Lina Romay

Rosa María Almirall Martínez, conocida artísticamente como Lina Romay, nació en Barcelona en junio de 1954 y se erigió como una figura central del cine de culto europeo durante la segunda mitad del siglo XX. Su carrera cinematográfica comenzó a principios de la década de 1970, momento en el que inició una prolífica y duradera colaboración profesional y personal con el director Jesús Franco. Esta asociación artística definió su trayectoria, convirtiéndola en el rostro más reconocible de una etapa fundamental para el cine de género español y europeo, abarcando estilos que oscilaban entre el terror, el cine fantástico y el erotismo.

Durante la década de 1970, Romay protagonizó un gran número de producciones que hoy son consideradas clásicos del "fantaterror" y del cine de explotación. Su interpretación en La comtesse noire le otorgó reconocimiento internacional dentro de los circuitos de cine fantástico, destacando por una presencia escénica que prescindía a menudo del diálogo para centrarse en la expresividad física. En este periodo de intensa actividad, participó en la película Mil sexos tiene la noche, un título que refleja las temáticas de misterio y erotismo que predominaban en las coproducciones europeas de la época. Su trabajo se caracterizó por una entrega absoluta a las exigencias de guiones arriesgados y por una naturalidad ante la cámara que la distinguió de otras actrices de su generación.

A medida que avanzaba su carrera en los años 80 y 90, Lina Romay expandió sus competencias dentro de la industria del entretenimiento. Más allá de su faceta como actriz, comenzó a figurar en los créditos técnicos de numerosas obras, desempeñando labores de montadora, guionista y asistente de dirección. Esta evolución demostró su comprensión integral del medio cinematográfico y su capacidad para gestionar los recursos limitados de las producciones independientes. Su filmografía, que supera el centenar de títulos, evidencia una dedicación constante al oficio, participando en proyectos que, aunque a menudo se mantenían al margen de los circuitos comerciales convencionales, lograban una amplia distribución internacional en el mercado del vídeo y la televisión.

Lina Romay falleció en febrero de 2012 en Málaga, dejando tras de sí un legado significativo en la historia del cine B. Su impacto en la industria se mide por su estatus de icono en festivales de cine fantástico y filmotecas alrededor del mundo, donde se reivindica su figura no solo como musa, sino como una creadora polifacética que contribuyó decisivamente a la identidad del cine de género en España.