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Especial Oscars 2006: La Ceremonia

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Irulan, 06/03/2006


Los Oscars se han hecho mayores, y casi ni debería sorprendernos. La noche del colorido, la frivolidad, la tradición, la corrección política y las películas mainstream parece haber desaparecido, y en su lugar nos encontramos con seriedad, mucha seriedad. ¿Qué ha pasado? Quizá es la situación política de los EE. UU., quizá es que los votantes están madurando, pero este año ya sólo en las nominaciones se podía ver que algo estaba cambiando. Unas nominaciones donde reinaba lo independiente, donde a Mejor Película competían cuatro títulos (Munich la excepción) con presupuestos inferiores a los diez millones de dólares, donde entre los nominados había muchos temas comprometidos y donde el presentador no era un actor cómico y gesticulante, sino un reputado humorista de la televisión.
No es de extrañar que la noche empezara rara. Poco se pudo ver de la alfombra roja, y allí sorprendieron varias cosas: desde la mayoría aplastante de varones hasta la sencillez del vestuario (nada arriesgado) de ellas. Eso sí, si hubiera que destacar algo serían las ausencias. ¿Qué pasaba este año que faltaban tantos rostros tan conocidos? Ni Peter Jackson (compitiendo como competía King Kong en los técnicos), ni los ganadores del año pasado Clint Eastwood y Cate Blanchett, ni habituales del glamour hollywoodiense como Gwyneth Paltrow, Natalie Portman, Scarlett Johanson, Johnny Depp, Harrison Ford, Penélope Cruz o las famosas parejitas compuestas por Brad Pitt + Angelina Jolie y Tom Cruise + (la embarazadísima) Katie Holmes. Quizá, pensamos muchos, los veríamos dentro del Kodak Theatre, pero eso no sucedió.
La gala de la 78 edición de los Premios de la Academia empezó con puntualidad. Lo primero que pudimos ver fue un decorado inspirado en la arquitectura del Art Decó (¿presagio de los premios de King Kong?) y que figuraba ser una sala de cine encabezada por un enorme letrero donde se leía la palabra Oscar (¿sólo yo pensé que ese texto copiaba formalmente al logotipo de Vespa?). Los colores del decorado eran sobrios: grises, azules sucios, perlados y algún que otro plateado en unas columnas que eran lo más kitsch de un escenario ya de por sí bastante hortera (y ya es difícil hacer algo así cuando el trasfondo es, como ya dije, de Art Decó).
Pronto vimos al presentador, un elegante Jon Stewart que cumplió en una noche llena de fino (¿y frío?) sentido del humor, de vídeos que nos recordaban géneros (brillante el del cine negro, lleno de ausencias el de las biografías) o que quitaban hierro a la polémica homosexual (esos cowboys… quizá algo manidos, pero con un montaje brillante hecho con mucha mala baba). Una noche donde hubo quizá poca pasión al recoger los premios, donde el mismo Stewart fue quizá demasiado estático pero donde hubo espacio para ciertos toques de incorrección política simplemente magistrales (para la posteridad debería quedar ese vídeo de dos viejitos hablando de las actrices nominadas).
Los presentadores fueron todos más que correctos, destacando la hilarante presencia de Ben Stiller sobre el escenario. ¿Nadie ha pensado que sería un genial presentador de la gala? Su croma verde casi al principio de la ceremonia fue quizá el momento más divertido de la misma, al igual que fue difícil superar el discurso del primer ganador, un George Clooney que nada más abrir la boca dijo ”entonces ya no gano Mejor Director” y que después mezcló de forma sabia el humor con el compromiso político (que no pudo faltar en una noche como esta). Y es que éstos no fueron, como ya adelantaba, unos Oscars de lágrimas y emociones sobre el escenario, sino unos Oscars bastante más reflexivos y, no me cansaré de decirlo, serios. La noche transcurrió de forma tranquila y con una organización mucho más inteligente que la del año anterior. Los tres números musicales no resultaron ni aburridos ni interminables (aunque la coreografía que ilustraba la canción de Crash fue totalmente ridícula), los mencionados discursos fueron largos pero no eternos y los ganadores fueron muchas veces encantadores (esas pajaritas pequeñas a juego con las propias de Wallace y Gromit, esos pingüinos de peluche de El viaje del emperador,…).

En cuanto a esos mismos ganadores, esta ha debido de ser la ceremonia de los Oscars más y menos sorpresiva que yo puedo recordar. Sí, más y menos. Por un lado, casi todos los premios gordos estaban tan cantados que la mayor parte de los ganadores ni siquiera se sorprendió de verse con la estatuilla en la mano. A veces hasta resultaba aburrido que fuese tan previsible. La primera sorpresa de la noche llegaba con la banda sonora, donde el score de Brokeback Mountain se alzaba con un premio que todos pensábamos que iría para Memorias de una Geisha (poseedora de una partitura muchísimo mejor, sin ánimo de menosprecio). Sin embargo todos pensamos que ahí acabarían los sobresaltos, y para cuando llegaba la recta final aquello parecía hasta casi de broma (y ahora sube Seymour Hoffman, ahora Reese, ahora Ang Lee,…). Sin embargo nos esperaba la traca final. Jack Nicholson abría un sobre para leer cuál era la mejor película y de repente ponía una cara rarísima (le faltó decir ¡coño!) y decía Crash casi sin creérselo. Pero es que no se lo creía nadie. El equipo del film de Paul Haggis se ponía de pie con cara de alucinación. Ni siquiera ellos se esperaban el premio y se notó, vaya si se notó. Fue increíble el ambiente cuasienrarecido que se vivió durante varios segundos, esos que todos necesitamos para darnos cuenta de que no había sido una broma y de que Brokeback Mountain, favorita entre las favoritas no había ganado.
Qué cosa más rara y qué regusto más extraño se nos quedó a todos… ¿qué habrá pasado? Parecía que este era el premio más obvio de todos, la película había arrasado en TODOS lados, era la favorita de la crítica, estaba funcionando en taquilla,… Y ojo que no entro a decir si era o no la mejor, cada cual tiene su opinión, pero sí era cierto que es de esos premios que todo el mundo sabe por adelantado. Mucho se va a hablar de este momentazo de los Oscars 2006, y durante mucho tiempo.

Pero volvamos a frivolizar, o por lo menos a intentarlo. En una gala como esta, llena de sobriedad, faltó glamour. Ellos y ellas aparecieron vestidos de forma sencilla y casi opaca. Empecemos con los chicos: todos elegantes, con sus chaqués, sus corbatas, sus solapas y sus pajaritas (algunas demasiado grandes, como la de Jake Gyllenhaal, aun así el más guapo de la noche luciendo barba de tres días), tanto que parecían casi uniformados. Destacaron Joaquin Phoenix (de riguroso negro pero con una cara muy rara y aspecto hinchado) y el ganador Philip Seymour Hoffman, para mí el mejor de la noche. En lo ¿negativo? Tim Burton como siempre jugando a ser original, luciendo una corbata con estampado de calaveras (qué cosa tan genial) y un pelo que hace mucho que no ha visto un peine. Y también Jaime Foxx, un hombre que ya ha demostrado con creces tener más bien poco estilo.

George Clooney - Eric Bana y esposa - Philip Seymour Hoffman - David Strathairn - Jake Gyllenhaal
Pero si algo importa en realidad son los modelitos de las chicas. Y eso que este año casi hay poco que comentar. Se llevaron prendas sencillas, con cola. Se llevó el maquillaje natural y en el pelo recogidos que permitían ver larguísimos pendientes que hacían así la función de los collares. Una gran mayoría apostó por el negro y lo cierto es que así acertaron. Hillary Swank se está convirtiendo en una de las mujeres más elegantes del panorama cinematográfico actual, y aun no siendo demasiado agraciada, estaba guapísima con un sencillo palabra de honor negro (bueno, quizá tenía el pecho demasiado bajo). Como ella Sandra Bullock, Jennifer Aniston, Catherine Keener, Queen Latifah (no tan extrema como podríamos pensar), Ziyi Zhang (la falda era bonita, pero el escote de su vestido resultaba espantoso y poco favorecedor), Felicity Huffman (de nuevo escote equivocado pero muy buen maquillaje), Jennifer Jason Leigh (preciosa) o nuestra Paz Vega (que por una vez no iba medio desnuda). Eso sí, la mejor mujer de negro fue Rachel Weisz, quizá la más guapa de la noche junto a Meryl Streep. Tras el negro, destacaron los colores de la naturaleza, como los marrones que vimos por ejemplo en la nominada Amy Adams (bonito pelo, feito traje) o la siempre bella Maggie Gyllenhaal (cuyo vestido a más de uno haría recordar a la Natalie Portman del año pasado). Vimos también burdeos, en Keira Knightley (con un collar muy mal elegido) y vimos el verde oscuro de una espantosa Charlize Theron, quizá la más desacertada de la noche con un pelo y un maquillaje heredados de la Brigitte Bardot de los setenta y un vestido horroroso que llevaba una especie de lazo en el hombro que era más grande que su cabeza y que además le quedaba grande.

Jessica Alba - Amy Adams - Salma Hayek - Jennifer Aniston - Charlize Theron
Como siempre, tampoco pudieron faltar los tonos claros. El habitual champán que lucía Jessica Alba (mujer sosa en el vestir donde las haya) o los modelitos de Jennifer Garner (otro horrible escote, que la convertía en Pocojuntas) o Dolly Parton, que en sí misma es un cromo y aquí lució dos horribles creaciones. De igual manera que Judi Dench, muy acorde con su edad, y la ganadora Reese Witherspoon, que parecía una princesa y estaba muchísimo más guapa que en los Globos de Oro. Y sorprendió lo que podríamos llamar el Trío Calavera: Nicole Kidman, Uma Thurman y Naomi Watts, las tres con pieles clarísimas (casi translúcidas), pelos rubísimos (¿usarán Thurman y Kidman el mismo tinte?) y vestidos casi blancos. Parecían tres espectros. Y encima ninguna estaba demasiado guapa: Kidman porque de tanta operación se empieza a parecer a Michael Jackson, Thurman porque llevaba los ojos maquillados de tal forma que no se sabía muy bien si la habían pegado, era yonki o llevaba varios meses sin dormir, y Watts porque llevaba un vestido que parecía hecho con papel higiénico. Una pena.

Felicity Huffman - Jennifer Garner - Catherine Keener - Jennifer Lopez - Keira Knightley
La nota de color de la noche la pusieron dos latinas que, sin ser nunca de las más elegantes aquí estuvieron bastante acertadas: Jennifer López de verde (y con un vestido que quizá no la favorecía demasiado… y si no miren ustedes esos brazos) y Salma Hayek, muy guapa de azul (quizá a su modelito le fallaba el tirante, que le aplastaba un pecho). Color también lucieron Helena Bonhan Carter (¿la única que no fue de largo?) que cada vez se parece más a la novia cadáver y que deber ir a la misma peluquería que su hombre Burton, y Michelle Williams, que se atrevió con el rojo en los labios (esta chica cada vez está más guapa) y un tono amarillo/anaranjado muy bonito.
¿La peor? Sandra Rhodes. No sé quién es, pero he visto una foto suya y me he asustado.

Naomi Watts - Rachel Weisz - Reese Whiterspoon - Hilary Swank - Uma Thurman
Y así termina esta crónica, con la sensación de que hemos vivido una de esas ceremonias más o menos anodinas de premios muy repartidos y de gente yéndose de vacío (Spielberg, que no lo merecía). Una ceremonia que quizá no pasará a la historia (y eso que hacía mucho que no competían tantas películas con tanta categoría) y que si lo hace será por esa extraña sorpresa final que va a hacer correr ríos de tinta cinematográfica.

Jennifer Jason Leigh - Maggie Gyllenhaal - Queen Latifah - Ziyi Zhang

¡¡¡NOS VEMOS EN LOS OSCAR 2007!!!