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Reflexiones de un guionista en Sitges. Parte III: The Home

Reflexiones de un guionista en Sitges. Parte III: The Home
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Carlos García Porcel, 24/10/2025

Aunque la vida moderna y la política de las redes sociales nos empujan a escribir lo más rápido posible —por aquello del hype y la viralidad— decidí titular estos artículos como “reflexiones” porque quería hacerlo con retrospectiva y calma.

Craso error. Como diría Bad Bunny: “Debí tirar más fotos”… Porque The Home (escrita por James DeMonaco y Adam Cantor) me dejó cero poso. Y ahora me cuesta horrores hacer un análisis desde la mirada comme un scénariste.

La película es, sencillamente, olvidable. Así que me limitaré a los tres apuntes que tomé durante la proyección para vertebrar este texto.


1. Los actores también tienen que comer

Aunque Pete Davidson no sea un cómico de mi devoción, fue su actuación lo que más me sorprendió. En general, el elenco —con algunas caras conocidas— ofrece interpretaciones más que solventes.

Me pregunto si el proceso que llevó a esta película fue que al bueno de Pete le convenció el papel protagónico, y eso hizo que el resto de fichas cayeran. No encuentro otra explicación para entender por qué se hizo esta película.

Si no, que me expliquen por qué actores de la solvencia de John Glover o Bruce Altman (sí, he buscado por internet para no poner “el tío de Gremlins” y “el otro señor canoso que he visto alguna vez pero no sé dónde”) se suman a este despropósito.

Porque, al final del día, ser actor es una profesión. Algunos días harás cosas que te gustan más, otras menos. A veces se nos olvida que ellos también pagan alquiler.


2. El diseño de sonido

Todos sabemos que el sonido es uno de los recursos más potentes en la producción cinematográfica. Puede convertir una misma escena en una comedia desternillante o en un thriller que atrapa. Es una herramienta poderosa para crear tensión y ubicar emocionalmente al espectador.

Aunque no es el único ejemplo que he notado en Sitges, The Home es uno de los más flagrantes: utiliza el sonido —únicamente la banda sonora— como excusa para asustar al espectador.

Pero el sonido no compensa una escena floja. Se dice que una película se escribe tres veces: en guion, en rodaje y en edición. Pero nunca al revés.


3. Los aplausos en Sitges y el tercer acto

Una de las discusiones más recurrentes en las filas del cine fue con mi amigo Álex: los terceros actos. Según la teoría, el tercer acto acoge el último viaje del héroe, cuando se enfrenta a su prueba final con todo lo aprendido antes.

En The Home, esto se cumple (SPOILER: el protagonista descubre la trama de misterio, recibe una revelación final y activa el clímax). Pero mi opinión es clara: el clímax, por muy importante que sea en la historia (que lo es), no debe justificar la tibieza de lo anterior. El clímax es una consecuencia, no una excusa. Es el final del pasillo, no una puerta lateral.

Eso sí, es muy cool escribir:

INT. PASILLO GERIÁTRICO – NOCHE

¡FLASH! Un trueno estremecedor ensordece el pasillo oscuro, e ilumina brevemente la cara del protagonista, hacha en mano. De su rostro solo distinguimos su sonrisa y ojos rabiosos, dejando el resto cubiert o de sangre.

¡Uoooooh! ¡Qué cool! ¡Mi prota a lo Carrie clamando venganza! ¡Esto va a arrancar un tsunami de aplausos que justificará el anodino rato que he hecho pasar al público!

Pero, un momento… ¿No he visto esa escena en las otras casi 250 películas que me está ofreciendo el Festival?


Epílogo: reflexión final de guionista

Querido lector, dirás: ¿qué reflexión de guionista me has hecho, si apenas has hablado del guion? Bueno, la razón es que no puedo decir mucho del guion. Y ya dije que no quería ser inquisitivo con el trabajo de los demás.

Eso sí, una conclusión contradictoria:

The Home me dio esperanzas: si encuentro la conexión adecuada en la industria, soy capaz de llevar a cabo CUALQUIER proyecto que me proponga. (Vamos, ¿cómo de difícil es superar ese guion?)

The Home también me frustró: debo encontrar esa conexión adecuada, porque el guion —si hay otros factores con más peso por en medio— no es lo importante.