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Encuentro con Antonio Banderas, Goya de Honor
Inés Barreda, 25/10/2014
“Hace casi 40 años comencé a soñar. Yo admiraba a los actores y habría estado satisfecho sólo con estar en la quinta fila con una lanza, pero que se me llamase actor profesional. Han pasado tantas cosas desde entonces…”. Con esas palabras abrió Antonio Banderas, Goya de Honor 2015, una multitudinaria rueda de prensa en la sede de la Academia, en la que mostró al 100% su afabilidad, su carisma y sus ganas por seguir, que se mantienen intactas como el primer día a pesar de los bretes en los que le ha puesto su trayectoria. “Este Goya me permite hacer balance, hacer una parada y echar la vista atrás. He tenido el inmenso placer de rodar con Fernán Gómez, José Luis López Vázquez o Agustín González, los grandes búfalos del cine español, y, todavía hoy, tengo la fortuna de poder seguir mirando hacia el futuro”. Este reconocimiento tiene para él “una parte de recompensa y una parte de estímulo. Dicen que los premios no son importantes, pero eso es así hasta que te los dan. Te das cuenta de lo bonito que es que valoren tu trayectoria”.

Le falta poco para tocar el techo de las 100 películas, bromea cuando asegura estar “encajando los 55 años” y no le faltan palabras de elogio para los técnicos con los que ha compartido tantos y tantos días de filmación, con los que ahora coincide en el proyecto que está rodando –Altamira–, pero a los que conoce desde hace años. Quizá por ello tiene en la cabeza implicarse “muchísimo más en el cine español, sobre todo en los departamentos de dirección y producción”. En este último terreno ha vivido sinsabores, pero asegura que sabía que éste no iba a ser “un camino de rosas. Nada en mi vida lo ha sido: he dado pasos de hormiguita y, a veces, me he sentido muy solo. A pesar de las cosas malas, no me voy a rendir, voy a seguir adelante”
Antonio Banderas está escribiendo, tiene tres guiones a los que le encantaría poder dedicar un año de trabajo, y tiene pendiente de estreno Autómata, con la que compitió en el Festival de San Sebastián; Knight of Cups, a las órdenes de Terrence Malick; y Los 33, basada en la historia de los mineros chilenos atrapados en la mina de San José.
Vista desde fuera, comparó su profesión con “una estrella de Navidad: brilla mucho por delante, pero por detrás es de cartón”.
"Todo lo que me ha pasado en la vida parece parte de un sueño del que me voy a despertar en cualquier momento. Hay cosas buenas y malas que pasan, pero esa no es mi profesión: ¡esa es la vida! Me gusta el devenir de las cosas y la aceptación de lo bueno y lo malo como parte del juego que jugamos".
"Hay una palabra en este mundo raro que estamos viviendo que aún funciona, y es amor: amor por aquello que haces. Lo hermoso de esta profesión está entre esas dos palabras: acción y corten. Los que quieren dedicarse a esto tienen que engancharse a la esencia de lo que significa esta profesión, porque todo lo demás les vendrá”. Propugnó, para finalizar, la magia de cualquier sala de cine, “que te cuenten una historia en la oscuridad de un cine sigue siendo algo maravilloso. Amor por eso es lo que yo aconsejaría a los jóvenes”.
Antonio Banderas es un tio que cae bien y el próximo 8 de febrero recibirá el aplauso de sus compañeros de profesión cuando reciba el Goya de Honor durante la gala de los 29 Premios Goya.

Le falta poco para tocar el techo de las 100 películas, bromea cuando asegura estar “encajando los 55 años” y no le faltan palabras de elogio para los técnicos con los que ha compartido tantos y tantos días de filmación, con los que ahora coincide en el proyecto que está rodando –Altamira–, pero a los que conoce desde hace años. Quizá por ello tiene en la cabeza implicarse “muchísimo más en el cine español, sobre todo en los departamentos de dirección y producción”. En este último terreno ha vivido sinsabores, pero asegura que sabía que éste no iba a ser “un camino de rosas. Nada en mi vida lo ha sido: he dado pasos de hormiguita y, a veces, me he sentido muy solo. A pesar de las cosas malas, no me voy a rendir, voy a seguir adelante”
Antonio Banderas está escribiendo, tiene tres guiones a los que le encantaría poder dedicar un año de trabajo, y tiene pendiente de estreno Autómata, con la que compitió en el Festival de San Sebastián; Knight of Cups, a las órdenes de Terrence Malick; y Los 33, basada en la historia de los mineros chilenos atrapados en la mina de San José.
Vista desde fuera, comparó su profesión con “una estrella de Navidad: brilla mucho por delante, pero por detrás es de cartón”.
"Todo lo que me ha pasado en la vida parece parte de un sueño del que me voy a despertar en cualquier momento. Hay cosas buenas y malas que pasan, pero esa no es mi profesión: ¡esa es la vida! Me gusta el devenir de las cosas y la aceptación de lo bueno y lo malo como parte del juego que jugamos".
"Hay una palabra en este mundo raro que estamos viviendo que aún funciona, y es amor: amor por aquello que haces. Lo hermoso de esta profesión está entre esas dos palabras: acción y corten. Los que quieren dedicarse a esto tienen que engancharse a la esencia de lo que significa esta profesión, porque todo lo demás les vendrá”. Propugnó, para finalizar, la magia de cualquier sala de cine, “que te cuenten una historia en la oscuridad de un cine sigue siendo algo maravilloso. Amor por eso es lo que yo aconsejaría a los jóvenes”.
Antonio Banderas es un tio que cae bien y el próximo 8 de febrero recibirá el aplauso de sus compañeros de profesión cuando reciba el Goya de Honor durante la gala de los 29 Premios Goya.