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Una Chica Cortada en Dos

'Muy bien, pero... ¿y?'

Ahí viene, veamos, si me dice que haga eso le digo que ningún problema, aunque no me apetece nada hacerlo, es más, esto no entra dentro de mi competencia.


Estreno en España: 16 de Mayo de 2008
CRÍTICA
“Ahí viene, veamos, si me dice que haga eso le digo que ningún problema, aunque no me apetece nada hacerlo, es más, esto no entra dentro de mi competencia. Si pudiera, lo ataba a tres ordenadores y lo tiraba por la ventana para que la caída fuera peor, y luego bajaba a la calle y le llenaba la cabeza de café hirviendo de la máquina, luego le pisaba repetidamente la cabeza y, al final, le dejaba un regalito intestinal a modo de guinda…. Pero si lo hiciera, no sólo me meterían en la cárcel, sino que mi familia se quedaría sin comer…”
- Señor johnforhereyes, tiene usted el informe preparado, ¿verdad?
- Lo siento señor, aún no, pero antes de la una lo tendré, me surgió un contratiempo que….
- No me interesan sus contratiempos, señor johnforhereyes. Hágalo y me avisa.
- Lo sé señor, mis disculpas. Me pongo ahora mismo.
- Deje de hablar y póngase a trabajar.
- En seguida señor. Gracias por recordármelo…
Si nos centramos en el personaje de johnforhereyes, el lector puede observar que estamos ante una típiquísima situación de lo que normal y vulgarmente conocemos por el nombre de falsedad, una palabra que puede ser definida como “actitud adoptada por alguien que actúa de manera ajena a como lo haría en la misma situación si no hubiera ningún interés en juego”. En efecto, es el interés, tenga la forma que tenga, lo que nos mueve a actuar con ese sentimiento de falsedad que invocamos no sólo muy a menudo, sino que cabe decir magistralmente.

(Más imágenes en su galería)
Claude Chabrol, en una entrevista ofrecida al respecto de su nueva película, “Una chica cortada en dos”, nos habla de su intención de haber hecho una película sobre la falsedad presente, o mejor dicho, omnipresente, en todo ámbito de nuestra sociedad. Para hablarnos de la “falsedad” inherente en nuestro modo de vida, Chabrol escoge dos mundos donde este sentimiento está a la orden del día de una manera hiperbolizada y exagerada: por un lado, la alta sociedad aristócrata-burguesa; y por otro, la televisión; dos estamentos unidos por un solo interés común, motivo de esa falsedad existente en ellos: el dinero.
Pero hay un tercer interés: el sexual, y es en este punto donde Chabrol consigue mayores logros en la película, porque dotar un largo metraje de dos horas de un ambiente erótico sin apenas mostrar nada explícito, es algo que sólo los grandes y experimentados contadores de historias como Claude pueden hacer.
Estamos, por lo tanto, ante un film que por su carga crítica, de denuncia, por su análisis del ser humano, de los motivos que nos llevan a actuar de una u otra manera, recuerda a esas películas de los años 50 españolas, donde los mismos temas se trataban con un tono muy similar al que utiliza Chabrol en esta su última película (y al que utiliza el director francés en la mayoría de sus films). La única diferencia al respecto de esa tradición de cine realista español encargado de retratar las altas esferas franquistas, cine que bebía y copiaba el realismo italiano vale recordar, es que Chabrol aquí intenta no ser moralista en ningún momento, esto es, intenta no ser explícito en ningún mensaje final, cosa que el espectador agradece porque se verá envuelto en un juego de descubrimiento que viene a ser el siguiente: “¿qué me está contando Chabrol?”
Estamos ante un mensaje claro, consistente, pero muy difícil de apreciar debido a la poca calidad de la película en su conjunto, debido a la bajeza de un guión sin dinamismo alguno, a lo aburrido de algunas interpretaciones por parte de los actores principales, y quizás, debido a que a Chabrol se va haciendo mayor y su manera de entender el cine llegará a unos pocos que le acompañan en edad o que han seguido su trayectoria, pero aburrirá y desesperará a otros que busquen algo nuevo, algo más dinámico, algo un poco más adaptado a los tiempos que vivimos. Sí, Chabrol nos habla, podríamos sintetizar, de las pasiones humanas, y de cómo éstas quieren ser saciadas y, para ello, debemos utilizar ese arma cruel e infame llamada falsedad.... Muy bien, pero...¿y? Esta fue, y me aventuro a decir será, la reacción común al salir de la sala de cine tras ver este film.

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johnforhereyes

14/05/2008

Valoración

4.00

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