Todos están muertos

Viendo a Lupe en bata y zapatillas, dependiendo para todo de su madre Paquita y con un hijo adolescente que la detesta, nadie diría que en los 80 fue una estrella de rock. Cansada de ver cómo su hija se ha convertido en una persona egoísta y conflictiva, Paquita decide invocar el espíritu de Diego, hermano de Lupe, en la Noche de Muertos. Diego vuelve a la casa familiar siendo el mismo: un chaval de veintipocos con su tupé y su mirada ausente… Pero todo lo demás ha cambiado: su hermana pequeña se ha convertido en una mujer amargada que rige su vida por un reloj despertador, y él está muerto, es un fantasma.