Portada>Noticias>Diario de Sitges 2019 (IX): Siestas y tollinas
Diario de Sitges 2019 (IX): Siestas y tollinas
José Hernández, 11/10/2019
Decía Calderón de la Barca que la vida es sueño, pero eso es porque nunca se pasó por un festival de cine. Si no, habría sido más concreto. Porque entre los madrugones para asistir a las primeras sesiones del día, las horas hasta las que se alargan algunos films, la exigencia mental de ver entre 4 y 6 películas al día y ordenar tus pensamientos para escribir sobre ellas y, al menos en mi caso, el ruido constante hasta las tantas de la madrugada porque mi balcón da a la Calle del Pecado, concretamente a la entrada del Bukkake, a veces los ojitos se cierran en plena sala y no hay nada que hacer porque tu cuerpo pide sábana o tierra.
Hoy, por darme un homenaje, por quererme a mí mismo, he dormido más de 7 horas por primera vez en lo que llevamos de festival. Ninguna de las películas que se proyectaban a primera hora despertaban mi apetito y alguna incluso chocaba con los horarios de una de las que más esperaba este año, así que me he permitido ese capricho (el cual me ha costado un disgusto que ya os contaré mañana). ¿Va a impedir eso que dé alguna cabezada más? Podría pensar que sí, pero como no vivo en una casa de chocolate en la calle de la piruleta, sé que no soy uno de esos elegidos que pueden estar despiertos viendo una de José Luis Garci hasta las 3 y a la mañana siguiente ir a trabajar como si tal cosa. Ya se me están cerrando los ojos...
Por eso, es de agradecer que a estas alturas de festival se programen películas tan divertidas como la coreana THE GANGSTER, THE COP, THE DEVIL (), film policíaco que no deja un momento de respiro al espectador con su ritmo endiablado y sus escenas de acción. La trama, inverosímil pero basada en un hecho real, sigue a un policía y un mafioso que se alían para atrapar a un asesino en serie que, entre sus víctimas, ha intentado acabar con el capo. Una alianza que, por supuesto, está llena de traiciones entre ellos, lo que da más juego si cabe a la historia.
Es mejor no pensar muy detenidamente en el guion, porque haría aguas con facilidad. Entre sus huecos, sus incoherencias y los sucesos convenientemente situados para hacer avanzar la historia de forma maniquea y peliculera, se parece bastante más a la base para un film de explotación que para un thriller serio y sólido. Así que, pese al empaque de su factura visual y a su solvencia narrativa, no hay que pedirle a la película que sea nada más de lo que busca ser: un viaje adrenalínico repleto de excusas para persecuciones a pie o en coche, peleas multitudinarias, hostias como panes, puñales por la espalda y malos de tebeo. Y, como tal, es irreprochable.
La estrella de la función es sin duda Dong-seok Ma, que se está convirtiendo en una de las estrellas de acción más fiables del panorama coreano. Su titánica presencia, como un oso cariñoso y noble que te puede arrancar la cabeza de un zarpazo, le da empaque a un personaje siempre a caballo entre el bien y el mal, lo que le hace mucho más interesante que el poli rebelde de manual y el psicópata caricaturesco que son los otros pilares del film. Sin duda, un actor a seguir.
Y de una película con la que es imposible dormirse a otra que alterna entre lo meditativo y pausado y la explosión de violencia, lo que ha hecho que a algunos les apasione y a otros les aburra. Yo me encuentro entre los primeros, obvio. La china THE WILD GOOSE LAKE () es una reinterpretación posmoderna y visualmente apabullante de los esquemas clásicos del noir, desde la femme fatale hasta el criminal que huye de sus antiguos compinches, pasando por los parajes idílicos que actúan como metáfora de una felicidad que nunca puede alcanzarse por el inevitable fatalismo del género.
La historia se centra en un ladrón de poca monta que se convierte en el hombre más buscado de la región tanto por la policía como por otro clan de maleantes con una vendetta personal contra él. Para poder reunirse con su esposa y escapar juntos o entregarse a las fuerzas del orden solo contará con la ayuda de una prostituta de lealtad cuestionable, con la que establece una relación compleja y cargada de belleza sugerente, entre la fascinación sexual, el romance agridulce, la protección entre dos almas condenadas y el odio y la desconfianza de la rana hacia el escorpión, cuya naturaleza es inevitablemente traicionera.
La puesta en escena de Yinan Diao es una auténtica virguería plástica, elegante y rabiosa, recargada y onírica, inquieta y furibunda cuando la acción llama a dar navajazos de montaje y piruetas de cámara, sofisticada y poética cuando sus personajes sueñan con una vida en la que podrían haber acabado juntos, contenida y metódica cuando mafiosos y policías establecen sus estrategias y planes de forma paralela. La estructura, llena de narraciones en flashback y cambios en el punto de vista, le permite a Yinan jugar con la sorpresa, el fuera de campo y la información elíptica con un resultado que a veces más que misterio o sorpresa provoca cierta confusión, pero que finalmente desmadeja con rotundidad.
El resultado, sin llegar a las cotas de obra maestra, es un film mayúsculo y poderoso, impactante y delicado, lleno de contrastes que se complementan y enriquecen hasta florecer en una hermosa y sangrienta tragedia.
Otro film pausado que cierto público de Sitges ha sido incapaz de aguantar con los ojos abiertos es ADORATION (), cuento bucólico y retorcido sobre dos adolescentes que escapan del mundo adulto por un río, como si fuesen una versión moderna de Huckleberry Finn y el prófugo Jim. El giro que Fabrice Du Welz le da a la historia, y que acaba emparentándola más con La Noche del Cazador, es que huyen de un hospital psiquiátrico en el que la chica estaba ingresada por sus tendencias paranoicas y violentas, que van aflorando a lo largo del viaje.
Rodada con suma elegancia y delicadeza, la historia explora una relación tóxica desde el punto de vista de la inocencia absoluta, desde una tabula rasa que la sociedad no ha corrompido o modelado aún con expectativas y necesidades, pero a la que tampoco ha dado las armas para defenderse emocionalmente. Así, el joven protagonista se ve fascinado sin remisión por su inestable compañera de viaje, va descubriendo todo un mundo de conflictos, sensaciones y sentimientos que le liberan de la férrea educación recibida de su madre, pero que también acaban encarcelándole al aire libre en otro tipo de prisión: la de un corazón cuya bondad inmadura le hace incapaz de decir 'basta'.
Así, por muy loco, violento o moralmente reprensible que sea lo que su enamorada haga, diga o pida, no hay extremo donde él pueda evitar verla como otro pajarillo herido al que intentar curar, cuidar o salvar. Incluso cuando se enfrenta directamente con la realidad del mundo en el que ha estado viviendo como si fuese una ilusión, cuando personas de verdad actúan de espejo para que vea en qué se ha convertido su mundo, es incapaz de liberarse del hechizo. Porque es más fácil vivir en un sueño, olvidar las pesadillas, liberarse de las responsabilidades, y dejarse llevar por la magia.
En este sentido, es una buena acompañante (más bella y sosegada, menos grotesca y violenta) de otra cinta del realizador belga, Alleluia, que también planteaba la descomposición moral a la que una persona puede abandonarse cuando sus necesidades emocionales o sexuales son cubiertas y cuando no tiene la suficiente capacidad o autoestima para liberarse de un hechizo.
Otro film que es como un sueño filmado, o más bien vivido por toda la platea que no salió de la sala espantada a buscar una almohada y una cama, es la soporífera LES PARTICULES (), drama adolescente suizo que en sus momentos más entretenidos es un publireportaje del Gran Colisionador de Hadrones. Seguramente el personal de seguridad extra que había en la sala para evitar que nadie grabase la película venía de este centro para que no sacásemos a la luz sus secretos, pero a mitad de película ya no se sabía ni donde estaban porque se ve que los ronquidos les ahuyentaron.
Reconozco que yo también di muchas cabezadas durante casi toda la película, reacción fisiológica normal ante el Valium hecho largometraje, pero como cada vez que abría los ojos la historia estaba en el mismo sitio, os la puedo contar. Trata de un chaval que se enamora de una chica de su instituto con una peculiar enfermedad, de su relación con su mejor amigo que se tuerce cuando éste se echa novia, y de la extraña desaparición del colega durante una excursión al monte, fruto sin duda de los experimentos con el colisionador que lo habrán mandado a una dimensión paralepordios qué aburrimiento que todo esto sea lo que ocurre en dos horas de película de silencios, pausas, susurros, miradas de cordero, personajes intensitos en voz bajita, imágenes del campo y metáforas de preescolar con que todos somos átomos y energía y solo podríamos tocarnos en otro plano de existencia y lucecitas de colores.
No se trata ya de que sea una película demasiado plomiza para proyectar en el enésimo día de un festival de cine cuyo público pide algo más movido y menos intelectual que esto, sino de que formal y discursivamente es una cosa vacía y topicona, empaquetada con un estilo que quiere apelar a la crítica sesuda pero sin nada que ofrecer a ningún nivel. Como meter la cabeza en un orinal lleno de valeriana.
Y de una película que no ha gustado a nadie a una que parece que solo me ha gustado a mí. La sombra de Brit Marling y Zal Batmanglij es alargada sobre la magnífica STARFISH (), un atmosférico drama lo-fi donde el fin del mundo y una invasión de origen desconocido son empleados como ruido de fondo para abordar conflictos humanos fundamentales para alcanzar la paz interior y la felicidad. Un enfoque que tiene muchos detractores, pero un servidor está entre los que se rinden a su poesía y su emoción.
Estructurada en parte como una trama de aventura gráfica donde la siguiente cinta aporta una nueva pieza del puzle, la mirada de A.T. White se centra casi en exclusiva en su protagonista (una excelente Virginia Gardner), dejando fuera de plano y casi en un entorno imaginario todos aquellos elementos fantásticos que, aunque determinen la trama, son solo accesorios para explorar el duelo de una mujer que lo ha perdido todo (familia, amor, amistad) incluso antes de que el mundo también acabase. El camino de dolor, aceptación y renovación interior se recorre con sensibilidad y belleza formal, pero sin renunciar al suspense y a la sugerencia.
Además, White añade otro plano de lectura al film gracias a varios elementos metatextuales que comienzan desde los títulos de crédito y se formalizan en fugas de las propias barreras del celuloide, consiguiendo que el espectador cuestione la verdad de lo que está viendo la protagonista y por tanto se centre en su contenido alegórico, en su función como símbolo de su proceso psicológico. Ese desapego kaufmaniano convierte lo que ya era un viaje emocional en una estimulante disertación sobre la fuerza del arte para hablar sobre nosotros desde un espejo deformado pero reconocible.
Para el artículo de mañana, la película de clausura, un juego de niñas psicópatas, una frikada con Jesucristo repartiendo tollinas, una cinta de animación japonesfdfsdfssgglksksalfgañgfakgPERDÓN que he dado otra cabezada. Voy a por un café, que me espera Will Forte pactando con el diablo.
@DamnedMartian
Hoy, por darme un homenaje, por quererme a mí mismo, he dormido más de 7 horas por primera vez en lo que llevamos de festival. Ninguna de las películas que se proyectaban a primera hora despertaban mi apetito y alguna incluso chocaba con los horarios de una de las que más esperaba este año, así que me he permitido ese capricho (el cual me ha costado un disgusto que ya os contaré mañana). ¿Va a impedir eso que dé alguna cabezada más? Podría pensar que sí, pero como no vivo en una casa de chocolate en la calle de la piruleta, sé que no soy uno de esos elegidos que pueden estar despiertos viendo una de José Luis Garci hasta las 3 y a la mañana siguiente ir a trabajar como si tal cosa. Ya se me están cerrando los ojos...
Por eso, es de agradecer que a estas alturas de festival se programen películas tan divertidas como la coreana THE GANGSTER, THE COP, THE DEVIL (), film policíaco que no deja un momento de respiro al espectador con su ritmo endiablado y sus escenas de acción. La trama, inverosímil pero basada en un hecho real, sigue a un policía y un mafioso que se alían para atrapar a un asesino en serie que, entre sus víctimas, ha intentado acabar con el capo. Una alianza que, por supuesto, está llena de traiciones entre ellos, lo que da más juego si cabe a la historia.
Es mejor no pensar muy detenidamente en el guion, porque haría aguas con facilidad. Entre sus huecos, sus incoherencias y los sucesos convenientemente situados para hacer avanzar la historia de forma maniquea y peliculera, se parece bastante más a la base para un film de explotación que para un thriller serio y sólido. Así que, pese al empaque de su factura visual y a su solvencia narrativa, no hay que pedirle a la película que sea nada más de lo que busca ser: un viaje adrenalínico repleto de excusas para persecuciones a pie o en coche, peleas multitudinarias, hostias como panes, puñales por la espalda y malos de tebeo. Y, como tal, es irreprochable.
La estrella de la función es sin duda Dong-seok Ma, que se está convirtiendo en una de las estrellas de acción más fiables del panorama coreano. Su titánica presencia, como un oso cariñoso y noble que te puede arrancar la cabeza de un zarpazo, le da empaque a un personaje siempre a caballo entre el bien y el mal, lo que le hace mucho más interesante que el poli rebelde de manual y el psicópata caricaturesco que son los otros pilares del film. Sin duda, un actor a seguir.
Y de una película con la que es imposible dormirse a otra que alterna entre lo meditativo y pausado y la explosión de violencia, lo que ha hecho que a algunos les apasione y a otros les aburra. Yo me encuentro entre los primeros, obvio. La china THE WILD GOOSE LAKE () es una reinterpretación posmoderna y visualmente apabullante de los esquemas clásicos del noir, desde la femme fatale hasta el criminal que huye de sus antiguos compinches, pasando por los parajes idílicos que actúan como metáfora de una felicidad que nunca puede alcanzarse por el inevitable fatalismo del género.
La historia se centra en un ladrón de poca monta que se convierte en el hombre más buscado de la región tanto por la policía como por otro clan de maleantes con una vendetta personal contra él. Para poder reunirse con su esposa y escapar juntos o entregarse a las fuerzas del orden solo contará con la ayuda de una prostituta de lealtad cuestionable, con la que establece una relación compleja y cargada de belleza sugerente, entre la fascinación sexual, el romance agridulce, la protección entre dos almas condenadas y el odio y la desconfianza de la rana hacia el escorpión, cuya naturaleza es inevitablemente traicionera.
La puesta en escena de Yinan Diao es una auténtica virguería plástica, elegante y rabiosa, recargada y onírica, inquieta y furibunda cuando la acción llama a dar navajazos de montaje y piruetas de cámara, sofisticada y poética cuando sus personajes sueñan con una vida en la que podrían haber acabado juntos, contenida y metódica cuando mafiosos y policías establecen sus estrategias y planes de forma paralela. La estructura, llena de narraciones en flashback y cambios en el punto de vista, le permite a Yinan jugar con la sorpresa, el fuera de campo y la información elíptica con un resultado que a veces más que misterio o sorpresa provoca cierta confusión, pero que finalmente desmadeja con rotundidad.
El resultado, sin llegar a las cotas de obra maestra, es un film mayúsculo y poderoso, impactante y delicado, lleno de contrastes que se complementan y enriquecen hasta florecer en una hermosa y sangrienta tragedia.
Otro film pausado que cierto público de Sitges ha sido incapaz de aguantar con los ojos abiertos es ADORATION (), cuento bucólico y retorcido sobre dos adolescentes que escapan del mundo adulto por un río, como si fuesen una versión moderna de Huckleberry Finn y el prófugo Jim. El giro que Fabrice Du Welz le da a la historia, y que acaba emparentándola más con La Noche del Cazador, es que huyen de un hospital psiquiátrico en el que la chica estaba ingresada por sus tendencias paranoicas y violentas, que van aflorando a lo largo del viaje.
Rodada con suma elegancia y delicadeza, la historia explora una relación tóxica desde el punto de vista de la inocencia absoluta, desde una tabula rasa que la sociedad no ha corrompido o modelado aún con expectativas y necesidades, pero a la que tampoco ha dado las armas para defenderse emocionalmente. Así, el joven protagonista se ve fascinado sin remisión por su inestable compañera de viaje, va descubriendo todo un mundo de conflictos, sensaciones y sentimientos que le liberan de la férrea educación recibida de su madre, pero que también acaban encarcelándole al aire libre en otro tipo de prisión: la de un corazón cuya bondad inmadura le hace incapaz de decir 'basta'.
Así, por muy loco, violento o moralmente reprensible que sea lo que su enamorada haga, diga o pida, no hay extremo donde él pueda evitar verla como otro pajarillo herido al que intentar curar, cuidar o salvar. Incluso cuando se enfrenta directamente con la realidad del mundo en el que ha estado viviendo como si fuese una ilusión, cuando personas de verdad actúan de espejo para que vea en qué se ha convertido su mundo, es incapaz de liberarse del hechizo. Porque es más fácil vivir en un sueño, olvidar las pesadillas, liberarse de las responsabilidades, y dejarse llevar por la magia.
En este sentido, es una buena acompañante (más bella y sosegada, menos grotesca y violenta) de otra cinta del realizador belga, Alleluia, que también planteaba la descomposición moral a la que una persona puede abandonarse cuando sus necesidades emocionales o sexuales son cubiertas y cuando no tiene la suficiente capacidad o autoestima para liberarse de un hechizo.
Otro film que es como un sueño filmado, o más bien vivido por toda la platea que no salió de la sala espantada a buscar una almohada y una cama, es la soporífera LES PARTICULES (), drama adolescente suizo que en sus momentos más entretenidos es un publireportaje del Gran Colisionador de Hadrones. Seguramente el personal de seguridad extra que había en la sala para evitar que nadie grabase la película venía de este centro para que no sacásemos a la luz sus secretos, pero a mitad de película ya no se sabía ni donde estaban porque se ve que los ronquidos les ahuyentaron.
Reconozco que yo también di muchas cabezadas durante casi toda la película, reacción fisiológica normal ante el Valium hecho largometraje, pero como cada vez que abría los ojos la historia estaba en el mismo sitio, os la puedo contar. Trata de un chaval que se enamora de una chica de su instituto con una peculiar enfermedad, de su relación con su mejor amigo que se tuerce cuando éste se echa novia, y de la extraña desaparición del colega durante una excursión al monte, fruto sin duda de los experimentos con el colisionador que lo habrán mandado a una dimensión paralepordios qué aburrimiento que todo esto sea lo que ocurre en dos horas de película de silencios, pausas, susurros, miradas de cordero, personajes intensitos en voz bajita, imágenes del campo y metáforas de preescolar con que todos somos átomos y energía y solo podríamos tocarnos en otro plano de existencia y lucecitas de colores.
No se trata ya de que sea una película demasiado plomiza para proyectar en el enésimo día de un festival de cine cuyo público pide algo más movido y menos intelectual que esto, sino de que formal y discursivamente es una cosa vacía y topicona, empaquetada con un estilo que quiere apelar a la crítica sesuda pero sin nada que ofrecer a ningún nivel. Como meter la cabeza en un orinal lleno de valeriana.
Y de una película que no ha gustado a nadie a una que parece que solo me ha gustado a mí. La sombra de Brit Marling y Zal Batmanglij es alargada sobre la magnífica STARFISH (), un atmosférico drama lo-fi donde el fin del mundo y una invasión de origen desconocido son empleados como ruido de fondo para abordar conflictos humanos fundamentales para alcanzar la paz interior y la felicidad. Un enfoque que tiene muchos detractores, pero un servidor está entre los que se rinden a su poesía y su emoción.
Estructurada en parte como una trama de aventura gráfica donde la siguiente cinta aporta una nueva pieza del puzle, la mirada de A.T. White se centra casi en exclusiva en su protagonista (una excelente Virginia Gardner), dejando fuera de plano y casi en un entorno imaginario todos aquellos elementos fantásticos que, aunque determinen la trama, son solo accesorios para explorar el duelo de una mujer que lo ha perdido todo (familia, amor, amistad) incluso antes de que el mundo también acabase. El camino de dolor, aceptación y renovación interior se recorre con sensibilidad y belleza formal, pero sin renunciar al suspense y a la sugerencia.
Además, White añade otro plano de lectura al film gracias a varios elementos metatextuales que comienzan desde los títulos de crédito y se formalizan en fugas de las propias barreras del celuloide, consiguiendo que el espectador cuestione la verdad de lo que está viendo la protagonista y por tanto se centre en su contenido alegórico, en su función como símbolo de su proceso psicológico. Ese desapego kaufmaniano convierte lo que ya era un viaje emocional en una estimulante disertación sobre la fuerza del arte para hablar sobre nosotros desde un espejo deformado pero reconocible.
Para el artículo de mañana, la película de clausura, un juego de niñas psicópatas, una frikada con Jesucristo repartiendo tollinas, una cinta de animación japonesfdfsdfssgglksksalfgañgfakgPERDÓN que he dado otra cabezada. Voy a por un café, que me espera Will Forte pactando con el diablo.
@DamnedMartian