Je ne suis pas un salaud

En la vida de Eddie todo parece conjugarse para mal. Es difícil concretar si sus problemas con la bebida son causa o consecuencia de su inestabilidad laboral y de las dificultades que atraviesa en su matrimonio. Ahí dónde va, nunca faltan ocasiones para sentirse sutilmente avasallado. Para acabar de agravar esta situación, una noche, mientras regresa de tomar unas copas con una chica que acaba de conocer, sorprende a unos muchachos robando un radiocasette de un coche. Al reprenderles su actitud, la situación se vuelve tensa, intervienen amigos de los increpados y Eddie termina sufriendo una terrible agresión.
Tras poner la denuncia, basándose en las pistas dadas, la policía realiza detenciones. En la rueda de reconocimiento, Eddie es puesto frente a unos cuantos sospechosos. Lo cierto es que no está seguro de su elección. Sin embargo siente que está obligado a identificar a alguien. Tal elección acarreará imprevisibles consecuencias.