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Separados
'Luces y sombras'
Las rupturas son terribles. Casi todo el mundo ha pasado por esos espeluznantes días en los que parece que no hay suelo debajo de tus pies y la incertidumbre y la inseguridad rigen tu vida
Estreno en España: 15 de Septiembre de 2006
Nota I.M.D.B.: 5'8/10 (7951 votos)
CRÍTICA
Las rupturas son terribles. Casi todo el mundo ha pasado por esos espeluznantes días en los que parece que no hay suelo debajo de tus pies y la incertidumbre y la inseguridad rigen tu vida. Y quien no lo ha pasado, alguna vez lo ha temido. La ruptura es un tema universal y como tal ha sido leit motiv de cientos de peliculas a lo largo de los millones de títulos que engrosan los archivos de la memoria audiovisual del mundo. Ya fueran Kate Hepburn y Cary Grant en Historias de Filadelfia; la antológica y nunca superable despedida del Capitán Butler; los obsesivos afanes de indagar de Bergman en los recovecos de las relaciones; las consecuentes y recurrentes historias hilarantes del Woody Allen más inspirado, allá por primeros de los ochenta; y así hasta los ires y venires de Harrys y Sallys o los algo más serios problemas internos de esa desgarrada (y desgarradora) Closer.
Y así llegamos, de separación en separación, hasta el 2006, en el que aparece este producto como por arte de magia, justamente de la mano del divorcio de su superestrella protagonista. Y no se trata de cualquier divorcio, no, sino del divorcio de la pareja por antonomasia. Brad Pitt y Jennifer Aniston rompen y ella se esfuerza por demostrar al mundo entero que su carrera no se basaba integramente en formar parte de un grupo de f.r.i.e.n.d.s. y casarse con una superestrella, para convertirse en la nueva novia de América. Por ello, qué mejor artimaña que alardear de fortaleza y aparecer en las portadas de las revistas más fashion del mundo de la mano de un título como The Break-Up, La Ruptura, que no Separados, como se ha titulado en nuestro país.
Cualquier avezado lector pensará que me he vuelto majara y que en realidad parezco estar escribiendo un artículo para una revista del corazón en lugar de una crítica cinematográfica. Nada más lejos de la realidad, pues sólo intento establecer el origen verdadero de un proyecto como el que nos ocupa. Es decir, cuestionar si Separados es un excelente producto de márketing para lucir a la alegre divorciada, una comedia romántica para pasar la tarde del sábado o el libro de autoayuda más caro de la historia.
Desde el punto de vista del guión todo parece estar encaminado a que el personaje de Aniston (Brooke) caiga bien y resulte atrayente: guapa, triunfadora, simpática, buen ama de casa... mientras que el de Vaughn (Gary) da repelús: con un trabajo ridículo (del que además se siente orgulloso), patán, holgazán y decidido a pasarse la vida jugando a la Playstation. Así, nada más arrancar el film el espectador ya se siente encaminado con tan poca sutileza a ponerse de lado de Brooke que resulta hasta incómodo, por obvio. La ruptura en sí es precipitada y confusa, y uno piensa irremediablemente que rompen porque la película se llama así y no podía ser de otra manera, pero está metida con tan poca destreza que ni siquiera da pena. Sin embargo, a partir de este comienzo algo desastroso la película continúa con un desarrollo mucho mejor planteado; los tira y aflojas de los dos contrincantes, lidiando en la pantalla como lo hicieran Kathleen Turner y Michael Douglas, pero sin tirarse los platos a la cabeza, son acertados e incluso podría decirse que originales, aunque en ningún momento deje de percibirse ese tufo de querer presentarnos a Gary como un subnormal profundo.
Aunque el verdadero acierto de la película reside en el tratamiento de la confusión y de la incertidumbre arriba mencionada, esa inseguridad colateral de las rupturas de no saber no sólo lo que quiere el otro, sino qué quiere uno mismo. Y en ese punto hay que descubrirse ante Peyton Reed, director del film, que ha sabido disfrazar los sentimientos y los supuestos golpes de efecto para que resulten tan efectivos como los trajes sesenteros de Renee Zellweger en Abajo el amor, su más reciente proyecto por el que recibió tantos aplausos como tomatazos.
Asimismo, el film cuenta con una dispersión más que evidente en cuanto a lo que los secundarios se refiere, un abuso de personajes que resulta imposible dibujar con acierto y no dejan de ser más que caricaturas dejadas caer para solidificar un poco los gags de la trama central. Entre ellos Judy Davis, en un momento crepuscular de su carrera, en el que se percibe aún su encanto de actriz magistral, pero que queda solapada y recluida a cuatro tontunas que no le hacen justicia como la gran actriz que ha demostrado ser anteriormente.
Y poco más hay que decir de este producto, excepto que las jovencitas llorarán y les dirán a sus novios que nunca les van a dejar y que les querrán siempre (aunque sea mentira), que algún que otro espectador se pondrá tonto en la butaca rememorando algo que pasó hace uno o un millón de años, y que tal vez Brad Pitt vaya a verla y la interprete como una patada en la espinilla con una tarjetita que diga: "soy Jennifer Aniston, estoy así de divina y no te necesito para nada". Y quién sabe, con lo raros que son estos de Hollywood, igual van y le dan un Oscar.
Korben Dallas
14/09/2006
Valoración
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