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Transamérica

'Agradecida con el espectador'

El mundo del cine es injusto. Eso es algo que sabemos todos, y muchas veces encontramos películas que funcionan simplemente por el efecto rebote


Estreno en España: 24 de Febrero de 2006
Nota I.M.D.B.: 7'9/10 (1797 votos)

CRÍTICA
El mundo del cine es injusto. Eso es algo que sabemos todos, y muchas veces encontramos películas que funcionan simplemente por el efecto rebote. Transamérica es una de ellas, pero su injusticia es de las buenas. ¿Y por qué? Pues porque si no fuera por esa popular serie televisiva que es Mujeres Desesperadas (las nominaciones al Oscar casi son lo de menos) es más que probable que esta cinta hubiera tenido una distribución y repercusión más que nulas en nuestro país.
Así que por una vez, demos gracias a la tele, porque es por ella que muchos espectadores podrán disfrutar de un film delicioso. Una película sencilla, sin pretensiones y llena de buenas intenciones de esas que nos hacen sonreírnos y salir del cine sintiéndonos mejores personas. Y eso que Transamérica, en el fondo, no es nada nuevo, ya que resulta ser la típica road-movie de encuentros paternofiliales. Aunque sí tiene una aportación original: aquí el padre es madre. O más bien es una mujer transexual.

En su día, Bree fue Stanley, el hijo adorado de una familia adinerada que pudo pasarse 10 años en la universidad sin hacer nada. Pero Stanley no era feliz, porque se sentía Bree, y por lograr su sueño dejó de lado a su vida y a su familia. Tras muchos años de ahorro a base de trabajos basura, de operaciones de cirugía estética y de terapia, Bree está a punto de someterse a la intervención final, aquella que la convertirá en mujer. Sin embargo, pocos días antes sabrá que, durante una relación heterosexual (según ella de trágico corte lésbico) tuvo un hijo, Toby, y que éste está en problemas.
La vida de Bree se desmorona de la noche a la mañana, porque su psiquiatra la obliga a enfrentarse con ese hijo, ese pasado, antes de encarar su futuro, y así Bree viaja de California a Nueva York para encontrarse con un chaval perdido, adicto a las drogas y que se prostituye. Sin revelarle su verdadera identidad, acabará recorriendo con él todo el país, en un viaje difícil donde, entre otras muchas cosas, se encontrarán a ellos mismos. Las paradas de este viaje nos son a todos conocidas, los pueblos perdidos, las gentes extrañas, los parajes abandonados,… los hemos visto ya y los hemos visto muchas veces. Pero la manera en que son aquí retratados (con el pulso pausado pero firme de un novel Duncan Tucker que no sólo dirige sino también firma un guión que contiene algunas frases memorables) hace que no nos importe y que deseemos la película nunca acabe, porque en ella hay magia, la magia del cine, la magia de contar historias difíciles y de hacernos ver cómo a veces lo bueno prevalece.

Y nada de esto habría sido posible sin una actuación como la de Felicity Huffman (cuyo marido, el espléndido William H. Macy, aparece en los créditos del film como productor ejecutivo). Ella aquí realiza un trabajo que imagino durísimo, y no sólo porque haya tenido que ponerse “fea” (como tantas han hecho antes). Huffman se convierte en un hombre que a su vez es mujer, Huffman se mueve, habla y gesticula como tal, y da forma a un personaje tragicómico al que cualquiera de nosotros querría abrazar y consolar en los malos momentos. Ella es una razón de mucho peso para ver esta película.
Junto a ella, encontramos al joven Kevon Zegers como Toby, un actor al que antes se había podido ver en títulos infantiles de aura Disney y que aquí se enfrenta a una interpretación bastante compleja de la que sale más que airoso. Y encima es guapo. Todo un nombre a seguir. También tiene un papelito la conocida Fionula Flanagan, y junto a ella muchos rostros totalmente desconocidos, todos adecuados secundarios tal y como suele suceder en el cine independiente (y cosa además que particularmente me agrada, pues así los personajes son personajes, y no actores “famosos”). Todos ellos se mueven como peces en el agua por los espacios áridos donde tiene la lugar el film, con esa típica banda sonora de aires country que suele acompañar a estas historias y que por lo tanto no destaca ni para la bueno ni para lo malo.
Es así Transamérica una película agradecida con el espectador, tal y como sucediera quizá el pasado año con Tú, yo y todos los demás, o incluso con una mayor escala, ya que este proyecto tiene más envergadura (económica). Una película que desde aquí sólo puedo recomendar porque historias como está, y en este mundo, a veces son necesarias.

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Irulan

23/02/2006

Valoración

8.00

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