Para la espectacular escena del aeropuerto en Noruega se estrelló un auténtico Boeing, sin emplear efectos digitales. El primer propósito de Nolan era emplear aviones en miniatura, pero el equipo de producción halló un gran número de aviones viejos y se optó por comprar uno y destruirlo para ganar en autenticidad.

En la preparación del rodaje, Nolan volvió a recurrir al físico Kip Thorne, con quien ya había colaborado en Interstellar, para que le asesorara con los aspectos científicos de la historia.