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SEFF'16. El artículo de inauguración que nunca fue

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‘Un mago nunca llega tarde ni pronto, llega justamente cuando se lo propone’, le decía Gandalf a Bilbo Bolsón nada más empezar El Señor de los Anillos. Sinceramente, y aunque también he utilizado esa excusa (cambiando ‘mago’ por regalos, amigo, coche, etc.) en más de una ocasión, siempre me ha parecido que con ella el mago gris demostraba tener más cara que espalda.

Ayer a estas horas (nueve de la mañana) me encontraba en el aeropuerto de Barcelona en una breve escala del viaje que me llevaba desde Mallorca a Sevilla. Allí escribí en mi cuaderno (sí, todavía sigo escribiendo a mano antes de enfrentarme al ordenador) el que pensaba que sería el primer artículo de la cobertura de la 13ª edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Siguiendo con Gandalf, ese primer texto llegará justamente cuando se lo proponga. Pero no os preocupéis, todo tiene una explicación.

Hoy esperaba que, tras el primer pase en el segundo día del festival, me daría tiempo para pasar ese artículo a limpio y subirlo, dejando inaugurada esta edición. Pero la tecnología me ha jugado una mala pasada y desde ahí la serie de catastróficas desdichas ha ido en aumento. Si existe una frase que dice ‘los inventos en casa y con gaseosa’ debe ser por algo, pero yo ayer no tuve mejor idea que probar la alarma inteligente del iPhone (esa que te despierta de una forma menos violenta, o eso dicen). La cuestión es que ese sonido progresivo y suave que utiliza para despertar es tan suave y progresivo que mi oído lo ha tomado como música de fondo y mi cerebro ha decidido seguir durmiendo. Así que aquí me encuentro ahora en el hotel que el festival usa como sede, no habiendo llegado al primer pase del día, sin libreta con los apuntes del que sería el primer artículo de esta edición, intentando reorganizar los horarios para no perderme la película de Sección Oficial, y sin cable para cargar el móvil a lo largo del día. ¿Necesitáis alguna razón más para abrazarme fuerte mientras me dais golpecitos en la espalda y repetís aquello de ‘Ya, ya, ale, ale, ya pasó’?

Pero no nos engañemos: mejor dormirme hoy que el lunes y perderme la película de Xavier Dolan. Así que, como a grandes males, grandes remedios, os voy a contar las dos películas que vimos en el día de ayer y mañana intentaré recuperar el otro texto.


En esta edición numero trece, asociada desde el cartel a los villanos y malvadas de la historia del cine, a la mala suerte y a la parte más oscura de esos personajes que nos fascinan, es irónico que la película de inauguración sea UNE VIE (), en la que Stéphane Brizé adapta la novela de Guy de Maupassant que relata la vida de una mujer desde principios a mediados de siglo XIX.

Digo que es irónico que el film inaugure esta edición pues si algo tiene la protagonista es mala suerte, que se ve potenciada por sus malas decisiones. Infidelidades (varias), muertes y abandonos sobrevuelan continuamente por su vida. Una historia que Brizé construye a través de elipsis y recuerdos (que nos llevan al cuestionable ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’). y es en esos saltos temporales que no vemos donde reside la parte más interesante de la película: todo lo que nos muestran en pantalla nos suena a ya visto, una historia manida de mujer destrozada por la vida y a la que cualquier pequeño halo de luz le vale para intentar seguir adelante y no acabar saltando de un acantilado. Esa sensación a historia ya conocida, a revisitar lugares comunes, a monotonía continua (únicamente rota por los propios saltos temporales), acaba lastrando la cinta llevando al más absoluto tedio.

Una lástima que el maravilloso trabajo de la actriz protagonista, Judith Chemla (segura candidata al premio a mejor actriz), y el buen hacer de Brizé tras las cámaras (con la naturalidad y realismo que tan bien domina), no sean suficientes para salvar una cinta que en conjunto resulta fallida.



Durante este Festival de Cine Europeo de Sevilla espero recuperar un par de títulos que se me escaparon (voluntariamente) en el pasado Zinemaldia. Ayer fue el día de saldar una de esas deudas. Me enfrentaba a TONI ERDMANN () tras las ovaciones en Cannes y Donostia casi con la obligación de salir maravillado de ella, y creo que todos sabemos la fantástica relación que existe entre las expectativas y las desilusiones, ¿no?

Con el fin de devolverle el sentido del humor a su hija, una estricta y controladora mujer de negocios, Winfried Conradi viaja por sorpresa a Bucarest allí se convierte en Toni Erdmann, un burdo personaje ficticio que crea tras una peluca y una dentadura postiza. Maren Ade escribe y dirige una película tan entretenida como anárquica, en lo que podría ser el perfecto reflejo del personaje de Toni Erdmann (un pletórico Peter Simonischek). Es en esa anarquía e ir y venir de los personajes donde radica el principal problema de la cinta: nos encontramos ante 162 minutos en los que durante una parte importante de su tramo central la historia va y viene sin rumbo fijo y con unos cambios de tono que, al igual que el protagonista, nos pueden resultar maravillosos para en el minuto siguiente convertirse en desconcertantes e incluso cargantes o excesivos. Es una pena que durante todo ese tramo el film parezca que se esfuerza en no ser perfecto, en ponerse trabas a sí mismo, en destruir ladrillo a ladrillo lo que durante una fantástica primera hora y media había construido. Ese tramo central es tan entretenido como prescindible: si decidiésemos eliminarlo no pasaría nada, pero tampoco entorpece en exceso el ritmo de la película.

Durante ese segmento es imposible no empezar a pensar qué demonios habían fumado o bebido en Cannes y San Sebastián para que hubiese esas reacciones, y es ahí, cuando la duda acecha, cuando empieza el desenlace de la película, una media hora tan maravillosa que es imposible no rendirse ante ella, volver a amar a los personajes (que por un momento habías deseado que empezasen a desaparecer) y sobre todo perdonar que te hayan tenido 40 minutos deambulando sin un rumbo fijo. Una última parte final apoteósica causante, sin ninguna duda, de que la valoración general que está teniendo la cinta sea tan positiva. Ante otro desenlace, y viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, es más que probable que la recepción hubiese sido algo distinta.

En las próximas entregas recuperaré el artículo pendiente y hablaremos de las nominaciones a los premios de la Academia del Cine Europeo. Hasta entonces nos vemos en los cines.

 

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