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Reflexiones de un guionista en Sitges. Parte II: Mag Mag

Reflexiones de un guionista en Sitges. Parte II: Mag Mag
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Carlos García Porcel, 23/10/2025

Antes de nada, quiero confesar mi racismo hacia lo que solemos llamar “cine oriental” —una etiqueta tan amplia como absurda, que mete en el mismo saco a Japón, China, India, las Corea y, si me apuras, hasta Australia, que recuerda que soy racista y para mí es Inglaterra con boomerang.

Es un cine que no entiendo.

Quizás sea su narrativa fragmentada, más estructurada en capítulos que en inicio-nudo-desenlace (lo que se llama, y permitidme el término pedante, aristotélica); quizás sus guiones, a veces ultraexpositivos y delirantes; o sus actuaciones, que parecen operar en una dimensión donde interpretan sus papeles mientras alguien les arranca el pelo púbico.

En definitiva: no me gusta. Mi amigo Álex, que prácticamente vive en Casa Asia, me va a echar del blog, lo sé.

Y eso me fastidia, porque Mag Mag tenía algo que me habría encantado disfrutar. La directora, Yuriyan Retriever, nos transmitió una energía arrolladora en la presentación de la película. Fue imposible no empatizar con ella.

Paradójicamente, el guion —escrito por Eisuke Naitô— no es un total desastre. De hecho, tenía un ritmo bastante sólido. Aunque se apoya en pequeñas elipsis y pone toda la carne en el asador en su prólogo (donde se nos presenta al “monstruo” de la historia), consigue articular una progresión clara de inicio, nudo y desenlace. Un 8 en estructura. Y yo, in love con la estructura.

Entonces, ¿por qué no me gustó la película?

Vuelvo a mi prejuicio cinematográfico: el humor. Ese humor “amarillo” que, en esta propuesta, se usa como objeto de mofa la obesidad, ningunear a las mujeres (cuando algo no es ni machista ni feminista, ya sabemos lo que es), y trivializar las enfermedades mentales.

Incluso diría que hay una burla implícita hacia las pieles más oscuras que el #FFD635. Como buen ignorante, esto lo saco de un podcast (otro hombre blanco con un podcast…), pero no es ajena a los reproches habituales que recibe Japón por sus propias rarezas culturales.

La protagonista —que apenas aparece en pantalla, sin ser necesario que lo haga más— es una joven obsesionada con un chico bastante anodino, y persigue a un pobre monstruo que, irónicamente, resulta más interesante que ella.

Su histrionismo forma parte de esta propuesta caótica, algo repetitiva, y que probablemente será la única película japonesa que vea este año.

ごめんなさい