Esposa y Amante

Durante una fiesta en el estudio de un pintor, una chica, Marisa, intenta quitarse la vida. Su madre, Luisa, acude a la clínica y, mientras contempla el estado de su hija, recuerda los primeros años felices de su matrimonio con Pedro, un popular y simpático periodista deportivo. Los primeros engaños de su marido son superados hasta que le descubre con su mejor amiga, empujando esta humillación a Luisa a buscar los consejos de un viejo amigo abogado. El abogado le recomienda paciencia, y entre ambos renace la vieja amistad que pronto evoluciona hacia el amor. Marisa, niña aún, sufre los problemas de sus padres. Después de una violenta discusión, Pedro abandona la casa.
Luisa, desde la clínica llama a Pedro y es éste quien ahora recuerda las noches de amor en su casa y la imposiblidad de normalizar su situación con Luisa que, en cierto modo, sigue enamorada de su marido. La llegada de Mario a la clínica tranquiliza a Luisa y, desde allí, llaman a Pedro, su marido. Pedro recibe la llamada en un campo de fútbol, durante un entrenamiento, y allí mismo recuerda cómo conoció a Raquel, una compañera de Marisa, coqueta hasta el descaro.
Vemos como Pedro invita a su hija y a Raquel a una discoteca. Más tarde, Raquel acompañará a Pedro en sus desplazamiento fuera de Madrid. Estas relaciones son descubiertas por su hija, haciendo imposible la reconciliación. Pedro recuerda la última entrevista con su hija cuando acudió a pedirle perdón y rogarle que encontrara una solución para su matrimonio. Pedro, Luisa y Maria ven a Marisa detrás de una cristalera que les impide hablar con ella y escuchan la recomendación del doctor, que les da un diagnóstico impreciso. Luisa, Pedro y Mario abandonan la clínica por un largo pasillo, caminando, quizá, hacia la esperanza.