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Especial Óscar 2015: Mejor Película

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Todos los años la misma cantinela: que si no está nominada mi película favorita, que si esta no se lo merece, que si la Academia peca de falta de riesgo, que si le tienen manía a tal director… Pues sí, es verdad que películas como Nightcrawler, Perdida, Foxcatcher, Interstellar, La Lego Película, Guardianes de la Galaxia o, qué coño, incluso cintas de terror con sustancia como Babadook son mejores que algunas de las aquí presentes, y que verlas nominadas habría sido tan justo o más que las que están. Pero entre las nominadas, que por primera vez en la historia de los Óscar son 8 (después de tres años consecutivos con 9), hay mucha calidad y muy variados géneros y estilos.

Tenemos directores clásicos abordando géneros que no suelen frecuentar; autores indies que han sacrificado su vida por un sencillo retrato sobre hacerse adulto; artistas megalómanos que han jugado al más difícil todavía para hablar sobre el mundillo; activistas que nos recuerdan que las cosas no han cambiado tanto como creemos en cuestión de derechos civiles; biopics de figuras fundamentales en la ciencia del siglo XX que viven o vivieron sendos calvarios por motivos muy distintos y con resultados totalmente opuestos; comedias estrafalarias sobre amistad, amor, recuerdos y L’Air de Panache; y debutantes que usan la música como si de una instrucción militar se tratase. Si se trata de hacer una geografía del cine de 2014, bien vale esta selección de títulos. La ganadora, sea cual sea, ya forma parte de la historia del cine por haber llegado aquí.





BIRDMAN (O LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA)

Alejandro González Iñárritu (2ª nominación / 0 Óscar), John Lesher
y James W. Skotchdopole (1ª nominación para ambos)


Hollywood es un lugar de ególatras, perturbados, manipuladores, esnobs, buscadores de fama, drogadictos, gente sin escrúpulos y sueños rotos, aunque paradójicamente sea la fábrica de sueños de medio planeta. Esto lo sabe todo el mundo, no es que requiera una infiltración detectivesca para ser público y notorio. Tanto es así, que la propia gente de Hollywood es muy aficionada a retratarse a sí misma en pantalla, muchas veces con afán de autobombo y ensalzamiento de los valores del cine (véanse por ejemplo Argo, La Invención de Hugo o Cantando Bajo la Lluvia), pero también para hacer autocrítica. En parte les gusta ver sus problemas reflejados en pantalla para regodearse, pero además les encanta echar mierda sobre sus compañeros de profesión. Y claro, en los premios de la Academia también han reconocido periódicamente este subgénero.

El último caso lo tenemos en Birdman, aunque esta vez haya tenido que venir alguien de fuera (el mexicano Alejandro González Iñárritu) a ofrecer su visión cáustica y juguetona sobre el arte y la industria, sobre el plantel de locos del coño que se meten a actores, sobre la falta de escrúpulos de agentes y ejecutivos, sobre la necesidad patológica de llegar más allá de la fama y alcanzar el reconocimiento y el respeto. Unos valores que, como todo en el mundo del espectáculo, cuando se miran de cerca se ve que están hechos de cartón piedra. Trasladando el foco al Off Broadway, su discurso sobre la creación, sobre la lucha entre arte y comercio, sobre la reivindicación personal del artista, es sin embargo aplicable a todos los estamentos de la ficción narrativa: teatro, cine, televisión…

La pieza central de Birdman es que todo es ilusión. Puede ser fruto de la locura, como las alucinaciones del protagonista con su antiguo personaje o con que tiene poderes. Puede ser fruto de la amoralidad empresarial, como las maniobras traicioneras de Zach Galifianakis para vender entradas y que se hable de una obra que sabe que no le interesa a nadie. También está la ilusión de actualidad forjada en las redes sociales, esos entes que generan fama instantánea y efímera. O la del sexo, con ese actor que solo puede follar si hay alguien mirando. Hasta el estilo con el que está rodada, ese perpetuo plano secuencia que simula la inmediatez del teatro y que se conjuga con la banda sonora de percusión para crear un frenetismo agotador, es una trampa técnica (al estar compuesto por varios planos) y argumentalmente (al fusionar 4 días en solo dos horas mediante elipsis invisibles). Todos los personajes están llenos de detalles que desvelan su engaño hacia sí mismos y hacia los demás, y es en ese caldo de cultivo en el que se forjan las mayores ilusiones: las obras de arte. Del impulso ególatra, del vacío, de los locos y enfermos, de las inseguridades y conflictos, de la autodestrucción suicida, del rechazo a uno mismo, de las manipulaciones: de todas esas cosas y de todas esas personas falibles, incompetentes, superadas por las adversidades, surge la creación. Ninguno de los personajes de Birdman está preparado para hablar de amor, y sin embargo alcanzan el triunfo haciendo precisamente eso. La ironía máxima. Así, la única forma de liberarse y alcanzar el equilibrio interior es asumir que toda la realidad es un fraude tan grande como la representación que se hace sobre las tablas de un teatro; y que no hay más arte que el creado a partir del error, la suerte y la ilusión.

A FAVOR: Aparte de ser una de las películas más premiadas y celebradas del año, aparte de todos los premios de la industria recibidos durante el momento crítico de las votaciones, aparte de ser de un director con trayectoria y reputación, es una película sobre el cine, el teatro, la industria, el arte, los actores, los directores, la crítica, los proyectos personales, las ansias de reconocimiento, la fama, la egolatría, los sueños rotos. Es decir, que esta película es el Boyhood de la gente de Hollywood. Pueden identificarse con situaciones, personajes, mensajes, críticas y discursos más que con un niño de pueblo. Además, tiene un gimmick estético-técnico de los que capturan el ojo.
EN CONTRA: Tiene muchos más detractores que Boyhood, que la acusan de ser mucho estilo y poca (o demasiado obvia o fácil) sustancia, lo que al final puede pasarle factura con el sistema de voto preferente. No basta con tener muchos números 1 en las listas de los académicos, también hay que figurar muy arriba en las de quienes votan por otra película. Además, sus ataques a los actores y a la industria pueden molestar a más de uno, sobre todo porque vienen de un ‘outsider’ mexicano.


Ganador: PGA, DGA, SAG, Gotham, AFI, Kansas, Dallas, Las Vegas, Florida, Utah, Phoenix, Critics' Choice*, Washington*, Las Vegas*, Nueva York Online*, San Diego*, Detroit*, Phoenix*.
Finalista: BAFTA, Globo de Oro (comedia), Critics' Choice, Independent Spirit, ACE, NSFC, NBR, Satellite, Chicago, Boston, Southeastern, Londres, San Francisco, Washington, St. Louis, Ohio, Nueva York Online, Oklahoma, Austin, Iowa, Detroit, Houston, Denver, Georgia, North Carolina, Boston Online, Gotham*, Boston*, Ohio*, Florida*, Georgia*.
*como mejor reparto o similar.






BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA)

Richard Linklater y Cathleen Sutherland (1ª nominación para ambos)


Han pasado 13 meses desde que Boyhood se estrenó en el Festival de Sundance y cambió por completo el mundo. 390 días dan para mucho. En concreto, dan para tal cantidad de artículos, ensayos, críticas, análisis, reportajes, entrevistas y comentarios que si pusiésemos las palabras en Arial 11 en una sola línea continua, seguramente podrían alcanzar Plutón y volver. Dos veces. Por tanto, cualquier cosa que yo vaya a añadir llueve sobre mojado, se ha convertido ya en cliché. Así que por qué no intentar otra cosa: tirar de estereotipos e intentar desmontarlos.

Por ejemplo, se ha dicho que la película está compuesta por las escenas que otro director descartaría, todo lo trivial que no tiene cabida en un film convencional. Quizá los que dicen esto no se han parado a pensar en los muchos arcos argumentales completos que se establecen a lo largo del film, el más obvio el del marido borracho: la coquetería, el matrimonio, los indicios de alcoholismo, los abusos y palizas y finalmente la huida del hogar. Por el camino se dejan huecos, pero lo que se muestra es lo esencial para completarlos por uno mismo. Así ocurre también con el exmilitar, con la nueva novia de padre y con otros elementos. Incluso el inicio y el final están muy claros: desde que el protagonista empieza el colegio hasta la universidad. También se ha mencionado mucho que es una película sencilla y nada pretenciosa ni discursiva. Como un pedacito de vida. En parte es cierto. Linklater es un director de pequeños momentos y aquí vuelve a hacer gala de ello. Pero también es un director de grandes reflexiones, y de esas hay unas cuantas: políticas en boca del padre, educativas en boca de la madre y los padrastros, emocionales y filosóficas en boca del protagonista… Hasta se permite hablar sobre la deshumanización de las redes sociales. Se le disculpa porque en la fase de adolescente todos nos creemos muy profundos cuando soltamos obviedades, pero habría que mirar un poco de cerca, no vaya a ser que Linklater se lo esté creyendo sinceramente.

Pero sin duda, de lo que más se ha hablado es de la hazaña de haber rodado una película a lo largo de 12 años, viendo crecer a los personajes y adaptando el argumento en consecuencia. Un hito. Una película única. Algo que ya había hecho Lav Diaz en Evolution of a Filipino Family, rodando durante 11 años una historia sobre una familia como metáfora del colapso de la sociedad de su país. Algo que ya había hecho, aunque en varias películas, François Truffaut con el personaje de Antoine Doinel. O Peter Bogdanovich al recuperar 20 años después a sus personajes de La Última Película para Texasville. O que hemos visto, aunque de forma no discursiva esta vez, en sagas como la de Harry Potter o en series de televisión más o menos longevas. Es decir, que la hazaña por sí sola no tiene un valor especial, ni es original o rompedora, ni ha entrañado una gran dificultad a la hora de rodar (juntarse tres días al año para rodar unas cuantas escenas no es la obra de El Escorial). Pensemos en cambio en lo que esto aporta al film frente a otros recursos más convencionales, como el maquillaje para los adultos y el cambio de actor para los niños. La combinación de este tipo de rodaje con la naturalidad del estilo narrativo logra que exista una extrema fluidez en el desarrollo temporal de la historia, de forma que las rupturas de año a año no sean vistas como interrupciones o etapas, sino como el siguiente paso en un largo camino del que no se aprecia el final. Es una forma de anular el tiempo, o de embotellarlo en dos horas y media de celuloide. Ahí es donde reside la gran conquista de Linklater, y el motivo por el que las personas que conectan con la historia llegan a enamorarse profundamente del film: se convierte en una experiencia atemporal y universal. Los que no conectan, los que le encuentran pegas a su argumento o a su simpleza, simplemente ven una historia agradable y ya. Obviamente, los primeros son mayoría.

A FAVOR: Es la película más comentada y ensalzada por la cinefilia este año, desde que comenzó su carrera en Sundance. Su sencillez formal se contrarresta con su naturaleza de hito cinematográfico. Ha arrasado en los premios de la crítica, tiene en su haber tres de los principales galardones de la temporada y cuenta con un numerosísimo grupo de seguidores fervientes, incluso dentro de la Academia. No premiarla sería arriesgarse a quedar (otra vez) como una institución anquilosada e incapaz de detectar cuándo se está haciendo Historia del Cine.
EN CONTRA: Es demasiado intimista, pequeña y sin estridencias para lo que suele acostumbrar la Academia. Habría que retroceder hasta Gente Corriente (1980) para encontrar una ganadora comparable en su estilo narrativo, e incluso así, la cinta de Robert Redford tiene conflictos intensos como motor de la trama, mientras que la de Linklater es solo una mirada naturalista a la vida cotidiana. Poco espectáculo y pocos momentos climáticos. Justo lo contrario que su principal competidora, la que le ha robado los premios de la industria.


Ganador: BAFTA, Globo de Oro (drama), Critics' Choice, ACE, Los Angeles, Nueva York, AFI, Chicago, Boston, Londres, Washington, St. Louis, Toronto, Nueva York Online, Oklahoma, Austin, Houston, Iowa, Detroit, Indiana, Georgia, BIFA*, Gotham*, Boston*, Dallas*, Austin*, Houston*, Indiana*.
Finalista: Premios CINeol, PGA, DGA, SAG, WGA, Independent Spirit, NSFC, NBR, Gotham, Satellite, Crítica Online, Dallas, Southeastern, Las Vegas, San Francisco, Ohio, Florida, San Diego, Phoenix, Denver, North Carolina, Boston Online, Critics' Choice*, Washington*, St. Louis*, Florida*, San Diego*, Detroit*, Georgia*, Boston Online*.
*como mejor reparto o similar.






EL FRANCOTIRADOR

Clint Eastwood (4ª nominación / 2 Óscar), Robert Lorenz (3ª nominación / 0 Óscar),
Andrew Lazar, Bradley Cooper y Peter Morgan (1ª nominación para los tres)


Este podría haber sido el año de Steven Spielberg. El Rey Midas de Hollywood podría haber estrenado dos películas, como ya ha hecho otros años, y haberse comido los Óscar con patatas. Pero claro, Spielberg suele tener en cartera unos 25 proyectos simultáneos y al final su agenda le impide realizarlos todos, pasándole la pelota a otro cuando deja de interesarle alguno de ellos. Eso sucedió con Interstellar, y el Nolan joven recurrió a su hermano para llevarla a buen puerto. También sucedió con El Francotirador, pero a diferencia de su proyecto de ciencia ficción, aquí su sustituto no se puede considerar de ninguna de las maneras uno de sus discípulos. Más bien al contrario: Clint Eastwood se ha labrado una carrera magnífica desde el clasicismo y la sobriedad, que le permite llamarse a sí mismo maestro sin rendir cuentas a nadie. Si es que piensa de sí mismo en esos términos, que lo dudo. No deja de ser curioso que este veterano de 84 años haya reventado la taquilla con un proyecto heredado del director más taquillero de la historia. Y que vaya a recaudar con él más que el 90% de las películas de Spielberg o Nolan.

Otra cosa ajena a su desempeño profesional que hay que reconocerle a Clint: sabe jugar al juego de los Óscar como pocos. Ya es la tercera vez que hace esto de llegar el último y tomar por asalto la Academia. Primero fue en 2004, en plena resaca de Mystic River, cuando todo el mundo apostaba por El Aviador y la crítica salivaba por Entre Copas. Sin apenas ruido, empleando apenas 5 meses entre rodaje y montaje, Clint estrenó por los pelos Million Dollar Baby y les robó la cartera a todos con un derechazo emocional cuyas contusiones todavía se notan. Dos años después repitió la jugada: mientras los expertos estaban pendientes de Banderas de Nuestros Padres (que resultó ser regular), le dio tiempo a rodar, montar y estrenar su acompañante japonesa, Cartas desde Iwo Jima. Esta vez no ganó, pero a Bill Condon y Paul Greengrass todavía les escuece el ataque por sorpresa. Todavía estuvo a punto de hacer triplete en 2008 con otra película-express de las suyas, Gran Torino, pero ha tenido que esperar hasta ahora para que las estrellas volviesen a alinearse.

Es inevitable pensar en términos extracinematográficos al valorar por qué esta película ha llegado hasta aquí. Al fin y al cabo, como film no es más que un refrito light de En Tierra Hostil y Enemigo a las Puertas, con unas gotas de Green Zone. Distrito Protegido y Platoon. Su guion es funcional y simplista, ideal para una película comercial a la que el oficio de Clint y un sobresaliente Bradley Cooper dan cierto empaque, pero no lo suficiente para cubrir sus evidentes carencias dramáticas (esos archienemigos artificiales, diseñados con el patrón de una película de James Bond, o los secundarios que hablan solo para que el protagonista les suelte su discurso) y narrativas (los confusos tiroteos y los abruptos finales de algunas escenas de acción). Pero más allá de eso, hay que valorar el tema Chris Kyle, la persona real en la que se basa el film. Asesino para unos, héroe para otros. Son los segundos los que están yendo al cine en masa a ver la película, y no es extraño: no tiene intención alguna de juzgar o cuestionar las acciones de Kyle. El propio francotirador no mostraba en su autobiografía atisbo alguno de arrepentimiento, ni de estar compungido por los cientos de muertes a sus espaldas. Al fin y al cabo, para él eran salvajes y demonios que bien muertos estaban. En el film, sin embargo, se rebaja esta intensidad xenófoba y esa superficialidad de pensamiento para darle cierta moral; conservadora y ultracristiana, de aparición tímida y algo incoherente, pero moral al fin y al cabo. El resultado de esa maniobra no rebaja la carga fascistoide del personaje, solo la maquilla para que su discurso sea más digerible. Y a uno le surge la pregunta: ¿hasta qué punto es justificable buscar coartadas para Kyle, presumiblemente para evitar que la película sea tan vacía como una de Chuck Norris? Porque si la idea era levantar un mito para el Tea Party, mission accomplished.

A FAVOR: Clint Eastwood es toda una institución, y Chris Kyle es un héroe americano que dio su vida por la patria. La película ha recaudado más dinero que todas las otras nominadas juntas y en el momento perfecto: su máxima popularidad ha llegado al tiempo que se anunciaba su nominación y comenzaba la elección de ganadoras. Es la única cinta que apela directamente al votante conservador, y su género clásico le puede atraer muchos votos de otros sectores.
EN CONTRA: También es la película con las críticas más flojas de las ocho finalistas, apenas ha tenido recorrido durante la temporada de premios y al poco de petar la taquilla ya surgían infinidad de voces atacando su ideología (buena parte de su éxito se debe a los red states y sus simpatizantes, algo que tiene su reflejo en Hollywood pero que aun así no está bien visto en ese ambiente de progresía) y las libertades que se toma con la historia para ensalzar a un tipo que no ha hecho nada para ser ensalzado. A veces se puede morir de éxito. Y en la Academia, polémicas las justas y con edulcorante.


Ganador: AFI, Denver, Iowa*.
Finalista: PGA, DGA, WGA, ACE, NBR.
*como mejor película de acción.






EL GRAN HOTEL BUDAPEST

Scott Rudin (7ª nominación / 1 Óscar), Wes Anderson, Steven M. Rales
y Jeremy Dawson (1ª nominación para los tres)


Wes Anderson es un tío raro. Es de esas personas que solo con verlo sabes que de crío le han tenido que dar más de una paliza. La suerte que ha tenido es que no se ha criado en algunos lugares de la España profunda (Carabanchel, Lorca o Huércal-Overa, por poner tres ejemplos), porque entonces habría salido en las páginas de sucesos por voluntad propia o ajena. Cuesta poco imaginarlo de adolescente como ese secundario nerd y grimoso de las películas de instituto, que siempre acaba con las gafas rotas o la comida por los suelos. Cuesta igualmente poco imaginarle encerrado en su habitación, dibujando un mundo propio de líneas simétricas y lenguaje ordenado, de humor delicado y absurdo, para intentar darle sentido a su experiencia como niño solitario y al divorcio temprano de sus padres. Sería lógico que ese niño de peculiar sensibilidad encontrase en el cine una forma ideal para purgar sus demonios, para dar rienda suelta a sus sueños y para hacer autoterapia de sus conflictos personales y sociales.

El cine de Wes Anderson ha tenido siempre unas obsesiones muy marcadas, tanto estéticas como argumentales: las familias desestructuradas, los conflictos padre-hijo, la búsqueda de quimeras imposibles frente a la racionalización y trivialidad del entorno social, la autodestrucción y el impulso suicida, la vitalidad escondida en los momentos pequeños… Todo ello adornado con unos recursos visuales muy puros y reiterados, con una obsesión por la composición de plano ordenada y repleta, por las líneas rectas y los escenarios cerrados como un microcosmos personal, metáforas de su necesidad de poner orden en el caos de las relaciones humanas. Un estilo que corría peligro de estancarse, pero que ha evolucionado de forma inesperada. Desde Fantástico Sr. Fox y Moonrise Kingdom, Anderson ha encontrado la luz al final del túnel, ha dado un giro a sus constantes y las ha llevado hacia el camino de la aceptación personal, el encuentro de vínculos inesperados y la libertad a través del amor y la amistad.

Todo ello eclosiona en El Gran Hotel Budapest, un prodigio de narrativa que da un salto de gigante en lo que Anderson es capaz de transmitir, tanto por sus recursos formales como por el dibujo de sus personajes y tramas. Sin renunciar a su personalidad, a su gusto por las simetrías y colores puros, a su humor desquiciado y flemático, a su afición por los escenarios y efectos artesanales, Anderson ha creado su película más universal, enérgica y completa. Un film que bebe de Lubitsch, Hitchcock, Chaplin, Fellini y muchos más, que es al mismo tiempo una (tronchante) comedia de enredo; una (divertida) intriga con toques aventureros; un (nostálgico) relato sobre la decadencia de un estilo de vida clasista e injusto, pero ingenuo y cautivador; una (tierna) carta de amor escrita desde las esquinas narrativas y con un halo de tragedia íntima; un (inteligente) análisis sobre el recuerdo, el relato y el mito pasado de generación en generación (y de aspect ratio en aspect ratio), sobre cómo la vida de cualquier persona anónima y trivial puede convertirse en el material con el que otros sueñan y se emocionan mucho después de que uno muera. Pero, sobre todo, se trata de una emotiva historia de amistad basada en la confianza, el respeto, la admiración, el sacrificio, el honor y el cariño. Una historia que rompe definitivamente las barreras entre el padre y el hijo, el mentor y el alumno, que habían aparecido hasta ahora en el cine de Wes Anderson. No hay traición, ni choque emocional, ni conflictos por resolver: solo la sublime pureza de una relación que va ganando en fuerza conforme las aventuras unen más y más al culto y remilgado Gustave H. y al voluntarioso y resolutivo Zero.

A FAVOR: Hace casi un año desde su estreno en salas y lleva muchos meses en DVD, por lo que todo el mundo ha tenido tiempo de sobra para verla. Es la más divertida y visualmente pintoresca de las nominadas, entra por los ojos, la sonrisa y el corazón y tiene cantidad de personajes carismáticos. Su reparto es tan extenso que la mitad de los votantes seguro que tienen algún amigo en él. Además, Wes Anderson lleva coqueteando con el reconocimiento de la Academia desde Los Tenenbaums. Una Familia de Genios.
EN CONTRA: A la hora de la verdad, Anderson es todavía un bicho raro y su película demasiado peculiar e iconoclasta, su humor demasiado abigarrado y surrealista, para lo que un señor de 70 años está acostumbrado a ver. Además, la comedia ha sido desde siempre un género marginado por la Academia, considerado como comercial y vacío frente al cine ‘para mayores’ que acostumbran a premiar.


Ganador: Globo de Oro (comedia), Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín, ACE, Crítica Online, Southeastern, North Carolina, Critics' Choice*, Southeastern*, Florida*, Detroit*, Georgia*.
Finalista: Premios CINeol, PGA, DGA, SAG, WGA, BAFTA, Critics' Choice, Los Angeles, Gotham, Satellite, Chicago, Dallas, Londres, St. Louis, Las Vegas, Ohio, Florida, Toronto, Oklahoma, San Diego, Austin, Detroit, Phoenix, Houston, Georgia, Indiana, Gotham*, Washington*, St. Louis*, Ohio*, San Diego*, Phoenix*, Denver*.
*como mejor reparto o similar.






THE IMITATION GAME (DESCIFRANDO ENIGMA)

Nora Grossman, Ido Ostrowsky y Teddy Schwarzman (1ª nominación para todos)


Señoras y señores, con ustedes Harvey Weinstein. Da igual quién se siente en la silla del director, quiénes sean los productores, qué actores de prestigio hayan participado en el film o qué historia típica de Óscar cuente esta vez: ¿será un relato de superación personal? ¿Una biografía histórica? ¿Un drama con conciencia social? ¿Habrá alguna tara física o mental? ¿Una historia de amor? ¿Nazis, racistas, homófobos a los que enfrentar a los protagonistas? No importa. Todos conocemos a Harvey, y cuando vamos al cine a ver una película suya sabemos perfectamente lo que nos vamos a encontrar. Su personalidad se impone por completo sobre cualquier otra consideración, estandariza los resultados porque tiene un objetivo muy claro: los Óscar. Lleva más de 20 años jugando a este juego, primero con Miramax y luego con su propio estudio, y se lo sabe de memoria. Y le funciona. Esta es la novena película que cuela entre las nominadas en 6 años, y dos de ellas ganaron la estatuilla dorada (El Discurso del Rey y The Artist).

En el caso de The Imitation Game, Harvey compró los derechos de distribución por una cifra récord poco después de que terminase de rodarse, sin haber visto siquiera un montaje previo del film. Todos los elementos que él buscaba para la temporada de este año estaban aquí. Y así podía supervisar el montaje para que se ajustase a su visión: no en vano lo llaman Harvey Manostijeras por su continua intromisión en esta fase de las películas que gestiona. El resultado es, ni más ni menos, lo que se puede esperar de una película Weinstein: un drama sólido, con buenas interpretaciones, un ritmo preciso, un guion funcional, una dirección impersonal de artesano (no de autor ni de artista), un apartado técnico sobresaliente y un mensaje sencillo de tolerancia transmitido desde la emotividad y el reconocimiento histórico. Una película que puedes ponerle a tus padres con la seguridad de que les va a gustar, pero que al mismo tiempo no van a recordar pasados un par de años.

¿Es esta la película que se merece un genio de la talla de Alan Turing? Eso depende de cada uno, claro está. La vida de Turing no da para una película, da para toda una serie, por lo que su historia sigue abierta a nuevas interpretaciones en la gran pantalla. Como matemático, se especializó en teoría computacional hasta el punto de crear las primeras máquinas capaces de realizar operaciones complejas. Para entendernos, es el santo patrón de todos los ordenadores, portátiles, móviles, consolas y demás que existen hoy en día. También trabajó en el terreno de la inteligencia artificial, desarrollando un test para averiguar si alguien es persona o máquina (hola, Blade Runner). Su vertiente de criptógrafo fue esencial para descifrar los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de que Churchill dijo de él que había sido la persona que más había contribuido individualmente a ganar la guerra. Y luego está su vida privada: como homosexual reprimido en una época en la que los gais estaban perseguidos en todo el mundo, la suya fue una vida complicada y de final trágico, condenado por corrupción moral por unas leyes que, vistas hoy en día, resultan vomitivas. Todo eso se toca en la película de Harvey. Lástima que quiera tocarlo todo en solo dos horas, porque pasa lo que pasa con casi todas las películas de Harvey: están llenas de elementos de gran profundidad, pero están tratados solo de manera superficial.

A FAVOR: Harvey Weinstein. Es un biopic clásico que sigue las pautas narrativas del género sin salirse de lo reconocible, pero con la suficiente solidez como para que el producto final tenga sello de calidad. Harvey Weinstein. El ángulo de la homofobia y la denuncia social le pueden ganar unos cuantos votos activistas. Harvey Weinstein. Aparte de sus hechos reales, también tiene un componente de thriller bélico que le ayuda a mantener un ritmo trepidante. Ah, y Harvey Weinstein.
EN CONTRA: No ha ganado absolutamente nada hasta el momento, pese a tener detrás a Harvey Weinstein. Pero nada de nada: ni de la industria, ni de la crítica, ni de la prensa, ni de la Academia inglesa, ni nada. Es una película que gusta a todo el mundo (de ahí su premio del público en Toronto), pero, ¿a alguien le entusiasma? Además, recordemos que no hace ni 10 años que Brokeback Mountain perdió el Óscar porque un sector muy nutrido de votantes homófobos estilo Ernest Borgnine se negaron a ver “una peli de maricones”.


Ganador: Festival de Toronto (premio del público), AFI.
Finalista: PGA, DGA, SAG, WGA, BAFTA, Globo de Oro (drama), Critics' Choice, ACE, BIFA, Satellite, Dallas, Southeastern, San Francisco, St. Louis, Las Vegas, Ohio, Nueva York Online, Utah, Oklahoma, Austin, Iowa, Phoenix, Houston, Indiana, BAFTA*, Critics' Choice*, Londres*, San Diego*.
*como mejor reparto o similar.






SELMA

Christian Colson (3ª nominación / 1 Óscar), Dede Gardner (3ª nominación / 1 Óscar),
Jeremy Kleiner (2ª nominación / 1 Óscar) y Oprah Winfrey (1ª nominación)


Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre qué leches ha pasado con Selma, sobre qué responsabilidad tiene el estudio en su pobre aparición en estos premios y sobre qué papel ha jugado el racismo (y, en menor medida, el machismo) en todo este lío. Cierto que al principio pocos contaban con ella para participar de forma seria en la carrera hacia el Óscar, distraídos como estaban en cintas que luego se desinflaron como suflés (por ejemplo, Invencible). Pero cuando se estrenó en un pase especial del AFI Fest, las cosas cambiaron. Tanto el público como la prensa que acudieron al evento salieron de él con una idea muy clara: un retrato tan intenso, inspirador y emocionante iba a ser la rival a batir este año. En realidad, el estudio solo iba a mostrar 30 minutos de metraje, porque el montaje estaba aún sin pulir, pero la expectación hizo que se decidiesen a lanzarse al ruedo. Y les salió bien. Solo que luego la cagaron una y otra y otra vez.

En lugar de forzar la máquina para tener la película terminada a tiempo para poder enviar screeners y organizar pases de prensa por doquier, a tiempo para que todo el mundo la viese antes de votar en los premios de la temporada, la Paramount se confió y la versión definitiva se retrasó más de la cuenta. Como resultado, los mismos críticos que hoy en día la tienen ensalzada como una de las películas americanas más importantes del año apenas sí le pudieron hacer un hueco en sus galardones. La mayoría de ellos no la habían visto aún. Igual pasó con los Globos de Oro, con los premios de la industria y, peor aún, con la Academia. Únase a ello que hay un sector de académicos que pasan de ver las películas que tocan ciertos temas que ideológicamente rechazan (todavía hay mucho racismo, homofobia, xenofobia y tea-party-ismo campante en Estados Unidos, y el mundo del cine no se libra de ello), que incluso una ganadora como 12 Años de Esclavitud recibió muchos votos de gente que la marcó por compromiso, pero que se negaba a verla. El resultado es una de las nominaciones más raras de la historia de estos premios: candidata e ignorada al mismo tiempo.

Todo este bosque de idas y venidas ha acabado ocultando bajo capas de habladurías y conspiranoias una de las propuestas más estimulantes del año. Si alguien necesita una prueba de qué puede aportar una visión de autor a un género tan trillado como el biopic, aquí la tiene. Un acierto poner el proyecto en manos de Ava DuVernay, cineasta comprometida pero también rebosante de talento y frescura. En sus manos, Martin Luther King cobra vida como un hombre sereno, decidido, irreductible. El movimiento pacifista comandado por la voz poderosa de David Oyelowo (que se come la pantalla en lo épico y en lo íntimo) tiene la autoridad de una moral imperturbable, de una justicia irrenunciable. DuVernay es incisiva al plasmar las complejas estrategias políticas que se cocían entre bambalinas, la arquitectura de la movilización y el activismo, pero sin caer en el cinismo y la mordacidad. Al evitar establecer una relación entre táctica y oratoria, los discursos inspiradores del doctor King siguen siendo estremecedores y sinceros. Lo calculado no empaña lo visceral, sino que lo complementa y lo matiza. A eso se une una puesta en escena llena de claroscuros y contrastes; una atmósfera de solemnidad en las proclamas y de terror y brutalidad en los ataques racistas; y la refrescante perspectiva de ver al fin una película sobre hombres NEGROS inteligentes, formados y pasionales que luchan para obtener su libertad, no sobre los blancos que les ayudaron. Por cierto, polémica vacía la que se ha montado respecto al retrato de Lyndon B. Johnson, ya que el film solo muestra al presidente americano como un político con su propia agenda que no tiene la ley del voto negro entre sus prioridades legislativas, pero no como un racista o un obstáculo para lograr los derechos. Pero claro, si el blanco no es el héroe, ya hay gente que tiene un problema.

A FAVOR: Los eventos de los últimos meses (Ferguson y casos similares) la han convertido en la más actual de las nominadas. La figura de Martin Luther King está presentada con una fuerza y personalidad que sus palabras ponen la piel de gallina, y si de biopics se trata, es el más autoral y cinematográfico de los 4 nominados. Además, los problemas con los screeners que pudieron originar sus escasas nominaciones se han subsanado ya, y todos los votantes la tienen en sus casas para verla al fin.
EN CONTRA: Su única otra nominación es anecdótica. Ni guion, ni dirección, ni actores, ni montaje, ni nada. Hay que retroceder hasta Gran Hotel (1932) para encontrar una ganadora con menos relevancia. A un sector de la Academia, los temas raciales todavía les provocan desinterés o rechazo, y sienten que la victoria de 12 Años de Esclavitud les da permiso para pasar olímpicamente hasta de verla. Y más si les tocan a su LBJ. Todo hace pensar que estuvo nominada por los pelos, y si no ocurre un milagro, su número de apoyos no va a crecer significativamente.


Ganador: AFI, Ohio, NBR*, Southeastern*.
Finalista: Globo de Oro (drama), Critics' Choice, Satellite, Crítica Online, Dallas, Washington, Las Vegas, Nueva York Online, San Diego, Austin, Houston, Georgia, North Carolina, Boston Online, Critics' Choice*, Washington*, San Diego*, Georgia*.
*como mejor reparto o similar.






LA TEORÍA DEL TODO

Tim Bevan (4ª nominación / 0 Óscar), Eric Fellner (5ª nominación / 0 Óscar),
Lisa Bruce y Anthony McCarten (1ª nominación para ambos)


Hay personas que solo se pueden definir como extraordinarias. En todos los sentidos, Stephen Hawking es una de esas personas. Primero y sobre todo, porque sus teorías sobre el funcionamiento del tiempo y el universo han cambiado radicalmente el camino de la física en los últimos 50 años, llevándola hacia unas cotas inimaginables hasta por genios como Einstein. Pero también, claro está, es extraordinario por su vida personal, por su lucha contra la esclerosis lateral amiotrófica que lo postró desde bien joven en una silla de ruedas y que, según toda lógica y todo lo que sabemos de medicina, debería haberlo matado hace décadas, mucho antes de que consiguiese ninguno de sus logros. Que siga vivo a sus 73 años, 50 después de la fecha límite que le dieron los expertos, puede ser un milagro, un ejemplo de superación personal y lucha contra la adversidad, una serie de afortunadas coincidencias o una muestra de que la ciencia ha avanzado a pasos de gigante. En cualquier caso, su historia merece la pena ser contada.

Y aquí es donde nos encontramos con un problema: Hawking no solo es una persona extraordinaria, sino también excepcional, distinta, única; como sus teorías, que han ido a contracorriente y que han acabado cambiando el mundo. Pero el biopic que se ha marcado el británico James Marsh no puede estar más alejado de esos adjetivos. No es una mala película: está rodada con solidez, escrita con corrección, consigue captar el peculiar sentido del humor de su protagonista, define bien a los personajes sin caer en la hagiografía ni en la desmitificación, y sobre todo está interpretada magistralmente por Eddie Redmayne y Felicity Jones. Pero es convencional, lineal y carece por completo de cualquier atisbo de riesgo formal o estructural. Ni se plantea, vaya. Sigue el manual del biopic ‘grandes éxitos’ del genio paralítico hasta en las fugas soñadas en las que se ve a sí mismo andando de nuevo. Explica someramente las teorías de Hawking, pero no las utiliza más que como anecdotario, sin integrarlas en su lenguaje cinematográfico. Hasta Ron Howard buscó recursos sencillos pero efectivos para expresar el genio matemático de John Nash. Por otro lado, su lucha contra la enfermedad tampoco se aborda de forma extensa: llega un punto en el que parece que se aburre de ello y la deja en un segundo plano, de forma que solo podemos ser conscientes del tiempo que ha pasado y de lo lejos que está de la esperanza de vida que le dieron por los nacimientos de nuevos hijos y por un par de líneas de diálogo al final. ¿Y cómo se llegó ahí, cómo se logró vencer a esa “larga derrota” de la que habla Hawking padre? No hay explicación, pero es que pasado un tiempo tampoco se trata como algo importante.

Todo ello, o una parte, deriva de basar el film en las memorias de la señora Hawking. Bueno, exseñora, importante matiz. Obviamente, desde su punto de vista la ciencia no es tan importante, como sí lo es el amor que vivió con Stephen y su posterior vida doméstica. Este punto de vista también podría haber dado de sí algo original e incluso rompedor, ya que es un amor condenado al fracaso, al divorcio. Lejos de ese ideal puro del ‘vivieron felices y comieron perdices’, se trata al fin y al cabo de una crónica sobre cómo puede desmoronarse un matrimonio por el sufrimiento, el trabajo, la necesidad de estar ahí en todo momento para la otra persona sin recibir nada a cambio (no por nada, sino por imposibilidad física). Pero su tratamiento amable, sin colmillos, sin mucha incisión psicológica, y su preocupación incomprensible por presentar y desarrollar otras dos historias de amor a posteriori con casi el mismo interés que se prestó a la principal, provocan que el resultado sea como un helado de vainilla: apto para todos los paladares pero incapaz de cavar un hueco en el corazón y quedarse ahí. Podría haber sido una obra extraordinaria, pero se queda en una película normal y corriente. Quizá por eso ha llegado hasta aquí, pero también por eso no va a llegar a más.

A FAVOR: Si hay un subgénero típico entre los ganadores del Óscar, ese es el biopic. Y si es de superación personal, más. Y si hay alguna discapacidad, más. Y si hay una historia de amor, más. Y si el sujeto está todavía vivo y es una de las personas más respetadas del mundo, más. Es prácticamente un manual de la típica ‘película de Óscar’. Su gran recepción en Reino Unido le asegura bastantes votos del amplio sector británico de la Academia.
EN CONTRA: Es tan típica que es un topicazo, tan de manual que ya está más que vista. Es poco es probable que logre más apoyos que los que le llevaron a la nominación, y no debió ser de las más votadas. Si alguien busca biopics, los Weinstein tienen uno con mucha más conciencia social y trascendencia histórica. Si hasta en los BAFTA perdió el premio principal, cuando en el Reino Unido ha sido un bombazo, la Academia americana no va a ser la primera en galardonarla.


Ganador: BAFTA*.
Finalista: PGA, SAG, BAFTA, Globo de Oro (drama), Critics' Choice, Satellite, Dallas, Southeastern, Londres, Nueva York Online, San Diego, Phoenix, Londres*.
*como mejor película británica.






WHIPLASH

Jason Blum, Helen Estabrook y David Lancaster (1ª nominación para todos)


Ganar el gran premio del jurado en el Festival de Sundance no es garantía de que tu película vaya a acabar conquistando el Óscar, ni de que vaya a ser nominada. Por cada Bestias del Sur Salvaje hay un Fruitvale Station. Por cada Precious hay un Como locos. Por cada An Education o Winter's Bone hay un Quinceañera o un Personal Velocity. Se puede salir de Sundance como Pequeña Miss Sunshine, Los Chicos Están Bien o En la Habitación, o acabar como La Vida sin Grace, Happythankyoumoreplease o The Wackness. Es decir, la recepción que tenga tu película en el microcosmos de un festival no garantiza que se vaya a repetir fuera de él. Y pasa en ambos sentidos: Nebraska o Foxcatcher fueron recibidas con frialdad en Cannes y ensalzadas por la crítica mundial en sus estrenos comerciales.

En el caso de Whiplash, sin embargo, su carrera de éxitos ha sido de una unanimidad abrumadora desde el principio. E incluso antes. El corto que Damien Chazelle rodó según una escena de su guion, con el objetivo de que le financiasen el film, ya ganó el premio del jurado en Sundance. Y así ha sido con la versión larga: la cantidad de adjetivos elogiosos que ha recibido por parte de la crítica darían para escribir 'Guerra y Paz', ha estado presente en todos los premios importantes de la temporada y se puede afirmar que no existe ninguna persona con un mínimo de criterio cinematográfico que no se haya postrado a sus pies, tanto entre los cinéfilos de a pie como entre la crítica o los propios integrantes del mundillo de Hollywood.

No es para menos. Chazelle ha logrado componer con su ópera prima un retrato brutal sobre la obsesión por lograr la perfección hasta más allá del límite de lo física y psicológicamente asumible por el ser humano. Una metáfora del sueño americano, del típico mantra capitalista de “todo hombre puede alcanzar el éxito si le pone ganas”, que trastoca en enfermedad sadomasoquista el ansia por alcanzar el mito, que reinterpreta los códigos del cine de superación personal como la construcción de una leyenda a través de la destrucción de uno mismo. La instrucción se convierte en un campo de concentración militar que no tiene nada que envidiar al de La Chaqueta Metálica, el mentor se reformula como torturador salido de Guantánamo, el alumno acaba sucumbiendo al síndrome de Estocolmo, convirtiéndose en un ser capaz de destrozar a todo el que está a su alrededor para perseguir un ideal de superhombre que elimina toda su humanidad. Pero el resultado de la inmolación personal es, paradójicamente, la genialidad pura, la esencia del arte (en este caso la música por su lenguaje rítmico y puramente sensorial, pero argumentalmente podría haber sido el deporte, la ciencia o cualquier otra disciplina). Si toda la película es una clase magistral de visceralidad, inteligencia e instinto animal, sus últimos 15 minutos son inconmensurables, de los que dejan con la boca abierta y la mano aferrada al brazo de la butaca. Y dejan un poso de turbiedad moral realmente inquietante.

A FAVOR: Básicamente, la propia película. Es intensa, vibrante, acaba con un subidón y tiene personajes e interpretaciones memorables. Es una de las nominadas que mayores pasiones despierta. A buen seguro ocupará el primer lugar en las listas de gran parte de los que la han visto.
EN CONTRA: El problema es que es la menos vista de las nominadas con diferencia. Su director es un don nadie, sus actores son poco conocidos, es una película indie sin apoyos en la industria y el estudio que la distribuye, Sony Pictures Classics, tiene una trayectoria paupérrima en los Óscar, por lo que no podemos esperar que su empuje publicitario tenga grandes consecuencias. Además, por estilo e historia conquista principalmente al público joven, y de esos no hay muchos en la Academia.


Ganador: Festival de Sundance, AFI, St. Louis*.
Finalista: PGA, WGA, Critics' Choice, Independent Spirit, ACE, Satellite, Chicago, Crítica Online, Dallas, Southeastern, Londres, San Francisco, Washington, Las Vegas, Ohio, Nueva York Online, Oklahoma, Austin, Detroit, Phoenix, Houston, Denver, Georgia, Indiana, North Carolina.
*como mejor reparto.




GANARÁ EL ÓSCAR: Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia).
PODRÍA GANAR: Boyhood (Momentos de una vida).
SI HAY UNA SORPRESA, SERÁ: El Francotirador.

 

Fuente: CINeol | Visitada: 2975 veces


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Comentarios (30)

22:04 - 13/02/2015

superbo

Subjetivamente hablando: The Grand Budapest Hotel y Wiplash.
Objetivamente hablando: Boyhood.

[buscemi]

23:40 - 13/02/2015

Ackman

me encantaria que ganara Birdman, me fliparia que ganara Whiplash... pero va a ganar Boyhood

salu2

12:01 - 14/02/2015

Quentin

Está claro que es un bonito mano a mano entre Boyhood y Birdman.

Supongo que ganará Boyhood, no es solo la mejor película del año, sino una de las mejores películas de los últimos años.

16:33 - 14/02/2015

aciruelado

Que voy a decir aquí que no haya dicho en los foros..

El valor de BoyHood está en lo que ya Harry Potter hizo antes (y bastante mejor, por que no decirlo). Es la nadería hecha peli y además, solo busca epatar con el recursito del cacho rodado cada año, si le quitas eso, está muerta.

Sobre Birdman, ya sabeis mi opinión, es una mierda de película, sin más; solo tiene valor la labor del Chivo y parte de la labor de actores, el resto no tiene ni gracia, ni guión (no va de nada), ni fuerza, ni mensaje, ni gancho.

Hotel Budapest, sería fantástica, si no fuese la misma película que lleva filmando cada wes anderson desde que comenzó (cada una es peor que otra, y que conste que he sido muy fan de Wes Anderson hasta este año, antes siquiera de que alguno de vosotros hubiese nacido).

Whiplash es soberbia, acojonante, pero no se va a llevar nada, ni siquiera el oscar JK Simmons.

Y American Sniper es la sublimación del cine Yanki de Acción tan comercialota y normal, que se convierte en una rara joya de las que no volveremos a ver hasta que pasen unos 20 años (como ocurrió con el cazador).

Se que soy anti stablishment con mis comentarios, pero, si lo pensáis, veréis como llegáis a la misma conclusión... y como colofón final, un año muy malo en cuanto a calidad de las películas... Destacando 2 títulos, Frank y NightCrawler.

16:40 - 14/02/2015

Damned Martian

aciruelado escribió:Se que soy anti stablishment con mis comentarios, pero, si lo pensáis, veréis como llegáis a la misma conclusión...

Mi única conclusión es seguir siempre tus recomendaciones para ver todo lo que no te guste :P

y como colofón final, un año muy malo en cuanto a calidad de las películas...

Hombre, con esos gustos no me extraña.


Y J.K. Simmons a estas alturas a lo mejor le dan hasta 2 Oscar.

17:36 - 14/02/2015

RADIOMANHEAD

Pff yo este año lo vi como de los mejores en los últimos tiempos, cuando me puse a sacar mi top 30 de películas por primera me sobraron títulos para entrar, lo que si puedo decir es que tanto royo de la academia con aumentar el numero de nominadas dizque para no dejar títulos buenos afuera e igual dejan afuera a Nightcrawler (entre otras) y meten otras que me parecen claramente inferiores como The Theory of everything, American Sniper, The Imitation game o Selma (aunque esta ultima no la he visto)

18:23 - 14/02/2015

aciruelado

Damned Martian escribió:Mi única conclusión es seguir siempre tus recomendaciones para ver todo lo que no te guste :P


Hazlo y sigue disfrutando de pelis que crees que te gustan, pero en realidad sabes que, secretamente, son una basura.

Damned Martian escribió:Y J.K. Simmons a estas alturas a lo mejor le dan hasta 2 Oscar.


El 23 por la mañana lo veremos.

18:52 - 14/02/2015

Damned Martian

RADIOMANHEAD escribió:y meten otras que me parecen claramente inferiores como The Theory of everything, American Sniper, The Imitation game o Selma (aunque esta ultima no la he visto)

Yo no metería a Selma en el mismo saco. Ojalá todos los biopics fuesen como ese.

20:48 - 14/02/2015

Corleone12

Yo creo que es una cosecha excelente, de la mejor de los últimos años, con varias películas que tienen madera de clásico (Whiplash, Birdman, Selma y Nightcrawler). Creo que se hablará de ellas mucho tiempo.


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