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Especial Óscar 2015: Los Óscar made in Spain

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La nominación de Relatos salvajes (Damián Szifron, 2014) en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa en los próximos Óscar es la excusa perfecta para hacer una radiografía sobre la relación, más o menos estrecha, que el cine español ha mantenido con estos prestigiosos galardones a lo largo de su historia.

Ah, pero, ¿es que Relatos salvajes es una película española? Seguro que muchos os habéis hecho esta pregunta nada más leer las primeras líneas de este artículo. Antes de responder a dicha cuestión, debemos considerar que la nacionalidad de una película va más allá del origen de sus actores o de su director. La clave radica en la producción. Relatos salvajes cuenta con un 61% de capital argentino -a través de K&S Films-, pero también con un 39% de participación española a través de El Deseo, la productora de los hermanos Almodóvar, lo cual significa que casi la mitad de la película corresponde a capital español; capital sin el que muy difícilmente hubiese podido ver la luz esta producción de más de 3 millones de euros, un presupuesto por encima del coste medio de una película íntegramente argentina.

Así las cosas, y a pesar de que Relatos salvajes participará en calidad de representante del país latinoamericano la próxima noche del 22 de febrero, conviene recordar que el cine español, aunque de forma casi invisible, también estará presente.

Aclarado este punto, es imposible no empezar hablando de la relación del cine español con los Óscar sin mencionar a Volver a empezar (José Luis Garci, 1982), que se convirtió en un hito en nuestra industria al ser la primera película íntegramente española en lograr la codiciada estatuilla. Si tenemos en cuenta las coproducciones, la primera habría sido El Discreto encanto de la burguesía (Luis Buñuel, 1972), producida además por Francia e Italia.


Antes de la hazaña de Garci, el cine español había estado, sin embargo, la friolera de 9 veces nominado en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa, con títulos tan brillantes como Plácido (Luis García Berlanga, 1962), Tristana (Luis Buñuel, 1971) o Mi querida señorita (Jaime de Armiñán, 1973). El primero en abrir camino fue Juan Antonio Bardem, en 1959, con el drama rural La Venganza, protagonizado por una jovencísima Carmen Sevilla. Francisco Rovira Beleta fue el primer director español en lograr dos nominaciones, primero por Los Tarantos (1964) y más tarde por El Amor Brujo (1968). También harían doblete los anteriormente mencionados Buñuel (su segunda nominación con sello español fue por Ese Oscuro Objeto del Deseo, en 1978) y Jaime de Armiñán (El Nido, 1981). La terna de nominaciones patrias la completa otro clásico de nuestro cine, Carlos Saura, con Mamá Cumple 100 Años (1980).

Pero fue, insisto, con la película Garci cuando el cine español se consolidó definitivamente en Hollywood y, por tanto, a nivel mundial.

Aunque las nominaciones a Mejor Película de Habla No Inglesa siguieron -Carmen (Carlos Saura, 1984), Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios (Pedro Almodóvar, 1989) y de nuevo Garci por partida doble, con Sesión Continua (1985) y Asignatura Aprobada (1988)-, no fue hasta 1994 cuando se logró el segundo Óscar para la cinematografía española, esta vez con la comedia costumbrista Belle Époque, de Fernando Trueba. Parecía que se había roto el mito de Garci, que otros españoles podían también alcanzar la estatuilla, pero las dos siguientes nominaciones -Secretos del Corazón (Montxo Armendáriz, 1998) y El Abuelo (otra vez Garci, el director español más nominado de la historia, en 1999)- se quedaron solo en eso.


Hay que detenerse en el año 2000 para hablar del tercer Óscar -Todo sobre mi Madre, de Pedro Almodóvar- y en 2005 si nos referimos al cuarto, otorgado a la película Mar Adentro, de Alejandro Amenábar, dos premios obtenidos ahora sí en nominaciones consecutivas. ¿Qué significaba esto? Que el cine español había sido la única cinematografía mundial que, en un periodo de 20 años, había logrado 4 veces el Óscar a la mejor película extranjera. Eso sin contar la multitud de veces que estuvo nominada a otros Óscar en diversos apartados, como el premio concedido al Mejor Guion Original a Hable con ella en 2003, lo que le permitió a Almodóvar convertirse en el único director español con 2 estatuillas.

En total, son 16 los Óscar que atesora la cinematografía española en la actualidad. Y en todas sus vertientes: el primero fue el honorífico concedido a Juan de la Cierva en 1969 por su faceta investigadora, y el último fue el que recogió Penélope Cruz por su papel en Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2009). Entre medias, la locura: Mejor Dirección Artística en 1970 a Antonio Mateos y Gil Parrondo por Patton (Franklin J. Schaffner), premio que Parrondo repitió al año siguiente y con el mismo director por Nicolás y Alejandra; Mejor Fotografía en 1978 para Néstor Almendros por Dias del Cielo, de Terrence Malick; el Óscar a Javier Bardem en 2008 por su abrumadora interpretación en No Es País Para Viejos, de los hermanos Coen, que supuso el primer galardón para un actor español en toda la historia; o los premios con sabor español que logró la coproducción El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2007), como Mejor Maquillaje (Montse Ribé y David Martí) y Diseño de Producción (Pilar Revuelta).


Este amplio recorrido en los Premios de la Academia -a pesar de que España lleve ya 10 años sin ser nominada al Óscar a la Mejor Película de Habla Inglesa- certifica la estrecha relación que el cine español siempre ha mantenido con estos galardones. Sin embargo, muchos os preguntaréis por qué España no fue nominada al Óscar a la mejor película extranjera mucho antes de conseguir su primera nominación, teniendo en cuenta que los Óscar nacieron en 1929. La respuesta es bien sencilla: hasta 1956 no se creó la categoría de Mejor Película de Habla No Inglesa, casi 30 años después de que los Óscar vieran la luz. Fue a mitad del siglo XX, con la eclosión de las exportaciones de cine internacional de autor a Estados Unidos, cuando la Academia comenzó a considerar películas de habla no inglesa para sus reconocimientos. De las categorías que tenemos actualmente, ésta fue una de las últimas en crearse.

El apoyo institucional y la eliminación -de una vez por todas- de ciertos prejuicios de buena parte de la población acerca de nuestro cine, se antojan claves para que el Cine Español salga del bache actual -a pesar de que en 2014 logró su mejor cuota histórica de pantalla, un 25%, lo cual no quita el débil tejido industrial que lo rodea- y siga haciendo historia. Es hora de volver a estar presente en los certámenes internacionales más punteros y de reforzar el prestigio que, no obstante, nunca ha perdido a nivel internacional.


España nunca habría llegado a ser una de las principales potencias económicas del mundo si no fuese por el cine, una de las industrias que más dinero da al Estado -y no al revés, como erróneamente se piensa-. El cine español, para quien no lo sepa, devuelve al Estado mucho más de lo que éste se gasta en él (antes de la subida del IVA, por cada euro de subvenciones al cine, el Estado recaudaba alrededor de 3,5 euros; echad cuentas de lo que pueden sacar ahora). Estamos hablando de una de las industrias cinematográficas menos subvencionados del mundo: los 50,8 millones de euros que el Gobierno destinó a la industria en los últimos Presupuestos Generales del Estado, contrastan con los 770 millones que otorga Francia anualmente a sus películas, los 120 que destina Reino Unido o los 340 de Alemania. Por no hablar del IVA cultural español, el más alto de Europa con un inadmisible y perjudicial 21% -en Francia es de tan sólo un 5%... y todavía allí se considera alto-.

Sólo con el apoyo de todos, el cine español volverá a brillar en los Óscar. Talento hay de sobra. Creatividad, también. Se ha demostrado en 2014, año en el que la escasez económica ha potenciado la originalidad de nuevos creadores, ofreciendo auténticas joyas a muy bajo precio -el considerado cine low cost español-, como 10.000 Km (Carlos Marques-Marcet) o Carmina y Amén (Paco León). Al fin y al cabo, que no se le olvide a nadie, estamos hablando de cultura. Y con la cultura, aunque algunos piensen y hagan lo contrario, no se juega.


Mientras esperamos tiempos mejores, la noche del 22 de febrero todos los que amamos el cine español y deseamos que siga siendo una de las principales potencias del mundo, nos tendremos que conformar con cruzar los dedos para que Relatos salvajes se lleve el galardón a casa. Ojalá.

 

Fuente: CINeol | Visitada: 2000 veces