¡Cuidado mi teniente, cuidado conmigo, eh! Hemos corrido un encierro, nos hemos tragado una misa, hemos llevado una virgen, hemos cargado con un marqués, usted ha afeitado a un fascista, a mí me han pegado una cornada, éste... ¡se ha cagao!, a éste... lo han vestido de sacristán y a éste le han puesto los cuernos... y todo por la jodida vaca ¡Qué le den mucho por el saco a la vaca! Yo me voy a comer (Brigada Castro)

Comandante: Señora condesa, ahí podrá disfrutar de su paella.
Condesa: ¿Ahí? ¿Ahí no será sacrilegio?
Comandante: ¿A usted qué le parece?
Condesa: Si hay marisco... no.

Alcalde: Pero después de tantos años de administrador, ¿cómo le digo yo al marqués que he perdido el dinero de la renta?
Condesa: No le digas eso, le dices que te lo han quitado los rojos
Alcalde: ¿Pero cómo me lo van a quitar los rojos, señora condesa?
Condesa: Los rojos son capaces de cualquier cosa! Tú le dices eso. El dinero me lo das a mí. Si se lo das a él se lo gasta, en cambio yo se lo doy a los curas y así voy al cielo más rápidamente.

¡Los almendros! ¡Los manzanos! ¿Pero bueno, es que todos los obuses han caído aquí? ¡Al marqués ni uno, seguro! (Mariano)

¿Con que desmoralizados, eh? ¡Les voy a meter a todos un corte de pelo que se les va a ver las calaveras! (Teniente Broseta)