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CINeol entrevista a... Rodrigo Cortés (director de Concursante)

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tiku, 14/03/2007

Con 16 años, Rodrigo Cortés se inicia en el cine con una vieja cámara de súper-8 gracias al corto El descomedido y espantoso caso del victimario de Salamanca, al que sigue Siete escenas de la vida de un insecto. En 1998 rueda el videoclip de la canción Sick of you, del grupo Onion, para la película de Alejandro Amenábar Abre los ojos, y el cortometraje Yul, que recibe casi una veintena de premios. Tres años después, estrena 15 días, que consigue cincuenta y siete galardones nacionales e internacionales y se convierte en el cortometraje más premiado en la historia del cine español. En primavera de 2001 es seleccionado por el programa de TVE Versión Española para participar en la primera edición en España de Los diminutos del calvario. Mientras su corto 15 días recorre el circuito profesional, realiza diferentes piezas publicitarias y videoclips. Concursante, su primer largometraje, es una conspiración insólita, un secreto desvelado, la crónica trepidante del ascenso y caída de un hombre normal que ve cómo su destino experimenta un giro brutal cuando gana el mayor premio jamás concedido en la Historia de la Televisión.
Podéis ver el trailer de la película pinchando aquí si os apetece ver un pequeño avance de Concursante antes de que Rodrigo nos cuente detalles sobre ella.

Antes de nada, gracias por sacar un hueco en estos días tan liados para atender a CINeol y responder a nuestras preguntas.
Vienes del mundo del corto después de ganar numerosos premios gracias a obras como 15 días o Yul, ¿cuáles son las diferencias más destacables que encuentras entre estos dos mundos tan, a priori, distintos?
Rodrigo: No he encontrado apenas diferencias, salvo las más objetivas, referidas al tiempo. Las herramientas son las mismas; la gramática, la misma. No hay un vocabulario diferente para abordar la narración audiovisual. Una semana se convierte en ocho y las ojeras crecen, eso es todo.
¿Qué supuso, a todos los niveles, tener un corto tan premiado como 15 días?
R: No mucho, en un inicio. El teléfono no explotó por acumulación de llamadas ni las ofertas cayeron del cielo. Pero sí hizo mucho ruido, y eso facilitó mi periplo cuando llegó la hora de pasear el guión de Concursante bajo el brazo. La propuesta del largo es arriesgada, plantea una narrativa vertiginosa y explosiva, poco común en nuestro cine. 15 días mostraba de forma gráfica que era posible hacerlo de forma solvente. Probablemente, nunca hubiera logrado rodar Concursante si, junto con el guión, no hubiera podido mostrar el corto...
¿En qué momento nace la idea y los primeros borradores de lo que acabará siendo tu primer largo?
R: Nació mientras recorría el circuito con 15 días. Algo que leí en el periódico. Alguna semilla, aún incipiente, que quedó agazapada en algún pliegue del subconsciente y emergió de un modo completamente distinto un año después, cuando me senté de forma efectiva delante del ordenador. Comencé haciendo una escaleta, un breve tratamiento, una primera versión del guión. Otra. Otra... Hubo que investigar mucho para que la historia resultaba plausible y explicable legalmente, porque se abordan aspectos muy oscuros del sistema financiero. Hasta que no concluí la séptima versión, no comencé a mostrarlo.
Defínenos lo que uno se encuentra al ver Concursante.
R: Concursante es la crónica trepidante del ascenso y caída de un hombre normal que ve cómo su destino experimenta un giro brutal cuando gana el mayor premio jamás concedido en la historia de la televisión. Formalmente, plantea un mixtura epiléptica de formatos y texturas (35 mm, súper-16, súper-8, fotografía estática, color, blanco y negro...) y un montaje partido, no lineal, no cronológico, muy agresivo, desacomplejado, destinado a sumergirnos en la alteración y desconcierto internos que sacuden al protagonista, dominado por fuerzas superiores a él. La película sigue los impulsos eléctricos que conducen los recuerdos, el aparente caos con que uno ordena una narración cuando comienza a explicar su historia y se da cuenta de que ha olvidado algo y necesita volver a atrás. Concursante es, formalmente, vértigo al servicio de la narración.
¿Pudo Leonardo Sbaraglia con la presión de soportar el peso de la película con su omnipresencia casi en cada secuencia?
R: Lo de Leonardo en Concursante es casi sobrenatural, excede el mero talento para convertirse en magia. El arco evolutivo que conduce a Martín, el protagonista, de la convencionalidad a la demencia más explosiva, es casi un catálogo de recursos actorales digno de estudio. Se lanzó al vacío desde una altura de 14 pisos, sin red, para lograr lo que ha logrado. Su compromiso y capacidad de trabajo, su rapidez de reflejos, han excedido con mucho el simple deber.
¿Tuviste claro desde un principio que se trataba de la historia que querías llevar al cine en tu debut, o disponías de más proyectos en la recámara?
R: Era mi única bala. De algún modo, me pareció la única manera de acumular en un solo punto la enorme cantidad de energía necesaria para materializar una improbabilidad estadística.
El ritmo de rodaje de Concursante fue frenético, ¿supuso esto tener algún problema más grave de los imaginados para cuadrar fechas y planos rodados?
R: Claro. Pero no podíamos permitir que eso atravesara la pantalla. No se reparten octavillas en los cines rogando compresión, hay que usar las posibles limitaciones a favor y convertirlas en bazas. Sólo contábamos con seis semanas de rodaje para una película que tal vez hubiera requerido diez, lo que nos obligó a sostener un ritmo de rodaje entre los 25 y los 30 planos diarios. Planos muy difíciles de iluminar, con mucho movimiento, travelings, grúas... El trabajo de David Azcano, el operador, de Antón Leguna, el director de arte, de la gente de vestuario, maquillaje, peluquería, el de todo el equipo, es sencillamente espectacular. Hace tres años hubiera firmado el resultado con el doble de presupuesto.
Se hablan de influencias y referencias de películas y directores como El club de la lucha o el cine de Scorsese, ¿podrías explicarnos qué coges de cada uno y como lo plasmas en la pantalla?
R: Es un bagaje inespecífico que uno va acumulando y acaba por conformar algo así como una batería de herramientas formales listas para usar. Desde muy niño, me siento especialmente atraído por los «directores de montaje». Me refiero a cineastas como Eisenstein, Keaton, Hitchcock, Welles, Scorsese... En lo concreto, supongo que puede detectarse determinada fascinación por el uso de la voz el off, congelados de la imagen, barridos violentos, invectivas directas a cámara...

¿El resultado final de Concursante se distancia, por cualquier motivo, del que tenías inicialmente en mente?
R: No. Lo cierto es que la película de la pantalla se parece mucho a la de la cabeza. Pero no respondo por mi cabeza.
¿Gana o pierde algo respecto a la idea inicial?
R: Lo mejor es que la versión de la pantalla existe.
¿Durante cuánto tiempo se prolongó el trabajo en el montaje y la banda sonora?
R: No mucho, todo en esta película se ha hecho deprisa. Tal vez ocho semanas para el montaje y cuatro para la banda sonora, siempre a la velocidad de la luz. Esta película ha resultado frenética por dentro y por fuera.
Concursante se desmarca técnica y estéticamente de los productos nacionales, ¿cómo ha sido el proceso para conseguir esta identidad visual?
R: Todo comienza con una dosis suficiente de demencia, un déficit demostrable de sentido común. Hay que estar dispuesto a arriesgar de verdad, huyendo de términos medios o zonas de nadie. En lo fotográfico, siempre hablamos de negros muy pegados, altas luces disparadas, colores muy desaturados, movimiento constante y nervioso en la cámara... Y apostamos por ello, sin renunciar al contraste, ni al grano, ni a la cinética. La estructura también fue una apuesta decidida por formas más interesante y menos convencionales propias de enfermos mentales como P. T. Anderson, Jonze, Gondry, Aranofski, O�Russell..., miembros honorarios de la ONG de Cineastas Sin Complejos, que abordan los problemas con propuestas que otros directores si siquiera considerarían seriamente... En realidad, es una cuestión de ritmo.
Daniel Sánchez Arévalo, Koldo Serra, Eugenio Mira, Rodrigo Cortés. Toda una generación proveniente del corto está consiguiendo estrenar ahora sus primeras películas... ¿Se gesta un nuevo cine español con vosotros, la nueva realidad, y los que están por llegar?
R: El paso del gótico al barroco no se produjo en un año. No creo en las fronteras radicales, suele haber más deslizamientos lógicos que saltos. Sólo dentro de unos años tendremos la perspectiva suficiente para saber qué sucedió. Y si sucedió.
¿Puedes adelantar algún detalle de las ideas que tengas para la siguiente película?
R: Mi religión me lo prohíbe.
¿Y algún proyecto que quieras realizar a largo plazo?
R: Un musical. Un musical de verdad. Siempre he creído que el trabajo definitivo de montaje sólo puede existir en el cine musical. ¿Qué género permite que 200 personas se muevan a la vez, haciendo exactamente lo mismo, y pueda cortarse el movimiento, saltando el eje, y creando magia por oposición, por choque, por conflicto? El montaje es música y es ritmo. No hablo de coreografía externa, hablo de la danza interna del choque visual. The wall. All that jazz. Oliver.
¿Qué pasa por la cabeza cuando uno ve el trabajo de tanto tiempo finalizado?
R: No mucho. No queda mucha cabeza, después de tanto tiempo.

Ronda rápida de preguntas para tu club de fans: ¿La mejor dirección que hayas visto en una película?...

R: Goodfellas.
Cinco directores...
R: Scorsese. Welles. Hitchcock. Fellini. Kubrick.
Cinco actores o actrices�
R: Cary Grant, Katharine Hepburn, James Stewart, Kathleen Turner, Pacino.
¿Qué película te hubiera gustado dirigir?
R: La ventana indiscreta.
¿Qué película te hubiera gustado escribir?
R: Extrañas coincidencias.
¿Qué película te hubiera gustado montar?
R: Casino.
¿Qué tal tu relación con Internet?
R: Respeto mutuo.
¿Descargas películas o música de forma habitual?
R: Sólo si tú te hurgas en la nariz cuando no miran. Si algo me importa de verdad, es imposible que no lo compre.
¿Son éstas unas maneras de compartir arte o se trata de un delito?
R: ¿Arte? ¿Compartir arte? ¿Tú compartes arte?
¿Y por dónde sueles navegar?
R: Periódicos, imdb, entrevistas, emisoras de radio... Uso internet con frecuencia, pero sobre todo por trabajo. Navegar indiscriminadamente me aburre en el acto.
¿Conocías CINeol?
R: Claro. Un grupo sueco, ¿no?
¿Qué te preguntarías a ti mismo en esta entrevista?
R: «¿Tú qué?»
¿Qué es lo primero que haces al despertarte?
R: Lamentarlo.
¿Y lo último del día?
R: Desconectar la radio en estado de semiinconsciencia.
¿Qué te ha parecido la entrevista?
R: ¿Por qué? ¿Eres inseguro?
Muchas gracias de nuevo por atendernos y por descubrirnos algo más del panorama musical sueco.
R: No hay de qué.