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Especial Óscar 2017: Lo que el Óscar ignoró

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Solo pueden quedar como máximo diez. Desde hace unos años, ese es el tope al que nunca llegamos en los nominados a los premios de la Academia. Eso quiere decir que se quedan fuera muchas, muchas, muchas de las películas estrenadas cada año. Más de la mitad son auténticas basuras o simples mediocridades que no merecen ser siquiera tenidas en cuenta ni gozar del estatus de nominada al Óscar (aunque, gracias a categorías como mejor canción, mejores efectos especiales o mejor maquillaje, siempre tenemos un Click, un Norbit o un Escuadrón suicida que se cuela en la fiesta de gala vestido con pijama). Pero hay otras que sí lo merecían, han recibido numerosos premios y laureles, pero han sido ignoradas, en muchas ocasiones por films que no se lo merecen tanto. Y luego están esas otras que creíamos que iban a jugar un papel en la temporada pero se hundieron nada más estrenarse. Y otras que, ya de partida, juegan en desventaja.

Sea como sea, todas ellas tienen hueco en este artículo que ya se ha convertido en un clásico de CINeol. Vamos a verlas separándolas en categorías, que solo porque nos ha dado la gana vamos a llamar como si fueran personajes de La Vida de Brian.




Aquí están las que se han quedado a las puertas de la nominación. Posiblemente si accediésemos al recuento de votos, serían las siguientes en la lista, a tenor por los reconocimientos que han recibido durante la temporada, el apoyo de la crítica y la reacción del público.


LOVING
¿Qué tiene que hacer Jeff Nichols para que la Academia le haga caso? Lleva cuatro peliculones seguidos (servidor no ha visto Shotgun Stories para añadir el quinto) y este año ha conseguido la primera y única mención de su carrera, para Ruth Negga. Aclamada allá por donde ha pasado, Loving era la película propicia para que los Óscar finalmente reconociesen a uno de los jóvenes talentos más prometedores del panorama americano, sobre todo viendo que dos de los temas centrales de este año son el racismo y la exploración de culturas minoritarias. Su estilo calmado, elegante y sin estridencias es tan cálido como inteligente, pero se ve que a la Academia le van más los grandes discursos, los tópicos de sobremesa y los gritos, lágrimas y mocos bien visibles.
Dicen los miembros de la Academia: “¡Subid la música, coño, que así no hay manera de llorar!”, “No conozco a ningún actor, voy a votar por la de mi colega Denzel”.


JACKIE
Jacqueline Kennedy es uno de los grandes mitos americanos, así que está claro que un biopic al uso va a tener muchas probabilidades de entrar en la pugna por el Óscar. Lo que pasa es que si lo dirige el chileno Pablo Larraín, no va a ser un biopic. No va a ser convencional. No va a tener una narrativa lineal, ni a ser un grandes éxitos. Va a estar desestructurada, va a ser un collage impresionista de momentos que compongan con sus trazos sueltos un cuadro global. Va a tener elementos estridentes y la belleza de una poesía. Y va a tratar sobre la muerte, la construcción de los mitos y la manipulación de la realidad. Y no va a tener ningún escrúpulo para mostrar los sesos de JFK o las aristas más cuestionables de Jackie. Por mucho que un film así conquiste a los críticos, se le iba a atragantar a los académicos.
Dicen los miembros de la Academia: “No me entero de nada, ¿qué cojones es esto?”, “Natalie bien, pero la música un poco fuerte, ¿no?”, “Me parece ofensivo que muestren la muerte de Jack”.



SULLY
A veces es difícil entender a la Academia. Tienes a un mito viviente, Clint Eastwood, en la que quizá sea su última película, y que además es su mejor obra desde que le dieron el Óscar por Million Dollar Baby. El film ha arrasado de nuevo en taquilla, tiene unas críticas excelentes… y pasan totalmente de él. Nominación al sonido y para casa. Una cinta que fácilmente podría haber sido candidata a 7 estatuillas, incluyendo la de Tom Hanks, otro que sigue demostrando que es un actorazo pero hace más de 15 años que le han dado la espalda. Habrá que achacar su ausencia a una mala estrategia de publicidad de cara a los premios, o a que los críticos no la han mantenido fresca durante la temporada (pero sí a Lion o a Figuras ocultas, manda cojones), porque si no, a ver cómo se explica.
Dicen los miembros de la Academia: “Pensaba que era un telefilm, ya decía yo que no salía en la lista de los Emmy”, “Me voy un momento al servicio porque pensaba que quedaba otra hora, ¿y ya se ha acabado?”, “¡Vamos, Clint, vuela un puente!”.


20TH CENTURY WOMEN
Las películas sobre mujeres siempre son un hueso duro de roer. Dada la aplastante mayoría masculina y anciana entre los votantes de la Academia, sigue existiendo mucho machismo. El sector femenino solo tiene poder como para colar una película sobre mujeres en la terna, y cuando eres una pequeña cinta indie que tiene que competir contra un drama histórico de estudio que está arrasado en taquilla, tienes las de perder. Era una película que necesitaba a los críticos, pero éstos hicieron piña alrededor de otros films, con lo que su estrella se fue apagando muy rápido.
Dicen los miembros de la Academia: “Ufff, muchas mujeres, no me interesa”, “Mi tercera exesposa era como estas chicas, y yo odio a mi tercera exesposa”, “La habría votado, ¡pero es que las negritas eran tan graciosas!”.


ANIMALES NOCTURNOS
Siempre hay algún perro verde entre los nominados, alguna cinta de valores artísticos autorales y espíritu desasosegante que compite con las más estandarizadas. Tom Ford ha jugado a fondo a explorar su vena más noir y desagradable, y el resultado es tan irregular como marciano. Ha dividido opiniones en extremos opuestos, amor y odio, pero en muchas ocasiones eso es bueno de cara a lograr la nominación. Una pena que no haya funcionado en taquilla y que solo haya aparecido esporádicamente en los precursores, porque con más apoyos mediáticos, habría podido colarse y todos habríamos pensado que los académicos eran más modernos de lo que realmente son.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Qué cojones con las gordas? Dale a stop”, “Me siento sucio por dentro pero estoy empalmado, no entiendo nada”.




Hay películas que nacen con la etiqueta de potenciales favoritas, pero que una vez se muestran al público se quedan en agua de borrajas. Son buenas, reciben críticas positivas, pero no despiertan suficientes pasiones como para tener éxito ni en taquilla ni en premios. Se quedan en tierra de nadie cuando deberían haber sido


EL NACIMIENTO DE UNA NACIÓN
Hace un año ya teníamos nuestra ganadora del Óscar por goleada. El Festival de Sundance 2016 coincidió con el punto álgido de la polémica #OscarsSoWhite y, de repente, una película sobre una revolución de esclavos negros era la putísima hostia y no había forma humana de que no se hinchase a premios. Los ganó todos en Park City. Unos meses después se mostró en Toronto entre encogimientos de hombro y al poco se estrenó en salas con un fracaso estrepitoso. Entre medias, a alguien se le ocurrió bucear en el pasado de Nate Parker y volver a sacar un caso de presunta violación de cuando era universitario, que se resolvió fuera del tribunal. Y la bola fue creciendo y se habló más de eso que de la película y de repente ya nadie tenía ganas de verla. Esa pérdida de prestigio impidió que se crease el efecto alud e hizo que se reevaluasen con lupa los méritos del film. De repente, sus fallos parecían más flagrantes y ya no era una obra maestra, solo correcta e irregular. Quién sabe lo que habría pasado sin esa información extracinematográfica.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Pero a esta no le dimos el Óscar hace unos años? ¿Es un reestreno?”, “Yo no soy racista, pero…”, “¿Que el director hizo qué? ¡Menos mal! [tira el screener a la basura]”.


SILENCIO
Mucho se ha hablado de que este es el proyecto más largamente deseado por Martin Scorsese, pero en realidad esos 15 años que lleva planteándose rodar esta película han estado plagados de oportunidades para que lo hiciese que no ha aprovechado, hasta el punto de que el productor le obligó a rodarla de una vez vía demanda. En cualquier caso, es Marty hablando de religión y fe durante 3 horas de ritmo lento hasta la extenuación, lo que ya nos debería haber avisado de que iba a ser un hueso duro de roer para público y Academia. Pese a todo, es Marty, y cada película suya es un acontecimiento. El problema es que tardó tanto en estrenarse que cada vez se ponían más esperanzas en ella para que fuese la competidora de La La Land, así que la decepción fue si cabe mayor. La crítica la alabó, pero a la hora de entregar premios no se acordaron de ella ni una pizca. Y desapareció como había llegado, silenciosamente.
Dicen los miembros de la Academia: “Zzzzzzzzzzzzzzzz”, “A mí es que el Scorsese que me gusta es el de los gángsters”, “No la he visto, tiene pinta de tener subtítulos”.



MAREA NEGRA/DÍA DE PATRIOTAS
No bastaba con que el combo Peter Berg-Mark Wahlberg estrenase una película basada en hechos reales este año. Tenían que hacer doblete. Y además sobre eventos tan recientes que podrían haber ofendido a alguien… si alguien hubiese ido a verlas. Marea negra tenía al menos la promesa de algo de acción, aunque tenía pinta noventera al estilo Llamaradas, pero Día de Patriotas era un tema muy delicado y de actualidad tratado por un equipo cuya sutileza y postura política no daba nada de confianza. Resultado: críticas aceptables, taquilla mediocre y ambas olvidadas en menos de lo que tardaron en salir de las salas.
Dicen los miembros de la Academia: “Ah, ¿no es la misma película?”, “Demasiado pronto”.


FLORENCE FOSTER JENKINS
Meryl Streep ya es un género en sí misma, en concreto el de ‘películas que le puedes poner a tu madre y va a decir qué bien trabaja esta mujer’. Esta es una comedia dramática sobre la peor cantante de ópera de la historia y, casualmente, este año también se estrenó un film francés contando lo mismo. La cita pasó sin pena ni gloria, tanto para crítica como para público, aunque contaba con credenciales suficientes como para postularse para el Óscar. Al final sirvió para demostrar que Meryl puede sacar una película donde sea ella comiendo pipas durante 90 minutos y la Academia la va a nominar por pura costumbre.
Dicen los miembros de la Academia: “A mi mujer le gustó, pero a mí no me parece que cante bien”, “¿Qué hace Meryl en una comedieta de Hugh Grant?”.


MONEY MONSTER
Después de que La Gran Apuesta llevase a los Óscar la estafa de la crisis económica, que un equipo compuesto por Jodie Foster, George Clooney, Julia Roberts y el emergente Jack O'Connell se atreviese con el tema parecía una receta de estatuilla segura. Con las primeras imágenes se mitigó esta expectación, y su estreno confirmó que no estábamos ante una contendiente seria, sino ante un thriller comercial que hacía uso de una premisa política para un fin puramente funcional, sin morder realmente. Podría haber sido mejor tratada si no nos hubiésemos hecho tantas ilusiones con ella.
Dicen los miembros de la Academia: “Ya me tragué una clase de economía el año pasado, a mí no me pillan de nuevo”, “Qué pesao George Clooney”.


Y más: Juego de Armas, ¡Ave, César!, Café Society, El Caso Sloane, Esperando al Rey, Miles Ahead, Born to be Blue.




Hay otro tipo de películas cuando hablamos de las decepciones: aquellas que han sido recibidas con una absoluta indiferencia. Ni críticas buenas, ni malas: un término medio a temperatura ambiente en el que ni un solo elemento es destacable en nada. Convertir un posible candidato al Óscar en un film del montón no requiere mayor talento que el de tener poquísimas ganas o querer apelar tanto al espectador medio que acabas siendo inofensivo y no dices nada.


BILLY LYNN
Ang Lee, el hombre cuyas películas han sido nominadas 4 veces al Óscar pero nunca lo han ganado, aunque él sí lo ha hecho (dos veces). Ang Lee, el hombre que estuvo a punto de convertir una historia de amor homosexual entre vaqueros en el primer romance gay con estatuilla, hasta que Jack Nicholson dijo Crash y jodió la fiesta. El taiwanés regresaba con su película número 13 (mal augurio) para contar una historia de esas que ganan premios: un soldado regresa de Irak como un héroe, pero la realidad del combate es otra para él. Y encima, con novedad tecnológica por el camino: es el primer film rodado a 120 frames por segundo. Revolucionaria, emocionante, inteligente… Era lo que se esperaba de ella, pero la realidad es que los nuevos fps mareaban y lograban el efecto contrario al deseado: en lugar de mayor realismo, provocaban un aura de falsedad casposa. La historia tampoco tenía incisión y todo se quedó en una nadería que solo será una curiosidad para la historia del cine y una nota al pie en la filmografía de Ang.
Dicen los miembros de la Academia: “Uf, qué mareo, ¿de qué iba?”, “Como veterano de guerra, me parece ofensiva y por eso no la he visto”.


SNOWDEN
Encargar hoy en día cualquier tipo de película a Oliver Stone es asegurarse de que va a ser una medianía que no le interese a nadie. El que otrora fuese el rey del cine político americano lleva todo este siglo sin dar pie con bola, sumido en documentales rodados para sí mismo y sus amigos, o cintas mediocres que han perdido toda la mordiente que una vez tuvo. Para el Stone de los 80-90, la historia de Edward Snowden hubiese sido un filón. El Stone de ahora no entiende de tecnología y su discurso se ha domesticado para intentar recuperar el favor del público, cosa que sin personalidad fílmica es imposible que alcance. Snowden no es mala, pero como todas las de esta lista, tampoco es especialmente destacable.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Oliver Stone sigue vivo?”, “Estas pelis de ordenadores e internetes son todas iguales”.



LOS HOMBRES LIBRES DE JONES
La McConaissance ha finalizado. Hay que reconocer que Matthew tuvo una racha muy buena y que al menos sigue empeñado en buscar proyectos más interesantes que en su faceta de galán romántico. Pero ha perdido el ojo y empieza a repetirse. Este drama de la Guerra de Secesión, dirigido por el siempre poco carismático Gary Ross, se postulaba como cinta de éxito y como futura nominada a 10 Óscar. Pues ni una cosa ni la otra, porque, ¿a quién le interesa otra historia más de aquella época? A nadie, a no ser que la crítica te diga que no te la tienes que perder. Y su reacción estuvo más en la línea “de aquí a final de año no me voy a acordar ni de que existe”.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Matthew McConaughey haciendo de sureño otra vez? Perezón”, “Me gustó más la que hizo Mel Gibson”.


LA LUZ ENTRE LOS OCÉANOS
Como Jeff Nichols, Derek Cianfrance es uno de esos nuevos realizadores americanos que siempre se queda a un paso de que la Academia se fije en él. Este año venía dispuesto a hacerles la cama con un dramón de época que bien podría haber sido rodado en los años 40, con tres de los actores con más talento (y premios) de la actualidad. El resultado es… eh. Correcto. Pasable. Del montón. Demasiado relamido para emocionar, demasiado pretencioso para ser disculpado. Una decepción en toda regla para un director que siempre está en el punto de mira para convertirse en un autor imprescindible, pero que todavía no llega a alcanzar ese estatus.
Dicen los miembros de la Academia: “Antes sí que hacían estos dramones bien”, “Creía que era una película para adolescentes y no la vi”.


UN MONSTRUO VIENE A VERME
Lo Imposible se estrenó por lo bajinis en diciembre y tuvo un estreno más adecuado en enero. Esa estrategia promocional sirvió para que Naomi Watts fuese nominada y ya, poco para una película que podría haberse hinchado a premios. Con su siguiente película, Bayona aprendió la lección, la tuvo lista en septiembre y… procedió a emplear la misma estrategia en Estados Unidos. El resultado es una debacle en taquilla derivada de la absoluta falta de interés por un producto que se ha vendido como un dramón y como una película infantil. En un diagrama de Venn, los conjuntos no se solapan apenas. Y Bayona no tiene allí ni el nombre ni los palmeros con los que ha triunfado aquí, así que le han ignorado.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Qué película dices?”.


Y más: El Fundador, Demolición, El Héroe de Berlin, Infiltrado, La Modista, El hombre que conocía el infinito.




Acusamos a la Academia de tirar por el cine comercial, pero siempre hay un tipo de cine demasiado populista como para que ellos quieran tocarlo. Los blockbusters de acción, fantasía, ciencia ficción, terror o animación son demasiado poco serios para el pedigrí que se le supone al Óscar. El mero contenido lúdico no es suficiente, salvo en muy contadas ocasiones. Lo mismo pasa con el cine infantil, familiar o juvenil, esas bestias desconocidas para el votante medio. Qué horror, ¿qué pensaríamos de ellos si llegan a nominar a alguna de estas cintas por encima del último subproducto de prestigio de Harvey Weinstein?


DEADPOOL
El éxito del año y una de las historias de superación personal más bonitas del cine (bueno, todo lo bonito que pueda ser que Ryan Reynolds se enfurruñase durante años hasta convertirse de verdad en una estrella y el estudio decidiese gastarse el dinero que habían sacado de los cojines del sofá para darle su capricho). No hubo huevos de nominarla, pero eso ya lo sabíamos. Alguno se despistó por el hecho de que la nominasen a PGA, WGA y DGA, pero estaba claro que una película tan macarra como esta no iba a entrar en la Academia. Quién sabe si se quedó cerca de hacer un Borat en guion adaptado, pero todo lo demás iba a ser cuesta arriba, incluso en los apartados técnicos (recordemos que es un film muy barato para los estándares de Hollywood). Tiene demasiado espíritu de adolescente pajillero como para que un señor de 70 años la considere su película favorita.
Dicen los miembros de la Academia: “Es soez, vulgar, hace chistes que no entiendo, pero a mis nietos les encanta así que tuve que verla”, “A mí me gustó, pero mi amante de 17 años dice que es porque soy un abuelete inmaduro”.


ZOOTRÓPOLIS
Ya he hablado de ella en el artículo sobre Disney y he cantado las alabanzas de su contenido político y social, aparte de tratarse de una divertidísima comedia de intriga. Es posiblemente la más adulta de las cintas infantiles de perfil comercial que se han estrenado desde que Pixar estuvo nominada a mejor película por Toy Story 3. Pero claro, si Del revés no consiguió romper esa barrera, esta lo tenía cuesta arriba. Seguramente sea culpa del cambio de reglas, cuando pasaron de 10 candidatas fijas a un número variable entre 5 y 10: de repente, uno no podía ‘desperdiciar’ su voto en los films que le habían gustado de verdad a riesgo de que ‘esa’ película de prestigio tan necesaria no entrase en la terna. Y así estamos, dejando pasar oportunidades para que una cinta de animación gane finalmente el Óscar.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Dibujos? Venga ya”, “¿Pero estos no tienen ya una categoría? Ya la votaré ahí”.



EL LIBRO DE LA SELVA
Nadie daba un duro por una versión en imagen real de este clásico de Disney. No en vano, ya habíamos tenido numerosas versiones con actores y siempre habían sido pasto de videoclub. El secreto que se guardaba Jon Favreau era que, en realidad, el film solo contaba con un actor real metido en un entorno digital, por lo que a todos los efectos era una película de animación con un poquito de acción real. Y así sí que podía funcionar. Vaya si lo hizo. Una de las cintas de más éxito del año para crítica y público, que se va a ir a casa con una estatuilla menor, pero que quizá se merecía un premio mayor. Si no fuese para niños…
Dicen los miembros de la Academia: “Me gustó más la clásica, la vi cuando era crío”, “A mis nietos les encanta, pero no es una película de Óscar, salen animales hablando”.


THE EDGE OF SEVENTEEN
Hoy en día hay una especie de reivindicación de la figura de John Hughes, pero en los 80, cuando hacía sus películas para adolescentes que hoy son de culto, nadie le prestaba atención ni le tomaba en serio. Era un tipo que hacía comedietas comerciales para los sectores de población sin criterio. Esa forma de concebir el cine adolescente no ha cambiado, en parte por culpa del ínfimo nivel medio que tiene, pero también por el hueco generacional. Así que cuando surge una película inteligente, mordaz, merecedora de varias nominaciones, todo el mundo está mirando hacia otro lado. Quizá dentro de tres décadas miremos a 2016 y pensemos que en lugar del coñazo del indio simpático tendrían que haber metido esta maravilla teen (de hecho, lo del indio ya lo pensamos).
Dicen los miembros de la Academia: “La vi creyendo que me iba a ayudar a entender a mis hijos, pero sigo sin comprender a esta generación”, “Las películas de adolescentes de antes estaban mucho mejor. Como La revancha de los novatos”, “No la he oído nombrar en mi vida”.


ESPÍAS DESDE EL CIELO
Consejo: si tienes un thriller político de alto calibre que, a poco que le des una campaña de publicidad adecuada, se te puede colar en un mínimo de cinco categorías de los Óscar, no lo estrenes en marzo. Al menos si realmente quieres perseguir galardones. Si lo que quieres es hacer taquilla, es un mes con poco movimiento en donde seguro que encuentras hueco. Pero es un desperdicio tener una película tan buena, que navega la línea entre lo comercial y lo intelectual con una soltura impresionante, que puede convencer a absolutamente todo el mundo, y que tiene un debate de rabiosa actualidad, y no darle siquiera un empujoncito para que la Academia la reivindique. Con esa fecha de estreno, pensaron que era cine de usar y tirar.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Pero esta no es del año pasado?”.


Y más: Capitán América. Civil War, Rogue One, Kubo y las dos cuerdas mágicas, Doctor Strange, La Bruja.




El cine independiente siempre tiene un camino cuesta arriba y lleno de obstáculos para que la Academia le preste atención. La falta de presupuesto para publicidad y difusión significa que, a no ser que la crítica se vuelque contigo para darte visibilidad, o que des un campanazo en las salas de arte y ensayo que te permita estrenar a nivel nacional, la mayoría de films indies acaban siendo desconocidos hasta para la gente que trabaja en esto del cine. Las excepciones se cuentan con los dedos de una mano cada año, las que siguen la norma, desgraciadamente, no.


CAPTAIN FANTASTIC
Triunfar en Sundance no es una garantía de que tu película vaya a repetir ese éxito en cualquier otro lugar o ámbito. Puede fracasar en taquilla, incluso a nivel indie. Puede ser destrozada por la crítica nacional. Puede ser ignorada en los galardones. De hecho, no se vuelve a saber apenas nada de la mayoría de cintas que se ven en Park City. Que este film haya conseguido superar esa barrera para tener una recaudación decente, unas críticas elogiosas e incluso una nominación al Óscar, es todo un logro. Ahora bien, ¿por qué no ha podido aspirar a más? Tiene más calidad que la mitad de las nominadas de este año y, cuando se dieron a conocer los candidatos, más taquilla que algunos de ellos. Sin embargo, no ha tenido ni un impulso de su productora ni ha aparecido más que esporádicamente en los precursores. Sin esa exposición pública, pocos habrán cogido este DVD de su pila de screeners.
Dicen los miembros de la Academia: “Qué bien estaba Viggo en la película, pero votarla sería desperdiciar mi voto”, “¿Esta es de superhéroes?”.


TODOS QUEREMOS ALGO
Parecía que, después de Boyhood, la carrera de Richard Linklater iba a dar un giro para bien, convirtiéndose al fin en ese autor americano de referencia que solo ha conseguido ser de manera esporádica. Esto conlleva que cada película que estrenes sea recibida con expectación, que te lluevan las nominaciones incluso cuando has hecho apenas méritos para merecerlas, y que hasta tus películas menores sean analizadas en decenas de artículos. Pues parece que no. Aunque la crítica sí que se volcó con su nuevo ejercicio de nostalgia, el público la ignoró por completo y la prensa apenas le dedicó alguna línea. A final de año tampoco hicieron un esfuerzo por reivindicarla, y eso que no es en absoluto una cinta menor en la filmografía de Linklater. ¡Qué poco cuidan los americanos a sus autores!
Dicen los miembros de la Academia: “Ufff, otra película de adolescentes”, “¿Este tío es el de Boyhood? Uy, pero esta no se parece”, “Jajajaja, qué ropas… Espera, ¿son gays? ¿No lo son? No entiendo nada”.



AMERICAN HONEY
Los británicos respetan y ensalzan a Andrea Arnold como una de sus principales directoras. Con este film quiso hacer una mirada foránea a la cultura estadounidense en una época convulsa, y sus paisanos se lo reconocieron con premios y críticas. Sin embargo, los americanos son muy suyos, y aunque sí que la recibieron con los elogios habituales en la obra de la realizadora, no llegó a cuajar lo suficiente como para que deseasen mantenerla en el candelero durante la temporada de premios. Tampoco es que la Academia les hubiese hecho caso ni con todos los galardones de mundo.
Dicen los miembros de la Academia: “¿Tres horas de película indie? Adiossssss”.


PATERSON
¿Es Jim Jarmusch un marciano en la Tierra, o el director más sagaz y humano a la hora de mirarnos a nosotros mismos? Para la Academia tiene pinta de ser lo primero, pero cualquiera que no necesite grandes explosiones, música estridente o gestos excesivos en sus películas, descubrirá que es lo segundo. Con esta sencilla historia de un conductor de autobús que escribe poesía ha realizado un poema lírico que supera con mucho los logros de la mayoría de las nominadas al Óscar. Pero ha estado casi ausente de la temporada de premios, aunque la crítica la considerase una obra maestra. Es una de las víctimas del aluvión Moonlight, y quizá la más trágica, por ser la más delicada.
Dicen los miembros de la Academia: “Qué aburrimiento, no pasa nada en toda la película”, “Las orejas y la nariz de este actor siempre me distraen”.


CERTAIN WOMEN
Si hay una directora que defina lo que es el espíritu indie (no confundir con el Independent Spirit, que esos premios también son a veces más comerciales de lo que deberían), esa es Kelly Reichardt. Su filmografía está llena de historias pequeñas pero universales, su mirada sabe definir los retos de la mujer sin entrar en discursos panfletarios, y su delicadeza emocional es muy sutil. Con su última película sigue su senda de dramas tranquilos pero intensos, pero aunque la crítica sesuda está con ella, ni la parte más populista de la prensa ni los anquilosados gustos de la Academia conectan con ella. Ni siquiera para nominarla a la pedrea.
Dicen los miembros de la Academia: “Ufff, mujeres, qué pereza”, “Mira, sale gente conocida, ponla en la lista de ‘quizás’ para verla cuando acabe con las 73 pelis de los estudios”.


Y más: Verano en Brooklyn, Knight of Cups, Sing Street, Elle, La Doncella, Amor y amistad, Sunset Song, Hunt for the Wilderpeople, Michelle & Obama, Christine, Queen of Katwe, Una madre imperfecta.




Hay películas que se merecen un puesto destacado en la historia, aunque sea al lado de desastres naturales como el terremoto de San Francisco, la erupción que mató a toda Pompeya o la canción del Chiquilicuatre. Son esas películas que comenzaron el año en las listas de posibles nominadas, que tenían el pedigrí y el potencial para hincharse a premios, y que acabaron cayendo desde lo alto de ese rascacielos para hundirse en la mierda más absoluta. Auténticas ponzoñas fílmicas que se vistieron de gala y se echaron unas gotitas de Chanel para que desde la distancia no nos diésemos cuenta de la debacle que se avecinaba.


VIVIR DE NOCHE
Ay, Ben. Con lo que tú has sido. Que habías resucitado por tu cuenta y riesgo después de que J.Lo acabase contigo. Que te habías convertido en un director de referencia. Que hasta estabas adquiriendo cierta reputación como actor, al menos la suficiente para que dejasen de llamarte tronco con patas. Que habías llevado tu última película hasta el Óscar. Qué malo ha sido 2016 para ti, Ben. Tendría que haber sido la puta hostia de año. Eres Batman, Ben. El fucking Batman in da house. Y tenías que escoger el peor Batman desde que se quitó los pezones. Que recaudó pasta, sí, pero se convirtió en el hazmerreír del año. Y luego llega tu película como director, esa que has hecho deprisa y corriendo porque Warner te reclamada para el caballero oscuro. Y de un plumazo te cargas tu pedigrí como director con la cinta más insulsa y desganada que uno se pueda imaginar. Una película de gangsters no tendría que ser aburrida. Y si no tienes nada que contar con ella, no la sitúes en temporada de premios. Déjala para el verano, a ver si al menos haces taquilla y no le cuestas al estudio suficiente dinero como para alimentar a un país del tercer mundo durante un año. Con lo que tú has sido, Ben. A ver si la buena era Jennifer Garner y has perdido tu mojo sin ella.


ALIADOS
Eres el mejor, Brad. Tú lo sabes, vaya si lo sabes. Eres tan cojonudo que puedes escoger la película que te salga de cualquier parte de tu cuerpo, porque con una sonrisa tuya cualquiera te la financia. Puedes seleccionar a la compañera de reparto que te plazca, tanto si quieres mojar el churro como si no (según Angelina, esta vez has mojado baguette, marrano). Puedes decidir qué director te saca guapo o feo, pero un feo de los que tienen morbazo, eso sí. Puedes obligar a que reescriban el guion hasta para incluir un parto durante un bombardeo, si es que tienes ese capricho absurdo. Y con todo ese poder en tus manos, que tan sabiamente hasta sabido administrar, al menos durante este siglo, vas y construyes a tu alrededor una película que huele a naftalina y a casa cerrada. Un film con tan poca chicha que tiene que juntar dos tramas distintas (sacadas del cine de serie B de los años 40) para llegar a largometraje. Si por lo menos le hubieses puesto la pasión frente a la cámara que le pusiste detrás, cuendo te hableben cun ese asento fgansés ten sexiiy, habríamos tenido algo en lo que recrearnos hasta los hombres heterosexuales. Menos mal que, aunque según Alberto Frutos seáis un museo de cera, tu rostro no se ha convertido aún en una figura del museo madrileño. Eso sí que no.



LA CHICA DEL TREN
Este no es el camino, Emily. Sabemos que te quedaste con resquemor de ser nominada al Óscar cuando te alabaron tanto por El Diablo Viste de Prada, y te diste cuenta de que primero te tenías que hacer famosa para que te tuviesen en cuenta. Y oye, que muy bien. Como heroína de acción, tanto lúdica (Al Filo del Mañana) como seria (Sicario), eres la número uno. Quién lo iba a decir. Pero deja de buscar proyectos en los cubos de la basura. Charlize te comía con patatas en la de Blancanieves sin Blancanieves. El musical de cuentos no daba ni para unas risas. Ahora te empeñas en que si a Rosamund Pike la nominaron por Perdida, a ti también por otro best seller de intriga femenina. Vamos a ver, Emily, ¿conoces a David Fincher? ¿En qué has podido confundirlo con Tate Taylor? ¿Por qué has ido a buscar un libro que rivaliza en inteligencia con Crepúsculo? ¿Es que no sabes leer? Joder, no sabes leer. Puto drama y yo burlándome. Tampoco tienes la vista muy bien, porque pensabas que habías fichado a Jennifer Lawrence, que siempre le da prestigio a la cosa, y era su marca blanca. Pero, yo qué sé, analfabeta y todo, al menos no hagas tanto el ridículo en pantalla como todo lo que te rodea. Deja que sean los demás los que se revuelquen en el estiércol. Si hay que lanzarse a una piscina llena de esa roña que se queda bajo las uñas, al menos no seas la primera en lanzarte haciendo un doble mortal de cabeza. Ten un poco de dignidad, aunque tu película sea capaz de acabar ella sola con el movimiento sufragista.


LA EXCEPCIÓN A LA REGLA
No tienes ganas de trabajar, Warren. Cada vez que pasa el cometa Halley, haces una película. Pero como para que la gente se acuerde de ti, no porque tengas interés de verdad. Al fin y al cabo, lo tuyo siempre ha sido follar. Y me parece bien, cada cual con sus hobbies. Pero oye, que si tienes casi 20 años para preparar una película, al menos ponle algo de pasión. Intenta ir al cine aunque solo sea una vez al año, para darte cuenta de cómo va evolucionando el lenguaje. Échale un ojo a los avances técnicos que ha habido en esas dos décadas. Por lo menos, intenta que tu film no parezca uno de esos productos de frutería caducados y enmohecidos que los supermercados echan al contenedor y que ni siquiera los que rebuscan en la basura rescatan. Cuando todo en tu película tiene aroma a rancio, a lo mejor ya no te sirve ni de folleto de presentación para tu siguiente conquista. Porque nadie quiere acostarse con un viejo de los que llevan puesta una sonda con suero salino y usan pañales de adulto. Esa es tu película, Warren: la ranciedad encapsulada. Te has convertido en el Abe Simpson del cine. ¿Qué será lo próximo? ¿Gritarle a una nube?



BELLEZA OCULTA
Tenemos que hablar, Will. Vale que a tu hijo se le haya ido la olla. Vale que tu colega Tom te haya puesto la cabeza tibia con su secta. Vale que tu mujer tenga un máster en repelencia arrogante. Pero no tienes por qué hacer esto. ¿Por qué te castigas? ¿Qué pecado tan jodido has cometido para que quieras hacer esta sandez y Escuadrón suicida el mismo año? ¿Has matado a un indigente? ¿Has atropellado a una familia y te has dado a la fuga? ¿Has usado las siete llaves para abrir las puertas del Infierno y se ha escapado un diablo de pelo anaranjado de allí? El masoquismo es la única explicación posible para la existencia de este engendro deforme del Averno, esta colección de estupideces ñoñas capaces de provocar una lobotomía sin necesidad de instrumental quirúrgico, este empalago sin sentido que quiere hacer llorar fuerte a base la mayor sarta de gilipolleces miopes jamás acumulada ante una pantalla de cine. Algo tendrá que ver el Diablo en esta quimera de buenrollismo capitalista cínico demencial, porque has atraído a tu círculo a un reparto que acumula 2 Óscar y 15 nominaciones, sin contar las tuyas. Eres un jodido Mefistófeles. O te deben un favor. En cualquier caso, siempre volvemos al mismo punto: algo muy jodido está pasando entre bambalinas para que un aborto como este vea la luz del día y diga “papá, papá, MÁTAME POR PIEDAD”. Porque eso es lo que dice tu puto asalto al Óscar. Maldito demonio.


Y más: Gold, American pastoral, Ben-Hur, Passengers, Hank Williams, una voz a la deriva, La Venganza de Jane, 13 Horas. Los soldados secretos de Bengasi, Bleed for this, Hands of Stone, Mi amigo el gigante.

 

Fuente: CINeol | Visitada: 3169 veces