecia 2023. Ecco un piccolo riassunto
Immaculada Pilar, 08/09/2023
The theory of everything: la demostración empírica del amor
El que fuera director de fotografía de Del Inconveniente de haber nacido (Sandra Wollner, 2020), Timm Kröger, ha presentado en esta Mostra su segundo largometraje. Esta The Theory of Everything ha pasado por el certamen haciendo poco ruido y lo cierto es que estamos ante una de las propuestas más sorprendentes que hemos visto en la Sección Oficial. Drama sustentado en la física cuántica y en la existencia de universos paralelos, ahí es nada. Sin embargo, la temática de esta cinta alemana no debe asustar a nadie. Las referencias científicas se explican con sencillez y sin largas peroratas. Porque realmente lo que importa es la existencia de estos universos, la posibilidad de viajar entre ellos y cómo afectan los rastros que van dejando tras de sí los que transitan en ellos.
Rodada casi en su totalidad en blanco y negro, con la excepción de las escenas que transcurren en 1962, el presenta de la cinta, su fotografía resulta, junto con el guión, el mejor activo de la película. No así el montaje, que por momentos resulta algo enmarañado y caótico, aunque siempre avance y resulte interesante para el espectador. Un reparto correcto, encabezado por Jan Bülow, defiende esta cinta que, si bien no es redonda, es de agradecer su atrevimiento formal y argumental.
La Bête: un Bonello tan audaz como irregular
Si en la película de Kröger el amor se mueve entre universos paralelos, en la nueva película de Bonello lo hace en el tiempo. Esta La Bête se desarrolla en tres momentos distintos: 1910, 2014 y 2044. En los tres la joven Gabrielle (Léa Seydoux) descubre su amor por Louis (George MacKay), siendo consciente en 2014 y 2044 de las experiencias anteriores. Bonello parte de un relato de Henry James y con él sienta las bases argumentales de la película, con su primera aproximación (1910) al amor trágico de sus protagonistas. La primera vez que se cruza en el relato el año 2044, se nos explica que las emociones han sido declaradas una amenaza y que existen tratamientos para suprimirlas. Los que fueran amantes apasionados de 1910 pasan a ser seres que ansían la desconexión total de sentimientos.
La Bête es una película pesimista y por momentos romántica, en la que Léa Seydoux logra transmitir las sensaciones que los descubrimientos sobre sus vidas pasadas provocan en ella. Más entonada que su pareja, aporta la candidez y la sinceridad necesarias. Pero aún con esto, Bonello no parece poder evitar que los continuos saltos temporales afecten a la maduración y desarrollo de la historia.
Enea: Castellito (se y nos) confunde
Cuando una cinta mezcla géneros y se aproxima al relato que quiere contarnos desligada de esas ataduras, pueden pasar dos cosas. Una es que sea “inclasificable”, que funcione construyendo su propio universo. La otra opción, la fallida, es la que podríamos llamar la “realización thermomix”: meterlo todo en la máquina y triturar. Pietro Castellitto se ha pasado tanto de frenada con esta Enea que la parte central y la más interesante (familias que relacionadas con las mafias que controlan el tráfico de drogas en Roma), es engullida por decisiones del director. Es de suponer que pretendía ser original, pero el resultado es una excentricidad narrativa que poco aporta a la estructura narrativa.
Quiere ser comedia, drama, thriller. Los mejores momentos de la película, en todos los aspectos, se dan cuando se centra en la tensión de la persecución, en el no saber quién es tu enemigo o por dónde vendrá el tiro que te ha de matar. Cuando sale de ese camino, lo hace por derroteros que nada tienen que ver con lo que nos estaba contando, pierde la tensión y la atención del espectador.
Podéis seguir el festival de Venecia desde la propia cuenta de Twitter de Immaculada Pilar aka. Rodasons.
El que fuera director de fotografía de Del Inconveniente de haber nacido (Sandra Wollner, 2020), Timm Kröger, ha presentado en esta Mostra su segundo largometraje. Esta The Theory of Everything ha pasado por el certamen haciendo poco ruido y lo cierto es que estamos ante una de las propuestas más sorprendentes que hemos visto en la Sección Oficial. Drama sustentado en la física cuántica y en la existencia de universos paralelos, ahí es nada. Sin embargo, la temática de esta cinta alemana no debe asustar a nadie. Las referencias científicas se explican con sencillez y sin largas peroratas. Porque realmente lo que importa es la existencia de estos universos, la posibilidad de viajar entre ellos y cómo afectan los rastros que van dejando tras de sí los que transitan en ellos.
Rodada casi en su totalidad en blanco y negro, con la excepción de las escenas que transcurren en 1962, el presenta de la cinta, su fotografía resulta, junto con el guión, el mejor activo de la película. No así el montaje, que por momentos resulta algo enmarañado y caótico, aunque siempre avance y resulte interesante para el espectador. Un reparto correcto, encabezado por Jan Bülow, defiende esta cinta que, si bien no es redonda, es de agradecer su atrevimiento formal y argumental.
La Bête: un Bonello tan audaz como irregular
Si en la película de Kröger el amor se mueve entre universos paralelos, en la nueva película de Bonello lo hace en el tiempo. Esta La Bête se desarrolla en tres momentos distintos: 1910, 2014 y 2044. En los tres la joven Gabrielle (Léa Seydoux) descubre su amor por Louis (George MacKay), siendo consciente en 2014 y 2044 de las experiencias anteriores. Bonello parte de un relato de Henry James y con él sienta las bases argumentales de la película, con su primera aproximación (1910) al amor trágico de sus protagonistas. La primera vez que se cruza en el relato el año 2044, se nos explica que las emociones han sido declaradas una amenaza y que existen tratamientos para suprimirlas. Los que fueran amantes apasionados de 1910 pasan a ser seres que ansían la desconexión total de sentimientos.
La Bête es una película pesimista y por momentos romántica, en la que Léa Seydoux logra transmitir las sensaciones que los descubrimientos sobre sus vidas pasadas provocan en ella. Más entonada que su pareja, aporta la candidez y la sinceridad necesarias. Pero aún con esto, Bonello no parece poder evitar que los continuos saltos temporales afecten a la maduración y desarrollo de la historia.
Enea: Castellito (se y nos) confunde
Cuando una cinta mezcla géneros y se aproxima al relato que quiere contarnos desligada de esas ataduras, pueden pasar dos cosas. Una es que sea “inclasificable”, que funcione construyendo su propio universo. La otra opción, la fallida, es la que podríamos llamar la “realización thermomix”: meterlo todo en la máquina y triturar. Pietro Castellitto se ha pasado tanto de frenada con esta Enea que la parte central y la más interesante (familias que relacionadas con las mafias que controlan el tráfico de drogas en Roma), es engullida por decisiones del director. Es de suponer que pretendía ser original, pero el resultado es una excentricidad narrativa que poco aporta a la estructura narrativa.
Quiere ser comedia, drama, thriller. Los mejores momentos de la película, en todos los aspectos, se dan cuando se centra en la tensión de la persecución, en el no saber quién es tu enemigo o por dónde vendrá el tiro que te ha de matar. Cuando sale de ese camino, lo hace por derroteros que nada tienen que ver con lo que nos estaba contando, pierde la tensión y la atención del espectador.
Podéis seguir el festival de Venecia desde la propia cuenta de Twitter de Immaculada Pilar aka. Rodasons.