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Ocean's Twelve

'Carece del espíritu clásico'

Los entusiastas de los espectáculos deportivos entenderán muy bien a lo que a continuación voy a referirme. Hay partidos (de cualquier deporte en general) que se tuercen desde el primer minuto: ya sea por mala suerte o por influencia de factores externos incontrolables

Los entusiastas de los espectáculos deportivos entenderán muy bien a lo que a continuación voy a referirme. Hay partidos (de cualquier deporte en general) que se tuercen desde el primer minuto: ya sea por mala suerte o por influencia de factores externos incontrolables, el enfrentamiento se decanta en contra de nuestros intereses. A pesar de nuestro buen juego, uno tras otro los acontecimientos del envite se resuelven de forma adversa y llegamos a los últimos minutos resignados a una derrota. Pero, cuando ya todo parece perdido,... zasss... como por arte de magia, un par de jugadas bien trenzadas y en unos instantes mágicos se impone la lógica y le damos la vuelta al marcador. Digo todo esto, porque es el mejor ejemplo que se me ha ocurrido para describir la sensación que provoca en mi, la trama de películas como “El Golpe” (1973), “Nueve Reinas” (2001), “Un Golpe maestro” (2001), “Los Impostores” (2003) u “Ocean’s twelve” (2004): todo parece encaminado hacia un desenlace determinado y, al final, en un abrir y cerrar de ojos, un giro más o menos espectacular, más o menos esperado (aunque a veces sea algo tramposo o simplón) resuelve el asunto de manera opuesta.
“Ocean’s twelve” es la secuela de la exitosa “Ocean’s eleven” (2001). En esta ocasión Danny Ocean (George Clooney) y sus colegas se vuelven a reunir para dar un golpe en Europa con el que obtener dinero suficiente para cancelar la peligrosa “deuda” que tienen con Terry Benedict (Andy García). Además de los ya citados Clooney y García, el resto del reparto es absolutamente impresionante: Brad Pitt, Julia Roberts, Matt Damon, Catherine Zeta-Jones, Don Cheadle, Elliot Gould y Bruce Willis, por citar a los más conocidos. Un casting de este calibre se antoja difícil de gestionar. Parece que el roce entre los egos de tantas estrellas de relumbrón tiene que echar chispas a cada instante, pero aquí sucede justamente lo contrario. El “buen rollo” que hay entre ellos, contagia cada secuencia de la película y de ahí a los espectadores, que llegamos a sentirnos el número trece de Ocean. Cuentan incluso que Matt Damon, exhausto a causa del reciente rodaje de “El Mito de Bourne”, le pidió a Steven Soderbergh que le quitase protagonismo a su personaje, algo insólito en un mundo mucho más acostumbrado a las envidias y los celos.
La historia resulta entretenida, aunque carece del espíritu clásico de la primera parte, que probablemente, por tratarse de un remake, lo heredaba de la versión original filmada en 1960. En esta ocasión la obra acentúa su lado más paródico (o mejor dicho, autoparódico). Por un lado se lanzan guiños imposibles a películas del mismo género como “La Trampa”(1999), protagonizada curiosamente también por Catherine Zeta-Jones. Asimismo resulta simpático observar como las técnicas empleadas por Ocean y su banda están cada vez más cerca del Inspector Gadget, que de los métodos científicos y sofisticados de los atracadores de lujo. Pero el momento más inmenso sucede cuando Julia Roberts, Bruce Willis y Tess Ocean cruzan sus caminos en la pantalla.
En 1992 desembarcó en los Juegos Olímpicos de Barcelona un equipo de baloncesto asombroso, maravilloso, irrepetible: Magic Johnson, Michael Jordan, Larry Bird, Scottie Pippen, Pat Ewing, etc., el legendario Dream Team. Jugaban de memoria y sobre la cancha se divertían como niños. El público lo sentía. Nunca antes ni después se han juntado en un mismo equipo astros de semejante dimensión... bueno, no es exactamente cierto,... tuvimos “Ocean’s eleven” y tenemos “Ocean’s twelve”.

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TXILI

21/01/2005

Valoración

4.00

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