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El Caballo de dos piernas

'Al estilo de San Sebastián'

Hay dos tipos de espectadores de cine: a los que les gustan las películas que ganan en el festival de San Sebastián y a los que no.


Estreno en España: 22 de Mayo de 2009
CRÍTICA
Al estilo de San Sebastián (2/5)
Hay dos tipos de espectadores de cine: a los que les gustan las películas que ganan en el festival de San Sebastián y a los que no. Si eres del primer grupo, puede que El caballo de dos piernas, Premio Especial del Jurado 2008, te impacte y te haga reflexionar sobre el poder que un ser humano tiene sobre otro. Si eres del segundo grupo, mejor que no lo intentes.
A sus 28 años, la directora iraní Samira Makhmalbaf, es ya una veterana de los festivales europeos puesto que sus películas ofrecen justo lo que ahora está de moda: Oriente Medio, análisis humano, factura documental, desgracia y miseria en clave de metáfora. Éstas son exactamente las características, buenas o malas según se mire, que definen "El caballo de dos piernas".

(Más imágenes en su galería)
La película cuenta la historia de dos chicos, uno de ellos rico, pero sin piernas; el amo (Haron Ahad). El otro, sano, pero sin dinero; el caballo (Ziya Mirza Mohamad). El padre del primero contrata al segundo para que lleve a cuestas a su hijo a donde necesite, ya sea al colegio, hasta la pizarra o incluso al baño. Desde ese momento se inicia una relación de mutua necesidad y dependencia marcada por la deshumanización más absoluta. “El caballo de dos piernas” es una historia sobre el maltrato, sobre el síndrome de Estocolmo, sobre cómo llegamos a aceptar que se nos denigre y utilice, asumiendo la situación con naturalidad e incluso deseo.

Samira Makhmalbaf se distingue por no usar nunca actores profesionales. Ella busca la personalidad que se acerca a su idea y la asimila. El actor ya es el personaje o potencialmente podría serlo de manera natural. Visto el resultado, resulta cruel pensar en los dos pequeños actores. El chico amo (Haron Ahad) muestra una fragilidad física (fue mutilado realmente por la explosión de una mina) que compensa con una crueldad inconsciente, infantil. Como el niño que tortura un insecto, este pequeño amo aprieta las tuercas de su esclavo. Sólo por el placer de mirar. Aunque sabe que depende por completo de él. Los ojos de Haron reflejan una fascinación aterradora ante lo que su poder es capaz de conseguir.
En cuanto a Ziya Mirza Mohamad, el chico caballo, Samira buscaba a alguien capaz de convertirse en caballo si era necesario, si el amo, o en este caso la directora, lo ordenaba. Y mirando a Ziya, otro afectado por la Guerra, nos creemos que el chico sea capaz de rebajarse sin apenas protestar. Con un retraso mental evidente, resulta difícil averiguar si Ziya comprende lo que se le está pidiendo o de verdad acabará por creer que es un caballo. Sus ojos no muestran comprensión sino que su expresión resulta tan vacía como la del potro con el que se le compara. El sadismo del amo contrasta ferozmente con la inocencia de los instintos primarios del caballo.
Desierto, tierra, piedras, barro, polvo y dos seres incomprensibles rodeados de un mundo cruel que no se molesta por ninguno de ellos. La absoluta indiferencia de los personajes que rodean a los chicos ante la degradación que se está produciendo es realmente incómoda. Incómoda y desagradable, esas son las dos palabras que definen la película. El problema sera decidir si lo es porque retrata cruelmente qué le espera a la docilidad en un mundo individualista o si lo es porque utiliza a un niño sin piernas y a otro retrasado para bailar al son que Samira toca. Dependerá del tipo de espectador que seas.

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Belen Gómez

21/05/2009

Valoración

4.00

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