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Especial Alatriste: Inadaptaciones cinematográficas (... de Pérez Reverte)

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Villano, 02/09/2006

Novela que publica, novela que se posiciona en los primeros puestos de las listas de venta durante unas cuantas semanas. O meses. Teniendo en cuenta esa premisa y que además sus libros suelen contar con el factor calidad (unas más y otras menos, claro) pues es natural que la industria cinematográfica se haya fijado tanto en Arturo Pérez-Reverte y que a estas alturas se hayan adaptado la mayor parte de su obra cinematografíable. No obstante, resulta curioso que se hayan trabajado sobre tantas obras de Pérez-Reverte si tenemos en cuenta el bagaje que en total nos dejan estas películas, que es bastante irregular. Es como si pesara una maldición porque a día de hoy aún no se ha visto la adaptación revertiana definitiva, esa película que consiga satisfacer tanto a lectores como espectadores en su mayoría. Algunos aprueban a La Novena puerta, otros El maestro de esgrima, otros Territorio Comanche y otros directamente ninguna… no hay un consenso claro. Entonces, si algo esperan los seguidores de Arturo Pérez-Reverte de la película de Agustín Díaz Yanez, es que por fin se halle una película que haga justicia a lo que las novelas del autor murciano les ha hecho vivir. Hasta la fecha, por un motivo u otro la cosa no ha acabado de cuajar plenamente. Hagamos si no un repaso esas películas que en los títulos de crédito incluye el nombre del autor de la saga del capitán Alatriste.

El primero en atreverse a hacer una película basada en uno de sus libros fue Pedro Olea. El director de El bosque del Lobo quedó entusiasmado al leer El Maestro de Esgrima, la segunda novela de Pérez-Reverte y su primer éxito editorial, cuando el escritor aún no era aún una máquina de hacer best-sellers y aún llamaba más la atención por ser el cronista de guerra que publicaba novelas históricas que no por la calidad de sus publicaciones. Era una película complicada para una industria como la española, pues se trataba de una película de época y por lo tanto tendrían que cuidar las localizaciones, los decorados, el vestuario, pero finalmente en ese aspecto pudieron salir airosos y se consiguió una buena recreación del Madrid de Jaime Astarloa. Es una adaptación bastante fiel al libro, de hecho el propio Arturo Pérez-Reverte se implicó en el proyecto y ayudó a Antonio Larreta y a Olea en la confección del guión, el cual ganó el Goya al mejor guión adaptado. El resultado fue interesante, aunque bastante fría e irregular, una película que no muerde. Además, la dirección de Pedro Olea no consigue destacar por brillante al contar solamente con solamente un par de momentos interesantes. Para interpretar a los protagonistas, Assumpta Serna cumplió estupendamente en su papel como Adela de Otero y Omero Antonutti resultó ser un Jaime Astarloa bastante justito. Uno no puede dejar de pensar que el papel le iba que ni pintado a Fernando Rey, actor que lo hubiese bordado sin duda alguna. La primera experiencia se puede calificar como correcta, aunque sin grandes alardes.
Con La tabla de Flandes las cosas se pusieron serias para Pérez-Reverte. El éxito de la novela fue enorme, vendió y vendió y se convirtió en uno de los libros más comprados en España en ese año, en 1990, y además salió al extranjero también con buenos resultados. Eso preparó el terreno para que desde Inglaterra se decidieran a coproducir la versión cinematográfica con gente de aquí y así intentar darle una proyección comercial a nivel internacional, cosa de la que El Maestro de Esgrima apenas gozó. Cuatro años después de la publicación La tabla de Flandes se estrenó la adaptación de la novela, una adaptación que fue un total y completo desastre. El director, Jim McBride, se tomó muchas licencias con la obra de Reverte, que aunque declara que no se siente moralmente vinculado a lo que resulte de las películas que hagan de sus libros, se debería acordar más de una vez de la señora McBride. El director neyorkino suprimió ciertos pasajes que ayudaban a comprender mejor la novela, desestructuró la trama perdiendo así su poderío y nos cambió a Muñoz por un gitano surfista. La novela quedó totalmente desaprovechada para crear una película de intriga barata, en la que el director demostró no tener las ideas muy claras. Y ese fulano llamado Peter Wingfield, vaya pinta de actor porno! Es que ni el casting dio pié con bola.
Al año siguiente, 1995, se produjo una situación curiosa. Si normalmente se escriben las novelas y luego, si se tercia, se hace la película, con Cachito fue al revés. La obra se hizo ya pensando en el cine. Antonio Cardenal (productor de El Maestro de Esgrima), dijo que quería realizar “una película de mediano presupuesto, con acción y jóvenes y música y cosas así” y Pérez-Reverte le prometió que él le escribiría un relato con una historia de ese calado para que posteriormente se adaptara. Tal dicho, tal hecho. El relato se tituló Un asunto de honor y se escribió del tirón, el papel protagonista del camionero se ideó pensando en Javier Bardem (al cual Cardenal tenía apalabrado) y el de Nati podía ir para María Barranco. Imanol Uribe fue el primer encargado para llevar a cabo la película y se puso manos a la obra con el guión, pero tras “Días contados”, Uribe quería seguir haciendo cine serio y así lo reflejó en un guión que no era casi ni primo del Un asunto de honor. Y para colmo Uribe acabó por echarse atrás en lo de dirigir la película, aunque propuso a Enrique Urbizu para que cogiera el testigo. Pérez-Reverte leyó el guión y se echó las manos a la cabeza. Aquello no tenía nada que ver con su obra. Y tras unas cuantas vueltas más con Antonio Cardenal, finalmente se optó por que Urbizu rehiciera el guión de pies a cabeza, para que se pareciera más a Un asunto de honor y así finalmente salió la película, Cachito. El resultado no fue malo, pero tampoco bueno. Uribe estaba en lo cierto y quedó una película muy ligera. La película tiene buena factura técnica, no está mal realizada y las actuaciones cumplen. El fallo quizá está en la propia historia, lineal, simple, convencional. Una película del montón, nada del otro jueves, es decir. Me parece que no gustó ni a cinéfilos ni a lectores, la verdad.

Se dice de Territorio Comanche que es la obra más sincera de Arturo Pérez-Reverte, la única que incluye partes autobiográficas, pues nos narra los avatares de un corresponsal de guerra, oficio que el murciano desempeñó durante largos años por todo el largo y ancho mundo. Gerardo Herrero, productor y director, fue quien llevó a cabo la película y, aunque también se puede hablar de corrección en este caso, de una película potable, no se puede hablar de que sea un trabajo destacado, no es una película que consiga transmitir la crudeza y la dureza en la que se basa. Eso sí, Carmelo Gómez está enorme en esta película, todo hay que decirlo. A lo mejor si es un buen aperitivo para los no iniciados en la materia, pero desde luego no acaba de ser ninguna obra definitiva sobre el periodismo moderno.
Si alguna vez se estuvo cerca de poder ver esa gran versión cinematográfica de una novela de Pérez-Reverte, esa sin duda fue con El Club Dumas. Fue el libro con el que el murciano se pudo retirar del periodismo y alimentarse exclusivamente de lo que escribiera, pues la verdad es que el libro se vendió como churros, otro éxito enorme. Para el que aquí escribe es su novela favorita del autor. Se trata de una excelente novela de misterio, con un entramado confeccionado con maestría, lo cual ya es un buen punto de partida para sacar una buena película. El encargado del proyecto fue ni más ni menos que Roman Polanski y como a protagonista se fichó a una estrella hollywoodiense, Johnny Depp, lo cual no es moco de pavo, oigan. Los elementos parecían los idóneos para poder llegar a la altura de la novela y no quedarse a medio camino. Pero ni por esas. El personaje de Corso, excepto en el nombre, se respetó en su mayoría, pero el resto de la novela quedó deformada y otras, como la trama de Dumas, directamente se evaporó y sólo quedó la trama del libro demoníaco. La historia no quedó bien sujeta y el final te deja con cara de póker en vez de asombro o admiración, no está a la altura de las expectativas que se va creando durante su desarrollo. Y no nos engañemos, Emmanuelle Seigner tampoco da el pego como chica misteriosa. Tiene buenas escenas, pero la película es algo floja, se considera como una de las peores de Polanski y no hace justicia al libro de marras. La sensación que deja La Novena Puerta es la misma que la de aquella ocasión que Julio Salinas falló ante Pagliuca en el mundial del 94: frustrante, porque tal vez con un poco más de inspiración se podría haber hecho algo muy grande.
Pero para poder hablar de la relación entre Arturo Pérez-Reverte y el cine en su totalidad, no podemos dejar de hablar de Gitano. Hasta la fecha éste ha sido su único trabajo realizado completamente para el cine, pues suya es la autoría del guión. El autor murciano vuelve a recurrir a esa España de bajos fondos que él cree conocer tan bien y nos crea una especie de película de suspense plagada de clichés, sin demasiados alicientes. Para colmo el tufo a producto comercial es demasiado evidente. Empezando por el reparto que protagoniza la cinta, que queda lejos de resultar creíble: Laetitia Casta es tan hermosa como poco válida para lo de actriz y el bailaor Joaquín Cortés mejor que no dependa de su talento como actor. Menudo elenco. Luego, a modo de interludio entre las escenas de sexo gratuitas y peleas chungas, nos van colando algunos momentos musicales para ver si con un poco de pandereta se vende mejor el producto y así tenemos que ver a Rosario Flores, Las Azúcar Moreno y compañía correteando por la pantalla. Y no me hágais hablar de la dirección de Manuel Palacios, que es casi delictiva. Un producto superficial con un guión que poco o ningún interés sabe crear. Una especie de Atrapado por su pasado, pero de todo a cien. Si todos los guiones que haga han de estar a este nviel, mejor que se quede como primero y último, la verdad.
Pues ya hemos puesto todas las cartas sobre la mesa. Ahora ya sabemos cual ha sido el recorrido y podemos comprender que se espera de la película de Díaz-Yanez. Muchas son las decepciones que esta película ha de resarcir y muchas las expectativas que ha creado para el aficionado al cine, pero aún son mayores para el lector revertiano. Se conseguirá romper con Alatriste esa extraña maldición? Se verá una película de auténtica calidad? A nivel personal diré que a la salida del cine espero poder decir algo así como Sí y ya era hora, pardiez.