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Jacques Tourneur y el miedo a lo desconocido

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Pese a tener una prolongada carrera con films de muy diversos géneros, el nombre de Jacques Tourneur estará siempre asociado al cine de terror. Y no porque fuera su especialidad, sino porque las obras que dedicó al género han sido de una influencia ineludible en la historia del mismo. Solo por la trilogía de terror de la RKO, el nombre de Tourneur ya tendría un lugar en la historia del cine, y aunque el resto de su filmografía justifica de sobras su prestigio, en esta ocasión nos detendremos en las cuatro magníficas películas de terror que le convirtieron en un nombre de referencia.

Jacques Tourneur era el hijo de Maurice Tourneur, un prestigioso director de cine injustamente sepultado en el olvido hoy en día, pero que fue uno de los nombres clave de su momento, la era de D.W. Griffith en que el lenguaje cinematográfico comenzaba a desarrollarse. De su padre, Jacques seguramente aprendió la importancia del lenguaje visual y de elementos como el tratamiento de la luz y los decorados a la hora de recrear el escenario de las películas. De hecho sus inicios en el cine fueron montando algunos films de su padre, que había emigrado a Francia en la época sonora.

Después de realizar unas pocas películas en Francia, Jacques regresó a los Estados Unidos en los años 30 y empezó a trabajar en algunas producciones de la época, por ejemplo dirigiendo las dificultosas escenas de la toma de la Bastilla para la versión de Historia de dos ciudades (1935) de David O. Selznick, que dirigió Jack Conway. Pero su carrera empezó a tomar forma a raíz de su histórica colaboración con el productor Val Lewton.


Lewton es un hombre que también merecería un artículo para él solo. Era un productor culto e inquieto que había trabado amistad con Tourneur en esos años y que sería el gran artífice de las películas que comentaremos hoy. A principios de los años 40 encontró un nuevo trabajo cuando la RKO le encomendó la labor de gestionar una sección del estudio destinada a películas de terror de serie B. Tenían que ser películas fáciles, baratas y rentables. Por ello se le destinaba un presupuesto muy limitado, actores de segunda categoría y planes de rodaje muy ajustados. Lo único que tenía que hacer con todo ello era supervisar la creación de películas de terror breves (no debían durar más de hora y cuarto) que facilitaran ingresos a un estudio que nunca fue muy estable económicamente.

En circunstancias normales lo que surgiría de este planning serían una serie de películas de terror cutres, tan entretenidas como olvidables (de hecho, eso es lo que sucedía siempre). Pero este caso fue especial. Porque Lewton era un productor con un gran bagaje cultural que seguía queriendo hacer buenas películas pese a las limitaciones que tenía. Y fue por eso que el ciclo de cintas de terror que supervisó en la RKO acabaron siendo contra todo pronóstico obras más que interesantes. Aparte de las que comentaremos, Lewton también produjo films muy notables como La Séptima Víctima o El Ladrón de Cadáveres, dirigidos por Mark Robson y Robert Wise, respectivamente, en el inicio de las que acabarían siendo sus prestigiosas carreras.

Cuando Lewton se encontró con este poco interesante encargo de la RKO, decidió recurrir a su amigo Tourneur. Curiosamente, a ninguno de estos dos renovadores del cine de terror les interesaba lo más mínimo el género fantástico y de horror, y quizá esa sea una de las claves de las tres películas que produjeron juntos.


La Mujer Pantera (1942)

Tourneur y Lewton partieron de la premisa de situar los films en ambientes contemporáneos, ya que creían que así resultaba más difícil y meritorio aterrorizar al espectador, situándolo en un contexto que le era familiar y donde lo sobrenatural de entrada resultaría menos creíble. En segundo lugar, Tourneur en ningún momento se planteó servirse de monstruos espantosos para dar miedo, y en su lugar prefirió basarse en su creencia de que "el único horror verdadero está en nuestra alma".

Con esta base dieron forma a la primera y más famosa película del ciclo, una de las obras absolutamente esenciales del género: La Mujer Pantera. Ante el encargo de realizar una película basada en ese tema, Lewton se sacó de la manga una especie de leyendas de folclore rumano que luego colaron en la película, dotándole de cierto misticismo, y a partir de aquí llevaron el film a su terreno.

La protagonista es Irena, una joven de origen serbio de carácter extraño y reservado, pero ello no le impide enamorarse y casarse con el arquitecto Oliver Reed. No obstante, su matrimonio no funciona. Ella cree descender de una especie de raza de mujeres gato y eso le hace comportarse de forma recelosa con su marido. Éste le recomienda que visite un psiquiatra, pero no parece surgir efecto, y además paralelamente Oliver es seducido por Alice, una compañera de trabajo, lo cual hace aflorar una faceta terrorífica de la personalidad de Irena.


El resultado fue absolutamente sensacional, con un enfoque muy innovador para la época. Tourneur trataba sus films de terror con la misma seriedad que si se trataran de obras de otros géneros más prestigiosos, buscando la sutileza y plagando sus obras de ideas más que interesantes. La base de su estilo era siempre sugerir antes que indicar claramente, no decir con exactitud cuál es el problema de Irena o qué implicaciones tiene que sea una mujer gato, simplemente dejar caer insinuaciones: su fascinación por la pantera del zoológico, la decoración de su casa, la mujer con apariencia gatuna que la llama hermana, los animales de la tienda que se vuelven locos cuando ella entra... Está claro que hay algo sobrenatural que le rodea, pero al no explicitarlo, Tourneur consiguió crear un aura de misterio muy inquietante que hace que el film sea tan especial.

El personaje de Irena, magníficamente interpretado por Simone Simon, es ya de por sí un misterio. No la vemos como una antagonista o un monstruo a liquidar, sino que es pura ambigüedad. La interpretación de Simon recalca la sensualidad y la faceta más sugerente del personaje, pero no es una femme fatale, sino una mujer que sabe que hay algo maléfico en ella que no puede controlar y que puede estallar en cualquier momento.


Como ejemplo de este enfoque, quedan para la posteridad las escenas en que Alice se siente amenazada por la presencia de una pantera-Irena. Son escenas que deberían estudiarse como ejemplo de cómo crear terror y tensión sin mostrar absolutamente nada, solo sugiriendo. Ni siquiera hay una banda sonora que recalque que es una escena de terror. En la escena de la piscina, Tourneur se sirve del silencio interrumpido por unos ruidos misteriosos que no sabemos descifrar y las sombras (en todos los films de este ciclo el uso de la iluminación es fundamental) de las que parece emerger la pantera. Mejor aún es la escena en la que Alice camina por una calle desierta por la noche y cree que es perseguida por una presencia amenazadora. Nunca llegamos a ver esa otra presencia (ya sea Irena o la pantera): vemos cómo Irena la sigue al principio, pero la cámara rápidamente la pierde de vista y entonces pasa a ser 'algo' inconcreto que el director nunca muestra, contradiciendo la regla fundamental de todo film de terror hasta entonces de mostrar el objeto terrorífico del que el protagonista huye.


Este énfasis en insinuar y no mostrar en realidad acababa respondiendo no solo a la forma de pensar de Tourneur, sino también a una necesidad: aunque quisiera mostrar más, la película contaba con tan poco presupuesto que difícilmente podrían contar con un monstruo creíble o mostrar con efectos especiales la conversión de Irena en pantera. Por ello, como veremos en La Noche del Demonio, también resulta fundamental que se tratara de un film de serie B. De esa forma, ese estilo tan sugerente podía justificarse al estudio como una forma de suplir la falta de presupuesto, y al ser una película tan poco importante nadie metería baza exigiendo más panteras. Es uno de esos casos en que la película se benefició de sus precarias circunstancias.


Yo Anduve con un Zombie (1943)

La Mujer Pantera fue un inesperado éxito de taquilla que alivió las presiones económicas de la RKO. En consecuencia, Lewton y Tourneur gozaron de un presupuesto un poco más holgado (aunque todavía de serie B) para el siguiente encargo que les adjudicaron: Yo Anduve con un Zombie. La idea era sencillamente hacer una película sobre zombies basada en un artículo aparecido en la prensa, pero en la práctica Lewton se lo pasó por el forro y encargó a los guionistas que fusilaran Jane Eyre combinándola con elementos de zombies. Su engañoso y sensacionalista título sigue sugiriendo un film de terror al uso, pero en realidad Tourneur y Lewton fueron aún más lejos en su afán de crear una película fantástica de calidad. De las tres películas que realizaron juntos, nunca llegaron hasta el extremo de apartarse tanto del género como con ésta, una obra con un tono poético sencillamente impensable para una cinta de estas características.

La trama de hecho parece más un melodrama que otra cosa: la enfermera Betsy Connell es enviada a una isla caribeña a cuidar de la esposa del dueño de una plantación llamado Paul Holland. El problema de Jessica, su mujer, es que se encuentra en un extraño estado de sonambulismo, comportándose como un zombie y vagando sin voluntad por la mansión. Por lo que Betsy puede deducir, antes de caer en ese estado Jessica tuvo un romance con el hermanastro de Paul, Wesley Rand, quien vive allí trabajando también en la plantación. A su llegada, Betsy se enamorará rápidamente del reservado Paul y se propondrá curar a su mujer con la esperanza de hacerle feliz.


Yo Anduve con un Zombie es una película tan especial y única que cuesta creer que se realizara dentro del marco de una simple serie B de terror. De entrada, la estructura del film es un claro desafío a las convenciones de cómo se debía articular una película clásica: la información sobre todo lo que ha sucedido nos es dada con cuentagotas y de forma indirecta (por ejemplo, mediante la canción de los lugareños que oímos de fondo mientras Betsy y Wesley conversan), e incluso se nos aparta de momentos objetivamente cruciales de la trama (cuando el comisario se reúne con la familia Holland para hablar de Jessica y la inquietud de los nativos, la cámara permanece fuera del recinto junto a Betsy). De hecho, el bellísimo desenlace es tan misterioso que genera más preguntas que respuestas, dándonos a entender que al final Betsy no ha contribuido en nada a la resolución del conflicto y que simplemente ha sido testigo de los misteriosos hechos que nos narran.

Pero más allá de estos elementos tan interesantes, Yo Anduve Con un Zombie es otro ejemplo de film fantástico basado en la insinuación, sólo que en esta ocasión el componente sobrenatural rehuye aún más los códigos del género de terror. Todo el tema del vudú es mostrado con respeto hacia los nativos y sin dejar del todo claro hasta qué punto llega su poder. Aunque se nos dice que es la madre de Holland quién está detrás de esas ceremonias para que los nativos sigan sus consejos, la escena final nos muestra en cambio cómo uno de los hechiceros consigue atraer a Jessica. Por lo tanto, Tourneur realmente no niega el poder sobrenatural del vudú, simplemente no nos aclara hasta qué punto llega su influencia: ¿la causa del estado de Jessica es natural o por un maleficio? ¿Cómo explicar el desenlace en caso de ser lo primero? Nunca lo sabremos, ni hay necesidad de ello, lo que le importa a Tourneur es la fascinación que otorga lo sobrenatural y la forma en la que eso condiciona las relaciones de los personajes.


La escena en que Betsy se dirige al poblado con Jessica es una de las secuencias más bellas y fascinantes filmadas en la época, en la que se sumerge al espectador en la magia de ese mundo simplemente a través de la puesta en escena y la recreación de ese espacio en el que se aventuran. Pocas películas de la época contienen esa belleza y poesía tan especial, al mismo tiempo que mantienen ese aire oscuro que uno espera de un film de terror: ese entorno condicionado por las misteriosas fuerzas sobrenaturales que solo se intuyen, esa idea sobreentendida de que Jessica está pagando por el pecado que ha cometido, ese fatalismo que impregna la atmósfera (ver la conversación de Paul y Betsy en el barco, en la que él le da a entender todo lo siniestro que se oculta tras eso que ella cree bello). Para muchos, este se trata del mejor film de este ciclo, entre ellos el propio Tourneur, que la consideraba una de sus mejores películas.


El Hombre Leopardo (1943)

La última obra del ciclo RKO de Tourneur es la menos llamativa y la que menos incide en el terreno sobrenatural, pero no por ello es menos digna de interés. En un poblado de Nuevo México, el manager Jerry Manning alquila un leopardo como truco publicitario para su cantante Kiki. No obstante, antes de la actuación, el leopardo se escapa causando el terror en la población y una serie de jóvenes van muriendo presa de sus garras. Jerry sin embargo sospecha que casi todos los crímenes los ha cometido una persona, y no el leopardo.

Al igual que Yo Anduve con un Zombie, El Hombre Leopardo es todo un desafío a nivel de estructura, al no tener un protagonista claro hasta sus últimos minutos. En su lugar, la película va saltando del punto de vista de Jerry y Kiki al de las víctimas del leopardo, pero no solo narrando las escenas de su muerte, sino sus circunstancias previas.


En ese sentido, las escenas de los ataques nocturnos nos devuelven al Tourneur de La Mujer Pantera, siendo fiel a su estilo. La escena del primer ataque es un ejemplo magnífico de ello: Tourneur nos narra todo el viaje de la chica hasta la tienda para comprar tortas de maíz recreándose en los silencios, alargando la tensión a partir del miedo interior del personaje, las sombras y los sonidos que ella atribuye al leopardo. De nuevo el espectador nunca ve nada claramente, puesto que como él bien sabía, nada da más miedo que lo desconocido, lo que no se puede ver del todo y nos lleva a imaginarnos lo peor. Un plano como el de la sangre circulando debajo de la puerta después de haber oído a la chica chillando de terror es tan escalofriante y funciona mejor que cualquier filmación del ataque.

En este film, Tourneur no evoca lo sobrenatural, pero sí los terrores internos del ser humano, su miedo a lo desconocido. Al final, la premisa del leopardo fugado no es más que una excusa para recrearse en el pánico de las personas a la oscuridad y al acecho de cualquier elemento misterioso. Si El Hombre Leopardo no juega con lo sobrenatural es porque se trata de un estudio del miedo, desprendido de la faceta misteriosa de La Mujer Pantera y concentrado en una premisa muy básica: el terror en estado puro.


La Noche del Demonio (1957)

Tras esta trilogía de películas, la colaboración Lewton-Tourneur se deshizo y cada uno siguió su carrera por su cuenta. Tourneur hizo películas de todo tipo de géneros, incluyendo westerns (Wichita, Ciudad Infernal), cine negro (Retorno al Pasado) y películas de aventuras (El Halcón y la Flecha). Por ello, su regreso al terreno del terror y lo sobrenatural en los años 50 con La Noche del Demonio era una noticia sonada. Desafortunadamente, la película no se filmó en el ambiente de camaradería y mutuo entendimiento que había tenido en la RKO con Lewton, y las desavenencias del productor con Tourneur y con el guionista Charles Bennett, e incluso con el protagonista Dana Andrews, afectaron negativamente al resultado final.

La premisa es muy prometedora: el Dr. John Holden viaja a Inglaterra para encontrarse con un profesor que está investigando al Dr. Julian Karswell, líder de un culto satánico, pero el experto fallece en extrañas circunstancias. Aunque existen sospechas de que unas fuerzas sobrenaturales han provocado su muerte, Holden cree que son solo supersticiones y se propone investigar al Dr. Karswell sin miedo a las consecuencias.


La Noche del Demonio es el film en que Tourneur debate más abiertamente la creencia en fuerzas sobrenaturales, la lucha de la racionalidad (representada por el científico John Holden) contra lo misterioso y oculto (encarnado en Julian Karswell). La investigación de Holden acaba siendo una especie de pulso entre ambos personajes que habría tenido sentido completo de haberse acabado el film como Tourneur tenía en mente.

La idea de Tourneur es que en algunas escenas se diera a entender la aparición de unas fuerzas misteriosas que desencadenan la muerte de ciertos personajes. No debía mostrarse nada, simplemente sugerir, igual que había hecho con éxito en sus films de la RKO. Desgraciadamente, el productor no estuvo de acuerdo e insertó sin permiso de Tourneur unos planos de un monstruo bastante risible en las escenas sobrenaturales. De esta forma, toda la magia que consigue Tourneur con insinuación y una puesta en escena magistral se pierde con el plano del monstruo. Tourneur sabía que no había que dar forma a ese objeto de terror porque eso causaría más impacto al espectador, y el tiempo le ha dado la razón: los elementos previos a su aparición son escalofriantes y están magníficamente orquestados. Cuando de repente el monstruo aparece, el terror ha adquirido forma y todo el misterio se pierde.

En consecuencia, La Noche del Demonio acaba siendo una obra que desafortunadamente no podremos disfrutar tal y como había planeado su director. Sigue siendo una película magnífica, pero uno no puede evitar lamentarse pensando que de haberla podido filmar como él quería, habría sido redonda. Es una lástima que el cegato productor no supiera apreciar lo que Tourneur había enseñado al mundo en su trilogía de la RKO.


Afortunadamente, otros cineastas sí que tomaron nota del estilo de Tourneur y de su forma de crear miedo. Un ejemplo muy evidente es la magnífica Alien. El Octavo Pasajero de Ridley Scott, una de las películas de terror más importantes de las últimas décadas basada en la premisa de Tourneur: insinuar, no mostrar claramente. La edición en DVD nos confirma este hecho, ya que contiene algunas escenas eliminadas en que se veía al alien en su totalidad, lo cual demuestra que Scott prefería no mostrar a su monstruo claramente pese al esfuerzo que se había hecho a la hora de crearlo.

Puede que la solución que propuso Tourneur respondiera a motivos presupuestarios, pero el tiempo ha demostrado que la sutileza y el buen saber hacer de un director con sensibilidad son ingredientes mucho más interesantes que un espantoso monstruo de cartón piedra como el de La Noche del Demonio.

 

Fuente: CINeol | Visitada: 3284 veces


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Comentarios (4)

22:30 - 01/09/2013

Damned Martian

[tadoramo] [tadoramo] [tadoramo] [tadoramo] [tadoramo] [tadoramo]

Uno de los grandes maestros a reivindicar del cine, lo llevo diciendo AÑOS. Pedazo de artículo, sí señor.

23:50 - 01/09/2013

Rocha

Me uno a la felicitacion :-)

09:40 - 02/09/2013

p4dr1n0

No es que sus películas no sean buenas -son maravillosas- pero cada vez que las veo -sobretodo La Noche del Demonio- me entra una especie de desazón por que me da la sensación de que son dead end; así como otras películas de la época encontraron réplicas, homenajes, discípulos... éstas no dejan de dar la sensacion de que nadie las ha visto, ojalá hubieran creado más escuela.

Me ha encantado darme de bruces con este pedazo de artículo homenaje. Muchísimas gracias.

03:23 - 05/09/2013

caren103

Creo que sólo recuerdo muy vagamente haber visto la de la mujer pantera, pero hace tanto que apenas recuerdo nada.

Muy interesante artículo, y que me llevará a tratar de ver algunas sino todas de las peliculas comentadas.

Y sí, sugerir, no mostrar, a mí siempre me ha creado mucha más tensión y terror que el mostrar.


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