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Saint Maud

'Fantasmas interiores'


Estreno 23 de Diciembre de 2020
CRÍTICA
Hay debuts cinematográficos que son realmente sorprendentes por su dominio de ciertos discursos narrativos y también por lo novedoso de algunos recursos. El caso de la cineasta Rose Glass es sin duda alguna uno de ellos y es una buena noticia para los amantes del género que buscan savia nueva. Porque, aunque son identificables las influencias, estamos ante una película bastante personal y con un estilo muy interesante que nos lleva a descubrir en el terror otros parámetros interesantes.
Maud es una joven enfermera que desde el inicio de la película podemos prever que ha tenido algún problema serio en su anterior trabajo. Ahora cuida a Amanda, una bailarina jubilada enferma de cáncer con la que poco a poco irá manteniendo un estrecho lazo de intimidad, no siempre correspondido o entendido por ambas. Las circunstancias de la vida le han llevado a Maud a poseer unas fervientes creencias religiosas hasta el punto de sentirse una posible “salvadora” de su mundo, del resto del mundo y de la propia Amanda, comenzando así un juego peligroso entre ambas.
Nos hallamos ante una película de profunda introspección personal y de análisis de los monstruos internos de la persona , y es precisamente en este aspecto donde encontramos el mayor terror y donde la directora Rose Glass parece sentirse más cómoda, inspirada en películas como la obra maestra de Scorsese Taxi Driver o la más reciente El Reverendo de Paul Schrader. Pero no sólo encontramos influencias en estas dos películas. Bergman sobrevuela ligeramente en algunos aspectos, así como películas tan características como Los Diablos de Ken Russell, El Sirviente de Joseph Losey o Repulsión de Roman Polanski. Referentes reconocidos que conjugan a la perfección con esta terrible historia, sin olvidar La Semilla del Diablo, también de Polanski, película favorita de la propia directora.

(Más imágenes en su galería)
Se presenta a la religión desde el punto de vista del fanatismo, donde a búsqueda de la fe debe hacerse con dolor. Una visión del mundo religioso que resulta igualmente aterradora y que nos lleva a observar el personaje de Maud con interés y sobre todo con temor.
Porque lo que ocurre en la mente de Maud es lo que sin duda alguna provoca la mayor inquietud. Esa división casi irreconciliable entre el propio mundo interior de la joven y el resto del mundo. Esa línea tan brusca que impide una convivencia pacífica y salpica cada momento de aparente cotidianidad.
La historia ya de por sí intensa y emocionante viene envuelta por una estupenda pericia técnica en la fotografía, de la mano de Ben Fordesman y por la acertadísima música de Adam Janota Bzowski, con un sonido muy envolvente y profundo. Trabajos elegantes que van de la mano de una historia que no necesita elevados alardes técnicos, pero que sin duda alguna los agradece.
La interpretación de Morfydd Clark además de resultar fascinante es imprescindible para la credibilidad del personaje. Una joven dulce y sensible con esa bipolaridad que sus creencias personales hacen salir a la luz y con ese intenso mundo interior tan complejo y perturbador. Un trabajo notable en un papel bastante complejo. Jennifer Ehle por otro lado, nos ofrece la otra cara de la moneda en otro estupendo trabajo y nos permite observar desde la distancia la relación de ambas con asombro y temor, y las diferencias de dos mundos al límite, de dos formas de entender la vida y sobre todo de entender la propia muerte.
Un debut notable y muy destacable que nos deja además de una muy buena película, la sensación de que estamos ante una novedosa forma de hacer cine de terror y de explorar los elementos del género para beneficio de la historia.
@sergio_roma

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Sergio Roma

27/12/2020

Valoración

8.00

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