Antonio Molina

Antonio Molina de Oses, nacido en la localidad malagueña de Totalán en 1928, se erigió como una de las figuras más emblemáticas de la canción española y el cine musical durante la segunda mitad del siglo XX. Su irrupción en la escena artística coincidió con un periodo en el que la copla y el flamenco gozaban de una inmensa popularidad en España, contexto que supo capitalizar gracias a unas facultades vocales excepcionales, caracterizadas por su dominio del falsete y una capacidad pulmonar que le permitía mantener notas durante tiempos prolongados. Tras ganar un concurso de radio en Radio España y debutar profesionalmente en el Teatro Fuencarral de Madrid, su salto a la gran pantalla fue la consecuencia lógica de su éxito musical, convirtiéndose en un reclamo infalible para la taquilla de la época.

Su trayectoria cinematográfica comenzó formalmente a principios de la década de 1950. Tras una breve aparición, su consagración llegó de la mano del director Antonio del Amo con la película El pescador de coplas en 1954. Esta cinta estableció el modelo narrativo que definiría gran parte de su carrera: producciones diseñadas como vehículos para el lucimiento de sus dotes canoras, donde interpretaba a personajes humildes y trabajadores que alcanzaban el éxito gracias a su talento. Un año después, protagonizó Esa voz es una mina, largometraje fundamental en su filmografía que popularizó la canción "Soy minero", tema que trascendió la pantalla para convertirse en un himno de la música popular española.

Durante los años siguientes, Molina mantuvo un ritmo de producción constante, consolidando su estatus de estrella. En 1958 protagonizó El Cristo de los Faroles, dirigida por Gonzalo Delgrás. Esta obra, rodada en Córdoba, es considerada uno de los hitos de su carrera actoral y un ejemplo representativo del cine folclórico andaluz que dominaba las salas de proyección en aquel momento. El éxito comercial de El Cristo de los Faroles reafirmó su capacidad para atraer a audiencias masivas, cimentando su posición en una industria que encontraba en sus películas una rentabilidad asegurada. Otros títulos relevantes de este periodo incluyen La hija de Juan Simón y Malvaloca, donde continuó explorando el drama musical.

Con la llegada de la década de 1960, participó en producciones como Café de Chinitas y Puente de coplas. Aunque su actividad cinematográfica se redujo progresivamente con el cambio de gustos del público y la evolución del cine español, Antonio Molina se mantuvo activo en los escenarios teatrales y musicales hasta el final de su carrera. Su legado en la industria del entretenimiento perdura no solo a través de su filmografía y discografía, sino también por ser el patriarca de una de las sagas de actores y artistas más respetadas de España, la familia Molina. Falleció en Madrid en 1992, dejando una huella indeleble en la cultura popular española.