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Especial La Dalia Negra: Back in Noir: Brian de Palma

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HackLechu, 22/10/2006


Martin Scorsese. Steven Spielberg. George Lucas. Francis Ford Coppola. O lo que es lo mismo, “El Padrino”, “Star Wars”, “Tiburón” o “Taxi Driver”. Si preguntas a cualquier aficcionado de a pie del cine seguro que no tardarían en reconocer y asociare esos nombres y películas. Sin embargo, si les preguntas acerca de Brian de Palma la gran mayoría te mirará con esa cara que se nos queda cuando algo nos suena pero no sabemos de qué. Si les mencionas “Misión Imposible”, “Los intocables de Elliot Ness” o “Scarface” seguro que las conocen, pero... la gran mayoría será incapáz de recordar el responsable que se encuentra tras ellas. ¿Quién es pues este director con nombre de mafioso, desconocido para el gran público y a la vez tan amado como odiado por los aficcionados al cine?
[size=18]Autobiografía visual[/size]
Cuando uno habla de de Brian De Palma lo primero que le viene a la mente son travellings, vertiginosos planos secuencia, sofisticados movimientos de cámara, planos múltiples…. En definitiva, mil y una filigranas visuales. ¿Sus únicas señas de identidad las encontraremos pues en el terreno de la imagen? ¿Es De Palma un director exclusívamente visual? Nada más lejos de la realidad. A pesar de hacer un cine esencialmente, o espectacularmente, visual, el cine de Brian De Palma es sorprendentemente autobiográfico.
¿Cómo debemos interpretar pues un cine lleno de niños vengativos, fatalismo, cinismo, manipulación o vouyerismo? No hay más que asomarse un poco a la historia personal del director.
“No hagas ruido, que Bruce está pensando” / De Palma ante el mundo
De Palma nace en 1940 en New Jersey (aunque crecería en Filadelfia) en el seno de una familia italo-norteamericana de la que será el hermano más pequeño del trio De Palma. Hijo de una eminencia en el campo de la cirujía ortopédia, la familia De Palma se instaló en Filadelfia (donde el padre consigió un puesto como profesor en un colegio médico) sin mayores problemas. Es decir, clase media-alta, dos hermanos, padre y madre. Todo parece indicar que la infancia de De Palma debería haber transcurrido felizmente sin más problemas que los habituales. Pero no. Desde temprana edad, Brian tuvo que luchar constantemente para intentar estar a la altura de su hermano mayor, Bruce, en la consideración de sus padres. “Mis padres siempre consideraron que Bruce era un genio. Me acuerdo de que, una vez, al volver del colegio, mi madre vino a decirme: “No hagas ruido, que Bruce está pensando”. Lo trataron literalmente como a un dios, lo que tuvo consecuencias trágicas para él. (…) Tenía tan alta opinión de sí mismo que acabó por afincarse en una isla de Nueva Zelanda, en donde vivía aislado del mundo.”
Así, Brian (a diferencia de su otro hermano, Bart, que intentó seguir siempre el camino diametralmente opuesto al endiosado hermano mayor), se obsesionó en tratar de ganarse el respeto de sus padres durante toda su infacia, demostrándoles que podía ser mejor que Bruce. De ahí gran parte de su interés durante esa época en la física, terreno en el que terminaría por especializarse Bruce. Sin embargo, sus esfuerzos nunca darían sus frutos, ni aun quedando por encima de éste en un concurso sobre cibernética. “Pasase lo que pasase, Bruce era el genio de la familia y yo, su imitador. Tuve que hacerme famoso para que mi madre empezase a estar orgullosa de mí. Le encantaba venir a verme a California y presumía mucho de tener un hijo director de cine, con lo que yo me sentía siempre muy violento. A mi padre, en cambio, nunca le interesó de verdad lo que yo hacía. (…) Me doy cuenta de que ese tipo de comportamiento determina la existencia de uno. Incluso ahora me parece increíble que a mi padre no le interese nada mi oficio. Pero ya me he hecho a la idea. Si no le intereso, pues peor para él.”
Sabiendo esto, no es dificil entender por qué la a priori contradictoria filmografía de De Palma no lo es tanto. De Palma fue un niño con un indudable talento e inteligencia, pero sin embargo nunca consiguió verse reconocido… ¿cómo se traduce ésto?
Entre otras cosas, en el modo de afrontar la relación entre creador y receptor, con un claro fondo ambicioso de verse reconocido, pero a la vez con un tapiz de cinismo propio del que en el fondo ya sabe que toda su vida habrá quién le juzgue injustamente. En definitiva, en la fijación de De Palma por llegar al gran público con sus películas, en que tengan éxito, pero sin que ello suponga perder ni un ápice de su esencia por el camino. Cosa que, al igual que entonces, le ha producido al bueno de Brian más de un quebradero de cabeza al observar decepcionado como ha sido maltratado injústamente por crítica y público en más de una ocasión (“Carlito’s Way” apenas tuvo éxito en su momento, “Casualties of War” le reportó más de dos o tres artículos feroces que le acusaban incluso de machista, “Blow Out” pasó sin pena ni gloria, “Scarface” fue recibida con el mayor de los desprecios…).De ahí que en su filmografía se alternen títulos de género, destinados a un público minoritario (“Phantom of the Paradise”, “Sisters”) con grandes superproducciones hollywoodienses (“Mission Impossible”, “The Untouchables”, “The Bonfire of the Vanities”…). Pero no obstante, indiscutiblemente todas con su sello autoral.
“Fui yo quien lo provocó” / Personajes De Palmianos
Pero lejos de que su historia personal se limite a influir tan solo en su manera de afrontar su carrera, el cine de De Palma esta lleno de personajes con matices autobiográficos. ¿Cómo encaramos eso con personajes como los que pueblan “Carrie”, “Obession”, “Phantom of the Paradise”, “Scarface”, “Blow Out” o “Dressed to Kill” ? ¿Es de Palma un “outsider maldito” que ha desarrollado la capacidad de castigar a sus detractores a través de la telequinesia? ¿Ha vendido su alma al diablo? ¿Es un ególatra cocainomano? ¿Un psicópata? ¿Se viste de mujer? Puede que la respuesta a varias de estas preguntas sea afirmativa, nunca se sabe. Pero lo siento, no van por ahí los tiros.
(-AVISO, ESTA SECCIÓN ESTÁ PLAGADA DE SPOILERS-)
Cojamos por ejemplo, como punto de partida, las dos primeras películas mencionadas. “Carrie” y “Obsession”. ¿Que une a una historia de terror salida de la mente de Stephen King con un thriller clásico que bebe de “Vertigo”?
La historia de Carrie es de sobra conocida, chica criada por una psicótica y terrorífica madre que la somete a una insana estricta educación cristiana (valga la redundancia) que la convertirá en una auténtica marginada social. Carrie acabará desarrollando poderes telequinésicos que le permitirá devolverles el baño de sangre a sus queridos compañeros de la fiesta de graduación.
La historia de “Obsession” a muy grandes rasgos es la historia de un secuestro y sus consecuencias. Pero lo que realmente nos interesa aquí es su final. En éste, sorprendente y trágico como pocos, los espectadores descubrimos como la enigmática Sandra Portinari (Geneviève Bujold) no era más que la hija de Michael Courtland (Cliff Robertson) que alentada por el maquiavélico manipulador Robert Lasalle (John Lithgow, auténtico vilano de la función) habían urdido un plan para vengarse de su padre por no haberla rescatado a ella y su madre años antes. ¿Lo pillan? Venganza. Y más en concreto, niños que se vengan.
Muchos pensareis, y puede que con razón, que el hecho de que sus padres le situasen sistemáticamente por debajo de su hermano mayor no sea tampoco motivo para… pero dejénme explicarles que la cosa no quedó ahí. En el hogar del joven De Palma, la violencia (psicológica) estaba a la orden del día. No solo violencia en el trato de sus padres hacia él y su hermano pequeño, sino también violencia por parte de sus padres que se pasaban los días discutiendo. “En casa, cuando veía a mis padres pelearse o meterse violentamente con mi hermano Bart no podía intervenir y me sentía impotente.” Situaciones violentas, injustas, trágicas ante las que no puedes hacer nada. He aquí otra seña de identidad dentro del universo fílmico depalmiano. ¿Recordais el impactante final de “Blow Out” en el que Sally (Nancy Allen) muere irremediablemente a pesar de los esfuerzos de Jack Ferry (John Travolta)? ¿Qué me decís de la escalofriante escena de “Casualties of War” donde Ericsson (Michael J. Fox) asiste horrorizado a múltiple violación de la chica vietnamita? ¿El hitchcockniano asesinato que presencia Jake Scully (Craig Wasson) en “Body Double”? ¿La escena inicial de “Mission Impossible” dónde Ethan Hunt (Tom Cruise) comprueba con impotencia como todo su equipo está siendo eliminado uno por uno? Puro De Palma.
Pero como también ocurre en la mayoría de sus películas, la tragedia desencadena la acción. En este caso la tragedia se mascó cuando cuando su madre tuvo que ser hospitalizada al tomarse una caja entera de barbitúricos tras haber descubierto que su marido la engañaba con una de sus enfermeras. Veamos que dice De Palma del intenso camino que emprendió hasta conseguir el divorcio de sus padres. “Fui yo quien lo provocó. Su matrimonio estaba tocado desde hacía mucho, pero mi madre nunca había tenido la fuerza de voluntad suficiente para dejar a mi padre.” Así que tras oir de palabras de su madre que su padre le engañaba, tomó cartas en el asunto. “Como siempre nos lo había descrito como un seductor, no me costó nada creerla. Siendo así que en realidad-pero de eso no me di cuenta hasta más adelante- sólo era un hombre que se atiborraba de trabajo para olvidar sus problemas de pareja. Y un buen día acabó por enamorarse de otra mujer en el hospital, que era en donde se pasaba la vida. Todo muy vulgar, en última instancia. Pero por entonces yo no era capaz de entenderlo. Para mí, aquella mujer era “la otra” y mi misión constistía en ayudar a mi madre a conseguir el divorcio proporcionándole una prueba de infidelidad de mi padre. Así que me puse a ello en cuerpo y alma. Como ya pueden suponer, fue un período muy intenso de mi vida. Por primera vez, estaba haciendo algo de lo que Bruce no era capaz. Pues mis hermanos nunca habían sabido cómo enfrentarse a esa situación. Yo me tracé un plan. (…) Los viernes por la tarde, antes de irme, pinchaba el teléfono con un magnetófono de bobinas que me había reglado mi madre por Navidad. Lo hice todo el verano sin conseguir nada. Luego fui siguiendo a mi padre con la cámara de fotos con la esperanza de sorprenderlo con su amante, pero tampoco conseguí nada. Al final me di cuenta de que la mejor forma de llegar a lo que quería era pillarlos con las manos en la masa. Así que me presenté una noche en el despacho de mi padre y me los encontré juntos a los dos. Mis padres se separaron poco después, aunque tardaron bastante en divorciarse. La ironía del asunto es que los dos rehicieron luego sus vidas y fueron muy felices. Mi madre se casó con otro médico y mi padre, con su amante, con la que todavía sigue ahora. Mis padres estaban hechos para ser felices en el matrimonio. Pero no juntos.”
Hagamos un alto en el camino. Sus padres eran infelices juntos, la madre intenta suicidarse con pastillas al descubrir que su marido es infiel y Brian decide pasar a la acción y desenmascarar a su padre. Con este argumento propio de un thriller de sobremesa podemos hacernos ya una idea de de dónde proviene el gusto de Brian por los thrillers, el espionaje o el voyeurismo (Brian se siente por primera vez útil y necesitado al tomar las riendas para desenmascarar a su padre y ayudar a su madre. ¿Y cómo lo hace? Con un puro acto de vouyerismo. Observar secrétamente a su padre). Pero sin embargo sigue sin explicar del todo lo de los niños vengativos. Sigamos con el relato de Brian.

“Si llegué a esos extremos fue porque mi madre me había manipulado. Sabía que yo resolvía las crisis pasando a la acción-cosa que no hacían mis hermanos- y jugó esa baza. A fin de cuentas, esas crisis me ermitió resolver mi complejo de Edipo. Dejé a mi padre fuera de juego. ¡Mi madre era ya mía y sólo mía! ¡Y entonces me di cuenta de por qué él la había dejado! La vida con mi madre era una pesadilla. Poco a poco fui adoptando el punto de vista de mi padre, que, unos años después, me fue contando algunas cosas. (…) Pero hasta ese momento, mis hermano y yo sólo habíamos sabido el punto de vista de mi madre, que nos hablaba de mi padre como de un intruso que estaba en contra de nosotros. Nos decía: “El malo es él. Vosotros estáis conmigo. Tenéis que haer que se sienta culpable” Hasta que fui padre no estuve en condiciones de darme cuenta de hasta qué punto había sido mi madre quién nos había inculcado todas esas ideas. Si las cosas se deterioraron tanto por entonces fue porque mi madre lo deformaba todo.”
¿Manipulación por parte de una figura “poderosa” o importante que acaba dejando a los protagonistas en un trágico punto sin retorno? Es el caso del Winslow Leach (William Finley) de “Phantom of the Paradise” que es manipulado por el diabólico Swan (Paul Williams), es el caso de Elizabeth Courtland y el retorcido Robert Lasalle de“Obsession”, es el caso de Carrie White (Sissy Spacek) y su autoritaria y desquiciada madre en “Carrie”, es el caso de los soldados a cargo del carismático y peligroso sargento Meserve (Sean Penn) en “Casualties of War”… Pero la manipulación no solo se manifiesta de ese modo en el cine de De Palma. Brian en su filmografía juega constantemente con el espectador, lo reta, lo manipula. De ahí por ejemplo su afición por los “falsos comienzos” (“Sisters”, “Double Body”, “Blow Out”, Mission to Mars”). Y es que para Brian “en contra de de eso que a Jean-Luc Godard suele gustarle decir (que el cine es verdad veinticuatro veces por segundo), yo opino que es la mentira veinticuatro veces por segundo”.
Así pues, De Palma creció en el seno de una familia en la que era constantemente marginado en pos de su hermano mayor, en la que además sus padres discutían constantemente y en la que finalmente su madre los manipuló para crearles una imagen de su padre a su conveniencia. Ya no creo que quepa duda del por qué De Palma recurre en muchas de sus películas a la figura de los niños “vengativos” (“Carrie”, “Obsession”, “The Fury”, “Dressed to Kill”).
En definitiva, Brian al igual que muchos de sus personajes sufrió un auténtico “punto sin retorno” que le obligó a tomar decisiones que aun a día de hoy le pesan en su conciencia. “Mucho tiempo después me di cuenta también de que nuestra familia se había desintegrado por mi culpa. Cuando hice posible el divorcio, nuestro hogar quedó definitivamente destruido. (…) Nunca hubo un sitio en que pudiéramos reunirnos todos. Las familias pueden tener todos los problemas del mundo, pero siempre hay un sitio en donde la gente puede verse, aunque no sea más que una vez al año. Pero nosotros no tuvimos eso.” De este modo Brian arrastra una carga de culpabilidad que le hace estar en cierta manera atrapado por su pasado. Es ese mismo sentimiento de culpabilidad el que asola también a personajes como Michael Courtland (“Obsession”), el soldado Eriksson (“Casualties of War”) o por supuesto, Carlito Brigante (“Carlito’s Way”).
[size=18](Set) Pieces of Brian De Palma[/size]
No huyan despavoridos por lo snob del título, no se vayan todavía, que no todo van a ser analogías entre su obra y su vida en forma de peñasco culebronesco farragosamente escrito. También hay hueco para polémicas declaraciones, triviales curiosidades y… tranquilos, desquiciados detractores, sí, ¡voy a mencionar a Hitchcock!
“Me he convertido en un director que trabaja para otros directores”/ Honestidad Brutal
Si de algo puede presumir Brian De Palma por encima del resto de sus barbudos colegas de generación (Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg y George Lucas) es que es, sin duda, el más polémico de todos ellos. Y es que, quizás por lo injusta que ha sido la crítica con él en muchos momentos (llegando a recibir críticas durísimas por películas que luego con el tiempo están magníficamente consideradas), quizás por tanto, por ese carácter fatalista y cínico, de vuelta de todo, que ha ido desarrollando a lo largo de su carrera, quizás por eso Brian De Palma hace perfectamente honor al apelativo de “enfant terrible” del grupo al opinar sobre todo lo que haga falta sin pelos en la lengua.
Así por ejemplo en una entrevista a raíz del estreno de “Snake Eyes” afirmaba: “Creo que ya no se puede esperar nada de los críticos de los Estados Unidos. Ninguno escribe nada interesante. Los buenos suelen escribir en publicaciones marginales. Los críticos más leídos son de un nivel bastante bajo.” Y remata sentenciando “Algunos críticos inteligentes entendieron la película. Pero los demás-no sé si se les puede seguir llamando críticos-no hablan en realidad de lo que se ve en la pantalla. Me da la impresión de que el trabajo formal que realizo les viene muy grande”.

Pero como quejarse es gratis, Brian lo hace sobre lo más variopinto. Sobre la televisión: “Seguramente se habrán fijado en que en la televisión americana hay cada vez más siglas apiñadas en los bordes de la imagen. El recuadro es cada vez más pequeño, con todas esa guarrerías ahí pegadas…¡cómo si no fuera suficiente con los anuncios entre programas todo el santo día!.
Sobre la nueva ola en el cine de terror y “Scream” en concreto:“¡Es el colmo de la necedad!”
Sobre la situación actual de Hollywood: “Las películas que produce Hollywood nunca han dado dinero como ahora, pero ¿pueden citarme una sola que vaya a pasar a la posteridad? ¡No será “Titanic” desde luego! No hay nada de arte en esas películas aparatosas. Les pasará lo mismo que a las películas de Cecil B. De Mille”.
Sobre Stephen King (“Me parece que “Carrie” –su primera obra .ndr- sigue siendo su mejor libro.”
Sobre la sociedad americana: “Los americanos se imaginan que están viviendo en el país más fascinante del mundo, cuando resulta que es de un aburrimiento mortal. En nuestro país ya nadie se interesa por lo que sucede en Europa en el terreno cultural.”
O incluso sobre… ¡sus propias películas!: “Wise Guys” resultó una película rara y estúpida”.
Hitchcock, influencias y referencias.
Ríos de tinta se han escrito sobre la relación entre Hitchcock y De Palma. ¿Imitación? ¿Simples referencias? ¿Alumno aventajado? ¿Plagiador? Brian lo tiene muy claro, “Hitchcock es el maestro de la gramática cinematográfica y quien se interese algo por la forma-y tal es mi caso-¿en quién se va a fijar como no sea en Hitchcock? En este terreno nadie ha inventado nunca nada de tan capital importancia como Hitchcock”.
Claro está que De Palma ha utilizado mucho en su cine la referencia hitchcockniana pero… si ha demostrado con creces que más allá de las referencias tiene un marcadísimo estilo propio, ¿por qué hay un sector de la crítica que sigue tachándolo de simple imitador? “Cuando empiezan a sacarme a Hitchcock a relucir cada vez que alguien se ducha en una de mis películas o cada vez que asesinan a una mujer, contesto: “¿Qué me dice?” Y si el periodista insiste, le pregunto: “Pero, ¿qué quiere usted decir exactamente?”. He visto tantas veces sus películas, he analizado tanto su técnica y vuelto a utilizar alguna de sus ideas, que soy la persona que mejor puede saber si lo que hago está o no está inspirado en Hitchcock. Así que ya estoy harto de esas comparaciones que la mayor parte de las veces no tienen ninguna razón de ser. Si supieran cuántos críticos ni siquiera son capaces de ver de verdad lo que tienen delante de los ojos. El propio Hitchcock tuvo que soportar algo así al principio de su carrera. Nadie comprendía la genialidad de su forma de dirigir ni su ciencia de la narrativa y el desglose de las escenas.”
A pesar de la coherencia de sus palabras, del hecho de que a directores como Tarantino se le venere por lo mismo de que a Brian se le acusa o de que entre el Van Sant de “Psicosis” y el De Palma de “Body Double” diste un abismo, aun habrá quien se empeñe en no querer ver más allá de la crítica fácil. Él se lo pierde.
Pero como no solo de Hitchcock vive el hombre, ni siquiera Brian, hagámos un breve repaso por sus gustos y preferencias en distintos ámbitos:
- Si hablamos de literatura, Brian siente especial predilección por la ciencia ficción. “El hombre demolido” de Alfred Bester (que siempre ha querido adaptar), “Las sirenas de Titán” de Kart Vonnegut o los libros de Frank L. Baum. Pero también cita a autores como Oscar Wilde, Conan Doyle, H.G. Wells o Robert Louis Stevenson.
- En el terreno de la música, De Palma, auténtico amante de las bandas sonoras, elige a John Williams, Jerry Goldsmith, Georges Delerue, Ennio Morricone y por supuesto, Bernard Herrmann.
- Y en el cine, obviando a Hitchcock, en el plano clásico De Palma siente predilección por directores como Michael Powell, Billy Wilder (“Yo no creo que pueda concebirse mejor película que “El crepúsculo de los dioses”. Es la perfección absoluta. No se puede hacer nada mejor… al menos en mi opinión), Howard Hawks, David Lean, Pressburger, Visconti, Fellini… y por supuesto, Orson Welles. De joven quiso ser como Godard y cita a Kubrick como el último gran innovador. En la actualidad defiende títulos como “Corre, Lola, corre” (1998) de Tom Tywker, “La tormenta de hielo” (1997) de Ange Lee, American Beauty (1999) de Sam Mendes, El sexto sentido (1999) de M. Night Shyamalan, Magnolia (1999) de P. T. Anderson o el cine de Tarantino y los hermanos Coen como excepcionales casos aislados dentro de un panorama que considera carente de ideas.
[size=18]Filmografía[/size]
Si habéis leído hasta aquí es que habéis visto sus películas (en caso contrario os estaréis acordando de mi familia por haberos reventado unos cuantos finales), por lo que obviamente no os voy a descubrir nada nuevo sobre su filmografía. Pero si en el caso contrario sois listos y no habéis perdido el tiempo con todo lo anterior, y del mismo modo os interesa saber solo que demonios ha hecho este hombre en el cine, este repaso rápido a su filmografía es vuestra sección.
“Chicas, Vietnam y J.F.K.”/ Los locos 60

Aunque realmente sus primeros trabajos los constituyen las desconocidas “The Wedding Party” (1963-1966) y “Murder à la Mod” (1968), la película con la que se dio a conocer al mundo fue la divertida Greetings (Saludos) (1968), que ganaría el Oso de Plata del Festival de Berlín en ese mismo año (curiosamente uno de los tres únicos galardones que posee De Palma – los otros dos son dos premios en el Festival de Avoriaz por “Phantom of the Paradise” y “Carrie”). En “Greetings”, De Palma se aliaba con un primerizo Robert De Niro en la que es un “reflejo de todas nuestras obsesiones de los años sesenta: las chicas, la llamada a filas y, por supuesto, el sesinato de John Kennedy.” La cinta, rodada con un estilo cercano al de la nouvelle vague es una de esas películas pequeñas que exudan por los cuatro costados vitalismo, frescura y ganas de hacer cine. “La rodamos en dos semanas, con esa energía que nace de la desesperación, con un presupuesto de alrededor de veinte mil dólares que habíamos reunido en efectivo.”
Así pues, esta divertida cinta tuvo tanto éxito que un año después De Palma y su equipo ya estaban poniendo la maquinaria en marcha para rodar la secuela. Así nace Hola mamá!, la primera y única secuela que ha realizado De Palma, que sigue las andanzas del protagonista más carismático de “Greetings”, el voyeur interpretado por Robert De Niro. “Hi, Mom! va un paso más alla del concepto de “Greetings”, ahondando en el humor negro y el estilo alocado de aquella. A modo de curiosidad decir que muchos ven en el personaje de Jon Rubin (Robert De Niro) una antesala del mítico Travis Blickle de esa obra maestra llamada “Taxi Driver”. “Hay muchas semejanzas entre ambos. Sobre todo cuando Rubin interpreta ese papel de poli en “Be Black, Baby” (un delirante y divertididísimo happening –ndr). Cuando está ensayando él solo delante de una escalera, me parece que se le oye incluso gritar en un momento dado, igual que en Taxi Driver: “You’re talking to me? Está claro que Paul Schader había visto “Hi, Mom!”.
“De pequeño fui un gran lector de ciencia ficción”/ Maestro del fantastique
Antes de que el sonido de su nombre fuese mundialmente asociado al thriller erótico por las mentes más puritanas la época, Brian de Palma entró por la puerta grande en el género fantástico con un triunvirato de joyas del género. Su primera incursión tuvo lugar en 1973 con Sisters (cuyo remake se ha exhibido en la última edición del festival de Sitges) un fantástico thriller con aires hitchcocknianos en el que De Palma empezaba a hacer notar su estilo recurriendo a la pantalla partida de manera ingeniosa en las escenas más memorables de la cinta.
Un año después nos regalaría esa memorable obra de culto llamada El Fantasma del paraiso. En ella Brian rodaba una barroca, delirante y magnífica mezcla del mito de “Fausto”, “El retrato de Dorian Gray” y “El Fantasma de la Ópera” a modo de ópera rock. Un auténtico disfrute.

La tercera obra la constituye Carrie (1976)(1976). La terrorífica cinta está plagada de momentos de virtuosismo directoral como la habitual escena marca de la casa en la que la cámara gira vertiginosamente alrededor de los protagonistas (mientras bailan la cámara se mueve endiabladamente alrededor de los protagonistas que giran en sentido contrario sobre una plataforma) o una vez más, en el soberbio set piece de la venganza final de Carrie con el uso de la pantalla partida. Por otra parte, en las escenas del principio, y como volverá a hacer cuatro años más tarde en “Dressed to Kill”, De Palma saca su lado más voyeur, erotómano y, por qué no, pervertido, para iniciar el film con unas oníricas imágenes en el vestuario de las chicas. Recreándose en la belleza carnal de las “púberes” que por allí pululan juguetonas, se centra finalmente en una joven y exuberante Sissy Spacek que parece disfrutar de su baño. Giro “depalmiano”. Al igual que en posteriores ocasiones, en a penas unos segundos el bueno de Brian nos desencaja a golpe de efecto sanguinolento.
Y es que la versatilidad de De Palma no conoce límites, siendo capaz de pasar en escasos minutos del terror puro al vitalismo teenager de cintas como “Grease” o “American Graffiti” sin morir en el intento, ni resultar nunca incoherente con la película ni en fondo ni forma. Así, en la cinta podemos encontrar escenas tan escalofriantes, todas las que acontecen en la casa de Carrie, como escenas tan divertidas, juguetonas y decididamente “pop” como la escena en la que la profesora de gimnasia castiga a sus alumnas. Puro “bipolarismo depalmiano”. En fin, todo un clásico del género de terror con escenas que se han convertido por méritos propios en íconos del cine (¿quién no ha visto alguna vez en su vida la imagen de Carrie bañada de sangre? ).
Finalmente, un año después volvería al género para rodar, ya con un gran estudio detrás, La Furia. La cinta, a pesar de no ser tan redonda como las dos que la preceden, supone un auténtico divertimento barroco y excesivo con un envoltorio de lujo.
Thrillers / Trilogía Hitchcockniana
A pesar de que en “Sister” ya tanteó el terreno, Fascinación ("Obsession") (1976) puede considerarse como su primer “thriller hitchcockniano”. Con un curioso granulado que dota al film de un aspecto onírico y la omnipresencia de una grandiosa banda sonora de mano de Bernard Herrmann, el film supone una auténtica vuelta de tuerca al concepto de “Vertigo”. “Eso fue exactamente lo que nos dijimos Schrader y yo cuando se nos ocurrió la idea de la película, ¿qué variación podría hacerse a partir de “Vertigo”?. “La idea es la misma, por supuesto, pero si he de ser sincero mi idea me parece mejor. El guión de “Vertigo” carece de lógica. Tiene unos agujeros que parecen túneles de ferrocarril.” Con estas sinceras y ¿polemicas? declaraciones De Palma lo deja claro. No obstante la película tiene la suficiente entidad propia como para poder ser juzgada sin entrar necesariamente en inútiles comparaciones. Así nos encontramos con un filme de impecable factura, con escenas muy intensas (el secuestro inicial es de infarto) y con una atractiva historia que consigue mantener tu interés, a pesar de ciertos altibajos en el ritmo, desde el primer segundo hasta su impactante y trágico final.
Su siguiente incursión llegaría con la polémica Vestida para matar (1980). En su momento considerada por muchos como excesívamente violenta, sádica y erótica, la cinta llegó a ser calificada de pornográfica. No obstante ya en su concepción, los productores llegaron a amenzar con distribuir la cinta bajo una calificación “X” en los cines estadounidenses. Y es que una cinta que muestra sin tapujos cuerpos desnudos, violentos asesinatos y un psicópata travesti allá por los ochenta supuso todo un revuelo. Sin embargo, es curioso como lo que en esa década puso el grito en el cielo, tan solo diez años después cause furor en las pantallas de todo el mundo. Hablo claro está, del “boom” del thriller erótico. Más violencia y más desnudos, todo en formato mucho más gratuito y truculento. Y por supuesto, infinitamente de peor gusto que la obra de De Palma. Pero, polémicas aparte, lo realmente transgresor de la cinta es cómo De Palma auna momentos para enmarcar en un “manual de estilo del thriller” para inmediatamente romper con las reglas del género de manera tan abrupta como el asesinato que subversiona la narración. De Palma tejé así un fascinante juego en el que nada es realmente lo que parece, jugando magistralmente al despiste con el espectador en varias ocasiones hasta llegar a su sorprendente final. Afortunadamente, la cinta no sólo se apoya en los “trucos” de su trama, sino que supone uno de los mejores trabajos directorales de De Palma, como prueba la soberbia escena del museo, sin duda alguna, uno de los mejores set pieces del director.
Un año después, De Palma se alejaría de Hitchcock para acercarse al Antonioni de “Blow Up” y al Coppola de “La conversación” con Impacto ("Blow Out"). Quizás la gran infravalorada de su carrera, la película no es sólo un sólido y potente thriller, sino que supone una apasionante experiencia cinematográfica, una de esas joyas que realmente uno no acaba nunca de entender cómo han pasado tan desapercibidas.
Finalmente, en 1984 De Palma volvería sobre Hitchcock para cerrar su trilogía sobre el orondo maestro del suspense. Si en “Obsession” fue “Vertigo”, en “Dressed To Kill” “Psicosis”, en Doble Cuerpo (“Body Double”) era el turno de “La ventana indiscreta”. A pesar de su aroma ochentero, o precísamente quizás por ello, la cinta goza de un carisma especial (número de “Relax” incluido) apoyado por una turbadora Melanie Griffith que lo hace ser un thriller de lo más atractivo.
Eclecticismo, fracasos y hogueras de las vanidades.
Llegados a este punto, podemos afirmar que De Palma tiene especial debilidad por tres géneros que abarcan la mayor parte de su filmografía. El fantástico, los thrillers y el cine negro de gangsters y mafiosos (como comprobaremos en el siguiente apartado). Pero en la rica filmografía de De Palma (con veintisiete películas en su haber) ha habido espacio también para otros géneros. Así, mientras en 1970 captaba a una compañía de teatro representando “Las Bacantes” de Eurípides en una vanguardista grabación titulada “Dionysus in ‘69” (en la que podemos observar como De Palma empieza a experimentar con la pantalla partida), dos años después rueda Beeman el magnífico (Get to Know Your Rabbit), una crítica comedia sobre cómo el sistema acaba absorviendolo todo, para la que contó con la inigualable presencia de Orson Welles. La siguiente parada pasa por “Home Movies” (1980) un proyecto que De Palma lleva a cabo como auténtica clase magistral práctica para sus alumnos de la Sarah Lawrence College (el instituto preparatorio de Brian). Con un guión, escrito entre todos los estudiantes partiendo de una breve y autobiográfica sinopsis de De Palma, el experimento contó además con el apoyo de Kirk Douglas que altruístamente se prestó a colaborar con un pequeño papel así como contribuyendo económicamente con la causa. Como curiosidad, añadir que el film suposo el primer papel protagonista para el joven Keith Gordon, al que De Palma dio una oportunidad años antes de que éste acabase convirtiéndose en director.

Posteriormente, si en 1986 llegaba a las pantallas Chicos listos (“Wise Guys”) una fallida comedia con Danny De Vito y Harvey Keitel, dos años después remontaba el vuelo con Corazones de Hierro (“Casualties of War”), una dura obra bélica basada en hechos reales que relata el horror que vive un joven soldado americano en la podredumbre del Vietnam, y no precísamente por culpa de los vietnamitas. Si bien se ha visto superada tanto en el terreno de los visual (“Salvad al soldado Ryan”) como en el terreno psicológico (“Apocalypse Now”, “La delgada línea roja”), la cinta recoje posee grandes momentos depalmianos como la escena del puente, el cardíaco intento de asesinato de Eriksson (Michael J. Fox), la terrorífica, cruda, terrible escena de la violación y sobretodo, el rapto de la chica vientamita. Magníficamente orquestada y brillantemente dirigida (con un excelente uso de la vista subjetiva pre “Días Extraños”) y con uno de los mejores momentos actorales de J. Fox, la escena cuenta además con un inspirado uso de tonos azul oscuro (antes del rapto) y rojos (después del rapto, presagiando la tragedia que va a desencadenar) en la fotografía. Punto y aparte merece Sean Penn, que demuestra porque es un auténtica bestia de la interpetación haciendo un alarde de fuerza expresiva y contención brutales en una escalofriante interpretación.
Pero sin embargo, tan solo un año después se producía el mayor fiasco de la filmografía de De Palma y uno de los fracasos más sonados de la época. La Hoguera de las vanidades (“The Bonfire of the Vanities”) debía haber sido todo un exitazo. Lo tenía todo: bestseller respétadisimo de Tom Wolfe, reparto de lujo (Tom Hanks,Bruce Willis, Melanie Griffiht, Morgan Freeman), director de renombre... Tal eran las esperanzas depositadas en ella que muchos críticos se atrevieron a vaticinarla como contundente ganadora en los Oscars de ese año, vamos lo que los americanos llaman una auténtica "película ganadora". Nada más lejos de la realidad. La cinta fue un estrepitoso fracaso a todos los niveles. La crítica la vilenpideó sin piedad, el público le dio la espalda y la Warner perdió más dinero que nunca. El nombre de De Palma empezaba a marcarse en rojo para las productoras. Ni el relativo éxito de En el nombre de Caín (“Raising Cain”, 1992) hizo que los mandamases capitalistas recuperasen la confianza en De Palma. No sería hasta 1996 con la adaptación de una vieja serie de espionaje de culto y futura franquicia de Tom Cruise. Misión: Imposible, o lo que es lo mismo, una auténtica bomba de relojería perféctamente calculada para arrasar allá donde se estrene. Y esta vez todo salió a la perfección. La crítica la aplaudió, el publicó acudió en masa y todos los participantes se hicieron de oro con ella.
De Palma volvía a contar con el respaldo de las productoras. Así dos años más tarde se alió con David Koepp para realizar una notable amalgama de acción, intriga y cine negro, Snake Eyes. Con Nicolas Cage como protagonista de la función, la acción se situaba en un casino de Montreal donde una vez más, el buen hacer de De Palma elevaba por encima de la categoría a un correcto y entretenido thriller. A pesar de tratarse de un trabajo menor, la cinta se abre con un larguísimo e impresionante plano secuencia que por méritos propios pasó directamente a formar parte de las mejores escenas de la filmografía de De Palma. Tras ésta, De Palma probaría con la ciencia ficción con desigual fortuna. Estamos hablando de Misión a Marte (2002), controvertida cinta que creo opiniones de todo tipo, desde la más absoluta indiferencia a aquellos que la situaban entre lo mejor o peor de De Palma.
Noir, gansters y mafiosos / La Dalia Negra.
Para terminar con su filmografía, es el turno de hablar de lo que me ha llevado a escribir esto. El estreno de “The Black Dahlia”. O lo que es lo mismo, la vuelta a lo grande de Brian De Palma al noir, tras tantearlo desde la perspectiva del cine de gangsters y mafiosos.
Empecemos hablando de El Precio del poder (“Scarface”). En el año de su estreno, 1983, ni siquiera el que es sin duda el mejor libreto de Oliver Stone se libró de las escandalizadas críticas que la tildaban de hiperviolenta. Efecto “Blade Runner”. Veintitrés años después “Scarface” se ha convertido en todo un icono de la cultura popular, evidenciándose su legado en todo tipo de ámbitos, desde los videojuegos (con la inigualable saga “Grand Thef Auto”), al cine (“New Jack City”, “Empire”…) o convirtiéndose en fuente de inspiración y película de cabecera para la cultura rap. Y es que si a un gran guión le unimos un trabajo técnico sobresaliente (con una labor de selección musical simplemente perfecta), una dirección tan sólida como arriesgada y una épica labor actoral… ¿qué tenemos? Un auténtico clásico del cine. Una cinta de sorprendente riqueza narrativa, memorable en su retrato de personajes y con un marcado tono fatalista, casi de tragedia griega, que si bien puede resultar excesiva en un primer contacto, gana a cada revisionado, descubriéndose como un gran drama adulto.
Atrapado por su pasado (“Carlito’s Way”, 1993) por su parte nos muestra a un De Palma en la plenitud de su madurez, regalándonos su obra más redonda, lírica y romántica, toda una obra maestra y una de las mejores películas de la década de los noventa. La película supone una auténtica evolución natural de todo lo planteado en “Scarface”, tanto a nivel argumental como directoral. Así, si Carlito Brigante (Al Pacino) supone una posible opción de la persona en la que podría haberse convertido en algún momento Tony Montana, a nivel formal, donde allí era nervio, energía y exceso, aquí es contención, sosiego y elegancia. Dos caras de una misma moneda.
Analizando ambos filmes los paralelismos son evidentes, pero hay uno que ambos comparten y que me parece especialmente significativo. En “Scarface”, los personajes son expatriados de Cuba, “la escoria del país”, Castro los echa del país como a basura. Llegan a USA ansiando una vida mejor, furiosos por la vida a la que eran sometidos en Cuba y furiosos por el trato que se les da al llegar a USA. Cuando Tony Montana consigue la carta verde (permiso de residencia), lo trasladan a Miami donde lo único que consigue es un trabajo en un puesto de comida rápida. En esa escena, la cámara se desliza hacia abajo desde un onírico cartel con una playa de ensueño para segundos después mostrarnos que el “restaurante” donde trabaja responde al nombre de “El paraiso”. En Carlito's Way, Carlito Brigante observa moribundo un cartel parecido que le llevará a soñar con una paridisíaca playa como imposible fuga de escape. Tanto Tony Montana como Carlito Brigante, a pesar de ser el reverso – o evolución natural- el uno del otro, comparten quizás un mismo origen, el de repatriados, el de antihéroes de ninguna patria que han tenido que abrirse paso como han podido, siempre soñando con un futuro mejor (“sueño americano”) como queda ejemplificado en ambas vayas publicitarias. Por otra parte, es significativo el hecho de que en ambos filmes se nos muestre en una vaya publicitaria que los protagonistas observan (directa o indirectamente). Ambos personajes son espectadores de una vida mejor, ambos son conscientes de que para ellos es imposible ese sueño (por mucho que se empeñen en conseguirlo, están “atrapados por su pasado”, por su condición, por ser quienes son en dónde lo son) y se limitan a observarlo (son espectadores de sus sueños, de las vidas que ansían vivir) impregnándose así de este modo las cintas de ese aire de fatalismo tan “depalmaniano”.

Por supuesto, mención aparte, merece la labor de un inmenso, colosal Al Pacino en ambas cintas. Dos de esos papeles que marcan la diferencia entre, el que es quizás uno de los dos mejores actores de la historia, y el resto de los mortales actores.

Situando la trama esta vez en el Chicago de los años 30 y con un planteamiento opuesto, nos encontramos con Los Intocables de Elliot Ness (“The Untouchables”). El guión de David Mamet sigue las andanzas de Elliot Ness y su cuadrilla de intocables en su lucha con Al Capone en una cinta que recupera el sabor clásico del cine de gangsters desde un prisma cercano al western. Gran banda sonora de Morricone, todo un plantel de lujo (un joven Kevin Costner, un carismático Sean Connery, Andy Garcia, y Robert De Niro como Al Capone) y un homenaje al “Acorazado Potemkim” convertido en todo un icono de la imaginería visual depalmiana, convierten esta película en una de las preferidas por el gran público.

Finalmente, en su penúltima obra, Femme Fatale (2002), De Palma elabora un brillante ejercicio de estilo, enmarcando en un contexto ya de puro neo-noir una historia que habla del destino, vouyerismo o manipulación entre otras de las constantes de su cine que recoje la cinta. Un auténtico juguete de autoreferencias en el que De Palma se divierte como nunca haciéndonos partícipes de su disfrute.

Con esto llegamos a La Dalia Negra, recién estrenada adaptación de la novela homónima de James Ellroy que recoge la esencia del mejor noir clásico para ofrecernos un espectáculo plagado de humo, femme fatales, policias corruptos y escabrosos secretos que se esconden tras cada puerta de una tan brillante como oscura Los Ángeles. Si bien es verdad que De Palma deja a un lado su cine más personal (tanto de temática como de recursos visuales), no por ello el filme deja de ser un entretenimiento de altura, al que aunque sin duda le hubiese beneficiado el montaje inicial de mayor extensión, contiene algunas de las mejores secuencias del año.

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