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Especial Óscar 2016: Mejor Película

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En un año normal, a estas alturas ya sabríamos quién va a ganar el Óscar. Salvo algún Crash de última hora, los precursores nos suelen dejar una imagen bastante fiable de por dónde va a tirar la Academia; en caso de duda, los premios de la industria nos dicen claramente por quién van a apostar. Pero de vez en cuando hay algún año donde no hay un Slumdog Millionaire o un The Artist que arrase con todo. Ni siquiera un El Discurso del Rey o un Birdman, que pese a no dominar durante toda la temporada, coja carrerilla en los premios de los sindicatos y deje muy claro que la victoria en sprint va a ser suya. No, hay otros años como 2006, cuando Babel, Pequeña Miss Sunshine, Infiltrados y The Queen se repartieron todos los premios importantes casi por igual; o 2000, cuando había tres favoritos: Gladiator, Traffic y Tigre y Dragón. Esos años donde cualquier cosa puede pasar, aunque haya algunas combinaciones más probables que otras.

Este es uno de esos años. Dos películas se han repartido casi todos los premios de la crítica. Una de ellas, junto a otras dos que habían aparecido poco hasta entonces, han ido salteándose para ganar los premios de la industria y esos otros que se consideran como ‘antesala de los Óscar’ (Globos de Oro, BAFTA y Critics’ Choice). Los últimos días parecen inclinar la balanza hacia un lado mexicano. La estadística parece favorecer a Wall Street. El sentido común dice que no hay que descartar las apuestas más clásicas, como los periodistas. Y luego está el fanboy que todos llevamos dentro, cruzando los dedos para ver algo tan loco como el amigo Max llevarse una estatuilla a las Antípodas. Sea como sea, hasta que no comiencen a entregarse los premios en la gala y veamos quién toma la delantera, no podremos estar seguros de qué película tendrá su noche.

Empezamos, como de costumbre, con la cuenta atrás de menos a más favorita.




BROOKLYN


Hagamos un flashback de seis años. Mientras Avatar y En Tierra Hostil se disputaban el Óscar, una pequeña película británica se hacía un hueco entre las 10 nominadas. El guionista era un viejo conocido del cine, Nick Hornby, que por primera vez cogía un texto ajeno y lo transformaba en libreto. Con las productoras Finola Dwyer y Amanda Posey y el apoyo de la BBC, esta historia de crecimiento personal de una joven que comienza a abrirse paso en el mundo y a descubrir el amor se estrenó con aclamación en Sundance y logró estirar su reconocimiento para, a final de año, conseguir tres nominaciones a los premios de la Academia: mejor película, mejor actriz y mejor guion adaptado. Se fue a casa de vacío, pero con un aura de prestigio.

Seis años han pasado y lo único que ha cambiado en la historia es que las favoritas este año son otras. El resto es exactamente igual. Brooklyn tiene sus particularidades que la alejan de ser un plagio de An Education (su exploración del sentimiento de nostalgia y del cambio de mentalidad y actitud que la experiencia migrante causa en la persona, alterando su percepción del hogar tanto cuando está lejos como cuando regresa). Pero el espíritu es el mismo: una historia de amor clásica con protagonista femenina y ambientación histórica, rodada con modestia pero con sensibilidad, que destaca en algunos pasajes pero nunca se aleja demasiado de la vereda del subgénero. El típico producto con el que Harvey Weinstein se hinchó a premios cuando estaba en Miramax.

A FAVOR: Es una propuesta clásica con aroma de ganadora, con su historia de amor convertida en triángulo, su ambientación pretérita, sus problemas sociales, su pátina de prestigio, sus actuaciones potentes…
EN CONTRA: …y podría ganar si esto fuesen los 90. Es un tipo de cine que se ha quedado anticuado hasta para la Academia. Cuando los principales conflictos de inmigración actuales se centran en los refugiados sirios, los mexicanos que cruzan la frontera o los subsaharianos que navegan en patera hacia Europa, el drama de una chica irlandesa que está bien en casa pero está mejor en Nueva York resulta un poco naive. Tampoco ha ganado nada que refuerce sus opciones.


Ganador: BAFTA*.
Finalista: PGA, Critics' Choice, Satellite, Southeastern, Crítica Online, Washington, San Francisco, Dallas, Nueva York Online, San Diego, Oklahoma, Detroit, Georgia, Boston Online.
*Como mejor película británica.






EL PUENTE DE LOS ESPÍAS


“Es imposible que esta película no gane el año que viene”. Todos los años escuchamos o leemos a alguien decir algo por el estilo de un film que contiene tantos elementos propicios para la Academia que muy mal tendría que salir la jugada para que se quedase a las puertas. Tienes a un maestro como Steven Spielberg. A los hermanos Coen de guionistas. A Tom Hanks y Amy Ryan. Una película de época sobre un hecho histórico crucial para entender el devenir de la historia americana reciente. Un héroe capriano, es decir, que en realidad es un tipo normal y honesto pero por eso mismo hace cosas extraordinarias en un mundo cínico y corrupto. Tienes rusos, espías, Guerra Fría, juicios, prisioneros… ¿Qué mínimo que 6 nominaciones al Óscar?

Ni más ni menos. Pero lo más probable es que se queden todas ahí, incluso es dudoso a estas alturas que la revelación del film, Mark Rylance, se imponga a cualquiera de sus cuatro rivales. Porque el resultado de todos estos elementos es un film correcto, sólido, muy disfrutable, pero también muy alejado de las expectativas depositadas sobre él. Quizá sea por la falta de conflicto real, o por pasar rápidamente por sus varios actos separados, o porque el toque de personalidad marciana de los Coen no se aprecia apenas (aunque algo más que en el guion de Invencible, donde estaba tan desaparecido en combate que no lo encontraría ni Chuck Norris), o porque el personaje de Tom es tan bueno que resulta plano, pero lo que queda es un film con tan pocos detractores como entusiastas. Es una película de las que se van a programar en televisión hasta la saciedad y tu padre se la tragará siempre, porque no se acordará de que ya la ha visto hasta que hayan pasado dos horas.

A FAVOR: El aroma a película clásica de espías, además con el sello de calidad de Spielberg. Es un tipo de película muy agradecida por los académicos veteranos, que al fin y al cabo son casi todos.
EN CONTRA: Ha pasado sin pena ni gloria por la temporada de premios, sin ganar nada y recibiendo los elogios justos para llegar hasta aquí. Dentro de la obra de Spielberg está lejos de sus mejores momentos. Su excesivo buenismo y falta de aristas hacen que no llegue a ser del todo memorable. Además, la Guerra Fría es un tema que a día de hoy suena un tanto desfasado.


Finalista: PGA, WGA, BAFTA, Critics' Choice, NBR, Satellite, Southeastern, Nueva York Online, Phoenix*, Boston Online.
*Como mejor thriller.






MARTE (THE MARTIAN)


Ridley Scott es uno de los mejores directores que existen, y es una auténtica vergüenza que no tenga todavía un Óscar. Rápido, decidme 5 obras maestras del británico: Blade Runner, Alien. El Octavo Pasajero y… bueno, Gladiator mola aunque no sé si para obra maestra… Black Hawk Derribado estaba muy bien dirigida… Thelma y Louise se ha quedado viejuna pero en su día no estaba mal… American Gangster estaba entretenida… Eeeeh, ¿qué más ha hecho? Os refresco la memoria: Exodus: Dioses y Reyes, El Consejero, Prometheus, Un Buen Año, La Teniente O'Neil, 1492: La Conquista del Paraíso… En fin, que la probabilidad de que Marte (The Martian) fuese una basura (muy bien dirigida) era realmente alta. Y que adaptase un libro de ciencia ficción (género poco estimado por la Academia) de un autor que no se encuentra precisamente entre los popes del mundillo, no es que diese mucha confianza. Por lo menos, no de cara a los Óscar.

El resultado, sorprendentemente, funcionó como un reloj. La crítica y el público se rindieron por igual a sus pies porque, por una vez, los talentos del inglés para la puesta en escena elegante y el ritmo fluido fueron puestos al servicio de un guion sólido y una historia sin puntos flacos. La epopeya de este astronauta perdido en otro planeta, de este Robinson Crusoe de la era espacial, se convierte en un entretenido viaje a través de la ciencia con un profesor carismático y bonachón, de esos con los que apetece dar clase porque consigue que te diviertas y te sorprendas con la materia. Más que una película de ciencia ficción, es una aventura científica cuya didáctica se enmascara con sentido del humor (que no comedia, señores de los Globos). Y ahí es donde consigue llegar a todo el mundo. Pero esa levedad supone un problema a largo plazo: igual que la unión de gases inflamables y calor, la combustión es hermosa y espontánea, pero también breve. Y que esta cinta se disfrute no significa que cuatro meses después permanezca en la memoria del votante como la mejor del año. No era esa la batalla de Ridley, se ha encontrado con ella y, como era de esperar, la ha perdido.

A FAVOR: Es la película más popular y populista de todas las nominadas, es prácticamente imposible encontrar a alguien a quien no le guste. Consigue transmitir el amor por la ciencia a través del entretenimiento puro y duro. Además, sería una forma (indirecta) de recompensar el cine de un peso pesado como Ridley Scott.
EN CONTRA: Carece de gravedad alguna, su ligereza es al mismo tiempo su punto fuerte y su punto flaco. Donde tendría que haber cierto sufrimiento y lucha por la supervivencia, hay simples retos a resolver. Los académicos suelen preferir algo con más peso para notar que su voto está yendo hacia algo importante.


Ganador: Globo de Oro, AFI, Denver*.
Finalista: Premios CINeol, PGA, DGA, WGA, Critics' Choice, Critics' Choice*, ACE, NBR, Satellite, Southeastern, Crítica Online, Dallas, St. Louis, Las Vegas, Kansas*, Florida, Londres, Ohio, Utah, Houston, Phoenix, Phoenix*, Georgia, Indiana, Boston Online, North Carolina.
*Como mejor película de ciencia ficción.






LA HABITACIÓN


Birdman, 12 Años de Esclavitud y Argo. Las tres últimas ganadoras del Óscar a mejor película tienen una cosa en común: todas ellas tuvieron su estreno mundial en el Festival de Telluride, que viene a ser la alternativa americana al de Toronto, celebrado poco después. Más de la mitad de las cintas nominadas cada año han pasado por uno u otro, algunas incluso por los dos, porque sus fechas (principios de septiembre) ofrecen el marco temporal ideal para ir construyendo la carrera hacia el Óscar. Los films que triunfan en estos certámenes, que impactan al público, suelen llegar hasta el final. Y eso viene muy bien cuando eres una película indie con actores poco conocidos. Que se lo pregunten a los responsables de La Habitación, la cinta de la que todo el mundo habló en esas ciudades (intentando no destripar nada de sus giros de guion). Todavía resuenan los ecos de los aplausos.

Que una película como esta se haya colado entre las nominadas (y con autoridad, con su director incluido) es un pequeño milagro que deja claro que no toda la Academia es una residencia de ancianos babeantes. Algunos, quién sabe cuántos, también están abiertos a un cine más duro y áspero, con argumentos más retorcidos y una emotividad rugosa, que baja por la garganta como cuchillas afiladas. La Habitación es una película que comienza recogida, oculta bajo una sábana, hablándote de su miedo y su dolor; poco a poco te va metiendo en su regazo, te va asfixiando con un panorama cotidiano cada vez más aberrante. Y entonces, a mitad de metraje, se libera de sus ataduras en un clímax emocional realmente sobrecogedor que, sin embargo, está envenenado. Porque entonces comienza otra pesadilla, una donde se desnuda poco a poco todo lo que estaba oculto bajo la sábana. Y otro tipo de dolor comienza a inundarte.

Todos esos vaivenes emocionales y argumentales se centran en la institución familiar, cuya naturaleza de derriba, machaca, retuerce y dilapida, a veces con un sutil pincel, otras con un martillo pilón. La epopeya que viven una madre y su hijo para conseguir alcanzar la vida, después de un coma existencial infinito, es una experiencia realmente difícil, que requiere una implicación por parte del espectador que no suele ser necesaria en productos ‘de Óscar’ cuya sensibilidad es más simple y accesible. Y sin embargo, aquí está. Ha tocado una fibra. Cómo no hacerlo, cuando ves la mirada de desolación de una madre que intenta explicarle a su hijo que está en el infierno. Cuando ves a un niño mirar por primera vez el cielo abierto con tanto asombro como miedo.

A FAVOR: Es un puñetazo al estómago a través de la mirada de un niño. Las familias disfuncionales, las relaciones paterno-filiales conflictivas y el empleo de recursos de thriller en dramas personales son tres cosas que suelen sentar bien en la Academia. Su primera hora te coge desprevenido y su segunda hora reformula las reglas del drama sobre traumas psicológicos.
EN CONTRA: Las películas indies no suelen triunfar en los Óscar, y menos si no vienen precedidas por un aluvión de premios de la crítica, que en este caso se han centrado en los actores (en especial Brie Larson) y en mucha menor medida en el guion. Además, su turbiedad psicológica puede resultar demasiado desasosegante para al académico jubilado. Se pasa de honesta.


Ganador: Premio del Público en el Festival de Toronto, AFI, BIFA*.
Finalista: Globo de Oro, Critics' Choice, NBR, Satellite, Southeastern, Crítica Online, Dallas, St. Louis, Las Vegas, Kansas, Londres, San Diego, Ohio, Houston, Phoenix, Georgia, Denver, Indiana.
*Como mejor película internacional.






MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA


Que levanten la mano las personas que hace un año apostaban por que en este artículo íbamos a estar hablando de la cuarta parte de Mad Max. A ver, no os veo. Ah, sí, ahí hay tres manos: la del mentiroso, la del fantasma y la del tío que no sabe de cine y dice cosas al azar, así que de vez en cuando suena la flauta. Si hacéis memoria, hace un año nos preguntábamos dos cosas sobre esta película: si finalmente se estrenaría, tras una década oyendo hablar de ella y un rodaje y postproducción eternos y plagados de problemas; y si iba a ser mínimamente decente o iba a seguir la trayectoria de calidad descendiente marcada por La Cúpula del Trueno. A lo más que aspirábamos era a que molase. Pero a nadie se le pasaba por la cabeza que la Academia pudiese nominarla más allá de categoría técnicas. No era su tipo de película. Era todo lo contrario a su tipo de película. ¿Ernest Borgnine votaría por ella? No, no lo haría. Asunto zanjado.

Y llegó el estreno en mayo, y la crítica al completo perdió totalmente la cabeza. La unanimidad fue absoluta. Pocas veces se ha visto tal aluvión de elogios y hasta estudios sesudos sobre las virtudes puramente cinematográficas del cine de acción. Acción pura y dura, sin complejos, sin excusas, sin añadidos argumentales superfluos, desnuda de cualquier cosa que no fuese la adrenalina de la persecución. El público acudió en masa como no lo había hecho para las otras entregas de la saga. El veredicto: DADNOS MÁS DE ESTO, POR FAVOR. Y aun así, después de que todas las personas sobre la Tierra se postrasen a los pies de George Miller, seguíamos sabiendo una cosa: la Academia no iba a nominarla ni de coña. No era su tipo de película. Era todo lo contrario a su tipo de película. ¿Ernest Borgnine votaría por ella? No, no lo haría. Asunto zanjado.

Y llegaron los premios, y las listas de lo mejor del año, y la película seguía surgiendo. Se resistía a morir. Acumulaba más galardones que todas las cintas rodadas solo para acumular galardones. La industria se volcó con ella. Y la prensa. Y las asociaciones. Y todos. Y aun así, cuando iban a anunciar las nominaciones, una parte de nosotros seguía pensando “no puede ser verdad, a la hora de la verdad van a pasar de ella como hicieron con El Caballero Oscuro”. Pero no. Con dos cojones. Una persecución de dos horas rodada como Dios, montada por el Espíritu Santo, con una fotografía y una música que harían llorar a Jesucristo, que pese a su ausencia de guion consigue construir (y mejor que muchas otras cuyo único propósito es este) un mensaje militante en favor de las mujeres como verdaderas garantes de una sociedad que, sin su honestidad y valentía, se sumiría en la corrupción y el caos; una película así, nominada al Óscar. Gane o no, es la película del año. Sabemos que no va a ganar. No hay forma humana de que la Academia la elija. No es su tipo de película. Es todo lo contrario a su tipo de película. ¿Ernest Borgnine habría votado por ella? No, no lo hubiese hecho. Asunto zanjado. ¿No?

A FAVOR: Es la película más aclamada del año por crítica sesuda y popular, por público cinéfilo y casual. Un regreso por la puerta grande (grandísima) de un director muy querido y una saga ya mítica, que en absoluto se queda en el conformismo y el homenaje, sino que avanza miles de millas en lenguaje cinematográfico y evolución de su mensaje social. Un mensaje, por cierto, cuyo feminismo a ultranza puede ganarle las simpatías de este sector de la Academia.
EN CONTRA: Si pudiésemos definir a la ganadora más habitual del Óscar y la situásemos, pongamos, en la estación de Atocha, Mad Max estaría en la Nebulosa de Andrómeda. Que haya llegado hasta aquí es un milagro.


Ganador: Premios CINeol, NBR, ACE, AFI, Critics' Choice*, Chicago, Crítica Online, Las Vegas*, Florida, Kansas, Londres, San Diego, Utah, Austin, Georgia, Boston Online.
Finalista: PGA, DGA, Globo de Oro, Critics' Choice, Critics' Choice*, NSFC, Los Ángeles, Southeastern, Washington, San Francisco, Dallas, St. Louis, Las Vegas, Kansas*, Toronto, Nueva York Online, Ohio, Oklahoma, Iowa, Detroit, Houston, Phoenix, Phoenix*, Denver, Denver*, Indiana, North Carolina.
*Como mejor película de acción o ciencia ficción.






SPOTLIGHT


Venecia es una cruel amante. Por cada Birdman, Gravity, Philomena o Cisne Negro que sale triunfante de este festival con suficiente fuerza para llegar hasta el Óscar, hay un The Master, Los Idus de Marzo, La Chica Danesa o Un Método Peligroso que ve morir sus opciones. No porque tengan malas críticas, ya que en la Biennale no son tan salvajes a la hora de destrozar películas como en Cannes, sino por pura indiferencia. A Spotlight le pasó algo así. Era una de las cintas más esperadas del año y, sin favoritos a la vista, se esperaba de ella que saliese como ganadora. Pero la crítica europea fue simplemente tibia. La decepción duró solo un par de días, porque en Telluride causó sensación, la crítica americana se volcó con ella como loca y recuperó su estatus de líder. Pero ya mostró en ese primer pase las grietas que la han acabado alejando de la estatuilla: hay un sector de público que, pese a respetarla, es incapaz de conectar son su propuesta.

Spotlight es sobria, contenida, sin triunfalismos ni sensacionalismos. No tiene grandes momentos climáticos de adrenalina o lagrimeo, ni grandes revelaciones puntuadas por música grandilocuente, ni retuerce la historia y los personajes a base de trampas y deus ex machina para ganar dramatismo, ni subraya con rotulador grueso cada instante en el que alguien puede ser bueno, malo o heroico. Tiene una mirada calmada, clínica, metódica, que va desenvolviendo los sucesos con total honestidad y compromiso, de forma humilde, dejando el peso dramático sobre los secundarios y personajes episódicos en lugar de sobre los protagonistas, que están ahí para escuchar y para conocer la verdad. Cualquiera podría haber hecho un telefilm chabacano y sensiblero sobre el tema de los abusos sexuales de la Iglesia católica. Cualquiera podría haber hecho un film de puro lagrimeo, bien forzando la tragedia, bien ensalzando a los héroes. Spotlight no lo hace. Puede que con ello se aleje del Óscar (que indudablemente se merece más que cualquier película que se haya estrenado esta década, porque es una obra maestra incontestable). Pero el Cine, con mayúsculas, se beneficia de su existencia.

Porque Spotlight no es una película sobre periodistas, sino sobre periodismo. Hay una gran diferencia. El acento de Tom McCarthy no está puesto sobre las personas de este equipo de investigadores: conocemos poco de su vida y su personalidad. Al contrario, el énfasis está puesto sobre su labor profesional, un trabajo al servicio de la verdad. La noticia entendida como servicio público, como mecanismo de control sobre todas aquellas injusticias que el sistema mete bajo la alfombra. Y precisamente por ello, el foco emocional está en la empatía con las víctimas. Con un tacto extremo y sin ninguna imagen de su experiencia, desgrana el dolor que sigue atenazándolas, su impotencia para hablar y denunciar, sus conflictos psicológicos, sociales y religiosos. Son personas cuya alma se tambalea, y solo podrán expiarla mediante la revelación absoluta. De esta forma, desnudando capa a capa la historia como si de una investigación detectivesca se tratase, Spotlight va agarrándonos de corazón y estrujando poco a poco, sin soltar la presa nunca, hasta acabar con un gancho de izquierda donde menos lo esperamos que nos deja noqueados. Y así, sin necesidad de falsos momentos álgidos, estos meros trabajadores de un periódico se convierten en héroes a nuestros ojos: por actuar como altavoces de la injusticia y no dejar que un sistema podrido continúe segando la inocencia de los niños y traicionando la confianza de miles de fieles.

A FAVOR: Se ha llevado la mitad de los premios de la crítica de este año, además de los galardones de actores y guionistas y el Critics’ Choice. Es una historia sobria y clásica, pero también con una fuerza capaz de agarrarte el corazón y dejarte hecho un guiñapo. No solo es un canto a la honestidad profesional y a la utilidad social del periodismo, sino que es un film-denuncia sobre un tema todavía candente.
EN CONTRA: Su estela se ha apagado mucho en las últimas semanas, dejando paso a McKay e Iñárritu. Los académicos suelen odiar a los periodistas y nunca les dan el Óscar. A los católicos más fervientes de la Academia no les debe haber sentado muy bien. Es un tipo de película pequeña y modesta que, por su propia sencillez, puede dejar un tanto frío a un (numeroso) sector necesitado de drama-espectáculo y grandes escenas climáticas con actores dándolo todo.


Ganador: SAG, WGA, Critics' Choice, NSFC, Los Ángeles, Gotham, AFI, Satellite, Boston, Southeastern, Washington, San Francisco, Dallas, St. Louis, Las Vegas, Nueva York Online, Ohio, Oklahoma, Iowa, Detroit, Phoenix, Houston, Denver, Nevada, Indiana, North Carolina.
Finalista: PGA, DGA, Globo de Oro, BAFTA, Independent Spirit, NBR, Chicago, Crítica Online, Florida, Kansas, Londres, Toronto, San Diego, Phoenix*, Austin, Georgia, Boston Online.
*Como mejor thriller.



OJO: Podríamos lanzar una moneda al aire para elegir cuál de las dos favoritas a la victoria final se hará con la estatuilla dorada. La misma fiabilidad tendría, porque ambas tienen tanto a favor como en contra.





EL RENACIDO (THE REVENANT)


Si Alejandro González Iñárritu sigue a este ritmo, pronto tendrá su propia línea de merchandising, porque los dos últimos años ha sido una figura imposible de evitar. El año pasado rubricó con un Óscar su marca patentada de ambición artística, compromiso de no hacer nada a medias, lenguaje cinematográfico llevado más allá con todos los recursos imaginables. Birdman fue para el mexicano un cambio de paradigma que ha continuado con este film: de la fragmentación temporal y editorial a todo lo contrario, los planos secuencia infinitos y la reducción de cortes. Su cine ha pasado de íntimo a épico; en realidad, siempre fue épico en sus emociones. Todo en Iñárritu es grandioso, hasta su ego. Demonios, hacen parodias sobre él en las que se limitan a sacar de contexto frases suyas en las que habla de sí mismo y de su cine. Si tenemos que creerle, sus películas son a lo que aspira el Séptimo Arte. Con todo, Hollywood es una industria que produce egos al por mayor, así que no es de extrañar que allí no molesten sus baladronadas, sino que sea visto como el epítome del artista definitivo, el auteur del siglo XXI.

Pero si intentan imitarle, lo van a pasar mal: en busca de la autenticidad suprema, el rodaje de El Renacido (The Revenant) fue un infierno. Iñárritu buscó los parajes más gélidos (hasta 40 grados bajo cero); rodó la película secuencialmente utilizando solo luz natural (lo que impedía rodar más de unas pocas horas al día); cambió constantemente la planificación, duplicando el presupuesto asignado; y, en general, forzó a todo el equipo al máximo. Se podría escribir un libro con las tensiones generadas en el set, con peleas y amenazas incluidas. Hasta DiCaprio se contagió del espíritu extremo, comiendo hígado crudo y llegando a padecer hipotermia. Toda esta dureza, esta lucha, este compromiso que tanto han subrayado sus publicistas, está al servicio de una película clásica de aventuras, supervivencia y venganza. El conflicto primario entre el hombre y la naturaleza, pero también entre el nuevo mundo industrializado y los nativos que ven cómo abusan de su pueblo. Iñárritu prolonga cada secuencia, la expande en el tiempo como si fuese el espacio abierto en el que se mueven los personajes, sin dejar de pegarse a sus rostros para capturar cada momento de sufrimiento, cada grieta psicológica, cada decisión implacable. El objetivo: desnudar la historia de todo adorno a través de una estilización más pura y orgánica. Dejar paso al frío, la nieve, la sangre y las cicatrices. Hacer un cine que duela, que congele. En este sentido, sus puntuales salidas oníricas de carácter religioso no acaban de encajar, pero son coherentes con la espiritualidad mostrada por el mexicano en sus otros films, y por tanto son elementos irrenunciables en su cine.

Sin embargo, pese a sus millones de devotos, no todo el mundo la considera la obra maestra que Alejandro cree que ha hecho. Hay un sector nutrido de espectadores y críticos que le piden más historia, que se quejan de la reiteración de trama y recursos, que se ven distanciados por sus decisiones estéticas, o que no conectan con unos personajes esquemáticos. Y precisamente estas quejas vienen de su propósito artístico. Son las mismas que se le podrían hacer a un blockbuster al uso, pero aquí no existe la excusa de “hay que desconectar el cerebro”. Esta incoherencia entre objetivo elevado y elementos de base no tan cuidados es su talón de Aquiles. En caso de ganar, sería la cinta con peores críticas (o, mejor dicho, con las más divididas) desde Crash, que es una ganadora con la que nadie quiere compararse. Tampoco se puede decir que sea un tipo de película que gana con frecuencia. Y sin embargo, llega en la cúspide de su carrera, con un impecable sentido para medir los tiempos y explotar (en taquilla y en premios) en el momento justo para, por lo menos, parecer la favorita.

A FAVOR: La trifecta Globo-DGA-BAFTA es poderosa y llega al final de la carrera en su momento álgido, ganando premios y siendo un éxito de taquilla en boca de todos. Se ha hablado muchísimo sobre sus méritos más allá del producto final, con eso de jugarse la vida por compromiso artístico, lo cual puede encandilar a los indecisos. Es una obra muy personal pero al mismo tiempo con aroma clásico: supervivencia, venganza, lobos solitarios… Incluso tiene algo de mensaje sobre el genocidio indio. Y luego está la tentación de darle el Óscar otra vez a un mexicano en todos los morros de Donald Trump…
EN CONTRA: Iñárritu no ganó ni Globo ni BAFTA el año pasado, así que pueden estar compensando. La odisea del rodaje tiene una relevancia relativa para ganar puntos: la Academia suele preferir obras ‘importantes’ que den una imagen concienciada (Apocalypse now no se llevó el Óscar y no ha habido rodaje más duro que ese). La sencillez de su historia alargada a 150 minutos hace que muchos sientan que no cuenta nada. En 20 años, ninguna película ha ganado sin ser candidata a mejor reparto en el SAG o tener su guion nominado. Provoca más división de opiniones que las otras aspirantes, lo que la perjudica con el actual sistema de votación.


Ganador: DGA, Globo de Oro, BAFTA.
Finalista: PGA, Critics' Choice, ACE, Satellite, Chicago, Washington, Crítica Online, Dallas, St. Louis, Kansas, Londres, Ohio, Oklahoma, Detroit, Denver.






LA GRAN APUESTA


Del director de Hermanos por pelotas y los productores de 12 Años de Esclavitud. De los protagonistas de Crazy, Stupid, Love, Virgen a los 40, The Fighter y El Árbol de la Vida. Basada en el libro de economía avanzada del autor de The Blind Side. Paradme cuando creáis que algo tiene sentido. Pocas personas tenían una idea clara de qué esperar de este film con esas credenciales; la última vez que vimos una combinación de tema presuntamente serio y director y actores especializados en comedia, salió En campaña todo vale. Y eso que Jay Roach ya había rodado Game Change y Recount. El primero que supo qué hacer fue Brad Pitt. Su productora Appian Ways y Paramount vieron el primer montaje y decidieron adelantar su fecha de estreno, de primavera de 2016 a la temporada del Óscar. Algo se debieron oler, bien sea porque no había un favorito claro, bien porque presentían que el film iba a tener recorrido por mucho que el nombre de su director, Adam McKay, estuviese ‘manchado’ por la falta de pedigrí de haberse dedicado a las comedias bufas de Will Ferrell toda su vida.

Lo que tenían entre manos es una suerte de El Lobo de Wall Street, pero quitando la juerga, las drogas y los excesos y entrando de lleno en todo el barullo económico del que se beneficiaba Jordan Belfort. Con un estilo espídico e inquieto, tan juvenil como subrayado, repleto de rupturas de la cuarta pared y recursos narrativos vistosos y hasta recargados, el film narra la historia de varios personajes de moralidad cuestionable (en el peor de los casos, unos cabrones amorales; en el mejor, tipos listos que se aprovecharon de la tragedia de muchos sin hacer nada por evitarlo) que descubren una brecha estructural en el modelo económico de hipotecas subprime y préstamos de los bancos; una brecha destinada a colapsar el sistema y que se alimenta del fraude, la codicia, la incompetencia, la estupidez y la huida hacia delante con una venda en los ojos por parte de todos los actores implicados, de banqueros a brokers, de políticos a strippers, de agencias de calificación a instituciones gubernamentales. Todos tienen su parte de culpa y la película no escatima hostias como panes para todos.

Este objetivo de sacar a la luz la arquitectura de la peor crisis económica de la historia del capitalismo, cuyos efectos aún se notan hasta en los países que han salido de ella (y no, España aún no es uno de ellos), está tratado por McKay y compañía con absoluto compromiso por el cine denuncia. Nada de dulcificar la historia ni de presentar a unos héroes nobles y abnegados (aunque les repugne lo que van descubriendo, aunque su brújula moral les indique la dirección correcta del bien y el mal, no por ello dejan de actuar de forma tan avariciosa como el propio sistema). Nada de evitar los conceptos más complejos, aunque sí simplificarlos a través de metáforas visuales y explicaciones didácticas (que corren el riesgo de parecer condescendientes, algo que se evita dándolas por sabidas de forma inmediata). Nada de forzar un final feliz donde haya algún atisbo de que las cosas han cambiado: su conclusión deja un paladar amargo y consigue poner una guinda explosiva en esa ira hacia el sistema que ha ido alimentando durante dos horas de hijos de puta robando a los pobres. El resultado es un cóctel vivaz, voluble, denso de cojones, algo incongruente pero también estimulante, a medio camino entre la seriedad temática y la sátira mordaz, que se aprovecha de un zeitgeist sociopolítico convulso que la sitúa como la película ‘importante’ por excelencia de todas las nominadas. Y eso siempre importa en los Óscar.

A FAVOR: Desde que la Academia y el PGA cambiaron sus votaciones y son los únicos galardones que siguen el mismo sistema, siempre han coincidido sus ganadores. En el clima político de primarias electorales que vive Estados Unidos, la economía y las consecuencias de la crisis son temas de plena actualidad. La indignación que transmite el film canaliza el descontento hacia la clase dirigente, y su estilo lleno de ‘razzle dazzle’ puede encandilar a los que busquen cine social con personalidad. Ante la duda, la película ‘con contenido’ suele ganar.
EN CONTRA: 7 años pueden ser pocos para que la estadística sea fiable. Pese a todos los intentos del film por dejar claros los conceptos económicos, sigue siendo una cinta densa y llena de tecnicismos que pueden alejar al espectador casual de la historia que cuenta. Es cine Comprometido, pero no es Cine comprometido.


Ganador: PGA, WGA, ACE, AFI, Critics' Choice*, Phoenix*.
Finalista: DGA, SAG, Globo de Oro, BAFTA, Critics' Choice, Satellite, Southeastern, Dallas, Florida, Nueva York Online, Ohio, Oklahoma, Houston, Indiana, Denver*.
*Como mejor comedia.




GANARÁ EL ÓSCAR: La Gran Apuesta. Quizás.
PODRÍA GANAR: El Renacido (The Revenant).
PODRÍA DAR LA SORPRESA: Spotlight (ojalá).
PODRÍA SER MUY LOCO TODO, SI GANA: Mad Max: Furia en la carretera.

 

Fuente: CINeol | Visitada: 1768 veces


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Comentarios (6)

16:26 - 25/02/2016

Corleone12

Yo entiendo el entusiasmo por Spotlight (aunque lo de mejor película de la última década es pasarse de frenada como de aquí a Plutón), entiendo el entusiasmo por Marte, pero de verdad que no alcanzo a comprender que una película tan insustancial y genérica como The Big Short tengo tanto chance de ganar el Oscar.

18:17 - 25/02/2016

Miniviciao@

Spotlight mejor peli de la ultima decada? de la ultima fumada mas bien, el año que viiene no se acuerda de ella ni el apuntador, me parecio mas interesante por otra parte La Gran APuesta, es posible que falle la QUiniela, pero tampoco tengo claro que vaya gana La gran APuestar, me jugare peli y director al Renacido.

20:24 - 25/02/2016

Damned Martian

No me arrepiento de nada de lo que he escrito. Si queréis os lo firmo CON SANGRE.

22:15 - 25/02/2016

Onreuk

Sed testigos que ganará Mad Max. Si lo estáis deseando cojones...

22:50 - 25/02/2016

Zibergazte

Damned Martian escribió:No me arrepiento de nada de lo que he escrito. Si queréis os lo firmo CON SANGRE.


Jajajajajaja Eso es compromiso. Si, señor.

14:57 - 26/02/2016

RADIOMANHEAD

Spotlight = maravilla ... I'm sorry por los haters XD


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