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Zinemaldia 2014. Día 8. Cómo afrontar el miedo

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La música es un elemento imprescindible en el cine (bueno casi, si no que se lo digan a Michael Haneke) y durante todo este festival ha estado muy presente: la alegre melodía de la cortinilla de entrada de la 62 edición (acompañada por aplausos del público cuando hace su aparición), la ópera de The Casanova Variations, el house francés de Eden, las canciones de Albert Pla en Murieron por encima de sus posibilidades, la delicada composición de Pascal Gaigne para Loreak... Cada una ha tenido su momento y su lugar y hoy que damos por finalizada la competición no queda más que recordar aquellas estrofas de M-Clan en las que cantaban que “para empezar, diré que es el final. No es un final feliz, tan sólo es un final, pero parece ser que ya no hay vuelta atrás.”


'Miedo' lleva por título la canción de los murcianos, miedo a perder a un ser amado, el mismo miedo que siente la madre protagonista de Vie Sauvage al descubrir que su exmarido, durante un turno de custodia de sus hijos, decide llevárselos y desaparecer para vivir una vida nómada con ellos.

Cédric Kahn cuenta en esta película basada en hechos reales, último título a concurso de esta edición, la disputa que llevan dos padres por decidir cómo educar y cuidar a sus hijos y las decisiones desesperadas que se llegan a tomar por hacer cumplir lo que cada uno desea. La cinta tiene un trabajo de dirección correcto, aunque con alguna pérdida de ritmo durante su metraje que remonta en su parte final gracias a un potente e impactante desenlace. Como protagonista del film, Mathieu Kassovitz interpreta a un personaje con unos ideales por los que está dispuesto a luchar, aunque para ello se convierta en una persona inmadura, irritante, autoritaria y de la que nos cuestionamos moralmente sus acciones durante todo el metraje.

Algunos aplausos han despedido una Sección Oficial a concurso que, a diferencia de otros años y a pesar de tener un conjunto global claramente superior a ediciones anteriores, no tiene una película que destaque en exceso sobre el resto, lo que da pie a muchas más quinielas y suposiciones. Lo que sí parece claro es que en esta edición se va a romper la tradición de que la actriz que gana la Concha de Plata acaba ganando el Goya.


Hay muchos tipos de miedo y diferentes formas de hacerles frente. Hoy hemos conocido dos de ellas en Horizontes Latinos. En Refugiado, una madre maltratada huye con su hijo por miedo a que el maltratador pueda volver a hacerles daño, una huida sin un destino claro, deambulando de un sitio a otro, lo que hace aumentar las dudas sobre si realmente es lo correcto. Dudas que enfrentan la cabeza y el corazón. “Yo no puedo dejar de hablarle así de un día para otro”, dice la madre al ser descubierta contestando una llamada de su maltratador. En esos dilemas, su hijo será el que tome la decisión más importante para poder seguir mirando al futuro con esperanza.

Diego Lerman construye de forma magistral, ayudado por una excelente fotografía, una historia de miedos reales, diarios, a los que quizás no presentamos toda la atención que necesitan. Con esos elementos construye una película tensa, incómoda y con dos escenas que cortan la respiración del espectador, que a pesar del sufrimiento no se verá privado de disfrutar de una obra notable y que supone una verdadera sorpresa.


Matar a un hombre es una historia de venganza y de miedo: el del protagonista, Jorge, al ver amenazada a su familia por Kaluke, un vecino delincuente, que ha salido de la prisión donde fue ingresado tras disparar contra el hijo de Jorge en una disputa.

Se tata de una película pequeña, elegida por Chile para representar a su país en la carrera por el Oscar, que ya estuvo presente el año pasado en San Sebastián en la sección Cine en Construcción, con una versión que, en palabras del director Alejandro Fernández Almendras, "era un poco más (larga) y tenía un poco menos (de contenido)". Visto el resultado, hay que agradecer esos cambios. El ritmo de la historia se mantiene desde principio hasta el final, en ningún momento se abandona la coherencia y se dota al personaje de una profundidad moral superior a la del propio espectador, como se demostró en el coloquio tras la proyección, en el que muchos de nosotros confesamos que en esa situación y tal como se desarrollaba la cinta, nuestras acciones hubiesen sido bastante más cuestionables.

Almendras dirige con pulso firme, destacando los largos planos secuencia que aumentan la tensión que sufren los personajes. Una tensión que se traslada al público, que contenía la respiración cuando hicieron aparición los títulos de crédito.

Por otro lado, han empezado a hacerse públicos los primeros premios del festival. La Isla Mínima ha recibido el Premio Feroz Zinemaldia, Güeros el Premio de la Juventud y La Sal de la Tierra el Premio del Público. De estas dos últimas hablaremos mañana junto a la película de clausura, Samba.

Ahora toca esperar hasta que esta noche se anuncie el palmarés oficial, hasta entonces, ¡nos vemos en los cines!


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Fuente: CINeol | Visitada: 1302 veces