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El espíritu de La Colmena 30 años después

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Ninguno, 22/09/2003

Ya han pasado 30 años desde que Victor Erice presentara su primera película, El Espíritu de la Colmena en San Sebastián y ganara la Concha de Oro.
Con motivo de esta celebración, la organización del Festival le ha querido rendir un homenaje no sólo con el cartel de este año, una fotografía de Pedro Usabiaga que rememora el cartel original con una Ana Torrent adulta, sino también con la proyección en el Kursaal de la película. Tras la proyección una rueda de prensa reunirá al director Victor Erice, al productor Elias Querejeta y a las dos actrices, niñas en aquella época, Ana Torrent e Isabel Tellería.
El espíritu de la colmena es uno de los clásicos de nuestro cine. Estrenada en los años del franquismo tuvo que recurrir a la metáfora para evitar la censura de la época. El tema fundamental del film de Erice son los obstáculos para formar entendimientos y relaciones. El estilo es una perfecta sinergia con estas preocupaciones. Las imágenes meditativas con unas escenas cuidadosamente compuestas reflejan la monótona paz de la vida del pueblo y el tono contemplativo de su gente. Su iluminación elaborada, que crea una constante interacción entre luces y sombras, y nos da un indicio sobre sus estados de ánimo.
Con guión del propio Erice y de Angel F.Santos, la acción nos sitúa en un pueblo de Castilla en la época de la postguerra. La película se centra en una pareja, Fernando y Teresa, y sus dos pequeñas hijas, Isabel y Ana (interpretada esta última por Ana Torrent). Parecen desconocidos viviendo bajo el mismo techo. No se hablan, no se tocan, apenas se miran. Cada uno habita un mundo personal excluyente al que no permiten entrar a nadie. Es evidente que el impacto de la guerra les ha afectado psicológicamente. Están golpeados, solos, incapaces de comunicarse entre si.
Las niñas van al estreno de un filme clásico de James Whale, El Doctor Frankenstein, sorprendidas frente a lo que ven. Su cara de asombro y sus enormes ojos abiertos en la oscuridad, reflejan una espontaneidad que difícilmente podría alcanzar un actor profesional.
La infancia de Ana se nutre de soledad y de las enseñanzas no siempre fidedignas de su hermana mayor. "En el cine todo es de mentiras. Es un truco" -le aclara Isabel para tranquilizarla, asegurándole que Frankenstein no ha muerto, porque es un espíritu y "Los espíritus no tienen cuerpo. Por eso no se les puede matar". Además le dice que el monstruo ha tomado forma humana y que lo ha visto cerca al pueblo, en una granja abandonada que ambas niñas frecuentan.
Texto e imagen: Inés Barreda