- Yo no hago pornografía. Eso es lo más bajo, la alcantarilla, lo peor de lo peor. Además, es un género aburrido y cutre. Mis chicas no querrían trabajar conmigo si yo hiciese pornografía. Las mujeres hacen porno solo tienen dos bolsas que cuelgan del pecho. Mis películas no podrían verse en buenos cines o en festivales normales si fuesen pornográficas.
- Es dificilísimo encontrar chicas que se ajusten a mis exigencias. Yo siempre voy con los ojos muy abiertos: cuando veo una chica interesante, le doy mi tarjeta y espero que me llame para incluirla en mi próxima película.
- Soy consciente de que lo que distingue mis películas de las de los demás es el montaje, la fotografía y las chicas que aparecen en ellas. Nadie hace mejor que yo una película de Russ Meyer.
- Cambio las cosas según surgen. Las mejores ideas se me ocurren en la ducha, por la mañana.
- Las escenas de amor son las más delicadas, porque no son realistas. Son una especie de Olimpiadas corporales. Exageradas, con posturas imposibles y mucha acción, como en un dibujo animado.
- Hago las películas para mí mismo. Nunca tengo en cuenta los gustos del gran público, las modas, las tendencias del cine que se hace al mismo tiempo que el mío.
- Nunca he trabajado con grandes estrellas, excepto Yvonne De Carlo, John Carradine y Miriam Hopkins. Prefiero trabajar con intérpretes todoterreno, capaces de amoldarse a mis caprichos.
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